Victoria abrío los ojos a última hora de la mañana, aún con su cuerpo soñoliento, miró a Livius, dormido a su lado.
Primero Victoria lo miro con cariño.
‘Guapo, esposo mío.’
Luego su mirada dio paso a la picardía al ver su cuerpo, comenzó a tocar lo que estaba a su alcance. Como Livius había dicho que hoy no habría ningún asunto urgente, no estaría mal volver a hacerlo.
“¡Oh!”
Livius, que abrió los ojos por un momento, inmovilizo a Victoria con rudeza contra la cama. En lugar de morderse los labios, le mordió la clavícula enrojecida y abrió la boca con voz apagada.
“¿Por qué no estás tan asustada?”
“No tengo ningún miedo de su majestad.”
Ella rio seductoramente y toco con valentía su pecho. Livius rio en voz baja y le dijo.
“Ayer estuve en el palacio de la Reina.”
“Ella debió pasar la noche llorando, entonces.”
Recorrió su pecho con su largo dedo índice.
“Toda la noche, Victoria.”
“Eso muestra lo mucho que lo extrañaba su majestad. Ni siquiera pude asistir a la coronación del hombre que amo.”
“Por eso he estado contigo toda la noche. Incluso, después de todo lo de ayer, ¿Todavía no es suficiente?”
“Siempre creo que nunca tengo suficiente de su majestad.”
Sus dedos golpearon gradualmente el lugar que buscaba. Livius le advirtió.
“…Victoria, ya es de mañana. Deberías parar.”
Ella lo vio con un rostro de apariencia inocente.
“¿De verdad?”
“Si comienzas de nuevo, no sé cuándo pararé.”
“Bueno…no importa si no me dejas ir hasta la noche.”
Ella se rio brevemente y finalmente hizo peligrosos gestos con sus manos. El suspiro, Victoria siempre fue enérgica. No lo odiaba con seguridad y realmente lo agradecía. Actuó como si no tuviera otra opción y se hizo cargo de sus labios mientras la hacía responsable del estado en el cual lo había colocado.”
“Tú fuiste la primera en provocarme.”
“Si, su majestad. Yo fui la primera en provocarlo.”
Seguramente había sido una mañana clara y luminosa, pero dos personas decidieron ignorar por completo el día que había comenzado. Entregados por completo a sus deseos carnales, el Rey del imperio se entregó a los brazos de la concubina que no hacía más que cegar su mente y hacer que se entregara a los placeres que le ofrecía el cuerpo femenino siempre dispuesto a recibirlo.
Poco le importaba a Livius el levantarse para visitar por cortesía la habitación de la que ahora era su esposa, cegado como estaba entre los placeres de Victoria Gabriela De Fasil, poco podía imaginar de los planes que se llevarían a cabo para la seguridad de la Reina.
En esos momentos, a ninguno de los dos le preocupaba lo que hiciera la Reina Elizabeth, en aquel momento. Solo les importaba seguir bebiendo del placer del otro.
En el palacio de la Reina, sin embargo.
La mente de Elizabeth ya estaba preparada para solo ser la Reina del imperio mucho antes de celebrarse la boda. Ella estaba determinada a ignorar la vida privada de Livius y concentrarse en hacer sus deberes correctamente.
Entro como Reina, no como una vulgar ramera, su deber no era servir al Rey durante la noche, le dejaba con gusto ese trabajo a Victoria.
No deseaba quedar atrapada, su mejor carta de acción en este momento era ocuparse del trabajo Real, de esa manera podría comenzar a reunir aliados que en el futuro tomarían su lado si alguna vez se encontraba en una posición desfavorable. Tal vez incluso apelar a la opinión pública como una Reina motivada por promover el bienestar del pueblo.
“Veo a la luna del noble imperio. Gloria a su majestad la Reina.”
La Duquesa de Freyteni encontró a Elizabeth y la saludó cortésmente. En el pasado, la duquesa Freyteni había estado a cargo del trabajo, pero Elizabeth era ahora la dueña del palacio, el principal responsable de la toma de decisiones debía ser cambiado.
Elizabeth esbozó una sonrisa amable a la Duquesa y respondió.
“Hace mucho tiempo que no la veo, Duquesa Freyteni. Espero que te haya ido bien.”
“Gracias a la gracia de la luna nueva, he estado bien, Su majestad. Gracias por su atención.”
Haciendo contacto visual con las doncellas de manera intencional, pronto todas las que se encontraban detrás de ella se acercaron a su escritorio dejando una gran cantidad de papeles. Elizabeth casi fruncio el ceño sin saberlo ante esa clara demostración de poder por parte de la Duquesa, era descarado de parte de la Duquesa realizar ese movimiento, pero intento no demostrar la molestia que le ocasionaban sus acciones y en su lugar pregunto.
“¿Qué son estos documentos?”
“Seguramente su majestad no lo sabe. En los últimos diez años he estado a cargo de todo lo relacionado con el palacio real.”
El trabajo real había sido responsabilidad de la Duquesa Freyteni desde la época del difunto Rey, en lugar de quien debería tomar todas las decisiones finales: La Reina.
Desde la abdicación de la Reina Alayna. La Duquesa Freyteni había manejado los asuntos reales sin que otra Reina fuera presentada nuevamente, y por eso la mayoría del personal real la había seguido como jefa de la casa real.
“Los traje pensando que es mejor que su majestad conozca estos documentos. De esa forma se sentirá más cómoda familiarizándose con todo.”
“Si la Duquesa lo cree, eso haré.”
“Dado que no ha pasado mucho tiempo desde que ingreso y recibió su educación formal, habrá un límite en la forma en que maneja los asuntos de la corte real de manera inmediata. Por el momento, estaré a cargo de dirigir la corte real como hasta ahora.”
“…En ese caso, ¿Qué sugiere la Duquesa que haga mientras tanto?”
“Sería maravilloso si su majestad pudiera completar un año de educación formal antes de ocuparse de los asuntos de la corte real.”
“…”
Elizabeth hizo una expresión pensativa por un momento. Sus palabras no parecían del todo equivocadas, la Duquesa de Freyteni había trabajado en la casa real durante más de veinte años.
Ciertamente manejaría las cosas mejor que ella misma que apenas acababa de entrar al palacio. No tenía la intensión de ser arrogante ni demostrar una excesiva cantidad de talento ahora que ostentaba el título de Reina.
Además, en el pasado. Caterina había sido educada durante un año y le confió los asuntos de la corte real a la Duquesa de Freyteni, por lo que su sugerencia no carecía de precedentes, solo…
Parecía una manera de no perder el poder que había adquirido con los años.
“¿Es eso habitual, Duquesa?”
“Su majestad…”
“Estoy preguntando si todas las Reinas pasadas decidieron delegar sus responsabilidades voluntariamente durante un año.”
La Duquesa respondió inmediatamente a la pregunta de Elizabeth.
“Fueron solo unas pocas quienes accedieron, pero…”
“…”
“Es mi intención hacer que su majestad se sienta más cómoda.”
“Por supuesto, no intento torcer sus intenciones. Sin embargo, es difícil ver esto como una tarea sencilla, Duquesa. La parte real que maneja la Reina es habitual pese a su dificultad, como símbolo del Reino Xartius es responsabilidad de la Reina el encargarse inmediatamente de sus responsabilidades, no deseo asumir, pero espero que no trates de dejar de lado mi autoridad y degradar mi presencia. ¿Me doy a entender?”
“Está equivocada, su majestad, yo solo…Solo lo hago por su bienestar.”
“Me gustaría creerlo Duquesa, pero si realmente sus palabras fueran ciertas, entonces buscaría asegurar que mi autoridad no sea reprimida durante un año entero, Duquesa. No solo se trata de reprimir mi posición y autoridad, también hay muchos rumores desagradables recorriendo la capital entera.”
“…”
Al darse cuenta de que la Reina hablaba de Victoria, no hizo más que cerrar la boca empalideciendo.
Elizabeth no podía adivinar con certeza si la Duquesa estaba de lado de Victoria o simplemente estaba tan habituada a realizar el trabajo imperial que estaba recelosa de dárselo a alguien que apenas acababa de llegar. Sin embargo, ella era una Duquesa y esposa de un Duque por lo tanto su orgullo con respecto al pedigrí de un aristócrata sería mayor.
Mirándolo de esa manera, tenía sentido que la Duquesa estuviera de su lado, pero en el pasado, había cambiado su lealtad de su hermana a Victoria, por lo cual Elizabeth encontró bastante difícil confiar en ella.
Si ese fuera a ser el caso en esta vida que tenía, incluyendo a las doncellas del palacio de la Reina, y excluyendo a Miryam, no había una sola persona en la que pudiera confiar.
Tenía que eliminar las malas semillas de la forma más rápida posible si deseaba tener un poco de tranquilidad en esta nueva vida que estaba viviendo. No tenía falsas ilusiones, Victoria tenía los medios y los recursos ilimitados del emperador para plantar espías a su antojo, pero era mejor lidiar con un número limitado de ratas a tener su palacio infestado de ellas.
“Sé que harías esto mucho mejor que yo. Tampoco tengo ninguna queja con respecto a que continue con sus funciones como antes, por ahora. Pero la decidion final en todos los asuntos internos tendré que tomarla yo, Duquesa. Porque mi autoridad es superior a la tuya, porque yo soy tu reina y la monarca de este imperio solo superada por mi esposo el Rey y Emperador. Y porque mi palabra es tu voluntad y la del pueblo. ¿Lo entiendes?
“Si, su majestad. Pido me disculpe por mi descortesía.”
Elizabeth miro las manos de la Duquesa, las apretaba en puños y temblaba. ¿Acaso era posible que pensara que había violado su autoridad? ¿Qué había cruzado la línea? Si era así, no había nada más divertido que este momento, pero esta era la forma correcta de lidiar con las malas hiervas.
No tenía sentido llenarse de trabajo inmediatamente si antes podía utilizar a su favor a la mujer frente a ella, se aseguraría de prepararse bien y en poco tiempo para lograr disponer de la Duquesa Freyteni y colocar a alguien competente que estuviera de su lado.
Además, si uno continuaba siendo dueño de algo que no le pertenecía, creería erróneamente que era suyo. Era simple psicología humana. Por lo tanto, seguramente Victoria se sintiera erróneamente autorizada a ser la propia Reina aunque no portara el título, solo por el hecho de estar al lado del Rey durante más de un año.
“Entonces me encargaré de revisar inmediatamente cada uno de los documentos que me has dado. Conoceré cada uno de ellos tan pronto como pueda y te llamaré para tomar una decisión sobre cada asunto. Puedes retirarte.”
“Si, su majestad. Luego…”
No la dejó terminar, le dio la espalda y salió de la habitación. Era posible que la estuviera maldiciendo internamente. No, probablemente estuviera tan molesta que incluso la insultaría. Pero no le importaba, la persona más fácil de tratar era un traidor. En algún momento del pasado, ella había dado su lealtad a la mujer que compartía la cama de su actual esposo y si supiera cual había sido la razón. No le interesaba tener a una persona como ella a su lado.
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Comments
mayra marquez
por qué dicen tanto esas palabras solo es ser digna y arrogante cómo una reina como debe ser
2022-07-07
2
Carliz
Debería ponerla una espía... a la duquesa
2022-07-05
2
Esther Emilia Villero Gongora
ay que darle al César lo que es del César y a Dios lo que es de El. Que bueno que empezó corregir los errores que cometió su hermana en el pasado
2022-06-10
10