El día del encuentro con León llego nublado y desde la ventana entraba un agradable aroma a tierra y pasto mojado, rastros de la lluvia que ataco en mitad de la noche. No pude pegar un ojo en lo que quedaba de la noche, debido a la conversación que había oído de mis padres. Luego de que Dean me trajera el agua que había mencionado en mis vagas escusas, me quede acostada mirando el techo.
No se me ocurría otra cosa más que el castillo estaba exigiendo un compromiso entre el príncipe heredero conmigo. En el pasado no habían pasado dos días desde la muerte de mis padres cuando mis tíos me informaron que me iba a casar con él. Ahora me parecía lógico, que estuvieran exigiendo desde antes un compromiso el cual mis padres habían estado retrasado lo más que habían podido.
En el imperio, la emperatriz debía ser, por ley, la joven aristócrata más cercana a la edad del príncipe heredero y de mayor estatus posible. Las viejas costumbres no permitían una emperatriz de otro país, pero si permitía una reina y varias concubinas, después de todo la línea de sucesión debía estar asegurada. Si la emperatriz no quedaba embarazada al año del matrimonio, una reina sería buscada principalmente en países vecinos. Esto generaba grandes roces entre la emperatriz y la reina, quienes por lo general terminaban divididas en dos facciones. En el pasado incluso fui entrenada por la mismísima emperatriz con respecto a este tema, y obligatoriamente debía ser parte de su facción.
Este tema me asustaba pues, ya sabía cómo terminaba mi camino siendo la prometida del príncipe. Pero tampoco sabía realmente como podría escapar de este compromiso, después de todo, esto era una orden real y si bien mi casa era poderosa, no les llegábamos a los talones a lo que era el poder del emperador, por lo que no podríamos negarnos bajo ninguna circunstancia a menos que quisiera adelantar el final de la guillotina para mí y para todos los Essel.
Lo único que se me ocurría por el momento era dejar bien en claro, incluso luego del compromiso, que yo no estaba interesada en el puesto de emperatriz y mucho menos amaba al príncipe. Después de todo las acusaciones que se me impusieron fueron bajo el pretexto de que yo codiciaba el puesto de emperatriz a toda costa y de que estaba celosa pues amaba al príncipe. Además, se le permitió al príncipe eliminarme pues en realidad Brinna tendría el rango de marquesa. Dentro de tres años aparecería como la hija perdida del marquesado De Tuille, quienes vivían al sur de la capital y dominaban la ciudad portuaria más grande del imperio.
Debía empezar a trabajar en este tema para que el público no creyera en estos puntos cuando lleguemos a la acusación. Incluso si el poder del marquesado de los Essel aumenta su influencia y poder tampoco podrán hacernos a un lado.
De todos modos, aún me quedaban 5 años para encontrar una solución. Siempre podía huir cuando Brinna aparezca en nuestras vidas si la situación se parece al pasado. Pensándolo bien, en este momento también soy amiga de Cain, quizás pueda ayudarme a huir entre su mercancía.
La hora se acercaba y yo ya estaba lista para nuestra reunión. Luego de un tiempo llegué a la plaza de la torre nuevamente donde ya aguardaban Cain y Drake.
- ¡Callia!
Cain corrió hacia mí y me abrazo desde la cintura con fuerza, ¿es que estaba un poco más alto? Mientras me cuestionaba con pesar si mi hermoso niño estaba sufriendo los cambios de la adolescencia alguien me agarro la mano con delicadeza, haciendo que me libere del abrazo del niño, y me beso el dorso de la mano.
- Buenos días Callia. ¿Te encuentras bien? Tienes unas ojeras enormes.
Drake me miro con preocupación mientras acercaba su cara a centímetros de mí, lo que me agarro por sorpresa e hizo que me sonrojara.
- Estoy bien, solo no he podido dormir por los nervios. Es todo
Dije desviando la mirada y dando un sutil paso hacia atraz.
- Gracias a dios… Pero sabes que siempre puedes decirme tus preocupaciones, ¿verdad?
- Claro… Gracias.
- Yo igual… T… También es… Estoy aquí p… Para ti- Cain volvió a ponerse junto a mí y tomo mi mano con cuidado, sonriendo tímidamente.
Las campanadas de la torre resonaron por toda la plaza, haciéndonos saber que ya era el mediodía. A lo lejos la figura de un gigante acercándose a nosotros podía verse. León venía con un carro destartalado en el que se podían ver tres cajones.
- ¡León! ¡Por aquí!- Grite alegre al verlo llegar mientras agitaba mis brazos para que el joven me viera.
- Hola niña. ¿Has estado bien? Espero que tengas mi pago listo.
Al terminar de hablar palmeo la caja que estaba más cerca de él con una sonrisa pícara en su rostro. Al levantar la tela que había en el interior de las cajas, el contenido fue revelado. Allí estaban, la viva imagen de lo que había encargado. Mis planos habían cobrado vida y frente a nosotros se encontraba el fruto de nuestros esfuerzos. Tanto la licuadora, como las hornallas y un horno que tenía el triple del tamaño de las demás.
- ¡Excelente! Debemos probarlas, pero lo mejor sería que vayamos a la mansión para verlos en acción. Nunca se sabe cuándo van a haber miradas indecentes y codiciosas escondidas por ahí.
- Muy bien, muéstreme el camino, iré justo detrás de ti niña.
- De que estas hablando- Le dije al llegar al carruaje nuevamente- Sube, vendrás con nosotros.
- ¡¿Qué dices Callia?! ¿Quieres meter a este tipo en tu carruaje, estas loca?- Drake estaba molesto y se puso delante de mí
- ¡Oh, vamos Drake! León es nuestro amigo, no seas molesto o me enojare.
Escuché a Drake refunfuñar palabras en voz baja y pude sentir que el agarre de Cain en mi mano volvía a estar ahí, pero con más intensidad. Ordene a uno de los guardias que venía a caballo que remolcara la carreta y partimos a mi hogar nuevamente.
Al llegar vi a mis padres quienes estaban tomando un paseo por los jardines. Sus caras se mostraban preocupadas y parecían estar discutiendo algo.
- ¡Madre, Padre! Vengan a ver. ¡Al fin esta listo!
Grite con alegría mientras les pedía a los guardias que llevaran las cajas al estudio de mi padre. Todos comenzaron a entrar, pero cuando vi hacia atrás puede ver, que león estaba sentado en una de las escalinatas.
- ¿Qué haces ahí León? Tienes que venir también. Este también es un logro tuyo.
- No es necesario niña. No pertenezco a este lugar.
- Tonterías, eres mi amigo ahora, el que se meta contigo se las verá conmigo. Siempre tendrás un lugar en donde yo esté
- ¿Cómo puedes ser tan confiada? Apenas nos conocimos y soy un chico del purgatorio. ¿Cómo sabes que no me robare nada o no intentare dañarte?
- ¿Cómo lo sé? Mmm… Pues solo lo sé. Sé que tú eres una buena persona, simplemente puedo sentirlo.
Antes que protestara lo tome de la mano y tiré de él para que entrara también. Un leve rubor se extendió por la cara del gigante de pelo negro, quien agacho la cabeza y me siguió en silencio. Al entrar al estudio León se quedó en una esquina junto a Dean mientras yo corrí a las cajas que estaban siendo desarmadas revelando los aparatos.
- ¿Qué es esto? – Pregunto mi madre curiosa, mientras mi padre se acercaba a los aparatos y los rodeaba de a uno con una cara realmente curiosa.
- ¡Esto es para padre! Es el proyecto en el que he estado trabajando. Sé que padre está preocupado por la falta de mano de obra para las tierras y el procesamiento de las hierbas medicinales. Así que estuve investigando en los procesos que llevaban más trabajo y se me ocurrió crear objetos mágicos que cumplan esas funciones.
Me acerque primero a la estantería de padre donde había una de las principales hierbas que tratábamos de refinar en el Marquesado. Sus hojas eran de un verde oscuro intenso y tenían una forma alargada, habían sido secadas al sol para que queden frágiles y para usarlas correctamente debían estar echas polvo lo que llevaba mucho esfuerzo por parte de los trabajadores en los morteros. Además, para asegurarse de que no quedaran partes grandes, debían ponerse pocas hojas a la vez lo que hacía que el proceso fuera aún más lento.
Tomé un puñado enorme de las hojas y pude ver que mi padre quedaba tenso.
- Callia, cariño, sé que has trabajado en esto, pero esa es una materia prima muy importante y esa enorme cantidad sería una gran pérdida. ¿Por qué no tomas un puñado más pequeño?
- Confía en mi padre. Prometo que te sorprenderás y si fallo puedes tomar las pérdidas de mi mesada.
Lo miré con confianza y aunque vacilo un poco, puso una sonrisa nerviosa y me dijo que continúe. Las tiré en la maquina parecida a una licuadora y les puse la tapa. Luego le pedí a mi padre que coloque un poco de su maná en el interruptor y gire la perilla. Todos dieron un respingo cuando la maquina comenzó a hacer ruido. Mi padre corto el flujo de magia por el susto.
- Tranquilo padre, confía en mí. Debes seguir un poco más.
No se lo veía muy convencido, pero lo hizo después de insistir en que me quede atraz por su había un accidente. Luego de unos tres minutos le pedí que termine. Durante ese tiempo todos estaban tensos y expectantes. Me acerque y quite la tapa para mirar en el interior. Una risa vino desde lo profundo de mi pequeño cuerpo.
- ¡Funciona! ¡Realmente funciona!
Aun riendo tome con mis manos el contenido y dejando escurrirlo entre mis dedos le mostré a mi padre el fino polvo que había en el interior
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Comments
Ana Fernandez
funcionó! ahora que funcione lo demas
2023-02-25
6
Nay V
me encanta esta novela...y como el duque no vio q León era igual q su amigo?
2022-07-08
0
lilith kv
sin darse cuenta esta armando su harem
2022-02-08
6