CAPÍTULO XV: Problemas en la muerte.

Un bar en el lugar mas peligroso de la ciudad siempre es el refugio para un corazón afligido. Un hombre sentado en una de las mesas, tomando tanto como para llenar algo dentro de sí, ahogar sentimientos que duelen, sentimientos que lo hacen sentir débil.

—Quiero una más —Dijo aquel hombre desde su asiento, un poco tambaleante por los efectos del alcohol.

—Charles ¿No crees que sea mucho por hoy? —lo volteó a ver, un barista siempre sabe cuándo alguien debe detenerse pero aquel hombre sin fuerzas parecía no ceder.

— Escuchame —dijo furioso mientras lo apuntaba con el dedo índice— Yo decido cuando parar.

El barista solo tomo un gran bocado de aire y exhalo fuerte, no era de ira como su cliente era mas bien como de aceptación y asi hizo, destapó una cerveza mas para servirlo en su jarra, aunque para él era difícil ya que aquel hombre comenzaba a ir diario, ya era como un amigo.

La apariencia de Charles era de alguien que no se veía bien, parecia no haberse bañado y asi era, paso toda noche en el bar, por sus ojeras parecía ser que no dormía desde hace días, algo lo atormentaba lo suficiente para quitarle su sueño.

—Deberías detenerte, Charles —Dijo la mujer rubia que estaba en su lado izquierdo de la mesa y está tomo mientras tomó gentilmente su mano, en realidad quería que la oyera.

—No puedo... —Dijo casi susurrando, intentaba detener las lagrimas que estaban a punto de salir.

—Si puedes —Una pequeña mano de una niña ahora toco su mano derecha.

No quería voltearla a ver, no podía, tenia que aguantarse las ganas. Estaba conteniendo su ira y su tristeza pero aun no acumulaba el suficiente valor como para verlas a los ojos.

Un hombre entro al bar haciendo sonar la campanilla de la puerta dejando pasar la luz del sol ante tal lugar oscuro, era Gustaff. Se puso a mirar a todos lados intentando encontrar a alguien para al final posar la mirada sobre Charles, a el lo estaba buscando.

Se acerco a su mesa y se sentó a su lado.

—¿Cómo estás? —Pregunto a su amigo con mucho dolor, sentía tanta tristeza al verlo tan desgastado.

—Mejor que ayer —Miro a ver la carpeta que Gustaff asentó en la mesa— ¿Otra división? Pensé que ya ninguna me quería —tomo un sorbo a su cerveza.

—Decidí abrir una novena división y quería preguntar si puede.... Quieres trabajar—tragó saliva ya que no quería tocar de nuevo el tema con su amigo.

Charles se relamió los dientes mientras se dibujaba una cara fastidio— Ya te dije que si puedo —Dijo como pudo, arrastrando un poco la voz.

—No puedes cariño —Dijo la rubia de su izquierda.

Golpeó la jarra en la mesa, haciendo brincar un poco de su cerveza— ¡YA TE DIJE QUE SI PUEDO! —grito Charles ante tal atrevimiento de afirmación, con esto logro llamar la atención de todo el bar intentando buscar que sucedía.

 La niña y la rubia se esfumaron de su lado.

—Amigo mío ¿Seguro estas bien? —Pregunto Gustaff con mucha preocupación

A él si lo volteo a ver directamente a los ojos.

—Claro que no lo estoy —Intento de nuevo contener las lágrimas pero en esta ocasión no lo logro— Perdí a mi esposa y mi hija, nada esta bien. Ni lo estará.

Ellas en ese momento no eran reales, él sabia que era un truco sucio de su mente, un cruel castigo pero aun así valía la pena estar bebiendo hasta estar casi en estado inconsciente porque era la única forma de ver a su familia.

Más bien, Cuando estaba casi totalmente alcoholizado era el momento en que podía sentirlas y oírlas pero aun no podía ver sus rostros, su vergüenza se lo impedía. No habia otra razón para tomar, sentirlas calmaba de alguna forma su corazón destrozado, ya no se sentía tan miserable.

Hace 6 meses atrás un gran numero de demonios parecieron en la ciudad y lamentablemente su casa se encontraba cerca el lugar de las apariciones, él las defendió como pudo, con su poder de llamas eternas lo intento pero no fue suficiente ya que le ganaban en número o eso quería pensar. Presenció en carne propia la muerte de su esposa y su hija.  Aún podía escuchar sus gritos de sufrimiento, si tan solo hubiera sido mas fuerte.

A pesar de que llevaba mucho tiempo el accidente todavía no podía superarlo, se torturaba en pensar que pudo haber hecho mas si no fuera tan débil, se castigaba, su debilidad le habia costado su familia. Su único apoyo fue Gustaff, el siempre intentaba que no permaneciera solo o intentaba que no se ahogue en su tristeza aunque su ayuda era inútil lo acompañaba fielmente.

Por tal motivo la única ayuda que podía ofrecer Gustaff era con el trabajo, aunque el sabia perfectamente que Charles necesitaba un psicólogo este siempre lo rechazaba. 

—¿Aun tienes dinero?

Le levanto la jarra para que la viera— Me he bebido cada centavo.

Gustaff le tomo el hombro — Ya es momento de parar.

—Ya me canse que todos me digan que hacer —contuvo su irá debido a que no quería gritarle porque la ultima persona que le quedaba.

 Se sentía horrible, todos decían siempre la misma frase "Todo estará bien".  Las palabras mas vacías que habia escuchado en toda su vida, nada lo hacia, nada mejoraba. Al contrario su dolor aumentaba cada vez mas. No valía la pena intentar estar durmiendo ya que cuando llegaba a su casa, todo le recordaba a ellas, era un castigo regresar. 

Ser cazador de demonios ahora era una salida y desahogo para que ninguna persona mas viviera lo que el estaba viviendo pero era vil mentira, lo hacia por satisfacción, esta dispuesto a asesinar a todas esas asquerosas criaturas que le habían quitado todo su sentido a la vida era consiente que era un sueño imposible pero si iba a morirse quería hacerlo mientras luchaba, matando a todos los demonios que pudiese.

Esto a diferencia de lo que mucha gente podría creer, representaba algo negativo ya que el se lanzaba a la pelea sin pensar ningún tipo de consecuencia para sus compañeros.  Ha trabajado para todas las divisiones de Whyte Pegasus pero tarde o temprano ningún equipo quería trabajar con un borracho que lo único que le importaba era matar y no la vida de sus colegas.

Volteo a ver a Gustaff y este hablaba pero en todo este tiempo no le presto ningún tipo de atención por culpa de sus inestabilidad pero pertenecer a una nueva división era una ventaja quizá ahora si pudiera contagiar a sus compañeros con sus ideales de matar a toda costa a los demonios. 

—Mañana comienzas a trabajar amigo mío, tendrán su primera misión para saber en que ranking los pondrán —Era lo único que alcanzo a escuchar Charles— En el piso 36 estarán sus oficinas, ya era hora de abrirlas ¿cierto?

Charles solo sonrió ante su comentario. Ya que les habían dado las oficinas del primer equipo de la historia de la empresa. 

Gustaff se fue mencionando que tenia mucho trabajo y este se despidió deseándole lo mejor a su amigo. Después de todo sentía mucha dicha Charles, creía estar solo pero no lo esta del todo, lo tenia a el y era suficiente, solo necesitaba una persona que lo apoyara.

En algunas ocasiones podríamos pensar que nos encontramos totalmente solos cuando en realidad es cuando mas acompañados estamos, la soledad solo la percibe el corazón y la tristeza nubla el juicio, solo es cuestión de entender quienes quieren estar a nuestro lado sin importar lo difícil que sea todo.   

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