NO OLVIDARÉ TU NOMBRE

LAO

Investigué un poco más sobre mi cita con mi mamá. Le conté que estuve esperando pero que mi cita no llegó.

— Mamá quiero saber el apellido de ese hombre que era mi cita.

— López. Creo que es López. ¿Por qué preguntas su apellido?

— Curiosidad.

En un momento había creído que ese Daniel era mi jefe pero los apellidos no son iguales. Tantos Daniel que hay en este país y en el mundo que quería que mi cita fuera él.

Llegó nuevamente lunes y mi jornada de trabajo empezaba.

El CEO llegaba a la empresa y era una rutina que los empleados que atendían la recepción y los de planta baja lo recibieran. Verlo con su traje deslumbrante me ponía las orejas calientes y rojas. No se puede negar que aunque es un mal humorado o tenga la condición que tenga, él es hombre muy guapo y sexi.

— Contrólate Lao— me susurró Soni.

Abrí los ojos y terminé toda colorada de la pena.

—Callate. Pueden escucharte.

— Estás toda roja— Soni sonrió.

Daniel cruzó por milésimas de segundos su mirada con la mía. Mi corazón parecía que se me iba a salir.

— Lao, si tanto te gusta, declárate. Aunque ya sabes que es gay.

— No digas más tonterías. Me retiro a mi oficina.

— No puedes ocultar tus sentimientos hacia él. Tu cara es un libro abierto.

— Ya Soni.

Antes de ir a la oficina, me fui al baño y estaban dos empleadas del área de finanzas.

— Hoy me declaro a Daniel— escuché a una de las empleadas decirle a la otra.

— No creo que sea lo correcto, tú ya sabes que es un lunático autista. Te arriesgas a mucho. Además, no ha habido alguna mujer que él haya aceptado.

— Los millones lo valen. Si le agregamos lo sexi que es. No me importa si es demente.

Cuando las dos se percataron que estaba ahí en el baño, me tiraron una mirada de odiosidad.

Tantas enamoradas de él o a sus millones tenía en la empresa.

Entré a mi oficina.

— Lao te estaba esperando. Voy de salida al hospital, me siento mal del estómago. Tuve una noche terrible.

— No hubiese venido a trabajar.

— Toma estos documentos y llevalos donde el señor Daniel y asegúrate que los firmes.

— Otros documentos. A él no le gusta que yo llegue.

— Ni modo. Vine solo para darte la orientacion y entregarte en tus manos los papeles. Cuando tengas los documentos firmados ponlo en el fólder de manila.

— Está bien.

Mariam se fue y me dejo sola en la oficina. Tomé los papeles y me encaminé a la oficina del CEO.

Toqué la puerta y abrí. Ahí estaba la empleada con Daniel. Ella me miró de reojos.

— Disculpe señor Daniel, vengo en otro momento. Es que toqué la puerta antes de entrar y pensé que estaba solo. La señora Mariam me envió con estos documentos.

— No hay necesidad que te retires, la señorita ya se iba.

— Pero no me has dicho tu respuesta.

— No hay respuesta. Retírate.

La empleada se retiró.

— Mil disculpas señor Daniel— extendí los documentos — La señorita Mariam no pudo venir porque anda en el hospital.

— Está bien— Me miró directamente a los ojos.

Inmediatamente bajé mi mirada. Sentía mi cara caliente.

Daniel se puso de pie y se paró en frente mío.

— Mírame.

— ¿Cómo podría señor Daniel?

— Dije que me mires.

Levanté la mirada. Mi corazón parecía loco. El señor Daniel notó que en la mañana lo miré de una manera diferente.

Daniel miró mi identificación.

— Lao Téllez. Me aseguraré de no olvidar tu nombre.

Firmó los documentos y me los regresó.

Salí sudando frío. Mil dudas entraron en mi cabezas. ¿Será que me va a despedir?

Llegué a mi oficina. Me servi agua en un vaso y la tomé. Puse los documentos en un fólder de manila y la puse en el escritorio de la señorita Mariam.

Me puse a trabajar en mi laptop. No fui a almorzar. Había pasado tan tensa la mañana que si comía algo posiblemente lo vomitaría.

Alguien tocó la puerta.

— Pase.

— Hola Lao.

— Soni.

— Sabes quien fue al área del almuerzo. Es algo inédito.

—¿Quién?

— El CEO. Llegó, miró a todos lados y se fue.

— Pero que tiene de inédito. Sintió hambre y fue.

— Durante mi tiempo de trabajar aquí, él nunca ha ido al área del almuerzo. Por ahí me contaron que una del área de finanzas se le declaró hoy en la mañana y creo que él fue a buscarla.

— ¿Y ella no estaba ahí?

— No.

— Sabes que lo que me cuentas no tiene lógica alguna.

— Yo se. Solo quería venir a contarte. Es un pretexto para hablar contigo un rato— hizo cucharitas.

— Está bien.

— Me voy Lao.

Me llamó Mariam.

— Lao. Daniel firmó los documentos y los pusiste en el fólder. Va a llegar el mensajero, José, se los da. Ya me contacté con él y él sabe lo que tiene que hacer.

— Está bien. ¿Usted se siente mejor?

— Si. Ya mañana llego. Nos vemos— Mariam colgó la llamada.

Llegó mi hora de salida. Empecé a caminar a la puerta principal de la empresa. Venía el CEO. En cuanto lo vi, volteé la cara para disimular que no lo había visto. Me regresé corriendo a mi oficina.

Dos minutos después tocaron la puerta. La puerta se abrió. Me quedé paralizada de ver quién entró.

— Señor Daniel. ¿Qué lo trae por acá?

Su mirada penetrante me ponía más nerviosa.

— ¿Me tienes miedo? ¿Por qué apenas me viste te corriste?

— Se me quedaron las llaves de mi casa en el escritorio pero ya las encontré. De cuenta ya me voy.

— Eres una mentirosa.

— ¿Por qué me dice eso? ¿Acaso usted me conoce? Me ofende— le dije un poco molesta.

El señor Daniel se acercó tanto a mi cara que empecé a sonrojarme y transpirar.

— Salgamos esta noche.

— No puedo señor Daniel. Usted es mi jefe y yo solo soy una simple empleada.

— Revisé tu dirección en tu currículum y paso por ti a las 7 de la noche. Así que, no me hagas esperar— dio la media vuelta y salió de la oficina.

El señor Daniel me invitó a salir, ¿Es esto una cita? ¿Le gusto? ¿Es una broma del gusto? ¿Qué hago?

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