Con el tiempo, el negocio de confección de Amanda pudo recuperar el capital que las dos amigas habían invertido. La creciente demanda de los clientes hizo que Amanda contratara a tres trabajadores más para ayudarla en el negocio de confección, el cual terminó nombrando como “El Oasis”
Además de haber contratado a más trabajadores para la fábrica, Amanda también contrató a alguien para cuidar y limpiar la casa, ya que a veces no tenía tiempo para hacerlo ella misma debido al ajetreo del nuevo negocio.
Sin embargo, a pesar de lo ocupada que estaba Amanda, siempre se aseguraba de pasar un tiempo con sus dos hijos antes de ir a trabajar. Del mismo modo, si era domingo, Amanda pasaba todo el día en casa, ya que daba el día libre a sus trabajadores, permitiéndoles así poder relajarse y pasar tiempo con sus familias.
"Mamá, quiero comprar nuevos lápices de colores. ¡Estos ya están cortos y no son cómodos de usar!", se quejó Mía con su madre.
"¡Bueno, vayamos juntos al minimercado que está en el parque del complejo!", invitó Amanda.
"¡Yei!", gritó Mía saltando con mucha emoción porque la llevarían en motocicleta.
Amanda llevó inmediatamente a sus dos hijos al supermercado, en la moto que siempre la acompañaba fielmente en sus días de trabajo. A su llegada, pudo ver a muchos vendedores ambulantes alrededor del parque del complejo. Por supuesto, nunca faltaba el vendedor de albóndigas que seguramente siempre estaba en todas partes y estaba lleno de visitantes.
Mía siguió jalando la mano de Amanda para que entrara rápidamente al supermercado y poder comprar así lo que quisiera. Después de llenar un carrito lleno de bocadillos y otros artículos para el hogar, la madre de dos niños se dirigió rápidamente a la caja para pagar todo lo que había comprado.
"El total es de treinta dólares, ¿Tiene una tarjeta de membresía, señora?", preguntó el cajero.
"¡Sí, la tengo!", Amanda sacó su billetera para luego tomar el dinero y la tarjeta de membresía que el cajero solicitó.
Sin saber de donde había salido, de repente Leila le habló detrás de su espalda.
"¡Vaya!, ¡Qué diferente eres ahora que eres la jefa de la casa!. Tienes tu cartera llena de dinero ¿Acaso trabajas como acompañante de hombres? Ya me imagino que en la entrada del local que alquilaste es donde te encuentras con tus clientes".
Amanda suspiró antes de responder lo que Leila le había dicho.
"Leila, si me acusas de eso, debes tener pruebas. Soy una madre soltera, ¿Debo servir a los oportunistas solo porque soy divorciada? Cuando hablas, siempre lo haces sin atenuantes. Además, antes de acusarme, deberías preguntarte cuántos hombres has servido mientras trabajabas en el karaoke".
Amanda se fue de inmediato muy molesta con Leila, quien la había señalado y acusado injustamente. Sin embargo, su frustración aumentó aun más cuando se encontró con su ex suegra mientras esperaba su orden de albóndigas.
"¡Oh, oh, oh! Eres una mujer soltera y tienes mucho dinero, también compras cosas caras. Seguramente recibes dinero de los viejos que quieren acostarse contigo, ¿No es así?" Sin importar la situación, la señora Sofía siempre la acusaría directamente.
“¡Dios mío! Primero me encuentro con una zorra y ahora con una bruja. ¡Mala suerte para ti Manda! Encontrarte con estas dos personas inútiles”, pensó Amanda.
"¡Niños, acá está su abuela! Caleb, Mía, saluden como se debe. Recuerden que siempre debemos respetar a los mayores porque quizás no les queden mucho tiempo de vida", dijo Amanda con sarcasmo, aun molesta con su ex suegra.
"¡¿Estás deseando que me muera?!", la señora Sofía preguntó enojada y mirando fijamente a Amanda, a quien no le caía bien.
"¡Por supuesto que no! Pero si quieres irte pronto, no hay problema", dijo Amanda muy enfada.
El dolor que había estado ocultando dentro de ella provoco que decidiera no permitir que nadie la humillara de nuevo.
Mientras tanto, Mía y Caleb sabían que debían saludar a su abuela, por lo que los dos chiquillos extendieron sus manos para besar la parte posterior de la mano de su abuela, bastante despreocupados por lo que Amanda había dicho. La cara fruncida que tenía la señora Sofía se debía en gran medida a que no le había gustado lo que Amanda había dicho.
"¡Kia! ¡Caleb! ¡No pueden ser hijos desobedientes como su madre! Mucho menos orar por la muerte de sus padres, ¡Les puede traer desgracias!", dijo sarcásticamente la señora Sofía.
"¡Es correcto lo que su abuela dijo, mis niños! No debemos ser injustos con los demás, menos con los huérfanos, ya que podemos ser castigados", respondió Amanda, quien logró que los ojos de la señora Sofía casi se salieran de sus órbitas.
Al escuchar la discusión de estas dos mujeres de diferente generación, los clientes que disfrutaban de los fideos de carne movían sus cabezas en señal de desaprobación.
"¿No hay otro lugar para pelear? ¿Tenían que pelear en la calle?", pensaron.
Después de recibir su pedido, Amanda se fue rápidamente sin despedirse de su ex suegra. Obviamente, esto ofendió a la señora Sofía.
"¡Menos mal que mi hijo se divorció de esa mujer! ¡No tiene educación!", dijo la señora Sofía molesta.
...***...
Una vez en casa, Amanda comió rápidamente los fideos con salsa picante. Esto hizo que sus dos hijos se quedaran boquiabiertos, puesto que la comida de su madre tenía un color muy rojo.
"¡Mía, por favor llama a la señora Irene! Olvidé darle sus fideos", dijo Amanda.
"¡De acuerdo, mamá!" Mía corrió en búsqueda de la señora Sofía, quien la cuidaba a ella y a Caleb.
La anciana estaba viviendo sola después de la muerte de su esposo, siendo que su hijo se había mudado a otra ciudad. Por lo tanto, estaba muy feliz de trabajar para Amanda limpiando la casa y cuidando a sus dos hijos. Mientras disfrutaban de su plato de bolitas de carne, se oyó a alguien golpear la puerta y saludar:
"¡La paz sea con ustedes!"
"¡La paz sea contigo!", dijeron al unísono Amanda y la señora Irene.
"¡Qué raro que no me hayan ofrecido bolitas de carne!", bromeó Tania, recién llegada.
"¡Ven, Tania, comamos juntas las mías!", dijo Amanda agitando su mano.
"¡No, tía! Las de mi mamá son muy picantes, ¡Mira lo roja que está!", Mía temió lo que pasaría si comía las bolitas de carne de su madre.
Tania miró hacia el plato de Amanda y entendió lo que pasaba.
"¿Estás enojada con alguien?", adivinó Tania.
"¡No, nada de eso!", mintió Amanda bajando la cabeza. Por alguna razón, cada vez que hablaba con Tania, Amanda no podía ocultar lo que le pasaba.
"Deja de preocuparte si no quieres hablar. Mañana iremos al mercado a comprar telas. ¡Mira cómo ha aumentado el número de pedidos en el comercio electrónico, Manda! Podemos ganar mucho dinero si cada mes se incrementan los pedidos de saris", exclamó Tania abrazando a su amiga.
Su esfuerzo de acercarse al asistente personal del CEO de su empresa había dado frutos. Gracias a ella, Tania había conseguido que el alquiler de la tienda fuera barato. Además, había comprado una máquina de coser de buena calidad a un precio razonable.
“Tal vez sea hora de que le diga a Manda quién ha estado ayudándonos en secreto”, pensó Tania.
Continuará…
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Updated 75 Episodes
Comments
Rebeca Navarro
preciento que es el ex
2023-11-12
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Anabel Hernandez
yo tengo llernos nueras pero no me meto ni para bien ni para mal
2023-09-07
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Sofia Perez
Según una suegra es como una segunda madre pero la mía fue una bruja mala qué sólo vivió para hacer la ida imposible a sus nueras, jajajajaja yo salí por pierna cuando vi el trato que me dio, adi qué jale a mi esposo y nos fuimos a vivir muy pero muy lejos de ella jajajajaja dirán que soy mala pero mientras más lejos de la suegra mejor
2023-08-10
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