Invitación.

Después de haber trabajado por más de una semana y dormir poco, por fin hemos culminado el plan de inversión, cansada y fatigada me dirijo rápidamente a mi departamento y empaco lo necesario para este viaje.

Al llegar al aeropuerto lo puedo ver como si nada, tan elegante y guapo como siempre, es como si todas las noches en vela no le hubieran pasado factura, mientras yo me encuentro ojerosa y muerta del sueño, con mis últimas fuerzas me subo al avión.

A continuación, el capitán da unas breves instrucciones acompañadas de unas recomendaciones, sin más nos embarcamos a nuestro destino, Londres.

Al poner un pie en el lujoso y espectacular hotel me dirijo directamente al baño, al sentir como el agua caliente se deslizan por mi piel me hace sentir viva, definitivamente 5 horas de vuelo no es nada fácil y mucho menos para una novata como yo; al salir de la ducha envuelvo mi cuerpo en la bata y me tiro en la cama absorta en mis pensamientos, solo espero que todo esté bien en mi ausencia.

Sin embargo, unos toques en la puerta me atrae de nuevo a la realidad, confundida por este sorpresivo evento me acerco a la puerta y es mayor mi sorpresa al ver quién se trata.

- Hola, ¿quieres acompañarme al restaurante del hotel?, creo que debes tener hambre.- me invita, pero parece más una orden.

Sorprendida me quedo inmóvil, el gran e inigualable Pablo Montenegro está invitando a comer a su mesa a una mortal como yo, ¿debería llamar a un psiquiátrico?.

- Es en serio, su invitación?.- pregunto inquieta.

Últimamente, ha tenido muchas atenciones conmigo, no tengo nada que ofrecerle así que no entiendo por qué lo hace, supongo que se ha vuelto loco.

- Te espero a que te cambies, solo colócate algo para la ocasión.- me mira de pies a cabeza.

Su comentario un poco despectivo me molesta, no significa que este como un zombie algunas veces no sepa como vestirme.

- Comprendido.- juro que si no fuera mi jefe lo hubiese mandado al demonio.

Al contemplar mi ropa varios recuerdos llegan a mi mente, en especial los de Cristina y Liz, en los cuales insisten en que necesito mejorar mi apariencia, según ellas la belleza es la carta de presentación de una mujer, no opino lo mismo, pero esta vez le haré caso.

Guiándome por sus consejos decido colocarme un vestido rojo con detalles negro, acompañados con tacones negros y un poco maquillaje, necesito de alguna manera ocultar estas ojeras y por último decido dejar mi cabello suelto, tengo pereza de secarlo, prefiero que el aire lo haga.

Al observar que estoy lista, salgo y lo encaro.

- Ya podemos bajar.- hablo, llamando su atención.

Este por un momento me mira fijamente para después hacerme la pregunta más idiota que he escuchado.

- Natalia?.- me mira asombrado.

- ¿Si?, ¿iremos a comer?.- le respondo con otras preguntas.

- Sí, vamos.- me extiende su brazo.

Extrañada ignoro su gesto y camino hacia el restaurante, dejándolo allí parado en el pasillo, al llegar a nuestra mesa este como todo un caballero sostiene la silla para mí para después tomar su lugar, intento no dar relevancia a sus actos y centrarme en lo que realmente me importa, la comida; me muero por probar algo.

- ¿Cómo te ha parecido el lugar?, es bello, ¿verdad?.- inicia la conversación.

- Sí, es muy hermoso, no pensé que tendría la oportunidad de estar en un lugar como este.- le confieso.

Supongo que no debo estar alerta siempre con él, es momento de bajar armas y disfrutar este viaje, es una oportunidad que debo aprovechar al máximo.

- Definitivamente, puedo apostar que te enamoraría de Londres si lo conocieras completamente.- se ríe.

Es la primera vez que puedo notar que sonríe sinceramente así que supongo que está bien dejarse llevar por el ambiente.

- Lo dudo, soy una mujer difícil de enamorar, creo que debería superar mis expectativas, aunque he escuchado que es una ciudad con demasiada personalidad y de emblemas históricos, así que me causa un poco de curiosidad.- hablo sin parar, mostrando un poco de emoción por esta aventura.

- Intenta sonreír más, te ves bella.- habla en un susurro.

- ¿Qué?, no lo escuche bien.- le pregunto, debido a que hablo tan bajo que me fue imposible entenderle.

- Nada, que creo que es momento de ordenar, ¿qué se te antoja?.- mira la carta.

- ¿Qué me recomiendan?.- digo sin pensar.

Este me visualiza por un momento para después empezar a hablar.

- Es una tarea complicada, todos los platillos son exquisitos, pero te recomendaría espaguetis a la boloñesa y cerveza, es una excelente combinación.- me comunica mientras se encuentra trasmitiendo la orden a la mesera.

Asiento antes sus palabras, no creo que esto traiga alguna consecuencia, solo es una comida.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

☆☆☆ Pablo ☆☆☆

En estos momentos me siento como un completo idiota, me vestí con mi mejor traje solo para verme bien y que mis facciones contrarrestaran con mi cabello negro y piel bronceada, para que esta llegue toda desarreglada, supongo que esta mujer no conoce el maquillaje, en mi ignorancia supuse que se arreglaría un poco, pero lamentablemente me equivoque, supongo que esto es castigo divino por todo el dolor que he causado.

Sin decir palabras alguna, me subo al avión, deseando estar de regreso, se me hará eterno este viaje en su compañía, si no fuera por su eficiencia no tendría por qué traerla a mi lado, supongo que el incidente con esa mujer provoco que me confundiera y llegara a pensar cosas absurdas con Natalia, ahora solo me dan ganas de reír al recordarlo.

No obstante, en todo el transcurso del camino mis ojos no fueron capaces de despegarse de ella ni un segundo, reprochándome internamente me dirijo a mi habitación y empiezo a reflexionar.

Al notar que ha pasado más de las ocho y no hemos comido decido invitarla, creo que convivir con ella hará que estas ideas locas desaparezcan, me cuesta aceptar que una mujer de su estilo y clase esté provocando algún comportamiento en mí, yo Pablo Montenegro el cual ha sido conocido por salir con mujeres de élite y únicamente relacionarme con lo mejor, está siendo influenciado por su peculiar asistente, es un completo chiste.

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