Las dos semanas de espera se me hicieron eternas. Los días se volvían cada vez más feos y fríos, y las lloviznas se hacían cada vez más frecuentes.
Durante estas dos semanas hemos estado jugando y charlando con Drake y Cain. Nos vemos casi a diario, este tipo de amistad era realmente nueva para mí, en ninguna de mis vidas había tenido de esos amigos que siempre están contigo, día y noche. Si ambos fueran niñas, estoy segura de que ya se habrían quedado a dormir en mi casa más de una vez.
Los sirvientes ya estaban tan acostumbrados a verlos, que las formalidades de siempre las dejaban a un lado. Los niños simplemente corrían a mi habitación cada vez que venían. Pasábamos mucho tiempo en la biblioteca también o comíamos postres en el jardín.
Mi padre ya había comenzado los preparativos para volver a nuestras tierras ya que las negociaciones no iban tan bien como deberían, y no podía seguir retrasando la vuelta ya que el trabajo se había estado acumulando. A pesar de esto acepto mis insistentes suplicas de que aguardara un poco más, pues quería mostrarle en lo que había estado trabajando tan duro. Mi padre sabía que mi proyecto, el cual había implicado la ayuda de mis amigos, era algo en lo que llevábamos trabajando incansablemente, y debido a que era la primera vez que me veía actuar de esta manera, lo mantenía totalmente interesado por el resultado. Estos motivos lo habían hecho retrasar la partida lo más que podía.
Mi madre se había acercado mucho a mí estos días también. Salíamos de compras y a comer postres en una casa de té que estaba de moda entre las señoritas de la aristocracia. Mi madre es una mujer realmente hermosa debido a sus rasgos exóticos, tan únicos en este territorio, lo que provocaba una profunda envidia en las señoras, quienes antes de que mi madre se casara con mi padre, habían codiciado el puesto de Marquesa. A pesar de sus incontables faltas de respeto, mi madre siempre salía adelante con una gran dignidad.
La tarde antes de mi encuentro con León salíamos de paseo a la casa de té, cuando nos encontramos con Lady Amanda Bucklett y su hija mayor Marie Bucklett .
- ¡Vaya! Creí que esta tienda era para nobles, pero tal parece que hemos recibido una información incorrecta.
- Así es madre, tal parece que cualquier gentuza puede entrar aquí.
Ambas mujeres se reían tapándose con el abanico. Ambas, madre e hija, tenían un gran parecido. Lucían lujosos trajes de colores pasteles los cuales combinaban muy bien con sus ojos rubios y sus cabellos de color rubio platinado. A pesar de esto la señorita Marie había heredado los rasgos afilados de su padre. Marie era la típica niña rica que le gustaba tener todo lo que quería y no aceptaba un no por respuesta.
Cuando me había convertido en la princesa heredera hizo un gran berrinche, pues había estado detrás del príncipe por años. No era extraño verla colgada del brazo del príncipe en las fiestas, o hablando de el con su sequito que siempre le aseguraban que sería la futura emperatriz.
En las fiestas siempre se dedicaba a hacerme pasar vergüenzas y no perdía la oportunidad de tirarme bebidas delante de la vista de todos. Realmente me disgustaba verla un montón debido a todo el acoso que recibí de ella en el pasado, pero también sabía el futuro que le esperaba y no se lo deseaba a nadie la verdad.
Al escuchar las palabras de burla, mi madre hizo una pequeña sonrisa y le contesto en un tono alegre.
- ¡Señora Amanda! Tanto tiempo sin verla. ¿No le parece un horror? Estoy de acuerdo con la señora.
- A que se refiere Señora Marisa. – la cara de Amanda se había arrugado como si estuviera chupando un limón
- Yo también creía que este era un lugar exigente, después de todo, solo he visto a nobles con el rango de Marqueses y Duques. Pero al parecer la gente de rango Barón también puede permitirse venir a estos lugares. ¡Que impresionante!
- ¡Cómo se atreve a despreciarnos! Mi marido es un hombre tan influyente como cualquier Duque ¡No creo que este feliz cuando le cuente sobre esta falta!
- Debería cuidar sus palabras Condesa. Mire que atreverse llamar a un Duque o una Marques como cualquiera. ¡La señora tiene mucho valor!
La mujer dio unos pasos hacia atrás, pues se había dado cuenta que todo el mundo ahora estaba escuchándola, y había miradas algo molestas entre los comensales de la casa de té.
- Y hablando del conde… ¿Cómo ha estado su marido? ¿Cuántos años cumplio el mes pasado? ¿60? ¿70? ¡Debe enviarle mis felicitaciones! - Algunas risillas se escuchaban aquí y allá
- Se.. Se lo diré
Eso era todo. La mujer ya estaba huyendo del lugar con lágrimas en los ojos. Su hija roja como un tomate le seguía los pasos. Viéndola desde la altura que tenía yo ahora, como una niña, me hacía ver su figura más grande y noble de lo que recordaba.
- Callia – Dijo lentamente mientras nos dirigíamos al coche- Recuerda ser siempre amable con todo el mundo, sin importar su estatus u origen. Las personas somos todas iguales y nos merecemos el mismo respeto. Pero nunca dejes que nadie te menosprecie por quien eres o de dónde vienes, en ese momento defiéndete con todo lo que tengas, para que a la próxima se lo piensen dos veces antes de tratarte mal.
Nunca había recibido un consejo tan duro por parte de mi madre. Si hubiera escuchado esto antes, quizás me hubiera asustado un poco. Pero luego de todo lo que he vivido, realmente sintió profundamente las palabras de su madre, solo la hacía admirarla aún más de lo que ya lo hacía.
Esa noche tuvo un sueño horrible. De los que no tenía hacía mucho. Volví a revivir los traumas de mi pasado, el acoso de mi familia, las torturas y la muerte inevitable. Las risas resonaban en mi cabeza cuando un trueno me despertó a mitad de la noche. El sudor caía por mi rostro y los escalofríos recorrían mi piel.
Decidí ir a por agua en la cocina. No quería despertar a Lana, además no quería hablar con nadie sobre la pesadilla que aún era tan vivida para mí. Cuando estaba a punto de bajar por las escaleras escuche unas voces provenientes del final del pasillo del estudio, donde también ya se podía ver una luz así que me acerque ya que no aguantaba la curiosidad pues era raro que mi padre se desvelara tanto.
- ¡Lo sé Marisa! Yo tampoco lo quiero pero…
- ¡Si lo sabes debes encontrar la forma de detenerlo Paul!¡No pienso entregárselas!- la voz de mi madre se notaba angustiada y enojada.
- Yo tampoco deseo esto, pero han estado insistiendo de manera inusual. Despues de todo nuestra Callia es la mujer noble de más alto rango en esa edad…
- ¡Pues que busquen en otro país! Seguro que tienen alguna duquesa de esta edad en algún lado…
- Lo se cariño. Pero ya sabes lo estrictos que son. Solo pueden aceptar alguien de este imperio…
Un llanto se escuchó desde dentro de la habitación, y luego unos pasos resonaron antes de que continuaran la conversación, pero una voz me hizo estremecer de pronto.
- La señorita debería estar en cama ya. Permítame que la acompañe
Dean se acercó desde las sombras y con una mirada triste me tomo de la mano y comenzó a caminar por la dirección en la cual yo había venido.
Mi corazón latía rápidamente.
No me digan… ¡No por favor que no sea eso!
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Comments
Caridad Gallardo
el dichoso príncipe, esta niña tiene que hacerse fuerte ,no la veo aprendiendo a defenderse y eso que viviò en la era moderna
2024-09-15
1
esterlaveglia
la pedirán para el príncipe 😳😵💫🥴🤦♀️
2024-09-03
1
Ana Fernandez
a ver contexto que paso?
2023-02-25
1