Buenas tardes joven- dije adelantándome como si León fuera a desaparecer- hemos venido a hacerle un encargo.
Avance sin miedo al interior, obligando al musculoso adolecente a entrar en el recinto del local.
El lugar estaba polvoriento y olvidado. Una pequeña mesa en una esquina hacía de mostrador de recepción, y un pequeño cuaderno amarillento descansaba sobre ella, seguramente para tomar nota de los escasos pedidos.
A lo largo del local, había varias cajas en las que se encontraban separadas por tipo las armas que ofrecían. Dagas, espadas cortas y largas, mazas y arcos, todo estaba tirado dentro de ellas de manera desorganizada. En las paredes del local, colgaban telarañas grandes y sobre el piso había una fina alfombra de polvo.
- Mi maestro no se encuentra ahora, pero pueden decirme su orden y yo se la comunicare a él- el joven camino hasta la mesa y tomo una pluma dispuesto a anotar
- No hemos venido por tu maestro, sino por ti. Nos hemos enterado que tienes un gran talento para manejar el hierro.
- Mira niña, no se quienes sean, pero no puedo tomar las decisiones aquí. Solo dime que quieres y márchate con tu mami. Este no es lugar para una niña boba como tú. – el rostro del joven se veía enojado, y tamborileaba los dedos con impaciencia sobre el mostrador
- Como se atreve un sucio plebeyo a hablarle a nuestra señorita así- bramo mi escolta, desenvainando la espada
- ¡Ey mocoso! - gritó Drake- Háblale así una vez más y ya verás cómo te va…
- ¡Uhhh, que miedo! ¿Y que me vas a hacer? Cosquillas con tus manitas.
El enorme León se le paro haciéndole frente a Drake con una sonrisa en la cara. Drake tan solo le llegaba a la barbilla con la vista y su cuerpo era la mitad de trabajado que el de León, haciendo que pareciera un pequeño pollito enfrentándose a un gato callejero. Aún así Drake no se dejo intimidar, y su mirada furiosa no cambió ni un poco, empujándolo un poco con su cuerpo.
- ¡Basta los dos! Esto es importante Drake, ¡compórtate! Y tu podrías ser más amable grandote- di un profundo suspiro, y me acerque a León tendiéndole el plano- Si haces esto para mí, te pagare una recompensa justa. 5 monedas de oro por cada prototipo y si el proyecto tiene éxito, te llevaré a mi casa conmigo, te daré una cabaña en mis tierras y una forja apropiada solo para ti. ¿Qué me dices?
- ¡jaaa..! ¿quieres que crea en esas palabras señorita? ¿Cómo sé que no me desecharas una vez que terminemos esto? Los nobles siempre son iguales.
- Yyo.. Yo tengo algo que de… decir. – por primera vez en un tiempo escuché la voz de Cain, me dio la sensación de ver que intentaba con todas sus fuerzas sonreírle a Leon, pero no podía ser… mi dulce Cain no es esa clase de chico.
- ¿Y este enano que quiere? - dijo mirándolo molesto León
Cain sacó de su capa un pergamino enrollado, y se lo mostro al herrero.
- Este… es un, un coo contrato mágico. La, la compañía Alamand pertenece a mii.. familia.
León examino cautelosamente el pergamino.
Me sentí un poco ansiosa pensando en cómo un adorable niño como Cain, había conseguido este pergamino, pero me tranquilicé pensando en que, de seguro, eran muy normales en la casa del Conde.
Un pergamino mágico se sellaba con la sangre de los implicados y en caso de que una de las dos partes no cumpliera con su palabra, recibiría una maldición y poco a poco perdería los 5 sentidos. Era un objeto muy valioso y aterrador, en el que las partes se aseguraban no ser traicionadas o estafadas. La mayoría de los tratos importantes implicaban pergaminos mágicos y significaba que estabas muy seguro de poder cumplir tu palabra.
Otra de las características importantes de estos artilugios, es que la tinta normal no mancharía el papel y se esfumará como si nunca hubiera llegado al papel. León trazo una línea de lado a lado y esta desapareció al instante.
Pude ver un brillo en los ojos de León. Cualquier persona en el reino sabía que lograr un contrato con esta familia de mercaderes, le garantizaba un éxito rotundo en sus negocios.
- Muy bien, lo haré. Pero no sé cuánto tiempo me llevará, cuanto costará o incluso si al final funcione.
- Esta bi… bien… Pondremos una.. clausla que ttte libere en caso… de, de que falles.
- Por el costo no te preocupes Callia. ¡Ey tú! Por quien me tomas- Drake con la cara molesta le arrojó un saco marrón a la cara- Ya investigué de antemano cuanto material llevará. Debes ir a recogerlo a la dirección que está escrita en ese papel. Ellos te brindaran el material necesario, y tienes unas monedas en caso de que necesites algo más. Si no lo usas te lo puedes quedar, pero si engañas a Callia, te aplastare como a esta cucaracha- Terminó de hablar Drake pisando al bicho que pasaba por delante de él sin siquiera mirarlo.
Al parecer mis amigos habían venido preparados. Me sentí muy feliz de contar con ellos, nunca hubiera imaginado que estos futuros monstruos del mundo social (en el buen sentido), se convertirían en gente importante para mí. Saber que contaba con ellos, me hizo sentir que podría lograr mis objetivos y me daba paz interior.
- En cuanto al tiempo. Me gustaría que pudieras terminar al menos en unas dos semanas. – El tiempo antes de volver al Marquesado se me está agotando. Si al menos tuviera uno de los aparatos, podría enganchar a mi padre a quedarse por lo menos hasta que los otros estén fabricados.
- Niña - dijo León con una media sonrisa- Si en ese tiempo tengo los tres, ¡me pagaras 10 monedas de oro por cada uno!
Al mirarlo me reí con ganas. Era tan parecido a su padre, en cada gesto y en cada actitud que me hizo mirarlo con ternura. Espera un poco más León, pronto te reuniré con él.
Los tres jóvenes se sonrojaron un poco ante la expresión de la niña, mientras su pelo color plata bailaba a su alrededor. Parecía una pequeña hada.
- ¡Acepto! - dijo Callia mientras estrechaba la mano del musculoso herrero.
- Espera Callia- La detuvo Drake- No debes confiar así en ese estafador.
- Está bien Drake. Tenemos el contrato mágico, y sinceramente si logra hacer esto en dos semanas, 10 monedas de oro por cada uno es lo mínimo que se merecería por sus logros. Joven, ¿puedo preguntar por su nombre?
- Me llamo León niña, me caes bien.
- Tú también me agradas León- Dijo Callia acomodándose un pelo que se había escapado detrás de su oreja- Me llamo Callia Arisa Essel Rimola, es un placer.
Volvieron a la avenida principal un tiempo después. Ambas partes habían firmado el contrato luego de revisar las clausulas acordadas luego de hacerse un pequeño corte en el dedo, Callia estampo su huella digital en el pergamino. Ambos niños preocupados intentaron tomar su mano para ver su herida, pero Callia le quito importancia mientras chupaba la yema del dedo sangrante. Sinceramente esto no era nada para ella. León hizo lo mismo y al terminar, el pergamino empezó a arder en llamas y desapareció. El contrato estaba echo y no podía romperse.
Dejaron a un León motivado por el encargo en la tienda destartalada y le dijeron que lo verían en la plaza de la torre la próxima vez, dentro de dos semanas a la misma hora.
Ahora solo quedaba esperar. La fecha límite para volver al marquesado se acercaba sin piedad. Sabía que si lo hacían no habría vuelta atrás, pues ningún vasallo podía siquiera soñar con rechazar una invitación real. Si su plan fallaba y volvían, debía asegurarse de eliminar al cochero, pero sería difícil si lo hacía de inmediato pues su familia podría fácilmente infiltrar a un nuevo cochero. O buscar otra manera de deshacerse de sus padres, aunque conocía que empleados eran leales a sus tíos en el futuro, no podría confiar en nadie. Si volvían debía deshacerse del cochero el mismo día de la fiesta, para que ellos no tengan tiempo a reaccionar.
Callia estaba nerviosa. Aunque cualquiera de sus planes tuviera éxito, esto significaría cambiar el futuro. Y si lo cambia, volverá a estar indefensa ante el futuro, pues no sabrá que es lo que pasará a continuación. Esto la llenaba de angustia, pero se dijo a sí misma que debía resolver una cosa a la vez. Ya se ocupará de los traidores luego.
Un viento helado corría por la calle donde los jóvenes volvían caminando. Las nubes negras se veían a lo lejos.
La temporada de lluvias, se acercaba lentamente. Y con ella, venían las desgracias.
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Comments
Ana Fernandez
es casi como si la lluvia pronosticara los cambios y no para bien, pero la prota me parece fuerte pero ingenua en fin me encanta
2023-02-25
8
Linda U.
Aww!! tan tierno el pequeño duquecito enamorado 🤭
2022-12-16
0
Yajaira F.C
es decir que la propia familia los mando a matar. 😱🤬
2021-12-20
4