Stephen, Valentina y los señores Novak

Capitulo nueve - El comienzo de un plan

Stephen estaba almorzando con los padres de Valentina cuando recibió un mensaje de uno de sus empleados. Había mandado a seguir a su traviesa prometida. Esta se había encerrado en su casa con un cantante de bares de mala muerte. Eso ponía demasiado celoso a Stephen. Aun así, era bueno ocultando sus emociones.

–Aún estoy esperando que nos digas porque querías que Valentina se fuera –dijo el señor Novak.

–Se dio cuenta –dijo Stephen sonriendo.

–¿Qué es lo que ustedes dos han planeado y no me contaron? –dijo la señora Novak emocionada.

–Valentina está muy ocupada con la empresa. Creo que lo mejor será que nosotros nos encarguemos de todo lo referido a la boda –explicó Stephen haciendo que los padres de Valentina se emocionen–. Tengo una amiga de mi madre que es asesora de bodas. Así que le pasaré su número señora Novak. Así usted puede coordinar con ella todo lo referido a la ceremonia. Que sea algo pequeño, solo para cincuenta personas.

–Pero Stephen ¿Tan pocas personas? –preguntó el señor Novak, él quería que fuera mucho más grande.

–Señor, debe tener en cuenta que Valentina va a estar cansada. Lo mejor es que la boda sea corta para que podamos retomar nuestras actividades. Cuando usted se recupere recién pensaremos en algo más grande y la luna de miel –Stephen era muy bueno para convencer a las personas y conseguir concretar sus propósitos.

–Tiene toda la razón, creo que sería lo mejor –dijo la señora Novak–. Eres el mejor, mi hija es afortunada de tenerte en su vida.

–Otra cosa –dijo Stephen y sacó cinco cajas pequeñas. Él iba a hacer a los padres de Valentina partícipes de todas sus decisiones. Sabía que esta no podía ir contra su padre e iba a usar eso en su beneficio–. No se cual de estos anillos seria el más apropiado para ella.

Los señores Novak estaban muy orgullosos de tener un yerno como Stephen. Se notaba que él se preocupaba por Valentina. Y sobre todo, los tenia en cuenta para las decisiones importantes. Por lo menos eso era lo que ellos creían.

Una vez que terminó de coordinar con los padres de Valentina las fechas de la boda, de la fiesta de compromiso y de especificar lo referido al acuerdo prematrimonial. Fue a la empresa de su padre a seguir trabajando. Dejaría que sean los padres de Valentina los que le informaran de como proseguir con el casamiento. Él seguiría siendo el amigo que la ayudara a mediar con ellos.

–Pareces estar de mal humor –dijo su amigo Stanley, él era el médico del padre de Valentina.

–Mi prometida se está revolcando con una rata en el departamento que la ayudé a comprarse –dijo Stephen con odio en su rostro.

–Que extraño. Pensé que ella no quería tener relaciones desde lo de su campamento –dijo Stanley –. ¿Estás seguro que están haciéndolo? Tal vez solo era una reunión de trabajo y lo llevó ahí para que no los vean.

–Aún no he puesto cámaras o micrófonos en su casa. ¿Me crees tan psicópata como para tener que llegar a ese punto? –preguntó Stephen de mal humor. Tal vez su amigo tenía razón y Valentina solo estaba trabajando.

–Pensé que lo de los micrófonos entraba en la lista. Ya que hasta ahora has manipulado a tus padres, a los de ella e incluso me usaste para que les haga creer que su padre está grave cuando los dos sabemos que no es así –dijo Stanley mientras jugaba en la silla.

–Siempre tengo lo que quiero –dijo Stephen mientras buscaba el número de Valentina.

–¿Vas a llamarla? –preguntó Stanley riendo–. Sabes, creo que a Valen le gustan las cosas difíciles. Tal vez si te ve con otra chica puedas volverte más deseable para ella.

Stephen lo miró molesto. Sacó un sobre del primero de sus cajones y le pidió que se fuera. No tenía ganas de seguir charlando con él. Stanley decía tonterías la mayor parte del tiempo, pero en algo tenía razón. Stephen no era el tipo de hombre que a Valentina le gustaba. Tal vez tenía que hacer algunos cambios en su persona. Aun así había mandado a investigar a Titán.

El domingo al medio día Valentina prometió ir a almorzar con Stephen. Ya que el sábado no había cumplido con su reunión semanal. Cuando este pasó a buscarla ella llevaba un hermoso vestido gris ajustado al cuerpo.

–Creo que no te gustará lo que nos espera –le advirtió Stephen a Valentina.

–¿A qué te refieres? –preguntó ella confundida mientras terminaba de colocarse los aros.

Stephen le mostró el mensaje que había recibido de la madre de Valentina. Decía que la fuera a buscar y todos almorzarían en un yate a las afueras de la ciudad para celebrar su compromiso.

–Maldición, ¿en que está pensando mi madre? –se preguntó Valentina en voz alta.

–¿Quieres que ponga una excusa para cancelar? –preguntó Stephen y ella le dijo que no.

El médico había sido muy claro con Valentina, nada de emociones fuertes o disgustos a su padre. Si ella seguía huyendo podría causarle otro infarto y no sería capaz de soportarlo.

–Déjame decirte que te ves hermosa –dijo él mientras conducía.

–Ni siquiera me viste, deja de ser tan cortés –dijo Valentina bromeando.

–Siempre te veo y siempre estás hermosa sin importar lo que sea que uses –dijo Stephen sonriendo, pero Valentina cambió la cara.

–Stephen, me gusta alguien –dijo Valentina y él la miró molesto–. Quiero que seas el primero en saberlo porque eres mi mejor amigo y te quiero. Pero esto que estamos haciendo es solo una farsa. ¿Lo comprendes?

Valentina estaba siendo dura con él, pero creía que era lo mejor. Ella solo podía amar a Titán y aunque conocía a Stephen desde pequeños nunca lo había visto con otros ojos que no fueran los de un hermano.

–También estoy saliendo con alguien –mintió para hacer menos incómoda la situación.

–¿De verdad? Eso es genial –dijo Valentina feliz de saberlo.

Autora: Osaku

Todos los hechos y personajes de esta novela pertenecen a la ficción. Cualquier semejanza con la realidad son pura coincidencia.

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