¿Cómo dijiste que se llamaba?

Los ojos de mi padre crecieron hasta convertirse en dos monedas gigantes. Enseguida asomo la cabeza al interior del aparato y comenzó a remover lo que había en el interior buscando trozos grandes que nunca encontró.

Callia aun riendo le pidió a su padre que espere y tomo un cuenco grande que había en otro estante. Girando la parte superior retiro la taza donde se encontraba el polvo y lo vertió en el contenedor de madera que había tomado previamente. Su padre volvió a abrir los ojos aún más, si es que eso era posible, y volvió a revisar el contenido nuevamente sin éxito. Aquello era más fino que el que podrían conseguir a mano. De pronto su padre comenzó a reír a carcajadas mientras tomaba a su hija y la hacía dar vueltas por la habitación mientras la abrazaba desde la cintura.

- ¡Mi hija es un genio! - Grito alegre mientras mi madre lloraba y aplaudía

- ¡Padre aún no he terminado! – Dije mientras sentía que un leve calor comenzaba a subir desde mi cuello hasta mis cachetes.

Mi padre pareció recordar las otras cajas y corrió hacia ellas como un niño pequeño en una juguetería. Hacía mucho que no lo veía reír de esa manera. Le mostré la funcionalidad de los siguientes objetos. Continué con las hornallas, pero esta vez le expliqué para que servían.

- Estas hornallas alcanzan tres temperaturas y se mantienen en ese mismo calor. La primera llega a los 40ºC, la segunda llega a los 65ºC y la última llega a los 100ºC. Lo bueno es que siempre podemos crear otras con la temperatura que desee padre.

- ¡Esto es una maravilla Callia! Si esto realmente funciona, ahorrará mucho la energía de todos.

- En esta parte no sé cómo demostrarte el funcionamiento, pero como demorará al menos unos minutos puedes dejarla funcionando mientras te muestro el último aparato.

- Claro mi niña- Contesto mi padre con una sonrisa de oreja a oreja, ya les había perdido el miedo a los aparatos y estaba deseoso de verlos funcionar – Espera un poco, voy a dejar las tres funcionando.

Padre corrió al armario de la izquierda que era donde guardaba los materiales procesados. Y tomo unos cuantos frascos con raíces, polvos y líquidos. Además, tomo un puñado del material recién procesado y los distribuyo entre las hornillas.

- Solo debes asegurarte de enviarle un pulso mágico al menos una vez cada 15 minutos o se apagaran. Aún no he descubierto como hacerlo durar más tiempo, pero no quería esperar más para construirlas. Prometo mejorar para la próxima vez. - Mi voz sonaba algo decepcionada y mi padre se dio cuenta

- ¿De qué hablas pequeña? 15 minutos es una eternidad para hacer cosas, los trabajadores deben saber magia de fuego y mantenerla constantemente hasta terminar. ¿Tienes idea de lo mucho que les facilitaras la vida? Ya no se irán a casa con su maná casi agotado ¡Serás como su salvadora! Un pequeño impulso mágico cada 15 minutos es un logro asombroso, ¡más tiempo sería un milagro! Además, ya no será necesario conseguir magos de fuego, cualquiera que tenga magia puede enviar un impulso de este tipo. ¡Es un aparato revolucionario!

Me sentí algo mejor por sus palabras, mientras todos en la habitación sonreían continué con la última explicación.

- Por último, tenemos un horno. Funciona con el mismo principio que las hornallas. Le aplicas un pequeño impulso cada 15 minutos, y la temperatura se mantendrá estable dentro del horno en 80ºC. Este sirve para secar las plantas o raíces de manera más eficiente. Aún no he hecho las pruebas correspondientes porque ha sido terminado hoy, pero estoy segura de que podremos aumentar la producción al triple.

Mi padre se quedó callado unos segundos y luego rodeo el aparato, viéndolo desde dentro y fuera. Esta vez se dirigió a unas grandes cajas de madera que estaban en una esquina de la habitación llena de raíces de algún árbol que yo no conocía y tomo una gran cantidad sin miedo. Este era un manojo el triple de grande de lo que yo había tomado para la licuadora, algo que hizo que se escapara de mí una pequeña risilla. El Marques había perdido el miedo a que la materia prima fuera dañada y en cambio estaba expectante de lo que pudiera pasar.

Me apresure a mostrarle la placa donde debía esparcir las raíces y cuando las coloco en el horno rápidamente encendió el mecanismo pues ya sabía cómo. Al hacerlo, un pequeño silbido se oyó desde dentro del aparatejo y mi padre me miro con curiosidad en vez de con temor como había hecho la primera vez.

- Este horno no solo tiene piedras grabadas con runas de fuego, sino que también tiene runas de viento, estas causan una pequeña brisa en el interior que hace que el calor recorra todas las partes del mismo, de esa manera el calor es uniforme dentro y las puntas de la placa no se quemaran como normalmente harían.

- Callia, hija… Eres brillante. Tus inventos harán que no solo nuestro territorio prospere, sino, toda la industria tanto herbolaria como la de la alquimia.

- Cariño, no solo esas dos, Imagina tener esto en la cocina- Mi madre quien estaba callada hasta hace poco, se había acercado para observar e intervenir, después de todo ella amaba cocinar, algo que los nobles no miraban con buenos ojos- Puedo imaginar mil aplicaciones para estos objetos en mi cocina. Las delicias que se podrían preparar con estas cosas son incontables. ¡Hija! ¡Mamá también quiere unos! Los próximos serán míos. – Declaro mirando con codicia los aparatos.

- Marisa, aléjate de ellos. ¡Son míos!

Mi padre se interpuso en el camino de mi madre y abrió los brazos a ambos lados, como si estuviera protegiendo sus crías de un depredador feroz.

Todos en el cuarto comenzamos a reír con ganas, mis amigos que estaban hasta hace poco ahí se acercaron y me abrazaron felicitándome.

- Padre, Madre, este logro no es solo mío, mis tres amigos también me ayudaron

- ¡Oh, claro! Muchas gracias Cain cariño, y tú también Drake- dijo mi madre acariciando el cabello de los muchachos quienes se sonrojaron un poco- Pero Callia, quien es tu último amigo, ha estado escondido por un tiempo en ese oscuro rincón, no tengas vergüenza y ven.

Mi madre le estiro la mano a León que estaba sonrojado y lentamente comenzó a acercarse, pero sin salir de las sombras declaro.

- Lo siento señora, no merezco sus palabras. Soy solo un aprendiz de herrero de los barrios bajos. Agradezco mucho la oportunidad de la señorita, pero ese no es un lugar que me corresponda.

Mi madre puso cara triste mientras mi padre y yo dijimos al mismo tiempo.

- ¡Tonterías!

Nos miramos y sonreímos conformes, nos parecíamos tanto y ambos lo sabíamos y estábamos orgullosos.

- Sin tu conocimiento, esto no hubiera sido posible. Creo firmemente que no cualquiera podría manipular el hierro y las piedras mágicas de esta manera- agregué con pirsa. Ya era hora de dar el golpe final- Padre, le prometí un lugar para vivir y para que trabaje a cargo de fabricar estas piezas, después de todo ya sabe como hacerlo. Además no podía simplemente dejarlo en ese lugar tan peligroso, él es un gran joven y es mi amigo. Además, le pagaré con mi mesada las 10 piezas de oro que acordé con él

- Claro que sí cariño, en cuanto al pago, me gustaría recompensarlo con 10 monedas de oro más por cada una. Sé que mi hija no me permitirá pagar el costo total, pero están tan bien hechas que no puedo dejar de querer recompensarte. Ven, acércate para que te vea mejor. Si eres amigo de mi Callia, este también es tú lugar.

Esta es mi oportunidad, mientras que León salía de a poco de la esquina, rodeando las cajas que estaban tiradas por el piso di mi ataque final.

- Padre, vas a sorprenderte mucho. León es idéntico al Tío Esteban.

Estaba hecho. Con mi sonrisa más tierna, tiré la bomba que haría que los próximos días se convirtieran en un caos. Mi padre se quedó duro ante mis palabras. Él sabía que yo le decía Tío de cariño a Lord Panemm pero también sabía que él hombre no había tocado ni se había acercado a ninguna mujer desde la desaparición de su amante Beatriz. Incluso sabía que ni siquiera se había consolado en el barrio rojo con alguna de las mujeres que se encontraban allí.

Al salir de las sombras y pararse frente a los Marqueses, León estaba un poco incómodo, pues aún estaba muy sucio, y aunque sus ropas eran las mejores que tenía, aun así estaban llenas de agujeros por todas partes. Mirando hacia el piso por la vergüenza León hizo una pequeña reverencia, pero su pelo tapaba su rostro.

- Levanta la cara sin miedo niño- Dijo mi padre tendiéndole la mano, aunque en su rostro se veía la curiosidad y la cautela- Buen trabajo.

- Gracias señor- Replico León levantando la vista y mirando a los ojos a mi padre.

Mi madre que estaba a su lado dejo escapar un suspiro de asombro mientras se tapaba la boca. Mi padre había abierto los ojos enormemente. Ante ellos estaba la viva imagen de su amigo en la adolescencia, ya que ellos habían crecido juntos, era imposible que no lo reconocieran.

- Disculpa, ¿tu nombre era León cierto? – Dijo mi padre tratando de sonar normal.

- Así es señor.

- Perdona la pregunta que estoy por hacerte, quizás suene un poco extraña pero, ¿Tu conoces a tu padre?

- No señor, nunca lo conocí. Viví toda mi niñez con mi madre, quien era una esclava. Ella solo me dijo que era un buen hombre, pero no lo creo. No estuvo allí incluso cuando ella murió.

- Lo siento por preguntar, pero puedo hacer una última pregunta.

- Adelante, no tengo nada que esconder- Dijo León levantando el rostro con orgullo.

- ¿Cómo se llamaba tu madre?

- Beatriz.

Mi padre dejo caer el reloj de arena que tenía en la mano para controlar el tiempo en el que tenía que aplicar magia a las hornallas y el horno. Y mi madre comenzó a llorar, pero se acercó a él y tomándolo de las manos le pregunto una vez más.

- ¿Cómo dijiste que se llamaba?

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***