Caterina cumplió la promesa que le había hecho a su hermana, pasaron un tiempo agradable charlando de todo lo que habían hecho el tiempo que habían estado separadas e incluso su hermana había mandado a preparar sus macarrones favoritos. Justo antes de que se pusiera el sol, Caterina salió de la habitación de Elizabeth prometiendo visitarla nuevamente.
Debido a la ubicación cerca del centro del Palacio Real, la habitación de su hermana estaba algo apartada de la entrada, era por eso que tenía que irse en este momento para lograr llegar a casa antes de que el sol se pusiera por completo.
No lo lamentaba, realmente había extrañado a su hermana y sabía que a partir de ahora ella necesitaría de ella.
El camino desde la habitación en el Palacio Real conducía a un pequeño jardín. Caterina simplemente había echado un vistazo al hermoso lugar la primera vez. La brillante luz del sol y el romántico resplandor de las flores a partir de la diferencia de luces le dieron un encanto diferente.
Caterina sonrió y rompió una de las flores, la rosa roja en su mano era de un rojo que parecía arder con el brillo de la luz del atardecer.
“Si viviera aquí, podría ver estas flores todos los días.”
Rina, quien había murmurado en voz baja para si misma, siguió con sus pasos. Sin embargo, apenas había dado un par cuando sus pies se detuvieron nuevamente.
Miro horrorizada la vista frente a sus ojos.
Casi sin darse cuenta se escondió de la vista de las personas que se acercaban, un hombre y una mujer caminaban hacia ella. Observo con curiosidad endureciendo su mirada… Era su majestad el príncipe heredero…y una dama.
“El rumor es realmente cierto…”
Caterina miró al futuro Rey y a su amante con ojos perplejos. Era como si presenciara a una pareja casada durante mucho tiempo. Ahora el Futuro Rey pertenecía a su hermana, era lo correcto y aquello que decretaba la
norma real. Para ella quien había crecido con unos padres amorosos que se amaban el uno al otro. La idea de que un hombre se permitiera tener un amante le desagradaba, que ese hombre fuera el futuro esposo de su querida hermana menor, solo le daban ganas de vomitar y gritar al mismo tiempo.
La vida era injusta. Condenada a asumir el cargo de Reina y luchar por mantener su lugar, sumida en la infelicidad de permanecer atada a un hombre que compartía cama con una mujer vulgar.
Era cierto que no se había preocupado por el rumor la primera vez que lo escucho, los nobles solían buscar llenar sus oídos con historias jugosas incluso si era a costa de la familia real. Que un rumor inofensivo corriera entre las familias nobles era usual, siempre que no insultaran directamente el linaje imperial, nadie tendría que preocuparse por perder el cuello.
Sin embargo, percatarse de que ese rumor era realmente cierto. La sorprendió.
Muy dentro de ella, esperaba que su hermana pudiera llegar a amar al príncipe y que este pudiera darle a su hermana el amor que ella merecía.
“¡Of!”
Repentinamente un dolor corporal se adueñó de su cuerpo, Caterina se derrumbó en el suelo donde se encontraba sentada. Apretó su cuello con sus manos intentando aliviar la sensación, pero comenzó a sentir que se ahogaba.
“Ugh…”
De repente, no podía respirar. ¿Por qué se sentía tan mal? ¿Por qué su corazón parecía caerse a pedazos? El futuro esposo de su hermana, su cuñado, la engañaba tan abiertamente incluso antes de casarse, pero esa no podía ser la causa de un dolor tan repentino, de una inmensa agonía que casi aplastaba su ser. Nunca había sentido esta cantidad de emociones en su vida.
Ver a su futuro cuñado engañar a su hermana era impactante, pero sentir lo que sentía…No era apropiado para ella sentirse sin aliento y tan miserable.
Caterina sintió las lágrimas fluir de sus ojos sin que pudiera evitarlo, no importaba que ella no quisiera llorar, sus lágrimas no paraban de mojar sus mejillas. Justo en ese tiempo, un sollozo salió de sus labios.
“Aahh…”
Triste, miserable, abatida, con deseos de matar. Muchas emociones pasaron por su cuerpo. Rina estaba dominada por un tumulto de sentimientos, sin saber porque. Sentimientos desconocidos y un dolor incesante de origen incierto. Todo era extraño, se atraganto un par de veces para luego, finalmente perder el conocimiento y colapsar por completo.
Entonces, todo fue oscuridad.
Caterina Gaminor colapso en uno de los jardines reales, fue encontrada poco tiempo después por el jardinero real. La noticia pronto fue dada a la futura Reina.
Elizabeth corrió tan rápido como sus piernas se lo permitían. Desde que nació, nunca había corrido tan rápido como en este momento. Doblo la esquina viendo por fin el palacio hecho de mármol blanco. Llevaba tacones más altos de los que acostumbraba, pero no le importaba, aun sabiendo que podría ser una mala idea, sin dudarlo acelero el paso.
“Ugh”
Resbalo como era lo esperado y su tobillo finalmente se dobló. Perdió el equilibrio y cayó en el suelo. Hubo un ruido fuerte pero no pudo determinar de dónde venía. Vio a Miryam corriendo hacia ella a una velocidad más moderada, viendo a su dama tirada en el piso se apresuró a llegar a su lado.
“¡Lady Elizabeth!”
Miryam rápidamente vio el estado en el que se encontraba Elizabeth notando a través de su tobillo hinchado que se había torcido el mismo. Nerviosa hablo rápidamente.
“Traeré a una doncella.”
“¡No!”
Elizabeth se negó, lo que importaba en este momento no era ella misma.
“Está bien, Miryam. Solo necesito que me ayudes a levantarme.”
Elizabeth, que estaba determinada a cumplir su cometido, fue rápidamente ayudada por Miryam. Se mordió los labios con fuerza para evitar gritar. Sus labios estaban rojos como la sangre. Tartamudeando, apenas logro decirle a su doncella.
“Tengo que irme, Miryam.”
Avanzando mientras su pobre e hinchado tobillo punzaba de dolor. No debería haber corrido para llegar más rápido, pero no podía evitarlo. Elizabeth apenas llegó a su destino no pudo evitar maldecir a su estupidez. Abrió la puerta con una mirada apresurada.
“…”
Dentro de la habitación no solo había una persona, había dos. Parizia estaba avergonzada y enojada en ese momento, pero pronto abrió sus labios temblorosos para mostrar un respeto que verdaderamente no sentía.
“Saludo al futuro gran sol del imperio. Gloria a su majestad el príncipe heredero.”
“¿Es esta tu hermana?”
Pero que falta de respeto, lo correcto era saludar con cortesía a quienes daban el saludo imperial, una muestra más de que no le importaba ser un monarca mediocre, muchos de los asuntos internos de palacio eran llevados con diligencia, pero su familia dirigía muchas caridades y orfanatos donde el manejo era terrible. Muchos niños Vivian precariamente.
Pero claro, aquello no traería ningún beneficio para su majestad. Un hombre que buscaba pasar más tiempo en la cama con su vulgar ramera.
Relajo su mirada antes de levantar la vista.
El futuro emperador Livius había preguntado por su hermana en lugar de responder a su saludo corto. Movió su mirada hacia su hermana. Cuando vio su rostro pálido, gimió sin saberlo.
“Ah, agghhhhh”
Livius la miro con indiferencia, fue desalmado porque otra persona en su lugar independientemente de su posición pudo haber dado consuelo a la mujer que se preocupaba por la hermana que se encontraba en tal estado. Sin embargo, a él no le interesaba brindar consuelo a su futura esposa, solo necesitaba una mujer adecuada para ascender al trono y próximamente darle a su amante lo que a sus ojos, ella merecía. Miró a Elizabeth con una mirada sin emociones y pronto le explico la situación.
“El jardinero descubrió que había caído inconsciente en el jardín del Palacio Real. No es un problema grave, es solo una conmoción repentina.”
“Ugh, Ugghh.”
Con su explicación Elizabeth sollozo más. Estaba en contra de la cortesía mostrar lágrimas frente al futuro Rey, pero le importaba muy poco. El no merecía su cortesía, ni siquiera su consideración, trataba a todos como piezas descartables de un tablero de ajedrez.
Todo por mantener a una mujer que seguramente traería desgracia al imperio entero.
Además, el ver a su hermana acostada en la cama, lograba hacer que su propio control sobre su mente se rompiera. Busco moverse pero sintió mucho dolor en su tobillo y termino cayendo al piso.
“¡Ah!”
Se tomó el tobillo sintiendo un dolor sin igual. Al verlo su tobillo estaba más rojo que antes. Livius, quien también se había dado cuenta de ello, se acercó lentamente a ella.
Elizabeth lo miró con una expresión que mostraba que estaba demente.
“Deberías levantarte.”
´Hermana ¿Por qué estas asi? Es acaso que viste a este hombre que anteriormente fue tu esposo? ¿Podrías haberlo recordado?’
Su rostro se puso palido en el momento de siquiera pensar en esa hipótesis.
‘De ninguna manera, ella no podría haber recordado nada.’
¿Tal vez vio al futuro Rey junto a Victoria?
Muchas preguntas pasaban por su mente, deseaba agarrar el cuello del hombre frente a ella y agitarlo hasta tener las respuestas, pero eso era solo un deseo escondido en su interior. La realidad era que nunca podría
realizar aquel acto. Aún más, nunca sería aceptable para Elizabeth que Rina se convirtiera en Reina.”
Se obligó a tomar la mano del príncipe heredero, Elizabeth sintió repugnancia ante la cruel verdad que enfrentaba a partir de ahora. Sería una blasfemia no tomar la mano que el Rey le ofrecía.
Una mujer que se convertiría en Reina no podría cometer semejante injusticia con su marido y Rey. Todo tipo de lógica y modales flotaban en su cabeza mientras luchaba y se advertía a si misma que no podía cometer ninguna acción que pudiera ser criticada.
Pero su interior era completamente diferente. Internamente maldijo con duras palabras al hombre responsable del estado actual de su hermana con palabras que normalmente nunca diría.
“…Gracias.”
Estaba obligada a agradecer a un hombre que no apreciaba. El hecho de que su familia estuviera en riesgo solo por su manera de actuar frente al emperador, era aún más preocupante. No había nada que pudiera hacer al respecto. A partir de ahora, ella sería la esposa de esta persona repugnante.
El futuro Rey, no tuvo palabras de agradecimiento para decirle. Elizabeth no esperaba ninguna reacción por su parte, no le había mentido a su hermana, verse obligada a casarse con esta persona no significaba que tuviera que amarla o interesarse, mucho menos preocuparse.
Acepto su mano para caminar y fue acercándose lentamente a la cama de su hermana. Con cada paso que daba hacia Caterina, el siguiente se volvía más pesado y difícil de dar.
Lagrimas cayeron de sus ojos cuando or fin pudo sentarse en la cama al lado de su hermana, sus lágrimas cayeron sobre la sábana blanca, queria llorar pero no podía hacerlo libremente debido a la presencia de su
futuro esposo. Tomo las sabanas entre sus manos apretándolas con fuerza para contener su llanto.
“Hermana mayor…”
Livius, quien había estado mirando fijamente a las dos hermanas, pronto decidió alejarse dando la espalda para salir de la habitación. Cuando el sonido de la puerta cerrándose llego a los oídos de Elizabeth, grito sin contenerse, comenzó a llorar como una niña.
Era difícil.
Había visto morir a su hermana por culpa de este palacio y de quienes lo ocupaban, por lo cual saber que su hermana había colapsado dentro de este mismo palacio le había llevado nuevamente a ese momento donde la vida de su familia entera se había visto ante la implacable mano de la injusta muerte.
Era inevitable, Elizabeth era humana después de todo. Ella también tenía un talón de Aquiles.
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Comments
Martha Divas
asta ahora todo iba bien pero son pasajes k tiene k vivir tina por k en algún momento tiene k ser
2022-07-17
3
🤗Finita💖💫🇲🇽
Que feo.
2022-06-30
0