Havoc Hunters: Cazadores De Demonios
La fuerza pesada por fin había llegado, se quedaron en silencio mirando las imponentes puertas que tenían frente a ellos, estas puertas no eran normales, contenían runas del primer siglo, las cuales llevaban generaciones enteras sin nadie viera una en persona, pero también sus sellos mágicos sorprendían, no eran como si los selladores mas grandes de la capital lo hubieran hecho, mas bien, era como si el mejor sellador del mundo jamas nacido los hubiera creado. Ahora era indudable que de aquellas enormes puertas emanan cantidades monstruosas de mana con el atrevimiento de encerrar un dios de por vida.
—¡Guardia de hierro, prepárense para entrar! — Ordeno Nazveth el capitán de la guardia, su armadura no era como el de los demás soldados, la suya estaba forjada específicamente para el. Runas azules vibrantes que le daban una hermosa elegancia digna para cualquier capitán.
La guardia de hierro era el orgullo de las prisiones de libra, ningún demonio conocido representa un riesgo para ellos y sus honores son demasiados como para contarlos en un solo día. Un puñado de soldados se acercaron junto a un viejo mago de la guardia, solo lo llamaban en raras ocasiones pero sin duda esta valía la pena. Al ver tales runas y sellos, la piel del viejo mago se erizo,habían pasado muchos años desde que no sentía esta emoción. Al fin algo a su nivel.
Unió las palmas de sus manos mientras recitaba una canción casi sin mover los labios, no tardó mucho y los sellos se abrieron, el viejo mago lo logró, sin embargo había algo extraño en eso, tales sellos de esa magnitud hubieran llevado mucho más tiempo pero eso tenía respuesta muy obvia; los sellos se encontraban debilitados, alguien había llegado antes que ellos.
Las puertas comenzaron abrirse lentamente y con ella una suave cortina de humo que hizo estornudar a algunos soldados. Ágilmente el viejo mago levanto una barrera de protección frente ellos y una bola de fuego verde impactó. Si el viejo hubiera reaccionado un segundo más tarde, la mitad de los soldados hubieran muerto.
—¡Capitán! Nunca habían destruido mi barrera, lo sea que haya dentro es muy poderosa —Dijo Oegreth, el viejo mago.
—Si no lo fuera, no nos hubieran llamado —Menciono el capitán, Pero los que lo conocían bien sabían perfectamente que se encontraba sonriendo detrás de su armadura, por fin había emoción en la misión.
La poca luz que las enormes puertas podían dejar pasar eran suficientes para tan solo ver una parte de un reflejante piso blanco, el resto se escondía en la oscuridad. Aquella habitación que tenían frente a ellos era imposible medirse a simple vista.
—Los escaneres no detectan ningún residuo de mana capitán — Dijo Eivan un soldado novato integrado recientemente al pelotón principal.
El capitán dudaba, aquella enorme bola de fuego hubiera dejado grandes cantidades de mana detrás, era extraño, nunca había presenciado algo similar. Con la confianza de su pelotón principal los cuales eran la fuerza élite del ejército de la guardia, procedieron a entrar con cautela con todos sus sentidos actuando a toda su capacidad, debido a que ellos no sabían donde estaba el enemigo, pero el enemigo sabia perfectamente donde estaban ellos.
Un ligero olor de humo proveniente de algún lugar de la habitación sorprendió a todo el escuadrón, aquel olor no era como si quemaran madera o tela, era tan diferente que el pelotón no lo podía identificar. A excepción del capitán que por experiencia sabía que aquel asqueroso olor era piel quemándose, aquel olor particular nunca lo olvidaría. Un grito desgarrador ahogo toda la sala; el eco no permitía identificar de dónde provenía, pero ese sonido no era humano, sonaba más bien como de una monstruosidad.
De nuevo otro ruido sorprendió al capitán, detrás de él un soldado había caído de rodillas sin cabeza, esto dejo a todos los soldados perplejos, nadie había visto nada ni siquiera sintieron ni una una pequeña corriente de aire.
—!ATENCIÓN! No quiero otro muerto, Thamara—El capitán volteó a ver a uno de los soldados— Lanza una llamarada en el techo.
La soldado se quitó la boquilla del casco he inhaló profundamente, luego de 3 segundos escupió una poderosa llamarada que rápidamente llegó al techo de aquel lugar, la onda de choque que provocó permitió que se iluminará todo el lugar.
Ahora al fin pudieron ver el demonio, este antes era humano, parecía una posesión, lo cual es muy poco común. Sin embargo era extraño las llamas quemaron gran parte de la piel y dejaban ver un fuerte color verde. Los primeros en moverse eran sus escuderos, sus Imponentes escudos plateados actuaban como una impenetrable barrera antidemonios, perfectos para acorralar a todo tipo de demonios.
Un desgarrador grito del ser hizo dudar por un momento a los escuderos pero estos no se detuvieron, se acercaban cada vez mas, el demonio no huyó, al contrario corrió hacia ellos pero a pesar que quisieron bloquearlo con sus escudos estos no sirvieron de nada. El demonio no atacó a los escudos, se colgó de ellos para tener un fácil acceso a los soldados, en un instante le rompió el cuello a uno de los escuderos.
Salto de nuevo al piso y ahora movía lentamente con sus cuatro extremidades como si de un perro se tratase, su columna dejaba ver algunos de sus huesos, mientras que las partes rotas de su piel las llamas verdes comenzaban a arder cada vez mas debido a que el cuerpo no resistía toda la fuerza del demonio, pero a pesar de esto no parecía sentir dolor.
Sin ninguna demora el demonio volvió a correr hacia los escuderos, pero una firme patada de Nazveth lo detuvo haciéndolo retroceder —No vas a matar a nadie más de mi pelotón— El capitán no le quiso dar tiempo para respirar, se acercó apresuradamente a él y con su espada rúnica le cortó limpiamente su brazo.
El demonio intento alejarse pero un pisotón del capitán en su pecho no dejaba que se moviera, el ser intento rasguñarle las piernas pero algunas runas de la armadura comenzaron a brillar creando un campo de mana que impedía que recibiera daño. El capitán apunto su espada a la cabeza de ese asqueroso demonio pero a unos centímetros de penetrarla hubo otro ruido en la habitación que hizo que se detuviera.
¿Un llanto? Algo se encontraba llorando en la habitación y específicamente sonaba como un bebé. Todos los soldados se hacían la misma pregunta ¿Qué hacía un bebé en un lugar tan abandonado? ¿Era real?
Aprovechando la distracción de Nazveth, el demonio con el brazo que le quedaba empujó el pie del capitán provocando que perdiera el equilibrio, estuvo a punto de caerse pero gracias a su rápida reacción no tardo nada en recuperar su firmeza, pero con esta acción el demonio se libero y dio un gran salto hacia atrás.
El asqueroso ser escupió unas poderosas llamaradas verdes que hicieron dividir el pelotón de él. Ahora esas llamas actuaban como un muro. El capitán acercó su espada al dicho muro de fuego verde infernal y su espada empezó a tomar color de un intenso rojo vivo, aunque la accion no era necesaria era mas bien producto de su curiosidad porque podía sentir el enorme calor a través de su armadura.
Repentinamente las llamas se apagaron y ahora se podía ver un bebé recién nacido llorando a todo pulmón, nadie podía creer lo que estaba viendo, un inocente bebé en un lugar abandonado con un demonio.
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