EL TORTURADOR FINANCIERO 1

Siento como mi corazón palpita con tanta fuerza que pareciera como si se me fuera a salir del pecho, ¿Sera muy tarde como para regresar a mi país? Mi universidad no era tan mala.

Siento como mis piernas van perdiendo fuerza y me veo obligada a apoyarme en la puerta, mientras unos ojos azules ven cada movimiento que hago.

Tal vez no se acuerde de mí, ¿Sera eso posible?

Puede ser, era de noche y al amanecer ni me vio. Por una parte, no quiero que me recuerde y por la otra me gustaría que si recordara quien soy. ¡Hay! Pero ¿Qué cosas digo? Soy su delegada es familia o fundador de mi beca.

Pero se ve muy joven como para ser el fundador.

—¿Se quedará ahí en la puerta? —Una gruesa voz me saca de mis pensamientos trayéndome a la realidad, me mira con indiferencia. Eso me provoca un pequeño dolor en el pecho.

¿Qué esperabas Karina? Sabías que solo era un encuentro de una noche, es mejor dejar las cosas así. Ahora él es mi profesor y yo seré su asistente, solo eso.

Me da la espalda y se gira en dirección a su escritorio. Dándome una espectacular vista de su amplia espalda y su bien definido trasero, intento apartar la vista mientras camina ,pero me es imposible hasta que llega a su escritorio.

—Vine a traerle mi certificado médico. — Se sienta detrás de su enorme escritorio, mira hacia un libro que se encuentra abierto sobre su escritorio y yo hago un rápido recorrido visual de todo el lugar. Es un espacio bastante amplio, muchos libros en los estantes y un pequeño escritorio en una esquina que da justo a la ventana. Algo me dice que ese será mi escritorio.

—Cierre la puerta. —Habla sin siquiera levantar la vista de su libro, torpemente avanzo hacia la puerta. Pareciera que mis piernas no me quieren obedecer del todo. Ni se porque estoy así si se ve que no me recuerda, debo tranquilizarme ya.

Antes de avanzar en dirección a su escritorio me toco la frente para ver si puedo irme usando la excusa de que aún me encuentro mal. Cuando llego frente a él, tomo aire y valor para poder hablar.

—Mi nombre es Karina, vine trayéndole mi certificado ya que no pude asistir a la clase. — Desvía la vista de su libro y me mira, me obligo a tragar para poder hablar. —La … la profesora Karem me comento también que sería su asistente.

El solo me mira y no dice nada, luego vuelve a centrarse en su libro.

—Muéstrame tu certificado. —Le paso la hoja lo más rápido posible, toma el otro extremo de la hoja y lo lee. Yo no sé si seguir parada o irme corriendo, aunque me gusta más la idea de irme corriendo. —Está bien, pasare su inasistencia.

—Gracias—Me mira tan fijamente que me deja sin poder respirar de los nervios y no puedo evitar recordar cómo me miraba cuando estaba desnuda frente a él, ese pensamiento se me cruza por la mente y me quiero morir aquí mismo. Cuando estaba bajo los efectos del alcohol no me sentía así, este hombre me intimida mucho.

Siento que mis mejillas deben estar rojas, ya no quiero pensar en nada, pero no puedo y el sigue mirándome.

—Señorita Karina puede retirarse. —Solo asiento y creo que prácticamente voy corriendo hacia la puerta, cuando estoy a punto de abrirla escucho su voz otra vez. —Casi lo olvido, menciono a la profesora Karem.