CAPÍTULO III: A la misión

El taxi se detuvo frente un hotel un poco conocido al norte de la ciudad. Cuando Saymon se bajó lo primero que vio fue un ventanal con el nombre del lugar "Lysfolt". Que además de hotel en la parte inferior funcionaba como un comedor.

Sin embargo con el reflejo del ventanal no pudo evitar notar que en su mejilla derecha tenía una marca de un beso de los restos del pintalabio de Mónica. Ella hacía esto solo para molestarlo

Paso su maleta a la mano izquierda  procediendo a chuparse la yema del pulgar y con la ayuda del reflejo borrarse la marca, tuvo que tallar varias veces su dedo en la mejilla para que esté desapareciera.  De repente Una nube paso por encima de él tapando la luz del sol, con esto pudo ver a la pareja que se encontraba del otro lado comiendo. Saymon les mantuvo la mirada por pocos segundos, lo suficiente como para se retirará rápidamente y entrará al hotel.

Con ayuda de la poca información de los documentos pudo localizar la habitación de la persona que lo había contratado, llego a una puerta puerta blanca a la cual se la había comenzado a caer la pintura con el número "186" en la parte superior.

Toco la puerta del departamento 3 veces con los nudillos, ahí estaba Saymon, no tenía la mínima idea de que hacer, solo sabía que debía seguir las ordenes que estaban en carpeta que su maestro le había entregado.

Después de tantos golpes no abrían la puerta, al parecer no había nadie, por lo cual suspiro de alivio, ya que su maestro le ponía hacer tareas, algunas serias, la mayoría un tanto ridículas.

Espero un poco más de tiempo, toco de nuevo, pero nadie abría la puerta. Saymon estaba decidido a marcharse, ya que no sabía qué clase de trabajo le había preparado su maestro, una vez decidido la manija de la puerta empezó a girar.

(Diablos)

La puerta de madera se abrió con un leve chillido, a los segundos se asomó un anciano que miro a todas partes y detuvo su mirada al instante cuando vio a Saymon.

—¿E-es usted el Psicólogo? —Dijo el anciano titubeando.

—¿Psicólogo?... A sí, por supuesto, Soy yo.

Este era uno de los problemas de trabajar con Marlon, nunca se anunciaba como el servicio de cazadores privados, más bien el sospechaba que era un caso, lo tomaba y si la persona decía necesitar un psicólogo, un psicólogo mandaba Marlon pero de vez en cuando quisiera que le avisara para intentar fingir bien la profesión o por lo menos para estudiarla un poco mas.

El anciano abrió completamente la puerta dejándolo pasar, Miro a todos lados y acto seguido cerró la puerta.

—E-E-Estado esperando su visita —el viejo con sus dos manos agarro su mano derecha de Saymon agitándola— Me llamo: Víctor, Víctor Vayne.

—Un gusto, Saymon Veltjon. —Respondió El saludo con una sonrisa.

—Iré al grano. Estos ultimas semanas he tenido sueños raros, sueños que son reales —dijo mientras acercaba unas silletas de madera e invitando a sentarse a Saymon, Lo cual acepto.

—¿Qué clase de sueños tiene?

—T-Todas las noches, cuando duermo, Despierto. pero sé qué No soy yo, me siento más joven y con energía, S-Salto por la ventana, me siento feliz. Pero este sentimiento se acaba cuando veo a una persona, siento la necesidad de carne y las Persigo hasta devorarlas. —El anciano lleva sus manos temblando hasta sus cienes de su cabeza- Es horrible y quiero que esto paré.

Al aparecer como temblaba el viejo, no se la pasaba muy bien, eran demasiado notorios sus sentimientos de inquietud y culpabilidad Pero dentro de lo cabe las pesadillas son normales debido a que los adultos mayores están sujetos al estrés y preocupaciones.

(Parece que en esta misión Marlon se equivocó y en verdad el anciano si necesita un psicólogo.)

Saymon quería abandonar la misión debido a que no tenía mucha experiencia en el área de psicología, era mejor dejárselo a una experto pero en su libro de protocolos hechos por Marlon, la primera regla decía: Pesé a lo que parezca siempre pregunta detalles. Y esto hizo.

—Perfecto ¿Pero que le hace pensar que son reales sus sueños? —dijo Saymon, mientras miraba fijamente al señor.

—Despierto en mi cama bañado completamente de sangre y con trozos de carne entre mis dientes.

(¿Pero qué demonios? Ahora por supuesto que el viejo no se la pasa de maravilla.)

—Usted no tiene mascotas, ¿verdad? —Decía mientras miraba a detalle los alrededores de la casa, la cual lucia algo anticuada, con manchones de sangre mal limpiados esparcidos por casi todo el suelo y rasguños por algunas partes de las paredes acompañados pedazos de pelaje. Cosa que había notado desde que entró ¿Pero quién es el para juzgar?

—N-ninguno, pero aún falta más...

—Víctor fue interrumpido rápidamente por Saymon

—Bueno eso es todo lo que tenía que saber, Ahora necesito un par de velas y una cuchara —Pidió Saymon

Este parecía un típico caso de licantropía, esto suele presentarse entre la gente, siendo un tipo de posesión pero no una total ya que solo habían perdidas conciencia en la noche. De hecho en algunas empresas zodiacales alguno de los cazadores han aprendido a controlar su posesión de licantropía, los que los hace compañeros perfectos ya que su agudo sentido del olfato y de audición permite la localización de demonios.

Ahora lo malo de esto es que si no se tiene conciencia de su propia licántropia es que perdió la batalla de voluntades y su forma de hombre lobo pasa a formar parte de una segunda identidad que puede hacerse presente, lo que es potencialmente peligroso, lo bueno de este tipo es que con un ritual  se les puede retirar.

Víctor entro a otra habitación demorándose un par de minutos, se le podía escuchar moviendo cosas en su cocina para luego regresar con Saymon con lo solicitado — S-solo tengo una vela.

—Suficiente con eso, ahora necesito que se acueste —alejo las silleta para abrir paso para que el anciano se acueste en el suelo.

(Solo espero recordar bien el ritual)

Una vez que Víctor lo hizo, Saymon encendió la vela y la acercó en la parte superior de su cabeza.

—¿A caso piensa quemarme vivo? —Víctor rió con miedo.

—Por el momento... No, claro esperemos no se dé el caso —Sonrió amablemente— Ahora necesito que se relaje lo más que se pueda.

El anciano empezó a inhalar y exhalar una y otra vez. Saymon solo esperaba el momento adecuado.

Saymon empezó a recitar algunas de las frases que recordaba —1...... 2...... 3.... Lo siento Víctor —golpeo con fuerza la cuchara en la frente del anciano.

(Ojalá no le suceda nada grave después)

El viejo empezó a convulsionarse, le salía pelo en todas partes de su cuerpo, la boca se le empezaba a alargar, ahora era un hocico. Ahora sí parecía un hombre lobo, Este se paró en sus dos patas mirando a Saymon.

El lobo aulló mientras pasaba su lengua sobre sus dientes superiores, con ansias por atacar.

Saymon estaba haciendo contacto visual mientras lentamente se hacía para atrás, empezó a revisar sus bolsillos traseros comprobando si tenía algo útil en el bolsillo pero no traía nada, miro su mano izquierda y aún sostenía la cuchara, que torpe.

El lobo aulló abalanzándose sobre su presa, en este caso, Saymon.

La lucha se tornó agresiva, la única preocupación del joven, era que el lobo no le mordiera o si no estaría acabado, esto ocasionó que la cuchara se le cayera. Con ambas manos agarro el hocico del animal con la intención de que no lo abriera, pero este con sus patas delanteras rasguñaba la chaqueta de Saymon, rápidamente dejando al descubierto sus costillas.

Una dosis de adrenalina corrió por sus venas dándole un poco mas de fuerza para hacer un lado al lobo unos instantes, Se acercó a la silleta donde anteriormente se sentó y lanzó para estampársela al lobo en el hocico. Funcionó, el lobo cayó

Ágilmente agarró la cuchara del piso y Saymon se puso encima del lobo, con ambas manos intento asfixiarlo, poniéndole la cuchara en el hocico, lo cual ocasionó que se empezará a convulsionar y volvió a ser Víctor.

Con Víctor inconsciente, Saymon fue a su maletín y saco unas yerbas que Mónica le había preparado, procedió a romperlas para que sacaran su líquido interno y con esto Saymon dibujó una runa mientras recitaba una canción —Con esto ya no te transformaras más Víctor.... —Dijo a sabiendas que el anciano no lo escucharía, toco sus propias costillas y quizá por suerte no había resultado herido, solo había desgarrado su chaqueta —Creo que con esto se salda tu silleta

Estaba a punto de marcharse dio una última mirada a Víctor y supo que no lo podía dejar en el suelo, así que lo cargo poniéndolo en la única silleta que quedaba. Después de eso, se marcho.

El ritual que uso era complicado ya que el hombre lobo debía tener una transformación reciente para que la runa funcione pero por suerte, todo había salido bien.

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