Stephen, Carla y Valentina

Capítulo diecisiete

–¿Estás loco? –preguntó Carla a Stephen entrando a su baño. Él estaba en la ducha como se lo había dicho. Su cuerpo escultural, causado por testosterona y buenos genes, solo era cubierto por un poco de jabón. Esto hizo que Carla se avergonzara y se tapara los ojos.

–¿Qué te ocurre? –preguntó él sonriendo.

–¿Cómo puedes estar así desnudo y sin un gramo de vergüenza en tu cuerpo? –preguntó ella molesta mientras cubría su rostro con sus manos.

–Anoche dijiste que te gustaba verme desnudo. Además, tu entraste aquí a gritarme –dijo él mientras seguía enjabonando su cuerpo–. Por otro lado, ¿Por qué debería avergonzarme si tu también estás desnuda delante de mí?

Carla no se había dado cuenta. Por el remolino de emociones que tenía había ido a buscar a Stephen completamente desnuda.

–¡Oh por dios! –dijo ella a los gritos y rápidamente tomó la toalla que había en el baño y se cubrió para luego salir corriendo a su habitación.

Stephen salió de la ducha con una toalla que solo cubría su entre pierna. Al ir al dormitorio de Carla por su ropa esta estaba sentada tapando su rostro.

–Carla, escucha –dijo él y ella lo miró. Al hacerlo él sonrió–. Lo siento, estaba un poco dormido. No fue mi intención ofenderte. ¿Podrías perdonarme?

Después de decir eso su toalla se cayó y ella quedó frente a su amigo. Él sonrió al notar que ella no le quitaba la vista. Al parecer le gustaba lo que veía. Stephen nunca pensó que sería tan divertido manipular a Carla.

–¿Estás bien? –le preguntó Stephen después de sentarse a su lado.

–¿Por qué sigues aquí? Valen dijo que tenían una degustación hoy. Ya es tarde –dijo Carla avergonzada. Stephen tomó sus manos y las alejó de su rostro.

–Creo que puedo llegar tarde, me parece más importante que tu y yo podamos hablar sobre lo que te molesta –dijo él para hacerla sentir importante.

–¿No te gusta Valen? –preguntó Carla con celos.

–Tu sabes bien que nuestra boda es solo para que su padre pueda estar tranquilo hasta que su salud mejore –dijo él mirándola a los ojos con un gesto angelical.

–Aun así, pensé que hacías todo esto porque estabas enamorado de ella –dijo Carla como si estuviera por llorar.

–Valen y yo somos amigos. Aunque me gustara ella está de novia con alguien. Además, creo que tu eres preciosa –dijo él como si tratara de conquistarla.

–¿Lo dices en serio? –preguntó Carla. Ella era una bella chica, pero entre sus amigas era la que menos destacaba. Ya que Valentina y Verónica habían modelado en su época de adolescente y ella había sido rechazada por su estatura lo que la había acomplejada.

–No creo que esté bien decir esto, pero recordar lo que hicimos anoche hace que…–dijo él y bajó la vista.

Ella se dio cuenta que Stephen estaba excitado. ¿En verdad era por ella?

–¿Qué te parece si jugamos tu y yo sin decirle nada a las chicas? –preguntó él y la besó.

Carla se dejó llevar. Hacía mucho que alguien como Stephen no le prestaba atención. La mayoría de los chicos con los que había salido era por descarte, de los que Verónica no quería y que Valentina no les prestaba atención. Aunque ninguno era tan lindo como Stephen ni tenía tanto dinero.

Después de que él se asegurara de dejarla satisfecha y un par de cositas más se fue del departamento de la amiga de su prometida. Al llegar a la degustación Valentina ya estaba ahí con sus padres.

–Lamento llegar tarde –dijo él y después de saludar a sus futuros suegros besó la mano de Valentina–. Je suis désolé de faire attendre une femme aussi belle et éblouissante que toi.

–Stephen, eres tan romántico –dijo la señora Novak, ella sabía hablar francés.

–Sabes que no me gusta que me hables en un idioma que no entiendo –dijo Valentina y le quitó la mano.

Ella había visto que Stephen llevaba una marca en su cuello. Este le había dicho que iba a ser cuidadoso. Sin embargo, la llevaba el mismo día que se verían con sus padres. ¿Sería esa la única razón por la que Valentina se había molestado con él?

–Valentina, ¿desde cuando le hablas así a Stephen? –preguntó su padre molesto por lo descortés que había sido su hija.

–Tal vez desde que nos obligan a vivir juntos como si estuvieramos en la edad media –dijo ella de mal humor. Esa mañana había dejado a Titán a las apuradas para cumplir con su compromiso con sus padres, pero Stephen no había podido hacer lo mismo con su noviecita.

–Sabes que, lo mejor será que la degustación la haga la pareja que está por casarse. Tu padre y yo nos iremos a pasear. Se nota que tiene asuntos que charlar –dijo la madre de Valentina y después de ponerse de pie saludar a Stephen con mucha educación se fueron.

–Ahora se van. Se supone que hacemos esto por ellos –dijo Valentina cruzándose de brazos.

–¿Está todo bien? –preguntó Stephen asombrado por la conducta que tomaba ella–. Si quieres puedes irte. Sé más o menos que es lo que te gusta.

–No es eso. Estoy cansada de mentir. Estoy pensando si el doctor de mi padre no se equivocó. Se ve muy bien como para regañarme –dijo ella molesta.

–Valen, tu papá no te lo dijo, pero lo acompañé a que lo vean otros médicos. Su condición está empeorando. Aunque él se muestre fuerte delante de ti, no está bien. Tu madre dice que apenas puede levantarse de la cama algunos días –explicó Stephen. En verdad había hecho eso. Por supuesto, todos los médicos habían sido sobornados por él. No era la clase de hombre que dejaba cabos sueltos.

–¿Por qué no me lo dijeron? –preguntó ella preocupada.

–Tu madre ve que estás sin parar en la empresa, y tu padre cree que tienes que ocuparte de la boda y no quiere hacerte pasar un mal momento –le dijo Stephen feliz de que pudiera salir ese tema para que ella no sospechara de sus intenciones.

–¿Y qué hacemos si mi padre está enfermo el resto de su vida? –preguntó ella preocupada.

–Valen, ¿quieres que cancelemos la boda? –preguntó Stephen.

Autora: Osaku

Todos los hechos y personajes de esta novela pertenecen a la ficción. Cualquier semejanza con la realidad son pura coincidencia.

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