Elizabeth lo vio salir de la habitación y solo suspiro después de cinco minutos de haber visto la puerta cerrarse, se relajó contra el asiento aligerando la tensa postura que había adquirido al hablar con su futuro esposo. Al menos por ahora, esto era suficiente.
La boda transcurrió sin ningún contratiempo, había tenido la grata sorpresa de no encontrarse con el rostro desagradable de Victoria durante el evento, y Livius había cumplido su parte del trato.
Apareció en la ceremonia de boda vestido con sus mejores galas, Elizabeth tenía que admitir que se veía realmente atractivo. Era una pena que su apariencia no lo fuera todo.
La coronación fue el evento principal, todos esperaban ansiosos ver como los nuevos Reyes eran coronados, se le había dado el título de Reina y los nobles inmediatamente luego de aquello se habían dedicado a rodearla para alabarla. Había aprovechado la noche para adivinar los movimientos de la nobleza y mostrar una fuerte imagen como monarca. A partir de ahora tenía que dar lo mejor de sí misma para contar con su apoyo para ostentar el título de emperatriz sin depender del emperador.
De eso dependía la supervivencia de su familia. Había tenido un momento de descaro en la plática con Livius donde expuso sus primeras demandas. La verdad era que no deseaba una victoria vacía contra los dos amantes. Si ellos habían disfrutado la caída de su hermana Rina en el pasado, ella también tenía el derecho de disfrutar verlos revolcarse en la más absoluta de las miserias.
Había sido un consejo que le mostraba el descaro con el cual Victoria y él manejaban su relación, sus acciones como miembro de la familia imperial tendrían una reacción por parte de los nobles, y a no ser que se fuera alguien estúpido, tendría que considerar cambiar sus costumbres ahora que estaba oficialmente casado.
Repudio cada segundo de aquella ceremonia, las únicas veces en las que pudo relajarse fueron cuando su hermana Rina había logrado hablar con ella para distraerla, los bailes con su padre habían sido los únicos que realmente había disfrutado. Y se había asegurado de mantener las preocupaciones de su querido padre a raya, diciendo que siempre acudiría a él cuando necesitara consejo o refugio.
Su padre siempre le dijo que siempre podría regresar a casa, y aunque ella sabía que no sería posible ahora que era oficialmente la Reina, el significado detrás de sus palabras calentaba su corazón como si fuera una taza de chocolate caliente.
Su madre lloraba al verla, le había repetido lo muy hermosa que se veía y lo muy triste que se sentía de que su matrimonio fuera de esa forma. No había consuelo que pudiera darle, sus padres sabían muy bien que ese matrimonio no tenía amor de parte de ninguno de los involucrados.
Fue una ceremonia maravillosa para ojos de todos menos de los presentes.
Se había visto obligada a bailar repetidamente con su esposo y disfruto de pisarlo con más fuerza de la necesaria en más de una ocasión, ganándose una mirada entrecerrada cada vez que sucedía. Su respuesta era siempre la misma, una mirada impasible y fría que lo retaba a atreverse, a decir algo.
Livius nunca dijo nada, soporto cada uno de sus pisotones sin quejarse.
Al terminar el último baile caminó con rapidez a la salida, siendo saludado por los numerosos invitados, ella había salido media hora más tarde, con una elegancia y calma digna de una reina, demostrando su temple pese a la descortesía del emperador.
Muchos nobles la miraron con admiración por aquel hecho.
Elizabeth se despertó sola en la cama de su alcoba al día siguiente, lo primero que había hecho después de asearse había sido enviar una carta a Mariella preguntándole si podría convertirse en su guardaespaldas. La verdad era que se a que no le agradaba la idea de colocarla en riesgo, ella era la única persona en la que podía confiar para mantener su seguridad. Más aún, su vida estaba en juego y era peligroso que cualquier otra persona fuera su caballero.
Mariella acepto rápidamente la oferta. Por supuesto, tendría que regresar a su casa cuando su padre falleciera para asumir el cargo de Marquesa de Bridgestone, pero como su padre estaba en perfecta salud y no
era un hombre entrado en años, al menos hasta que ella tuviera al futuro heredero. Ella podría estar a su lado.
Mariella hablo con su padre y al día siguiente entro en el palacio imperial.
Ella era increíblemente hermosa, incluso con su traje de caballero, tan diferente de los vestidos que solía usar cualquier dama noble, ahora que veía a su amiga como la Reina Elizabeth en lugar de la Lady que era
en el pasado, se dio cuenta de la situación y saludó con los modales de un caballero.
“La súbdita de su majestad, Mariella Bridgestone, la saluda”
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Updated 87 Episodes
Comments
neimar full
eso mi reina cada día me enamora tu empoderamiento
2023-04-23
0
Carliz
Una aliada más...
2022-07-05
3
🤗Finita💖💫🇲🇽
Que se arme de su tropa, lista para la guerra.
2022-06-30
3