Vanessa me miró sorprendida. Después de todo desde pequeña siempre agaché la cabeza ante ella. La sirvienta siempre me miró con reproche y me hacía saber a cada día que era una desgracia para mis padres que no hubiera nacido hombre, y que mi madre era rechazada por la familia del Marqués por ser una bailarina de tierras lejanas y ni siquiera había podido dar a luz a un hombre.
Me recordaba constantemente, que si algún día el deseado heredero llegaba, mis padres pronto se deshacerían de mi. Por lo que debía ser una niña perfecta y no molestaros. Según ella cuanto más callada estuviera mejor, porque "nadie quiere a chiquillas ruidosas y maleducadas" y "lo más seguro es que manden a la señorita como novia de algún conde viejo, de esa manera conseguirán buenos inversionistas para el negocio del Marqués, después de todo su abuelo ha dejado de enviar ayuda económica".
Si estaba enferma debía permanecer en silencio como si nada pasara. Una vez, durante un encuentro con mi padre por el jardin este mencionó que me veía muy pálida, quise decirle como me sentía pero recibí un fuerte pellizco en el brazo por parte de Vanessa que sonrió en mi lugar y dejo en claro que me encontraba perfectamente.
Cuando mis padres murieron, sus acosos empeoraron. Mis tíos, que se acercaron para controlar mi vida, le dieron la autoridad para "diciplinarme como es debido", sus golpes tímidos al principio terminaron convirtiéndose en latigazos sobre el final de mi primera vida.
Pero ya no soy esa niña con miedo al rechazo. Luego de mi vida pasada entendí muchas cosas. Mis padres de esta vida siempre se preocuparon por mí, mi madre siempre venía a mi cada vez que podía, y mi padre a pesar de ser un hombre ocupado siempre pasaba casualmente por el jardin cada vez que yo estaba allí.Nada de eso era coincidencia. Mis padres siempre me amaron y yo nunca dije nada sobre este abuso. Quizás sólo pensaron en mi como una niña tímida y a su manera trataron de acercarse a mi. Estoy completamente segura de que si hablo, Vanessa no saldrá impune ante sus maltratos psicológicos ni físicos, pero eso sería un castigo leve.
Así que decidí torcer las cosas un poquito a mi favor. Se muy bien que la sopa que trajo consigo son sobras de los sirvientes y que ella, descaradamente roba del dinero destinado a mi cuidado, reduciendo la calidad tanto de la comida como ahorrando en vestidos. Por supuesto yo no necesitaba nada de eso, pero aquí era inconcebible que una joven noble no tenga estas "necesidades básicas".
Por el pasillo se escuchaban los pasos de unos tacones de aguja. Seguro que mi madre venía a desearme un hermoso cumpleaños y llenarme de amor como todos los años. Era el momento perfecto.
Sonrriendole a Vanessa maliciosamente, tome el plato de sopa y me lo tire en la cabeza. Mi piel ardía como si se prendiera fuego, pero no se comparaba en nada a las torturas que ya había recibido. De todas maneras grité tan fuerte como pude.
Los pasos de mi madre aceleraron como si estuviera corriendo a toda velocidad, mientras Vanessa me quitaba el plato de las manos y me gritaba enfurecida preguntándome por qué había echo eso.
- Estas muerta - Sentencie sonriendo despacio.
- ¿Estás loca? Más te vale callarte la boca y confesar lo que has echo. Nadie va a creer en una niña mentirosa. ¡Tus padres te enviarán al convento cuando se enteren de esto!
- ¿Quieres apostar?
Con un golpe sordo la puerta se abrió de par en par y automáticamente dejé caer mis lágrimas, no veía a mi primera madre desde hacía muchos años. Estaba tan feliz que casi olvido mi cometido y simplemente me lancé sobre ella y la abracé tan fuerte como pude, como si fuera a desaparecer en cualquier momento.
Mi madre era una bella mujer de piel color Canela, ojos verdes y cabello largo, enrulado y negro como la noche. Su figura esbelta me devolvió el abrazo preguntando que me había pasado mientras intentaba limpiar mi piel y piyamas con su propio vestido. Sus ojos preocupados estaban al borde del llanto también.
Cuando recupere la compostura y recordé mi objetivo, comencé a pedirle perdón a Vanessa una y otra vez. Mi madre horrorizada preguntó que estaba pasando. Pero antes que la sirvienta pudiera decir nada empecé mi acto.
- Lo siento madre, no quería enojar a Vanessa, yo solo pregunté si podía comer otra cosa porque he comido la misma sopa de habas desde el lunes, como era mi cumpleaños pensé que estaba bien pedir otra cosa, como la carne que comimos en el cumpleaños de padre. Pero me equivoqué, es natural que Vanessa se enoje. Si no soy una niña buena y silenciosa papa y mama me odiarán aún más. Realmente lo siento, comeré la sopa, ¡así que no te enojes con migo por favor!- termine mis sollozos con la cara más inocente que pude y suplique perdón una y otra vez.
La cara de mi madre pasó del blanco al rojo en tan solo unos segundos.
- ¿Que le haz hecho a mi hija? ¿Que significa esto?
- Señora, la niña no sabe lo que dice. Esto solo fue un accidente. La joven señorita estaba tan dormida que chocó con el plato que le alcancé. Debe entender... - Comenzó a decir la mujer quitando importancia a mis palabras.
- Cariño, dile a mamá como es que estas cubierta de sopa- dijo dándole la espalda a la mujer
- Yo fui castigada por ser una niña mala. No debí pedir otra comida, realmente lo siento mucho. ¡Es mi culpa!- Dije entre sollozos
- No cariño no es tu culpa. Tu puedes comer lo que quieras y cuando quieras, ¡no solo en tu cumpleaños!
- ¿Puedo comer carne entonces? ¿Aunque no sea una ocasión especial?
Ese fue el límite de mi madre. Tomándome de la mano fue hasta el pasillo, donde pidió a una sirvienta de aspecto joven que pasaba por allí cargando con un cesto de lavandería, que me llevara a bañar y que mandara a traer a mi padre allí. Mientras la puerta se cerraba tras de mi escuché un gran golpe y las súplicas de Vanessa entre llantos.
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Comments
Caridad Gallardo
a por ellos jojojo
2024-09-15
0
esterlaveglia
vamos a por todos 💪👍👌👏👏👏👏
2024-09-03
1
Se lo merece por tomarse atribuciones que no le corresponden
2023-03-04
9