EL TORTURADOR FINANCIERO 2

Cuando volteo a verlo me topo con una mirada divertida, y con eso estoy segura de que me recuerda.

—Si. —Cierra el libro frente a él y se levanta en dirección a una pequeña sala en medio del lugar. Se sienta en uno de los enormes sillones y luego me mira.

—Tome asiento señorita Karina, me gustaría hacerle una pequeña entrevista para ver si cumple con los requisitos mínimos que requiero para un asistente. —Me quedo mirándolo debatiéndome entre si quiere burlarse de mi o me está retando.

Pongo una sonrisa en mi rostro y me dirijo a uno de los sillones más alejados, me siento y lo miro. Logro ver un atisbo de sonrisa que desparece con demasiada rapidez.

—¿Qué experiencia tiene como asistente? —Me mira esperando mi respuesta.

—En mi país fui asistente en una empresa de construcción, como asistente de un profesor no he tenido experiencia. —He decidido sabotearme, gracias profesora Karem pero no creo poder trabajar con el hombre al cual le entregue mi virginidad y no sé si me recuerda o solo se burla de mí. Tampoco quiero averiguarlo.

—Me di cuenta que tiene poca experiencia. —Me quedo con la boca abierta ante su respuesta y siento como si la temperatura hubiera subido unos grados, me mira muy serio. Si eso no lo dijo en doble sentido creo que la enferma aquí soy yo, intento aclararme la garganta y alejar todo pensamiento referente al dueño del apellido de mi beca. Cuando menos me lo espero se pone se pie y se acerca a mi tocándome la frente. —Creo que aún está mal, está muy roja.

—Sí, yo aún me siento mal. —Me alejo de su toque porque siento como si mi piel se incendiara donde el toco. Me intento parar, pero su enorme mano en mi hombro me lo impide, me habla muy cerca de mi rostro.

—Estas muy caliente. —Esas simples palabras hacen que todo mi cuerpo cobre vida como si yo fuera una velita y el, el fuego.

Intento levantárteme otra vez y ahora si lo logro, necesito alejarme de mi profesor, el probable responsable de mi beca y hombre que tiene algo que me vuelve torpe frente a él. Y yo no soy así, gane una beca soy muy inteligente.

Así que haciendo uso de esa inteligencia lo rodeo e intento irme. Hasta que una gran mano toca la mía y me atrae, chocando con un poco conocido pecho.

Siento que mis piernas fallan y que, aunque el espacio es grande ahora parece tan pequeño, siento su aliento tan cerca que en cada respiración el aire golpea en mi frente.

—¿Huyendo otra vez? —El me recuerda, ahora no tengo dudas. Sus palabras hacen que lo vea a los ojos y los encuentro mirándome como un depredador a su presa.

Respiro con dificultad por su cercanía y por su pregunta. Claro que estoy huyendo, es mi profesor de finanzas y soy mala en finanzas. Se suponía que el encuentro de ese día solo fue de esos que pasan en las películas, solo de una noche y ya. No tendría que preocuparme por volverlo a ver o por enamorarme, solo era una noche y ya.

—Yo… me siento mal y … a … enfermería—Mierda, debo parecer retrasada. Habla bien Karina, tu sabes alemán. Mientras aún me mira con sus azules ojos yo me siento toda una idiota.

Cierro los ojos y decido apartarme de su agarre, lo logro y voy directo a la salida. Toco el pomo de la puerta que me dará la libertad de este incomodo momento y cuando creo ser libre una enorme mano cierra la puerta frente a mis ojos, para después voltearme con brusquedad.

Quiero gritarle que es un desconsiderado, pero no tengo el tiempo suficiente cuando ya está besándome. El sabor de sus labios me embriaga por completo y me encuentro respondiendo a sus besos. Siento como el aire me empieza a faltar, pero no quiero terminar el beso, sé que entrare en razón y justo ahora no se si quiero eso.