Japón, me conquista

Capítulo 14

Rous estaba a punto de aceptar el matrimonio, tan solo por poder llevárselo a la cama y hacerlo un Cristo. Definitivamente, era una buena idea. "No hay nada que pensar Rous, solo respira ese olorcito que tiene y mira ese cuerpito caribeño hecho para el pecado y que sería todo tuyo. ¡Sacrifícate, mujer!". Eso pensaba mientras se iba acercando al pecho de Azaki mirando un punto de su cuello obsesivamente y a punto de sacar la lengua y darle un lametón.

- ¡Mira! - dijo Azaki.

Rous se asustó. Se le había ido la cabeza y en un momento se había montado una película X. Se puso roja. "¡Concéntrate, Rousita, que se te ve el plumero!", se recriminó. Él le estaba hablando.

-Tú y yo somos muy compatibles, tenemos problemas con la confianza, porque tú no confías en ti misma y yo tampoco confío en ti, precisamente por tu inseguridad. Sin embargo, es innegable que hay algo entre nosotros. Casarnos es una manera de conocernos sin presiones de afuera y además calmaría a mis padres y si no me equivoco a los tuyos también. Yo estaría tranquilo a tu lado porque sé que de tu parte lo estarías poniendo todo al aceptar mi propuesta. Tú estarás tranquila porque sabrías que nadie puede cuestionar lo que hay entre nosotros o meterse en el medio. Yo te doy esa seguridad. ¿Qué te parece?

Rous, con la boca entreabierta, asentía a todo porque la lógica parecía aplastante, dicho así. Pero tenía la garganta llena de peros, pendientes de salir.

- Me da miedo perder mi libertad…

- ¿Por qué ibas a perderla?

- Azaki, yo no quiero ser una señora de su casa que no hace otro aporte al mundo más que limpiar y cuidar niños. Alguien que desaparece siendo la señora de fulanito o la madre de menganito. No querría presiones sobre ser madre o formar familia cuando ni siquiera sé cómo formar pareja, como has visto. A eso tengo miedo. A tener que dar explicaciones de más y de menos. A no tener derecho a elegir sobre mi vida y sobre mí misma, de principio a fin. Y eso es quizá lo peor para mí de aceptar un compromiso

- Pues más me ayudas, Rous. Este contrato es una idea excelente porque en papel pactaremos lo que queremos y lo que no queremos y estaremos obligados legalmente a cumplirlo

Rous abrió los ojos asombrados. No se le había ocurrido mirarlo así. ¿Pactar por escrito, pudiendo elegir ella sus condiciones? Sonaba bien. ¿Dónde estaba el "pero" a esto?. Azaki le aclaró lo que él deseaba.

- Lo único que yo quiero pactar es que te comprometas a estar al menos un año a mi lado, por contrato, y luego si deseas estar, lo estarás libremente. Es mi única condición. Lo demás, prácticamente, todo me parece bien. Y que durmamos juntos. No necesariamente teniendo sexo si tú no lo deseas aunque…

- ¿Aunque?

- Yo estoy loco por hacerte el amor - Azaki llevaba todo el rato mirándole la boca, con ganas de mandar todo al carajo y llevársela a la habitación hasta que le diera el sí. A veces, su caballerosidad le pesaba. En el futuro se cobraría con creces, la miseria que estaba pasando por la necesidad de tenerla. Suspiró para volver a la conversación.

- ¿De veras? - cuestionó ella.

- ¡Rous, no sé ni como lo dudas!. No sabes la de duchas frías que llevo cada vez que me besas y yo me pongo, ya sabes... - Azaki se sonrojó y Rous se rió pues ella había llegado a suponer que a él no le atraía sexualmente. Que boba era a veces.

- ¿Me dejas pensarlo?. Me gustaría valorar los pros y los contras de esto. Y si se da el caso, ir reflexionando en las condiciones que serían las mejores para mí, y para ti. No creo que sea justo que el contrato solo me beneficie a mí.

- Créeme que si aceptas, para mí ya es un beneficio. Me parece correcto que me pidas ese tiempo y lo pienses

Rous puso una sonrisa grande en su cara. Para sus adentros opinó que lo de la conquista a Japón que había planificado con su hermana Alexa había sido demasiado fácil. Casi parecía que era ella la conquistada por el astuto japonés De lo que estaba segura, en cualquier caso, es que ese rōnin, estaba en sus manos y ya no se escapaba nunca más.

......................

Pasaron el día juntos en su casa, en total armonía. Hablaron de muchas cosas y Rous le preguntaba sobre todo por su infancia en Japón. Quería saber cosas sobre su cultura también. Ella lo miraba, asombrada de que un hombre pudiera tener tal belleza. Hasta que lo conoció, creía que la belleza era más bien un adjetivo que aplicar a una mujer. Pero él rompió ese prejuicio en su cabeza pues era la representación de lo más bello, literalmente.

Azaki le habló de su infancia dura, al lado de los abuelos paternos. La rigidez en la que vivió por tantos años. Una prisión hecha de disciplina e intolerancia, bajo el lema de que lo estricto no admite dobleces ni excusas. Sus emociones y comportamiento fueron sistemáticamente doblegados y no fue hasta que llegó a occidente que pudo liberarse hasta cierto punto de todo eso.

Necesitó mucha ayuda, no solo de sus padres, sino también de profesionales terapeutas pues, el niño que fue Azaki, había sido roto por las exigencias de cumplimiento de un rol familiar que él nunca quiso. Mantener el prestigio de los Masaharu, era una tarea excesiva para un pequeño y frágil niñito. Sus padres, al marcharse y separarse del clan familiar, lo habían salvado y también a su hermano Ran, aunque durante mucho tiempo la familia los exilió y se negaban a verlos o tratarlos. Gracias a Ran, eso había cambiado en el último año, pues el chico se había ganado el cariño de sus familiares y ayudó a aliviar las tensiones entre ellos y sus padres.

Rous reflexionó en que nunca nada es lo que parece. Azaki para ella era un Dios y un hombre de éxito que lo tenía todo. Y, sin embargo, había pagado un precio muy alto por todo esos supuestos logros.

Azaki le habló de la belleza del océano Pacífico que rodea la isla de Japón. Le contó sobre las densas ciudades, palacios imperiales, parques nacionales montañosos y miles de santuarios y templos que la pueblan, y el tren bala Shinkansen. Le describió Tokio, la capital, que es famosa por sus rascacielos y su aspecto futurista.

Le contó que algo que siempre le había impactado profundamente era oír el himno de su país Kimi ga yo (君が代), y hasta le cantó un poco. Rous le preguntó por la letra y él tradujo.

- Dice así: "Que su reinado, señor, dure mil generaciones, ocho mil generaciones, hasta que los guijarros se hagan rocas y de ellas brote el musgo."

- ¡Guau!. Es profundo

- Lo es. Responde perfectamente al sentido minimalista de la belleza que tiene la filosofía japonesa y también a la tradición ancestral que rige mi país, con lo bueno que eso tiene y con lo no tan bueno

- Todas las culturas y todos los países tienen de eso - afirmó ella. - Vamos a quedarnos con el shushi y todo lo bueno de tu país

- ¿Sabes que me gustaría hacer contigo?. Viajar allí para ver las flores de cerezo. En japones se dice sakura.

- ¿Sakura?. ¡Es precioso!

- Sí. La sakura guarda más de un profundo significado en Japón. Son el símbolo de la primavera y además la flor nacional y símbolo de Japón. Representan lo efímero de la vida y también es el símbolo de los guerreros samurái.

- ¿De los samuráis? ¿Y también de los rōnin?

- No está tan claro - contestó él después de pensarlo. - Después de todo un rōnin era un pobre desgraciado sin amo, despojado de su reputación y viviendo la mala vida. Supongo que también sufría la perdida de su símbolo representante

Rous abrió la boca pero no habló. Ella llamaba su rōnin a Azaki porque le parecía romántico. Pero no sabía que lo estaba calificando de pobre desgraciado con eso. Él le leyó el pensamiento.

- Sí. Me llamas tu rōnin sin saber el significado completo. Al principio me sorprendió escucharte y casi me molestó un poco. - le explicó él. - Los rōnin eran conocidos por ser delincuentes y asesinos y se les conocía por su reputación de deshonra, dándole una imagen de matones y vagabundos. Eran samurái venidos a menos, que no tuvieron el valor de cumplir con el código de honor del bushidō que exigía cumplir con el seppuku o muerte por harakiri. Un suicidio, vaya.

- ¡Hala!... No sabía todo eso. ¿Sabes por qué te llamé así?. Porque siempre me pareciste un auténtico samurái. Tu porte, tu gallardía, tu aspecto guerrero... solo que estabas sueltito y sin dueño. Por eso te llamé rōnin.

Rous le cogió la cara entre las manos con suavidad, para que la mirara.

- Pero creo que te voy a dar tu estatus de nuevo, siendo tu dueña. Ya no serás un rōnin sin tu amo. Me caso contigo y te asciendo a samurái, oficialmente.

Los dos tenían una gran sonrisa en la cara.

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Comments

Asle Chiquinquirá Urdaneta Morillo

Asle Chiquinquirá Urdaneta Morillo

/Angry//Angry//Angry//Angry//Angry/
Que hermoso 😍😍😍😍

2024-01-28

3

Alicia Chavez Salcedo

Alicia Chavez Salcedo

Huy que lindos los dos ,mucho amor aunque no se lo digan mutuamente ❤️❤️❤️❤️❤️

2023-12-04

0

Mabel Figueroa

Mabel Figueroa

está muy linda tu novela, en tu otra vida tienes que haber sido una bella japonesa o haber habitado en Japón. Muy bien detallada.🌹❤️🍀👢🇦🇷🇦🇷

2023-09-01

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