La Reina.

“Debo irme. Ella tiene que descansar. He pasado tanto tiempo hablando contigo que lo olvide por completo.”

Mientras Elizabeth se levantaba lentamente del asiento, Mariella hablo con un tono de pesar.

“Iré a casa mañana de todos modos, puedes quedarte un poco más.”

“Todavía es de mala educación estar aquí a esta hora, es el palacio imperial Ella.”

En ese momento alguien abrió la puerta entrando de manera apresurada. Tanto Mariella como Elizabeth se sorprendieron por aquella falta de respeto y miraron a la persona que había cometido semejante grosería.

La persona que entró a la habitación no era otra que Miryam. Ella no era del tipo que cometiera esa falta de respeto… Por lo cual Elizabeth la miro consternada.”

“¿Qué… Por qué, Mir?”

“Reina, eso es…”

Con un vistazo, Miryam intentaba recuperar el aliento mirando a Mariella. Ella también miraba a Miryam con ojos grandes. Después de un rato donde pudo tomar agua y recuperar el aliento por la carrera que seguramente había hecho, volvió a hablar.

“Candidata Mariella, candidata Elizabeth. Los resultados ya han sido dichos.”

“Ah…”

Las dos mujeres que escucharon aquellas palabras soltaron un suspiro. Salieron más rápido de lo esperado y Elizabeth coloco su mano contra su corazón palpitante preguntando con calma, pero no había nada que pudiera evitar que su voz sonara temblorosa por los nervios.

“Miryam, ¿Quién es?”

Ante las palabras de Elizabeth, Miryam miró de una a otra con la misma expresión que tenía al entrar. Observando su comportamiento, y sin saber por qué, Elizabeth comenzó a sentirse ansiosa.

La mano que sentía apretaba a su corazón más temprano, ahora la sentía estrujar con fuerza aquel órgano vital para ella, un sudor frío recorría su cuerpo y por un segundo imagino a su hermana de pie frente a la guillotina.

No, oh no. No, no podía ser…¿Verdad? Se mordió los labios con fuerza sin saber lo ansiosa que estaba y, al mismo tiempo. Miryam anunció el resultado final.

“Felicitaciones, candidata Elizabeth.”

“¡Lizzie!”

“¡Lady Elizabeth!”

Las voces preocupadas de las dos mujeres se escucharon mientras el cuerpo de Elizabeth caía al suelo con un ruido sordo, el corazón de Elizabeth se estrelló. Su mirada en blanco recorrió a Miryam quien, con una voz más apagada que la primera. Volvió a hablarle.

“No, ahora eres la Reina.”

Una siniestra premonición nunca falla. Trágicamente.

Elizabeth estaba sorprendida pero no molesta. Porque de alguna manera ella ya había anticipado este resultado y estaba lista para afrontarlo. Pero lo que la sorprendió fue haberse convertido en Reina a pesar de que no pudo haber tenido una buena puntuación en el primer y segundo concurso. Eso significaba que había obtenido una buena calificación en el tercer…

Sacudió su cabeza.

Elizabeth no podía sacarse de la cabeza que algo andaba mal con esa decisión.

La tercera prueba fue diferente de la que ella conocía, y no fue común ni siquiera para otras personas.

También estaba el hecho de que solo había una parte en la que podría haber obtenido una buena puntuación. Esto significaba que su salud era claramente mejor que la de las otras candidatas, pero aun así no tenía sentido.

¿Qué tan grave podría ser la diferencia de salud entre los jóvenes de dieciocho y veinte años?

“Lizzie, ¿Estás bien?”

“Estoy bien Ella, solo algo sorprendida.”

La mirada preocupada de Ella la obligo a dar una sonrisa tranquila mientras aceptaba su mano para colocarse de pie, sus piernas todavía débiles por el impacto de las palabras de Miryam.

“Supongo que ahora seré tu caballero.”

 Ella sonrió para aligerar un poco el pesado ambiente.

Pero Elizabeth no estaba contenta con los sentimientos desconocidos que seguían aplastándola. La principal razón, por supuesto, era que se había convertido en Reina.

La segunda, era que tenía que decirle adiós a las esperanzas de tener una vida normal con un hombre que fuera digno de ella. Desde ese momento en adelante, su vida seria para el imperio y el futuro hijo entre ella y el emperador. Cada día, a partir de ahora, debería levantarse de la cama lista para enfrentar los intentos de sabotaje de parte de Victoria.

La tranquilidad de una vida tranquila con la cual se había permitido soñar ahora no eran más que torpes pensamientos que solo la lastimarían. Su consuelo en este momento sería mantener a salvo a su familia, su misión era lograr que su hermana lograra obtener aquello que a ella le acababan de arrebatar.

Felicidad.

Era por esto que había decidido ofrecerse, en primer lugar, la posibilidad de evitar un destino trágico que acabara con su familia, ahora era una realidad latente. No tenía permitido fallar ni cometer errores.

Uno solo desencadenaría una cadena de eventos que ella no sabría cómo enfrentar, ya había visto que el pasado había cambiado. Sus elecciones no serían todas iguales a las de su hermana, pero tendría que elegir el camino que le diera menos oportunidades a Victoria para destruirla, y hacerlo involucraba destruirla a ella primero.

El problema principal era que Victoria Gabriela De Fasil tenía el mejor as bajo la manga para lograr salirse con la suya sin recibir castigos.

Ella tenía al emperador.

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