Elizabeth se observó en el espejo de cuerpo completo de la habitación en la cual se encontraba, las doncellas habían salido sintiéndose muy orgullosas del trabajo que habían logrado al prepararla para su boda.
Su vestido blanco cubierto de un bordado en oro resaltaba sus curvas, el escote en forma de corazón mostraba sus hombros y su cremosa piel blanca. Su cabello negro se encontraba recogido con algunos mechones sueltos enmarcando su rostro. Su maquillaje era sutil pero imponente, sus labios habían sido pintados con un rojo carmín que los hacía ver como dos fresas jugosas.
Era una imagen digna y hermosa para cualquiera, salvo para ella. que tenia su mirada marrón claro clavada en el espejo como si se encontrara de camino a su propio funeral.
El día que debía ser el más feliz de su vida era realmente el más infeliz, no se casaría con un hombre al que amara, no estaba vestida para alguien a quien ella apreciara, y el hombre que tomaría su mano a partir de ahora ya tenía una amante, esta noche, su esposo estaría en los aposentos de su concubina y ella se encontraría sola en la que ahora sería su nueva alcoba.
La habitación de la Reina.
Su rostro no estaba feliz, era la imagen de una mujer que aceptaba su destino. Desde el mismo instante en que colocaran la corona de la emperatriz sobre su cabeza, comenzaría la batalla contra Victoria.
La batalla por la supervivencia de ella y de su familia.
Se sentó en uno de los muebles del lugar esperando por Miryam quien la llevaría al salón donde se llevaría a cabo el evento.
Vio la puerta abrirse dando paso a Livius, no pudo evitar su sorpresa al verlo pasar. No era acorde a la etiqueta que los novios se vieran antes de la boda, pero nuevamente, quien sería su futuro esposo había sido cortes con quien sería su futura esposa y reina.
“No te esperaba.”
No se molestó en saludarlo acorde a la etiqueta real, si él tenía la descortesía de venir sin ser anunciado y de presentarse sin vestirse adecuadamente. Ella no le daría ningún trato que no se mereciera.
“Ya que estás vestida asi, debe ser verdad.”
Lo miro de manera interrogante pero mantuvo su rostro sereno.
“Estamos hablando de la boda de los futuros Reyes y de su coronación, por supuesto no estarás sugiriendo que debo permanecer encerrada en mi habitación sin dar la cara a los nobles para conocer a la nueva Reina. Si lo hicieras, sería bastante imprudente de tu parte.”
“No te recordaba tan descarada.”
“Es curioso, yo te recuerdo igual de grosero que la última vez que nos vimos.”
Lo vio abrir los ojos sorprendido por su forma de hablar. Elizabeth no había sido abiertamente grosera, pero gracias a las lecciones como Reina, sabía exactamente que comportamiento era aceptado, era el día de la boda y su futuro esposo no le había dado ninguna atención o consideración, ella como monarca debía mostrarse fuerte, era el pilar que lo sostendría a el y al imperio cuando fuera necesario. Por lo cual mostrarse por debajo de su autoridad, no era aceptable.
“Vine a hablar contigo, sobre un asunto.”
"Ya que pronto tendrá lugar la boda supongo que es importante si no puedes esperar."
"No esperes que te de mi afecto, hay una mujer que..."
Elizabeth lo observo, sabiendo inmediatamente de que se trataba todo aquel fiasco.
“Vienes a hablar de tu amante.”
“Si, eres rápida.”
“Y tu lento. ¿Qué deseas discutir?”
No lo pudo evitar. ¿Qué tenia de bueno que el futuro Rey viniera a hablar con ella de su amante justo el día de su boda? Por supuesto, tenia confianza pero no podía decir de donde la sacaba. La elección de la Reina no fue solo la elección del Rey, también de los demás nobles. Y no era extraño que el Rey amara a alguien que no fuera la Reina o que llegado el caso amara a alguien más aparte de la Reina.
Pero no era ninguno de los casos.
En otras circunstancias tal vez podría considerar tener lastima de alguien como él. ¿Este hombre podría casarse con la mujer que amaba? Lo dudaba, una vez que una mujer era la amante del emperador ese estigma nunca desaparecería, incluso si lograba colocarla en el trono, seria vista como una paria, una villana, una mujer incapaz de tener lo necesario para gobernar un imperio.
Sin embargo, debido a su condición de Rey, no podría convertir a la mujer que amaba en su pareja oficial. Por supuesto, desde el punto de vista de la Reina, esto lo hacía más repugnante ante sus ojos.
“Es más una petición que un tema de discusión.”
Elizabeth cruzo los brazos aún sentada en el mueble.
“Estas aquí para decirme que no debo tratar libremente a la mujer que se revuelca en tu cama.”
El ceño de Livius se frunció por sus palabras pero asintió.
“Correcto, eres bastante inteligente, aunque un poco vulgar.”
Esta fue la primera vez que un cumplido se sintió tan desagradable. Elizabeth se dio cuenta por primera vez de que un cumplido podía ser un arma más fuerte que una maldición.
“Más vulgar es la mujer que abre sus piernas a un hombre que no puede convertirla en su esposa. Pero regresando al tema, el amor y el favor del Rey, no espero nada de eso. No habrá ninguna razón para hacerle nada a la amante mientras ella sepa comportarse.”
“Eso es bueno.”
“Sin embargo…”
Livius la miro con cautela mientras regresaba sus pasos. Habia esperado terminar la conversación despues de tener la respuesta que deseaba.
“…”
“Su majestad no esta vestido para asistir a nuestra boda, y espero que no sea lo suficientemente estúpido como para dejarme frente al altar sin aparecer en la ceremonia. Si el príncipe y futuro Rey espera que cumpla mi palabra tendrá que ofrecerme algo a cambio.”
Livius apretó las manos volviéndolas puños pero se sentó frente a la mujer que ahora veía con ojos diferentes. Esta mujer sentada y vestida impecablemente frente a él, no buscaba su amor y tampoco lo deseaba. No lo respetaba ni se mostraba vulnerable. Aquella estampa donde lloraba y llegaba rota para ver a su hermana era una imagen solo reservada para su familia.
Empezaba a preocuparse por haberla elegido.
“…¿Qué?”
“Si su majestad espera que su amante no reciba ningún altercado de mi parte tendrá que cambiarse rápidamente para asistir a la ceremonia de bodas. La coronación será para los nobles y el pueblo por lo cual tampoco deberá faltar, sería una falta de descortesía de su parte. No espero bajo ningún concepto que compartamos la misma habitación y sus visitas a mi lecho será estrictamente cuando yo lo diga, en una habitación diferente a la de cualquiera de los dos. ¿Le está quedando claro a su majestad?”
Livius no podía creer las palabras que escuchaba de la mujer frente a él. Esta, era la estampa digna de una Reina.
“¿Estas tratando de hacer un trato conmigo en este momento?”
“Su majestad seguramente no esperara que acepte sus peticiones sin pedir nada a cambio. Considerando que mi posición corre más riesgo que la de su amante, yo en su lugar esperaría muchas más peticiones en el futuro, comprenderá que la Reina tiene la capacidad de ganarse a los nobles, y si estos se inclinan más por la Reina que por su majestad el Rey…”
La amenaza estaba implícita en las palabras de Elizabeth, Livius lo sabía bien, si el cómo monarca perdía el apoyo de los nobles, podría ser destituido de su posición y bajo la ley imperial su esposa, la mujer frente a él podría convertirse en la emperatriz y cambiar por completo el linaje imperial.
“¿Qué más deseas pedir?”
“El próximo Rey sera mi hijo y no puedes tener un hijo con tu amante.”
Livius abrió los ojos mostrando una expresión incrédula por primera vez desde que la conoció. Elizabeth no deseaba nada, la mejor venganza seria ver morir al hombre frente a ella y convertirse en Reina Viuda con su hijo destinado a asumir el cargo de Rey y emperador. En cualquier caso, la amante era un puesto que solo se trataba bien mientras el Rey seguía con vida. Así que no sería difícil hacer lo que quisiera con Victoria, una vez que el muriera.
Pedirle que no tuviera un hijo con Victoria sin embargo…Era una petición para proteger su propio orgullo. Sobre todo, se trataba de su propia seguridad. Si Victoria tenía a un hijo antes que ella, podría tener muchos problemas que amenazarían su existencia.
En el peor de los casos su hijo podría heredar el trono. Y eso era algo que nunca podría llegar a suceder.
“¿Algo más?”
“No tienes ningún derecho a intervenir en mis asuntos como Reina, mucho menos a tomar el crédito por mi trabajo. Y si llego a traer a un hombre para ser mi amante, solo asentirás sin decir nada al respecto.”
Livius abrió la boca ante la mención de un amante, no le agradaba, la Reina debía ser devota al Rey…Sin embargo, no tenía derecho de reclamar nada cuando el mismo había llegado a esta habitación para pedir un trato preferencial para su amante.
“Llegado el caso hablaremos al respecto.”
“No habrá nada de lo que debamos hablar, no tienes ningún derecho de discutirlo o negociarlo. No te amo y no me amas, quien decida traer para calentar mi cama o para convertirse en el hombre que amo, no es de tu incumbencia.”
“…”
“Ya que no moverás un solo dedo para protegerme si tu amante decide hacer algo en mi contra, te hare una advertencia. No me meteré con ella mientras ella no se meta conmigo. Pero si intenta realizar algún solo movimiento para perjudicarme a mi o a mi familia, no solo responderé, hare todo en mi poder para asegurarme de que no lo vuelva a hacer. Mis respuestas determinaran la gravedad de sus propias acciones. ¿Le ha quedado claro, su majestad?”
Livius miro a los ojos de la que ahora sería su esposa. Y asintió lentamente ante sus palabras. Se levantó, dispuesto a comenzar con sus demandas.
“Iré a cambiarme, nos veremos en el salón de boda, futura esposa.”
“Intenta pasar desapercibido con tu amante o tu imagen pública se verá afectada, a los nobles les gusta hablar de lo lamentable que resulta que la nueva Reina tenga que lidiar con una amante, y eso. Solo resulta beneficioso para mejorar mi imagen y destruir la de ustedes.”
Livius salió de la habitación sin decir una sola palabra, de camino a sus aposentos se dio cuenta de que su corazón latía por primera vez en mucho tiempo presa del miedo por lo desconocido. Él siempre había sido el futuro Rey desde que había asumido la responsabilidad, nadie lo cuestionaba y luego de conocer a Victoria nadie lo había criticado abiertamente.
Aquella mujer lo había enfrentado sin una sola gota de temor, casi podía afirmar que cada palabra había sido escupida con veneno disfrazado con fría cordialidad. Y por primera vez, se preocupó por Victoria.
Elizabeth tenía razón, él no podría protegerla a ella, quien era digna de tal atención era la mujer que él amaba, pero él no estaría con ella en cada momento del camino, y le había prometido a Victoria colocarla en la posición de emperatriz.
Las cosas se complicaban y esperaba no tener que romper ninguna de las promesas que había hecho.
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Comments
lore
TIENBLA que llego la mujer que te va a tener en cinta.
2022-09-12
1
Martha Divas
jajaja ja ja ja se la puso buena k bien Elizabet dale donde más le duele no por k sepas los acontecimientos pasados te confies hay está muy buena autoraaa
2022-07-17
3
Griselda Benitez
muy bien por la futura reina👏👏👏
2022-07-15
0