Caminamos unas cuantas calles y aunque solo nos tomó unos minutos, para mí se sintieron como horas. Luego de eso, entramos en un callejón y Rick se dio la vuelta diciendo. –Pónganle eso al niño.
El sujeto que aparentemente se estaba encargando de mi cuidado sacó una bolsa negra que guardaba en su pantalón y la puso en mi cabeza para después hacer una broma estúpida. —¿Ves algo? Ja, ja, ja.
No respondí; de haberlo hecho, sin duda lo habría insultado, lo cual, más que de seguro, me llevaría a perder la vida. Aunque no dije nada, ese tipo se molestó de igual manera y pateó mis rodillas desde atrás haciéndome caer. Mientras me encontraba en el suelo, gritó. – ¡¿Escuchaste lo que dije?!. —Apreté mis dientes y dejé salir—. Fue muy gracioso ja, ja, ja
–Dejen de perder el tiempo ahí atrás, dense prisa— dio la orden el jefe al darse cuenta de que su subordinado había actuado sin permiso. –De pie —dijo mi agresor tirando de mi antebrazo.
Seguimos adelante unos 20 minutos sin exagerar, de pronto todos se detuvieron. me di cuenta debido a que dejé de escuchar sus pisadas y me dejaron de obligar a avanzar.
Alguien golpeó una puerta de metal. Enseguida supe que se trataba de Rick al escucharlo decir. –¡Habrá!.
Al instante pude escuchar la puerta abriéndose, ya que era muy escandalosa. Inmediatamente entramos al lugar. "Mi guardián" me sentó en una silla a la fuerza. Rick ordenó. –Átenlo.
Otros dos subordinados me ataron manos y pies en cuestión de segundos.
Intenté moverme, pero fue inútil. las ataduras eran perfectas. (Carajo...)
Escuché a alguien poniendo un banco y sentándose frente a mí. Nuevamente era Rick. –Escucha con atención, niño. Sabemos que nadie sería tan estúpido como para arriesgar su vida y salir de ''vigilante'' a cambio de absolutamente nada. Así que dime, ¿para quién trabajas?.
prefería quedarme callado, pero estaba seguro de que en esta ocasión sería contraproducente, así que temeroso respondí. –No trabajo para nadie... señor.
–Como pensé, a pesar de ser tan solo un niño, eres valiente. será complicado hacerte hablar solo con intimidación. —Lo escuché ponerse de pie y entonces... Me golpeó en el estómago con una manopla—. Ah... —me golpeó por segunda vez—. ¡Ah...! —y lo hizo por tercera vez—. ¿Listo para hablar, mocoso?
–Ya le dije... Que no trabajo para nadie... —me golpeó una vez más—. Traigan una cubeta, sal y una bolsa con hielo. —escuché muchos pasos apresurados mientras, a la par de eso, sentía como soltaban mis manos.
No estaba completamente seguro de lo que pretendía, pero recuerdos de películas de mafiosos me hacían tener una teoría... Aun así, no me dejaron hundirme en mis pensamientos, ya que en segundos confirmaron lo que pensaba.
Alguien me tomó del cabello, no estaba seguro de quién, pero esa persona hundió mi cabeza en una cubeta con agua fría mientras me mantenían con la bolsa puesta. Me costó mucho recuperar el aliento una vez me sacaron.
–Chico, entiendo tu postura. quieres parecer alguien genial aguantando esto, ¿pero de qué te va a servir ser genial si mueres? Así que responde, ¡¿para quién trabajas?! —Por su tono, parecía que comenzaba a enfurecerse.
Apreté mis puños tan fuerte que mis uñas se clavaron en mi palma y respondí. –Le digo la verdad... trabajo solo... —Traté de ocultar mi tono de voz, pero no lo pude conseguir. era obvio que estaba a punto de llorar.
–Eres sorprendente... aún estando a punto de llorar, no delatas a tu jefe... —Alguien me tomó de la mano y la puso sobre la mesa—. Abre tus dedos. —Traté de negarme, pero no lo conseguí. Tenía tanto miedo que solo terminé haciendo lo que le pidió.
Pusieron sal en mi mano y sobre ella la bolsa de hielo... El dolor era insoportable...
–¡Ahhh! ¡Ahhh! —También sentí como intentaban arrancarme las uñas de la otra mano. En ese momento, estaba tan aturdido que no sabía qué hacer... Mis pensamientos no eran claros y solo pude soltar desesperadamente... –¡No trabajo para nadie, señor... Nadie es mi jefe... ¡Deténgase, por favor, se lo suplico!
En ese momento me di por vencido... No había nada que yo pudiera hacer... Ahí mismo mi vida llegaría a su fin. Estaba tan triste por dejar a mi madre y hermanita solas, pero ya no había forma de volver atrás... Justo cuando mis pensamientos se iban a fragmentar, convirtiéndome en un cascarón vacío, escuché claramente unos cristales rompiéndose...
Lo más seguro es que fueran de una ventana.
–¡Maten al intruso! —gritó un hombre y al momento distintas armas de fuego comenzaron a disparar.
–¡Vigilante, escucha bien! ¡He venido a rescatarte!
(¿M-micaela....?)
[25 minutos antes del interrogatorio]
(Demonios... debo darme prisa y volver al departamento... soy una idiota... debí llevar mi arma conmigo.)
Cuando por fin llegué, lancé las compras sobre la mesa y corrí a mi habitación. sabía que no tenía tiempo. si lo dejaba mucho tiempo con ellos, tarde o temprano lo matarían...
Tenía miedo, ya que era muy probable que ya estuviera muerto, pero... aun así, no me iba a rendir tan fácil. Yo lo había puesto en esa situación y por eso era yo quien lo tenía que sacar de ese lugar.
Si él moría... tendría que cortarme el cuello. así que, en cuanto encontré mi arma y mi máscara, salí corriendo hacia donde me indicaba el rastreador que le había colocado a Cris sin que se diera cuenta.
Mi arma era una pértiga retráctil. El mecanismo era simple: al centro de la pértiga había un botón que, al ser presionado, la expandía de un metro y medio a casi cuatro. Podía funcionar como bastón para golpear a los enemigos o como método de escape si debía saltar sobre una pared, según lo que dijo él... Cuando me la dio, era perfecta con mi personalidad.
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