En La Toscana

Leopold se despierta con el sonido del despertador. Está perturbado, no pudo encontrarse con Zenya ¡Hay tantos obstáculos en este sueño! Había logrado en otras oportunidades superar las dificultades fácilmente para encontrarse con ella. ¿Acaso eso no es lo que desea en sus sueños siempre? ¿Por qué sus sueños ahora son tan confusos? ¿Son mis sueños o entro en los sueños de ella? ¿Y si son los sueños de ella? ¿Ella está viva? ¿No desea verme? Pareciera que todas esas dificultades las ponen a propósito...

Él sigue analizando: "Si yo he logrado estar consciente de que se trata de un sueño ¿No será mejor intentar convencerla a ella de que es un sueño y que me diga si ella también lo sabe? De esa manera podré constatar si ella está viva o si todo eso es producto de mi loca imaginación.

Esta noche voy a intentar encontrarla y hablarle sobre nuestra realidad, sobre nuestros hijos, tal vez si logro que piense en ellos, quiera decirme dónde se encuentra ella... ¡Dios, deseo tanto que siga viva!

Leopold se levanta con sus pensamientos, aún es muy temprano, se dirige hacia la habitación de los niños, abre la puerta, ellos aún duermen, se acerca y los despierta con cariño.

-¡Vamos dormilones, arriba, ya es hora de levantarse, tienen clases, a cepillarse y a colocarse el uniforme!-

-Papito 5 minuticos más-, le ruega Raúl, Raisa ni se despierta, sigue rendida en su cama.

- No podemos tardarnos, recuerden que Fabiola está en casa, debemos irnos sin ella, de segura hoy va a querer seguir insistiendo en salir juntos- Eso fue suficiente para que ambos niños se levanten como resorte y corran al baño. Leopold ríe, se da cuenta de que a ellos tampoco les simpatiza Fabiola. Entra la nana Nohely

-Buenos días, señor Leopold, puede irse tranquilo, yo me ocupo de que estén listos a tiempo-

-Gracias Nohely- responde Leopold.

- Me voy a duchar para llevarlos al colegio, llévelos a desayunar, nos encontraremos en el comedor- Leopold se va a su habitación, luego de 20 minutos baja al comedor, allí están su padre, Fabiila y los niños desayunando.

- Buenos días- saluda Leopold, todos responden. Leopold desayuna, cuando va a tomar el vaso de jugo, Raisa lo tira a propósito, lo mira y él entiende que hay algo raro.

-¡Niña tonta! ¿Cómo vas a tirar el vaso de tu padre?- la reprende Fabiola.

-Fabiola, no te permito que trates asi a mi hija, esas no son palabras para una niña. No tienes ninguna autoridad sobre ella- Leopold enfurece al escuchar que llama tonta a su hija.

-Perdón papá, no fue mi intención- se disculpa Raisa avergonzada.

-Fue un accidente hija, no te preocupes, no es nada grave- da la orden a la mucama para que limpie el jugo derramado. Leopold toma un sorbo de café y se lleva a los niños.

-¿Puedo ir con ustedes?- se acerca Fabiola

-No Fabiola, ahora no, lo siento- contesta tajante Leopold

-Hijo, no seas pesado llévala- refuta el padre

- Papá he dicho que no, ella tiene vehiculo, puede ir donde guste por sus medios, además no he visto que defendieras a tu nieta de su maltrato, si se comporta así con mis hijos siendo invitada, no me quiero imaginar cuál será su actitud si hay alguna relación más cercana- Leopold se va molesto.

-Fabi, debes ser más inteligente, si quieres atrapar a Leopold debes comenzar por ganarte a los niños, nunca será tuyo si tratas mal a sus hijos, los ama por encima de cualquier cosa- aconseja Massimo

- Don Massimo, usted sabe que en el jugo había colocado la pócima, no me queda mucha y esa niña estúpida lo tiró a propósito- responde molesta.

-Fabiola amo a mis nietos y tu actitud a mí tampoco me está gustando- se levanta y la deja sola. Ella aprovecha para echar en el café unas gotas de otra botellita, para ofrecérsela a Massimo, de esa forma lo tiene comiendo en sus manos...

Los niños en el auto le dicen al padre:

-Papá, ella puso algo de una botella en el jugo tuyo y en el del abuelo, la vimos cuando bajábamos las escaleras- dice Raúl.

- Si, las botellitas con eso, las tiene en su cartera, ella es una bruja- afirma Raisa.

Ya habían llegado al colegio, Leopold estaciona el auto.

- Tendré más cuidado de no tomar nada de lo que ella me ofrezca, gracias por evitar que me tome ese jugo mi querida niña- le dice dándole un beso en su mejilla y un abrazo. Se despiden, los niños van subiendo las escaleras del colegio, en la entrada los reciben una maestra, Leopold se queda observando hasta que entran y se pierden hacia el interior.

En la entrada del colegio los niños comentan entre sí

-Papá es muy inocente si cree que puede salvarse de los trucos de esa mujer... Raisa debes aceptar salir de compras con la bruja, así me das tiempo de revisar su habitación y dejarle algunas sorpresas- sonríe con malicia Raúl

-Pero recuerda, no debes beber nada de lo que te ofrezca, tampoco comas nada, ni helado, aunque lo desees ¿De acuerdo?- Raisa asiente con la cabeza, deben evitar que su padre caiga en la trampa de la Bruja.

Leopold se dirige al viñedo, se va directo a los depósitos de fermentado.

Está preocupado, Fabiola es una piedra en el zapato, pero si está poniéndole brebajes también a su padre, es para manejarlo a su antojo. Debe buscar la manera de sacarla de casa, antes de que ocurra una desgracia.

Llama a una mucama de confianza.

-Señora Lina, cuando haga el aseo de la habitación de Fabiola, ponga especial atención si posee algún envase con contenido extraño, no cualquier cosa que le parezca extraño, me avisa- Ella sale asegurando que vigilará.

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