El aprendiz de herrero

Callia corrió por la plaza del reloj como si la estuvieran persiguiendo. Se le había hecho muy tarde para su encuentro con Cain. Había pasado la noche despierta por los nervios y cuando se quiso acordar, se había quedado dormida.

Al darse cuenta de su error y que su dulce y tierno Cain estaba esperándola solo en aquella fría plaza, se le encogió el corazón. Así que mientras le gritaba a Lana que le pidiera al cochero que estuviera listo, ella busco desesperadamente un atuendo que no llamara tanto la atención. Por desgracia la ropa que Vanessa le conseguía antes había sido quemada. Un día vi a mi madre sentada en frente a la chimenea de su cuarto quemándolos uno por uno mientras bebía vino y reía… Creo que no estaba muy bien después del incidente de la sirvienta y eso le ayudaba con su estrés, pero eso ahora no importaba, de alguna manera consiguió un lindo y sencillo traje gris y salió corriendo por los pasillos y el vestíbulo.

Tenía media hora para llegar, imposible. Las sirvientas que la veían corriendo, algo muy impropio para los modales a los que estaban acostumbrados a verme, se sorprendían y mientras se apartaban de mi camino se veían caras de consternación y otras algo risueñas. El verme ser tan diferente a una muñeca viva como antes, lleno de alegría la casa.

Al llegar al coche, Lana que estaba allí me miro consternada:

- Señorita Callia, ¿qué hace aquí? Aún no ha desayunado. Cuando termine, podemos partir de inmediato.

- No hay tiempo Lana. ¡Debo llegar a las 8 a la plaza del reloj! Solo quedan 20 minutos

- Bien, pero al llegar iremos a tomar un desayuno todos. No puedo permitir que la señorita empiece su día así.

La calidez que le había brindado la sirvienta en estos pocos días, nada tenía que ver con los años de maltratos que sufrí con Vanessa. Lana provenía de una familia de plebeyos, por lo que era muy difícil para ella conseguir un trabajo de mucama, y mucho menos de mucama personal de la hija y heredera de la casa. Para ella había sido un honor y privilegio que nunca espero. Al ver los sinceros sentimientos de la joven, su madre la eligió para estar junto a mí.

La Marquesa había decidido que luego de una vida con una sirvienta que la había torturado en muchas maneras, era tiempo de tener del lado de Callia alguien que la respetara y cuidara con el corazón.

Lana que tenía alrededor de 22 años, era también muy simpática y todos en la mansión la conocían y respetaban a pesar de su origen plebeyo. Esta no solo era una oportunidad para ella, que creía que iba a pasar su vida en la lavandería, sino para toda su familia. Pues el salario de una doncella principal era elevado, y le permitía mejorar su calidad de vida, por lo que Lana se sintió más motivada a cuidar de la niña como si fuera su propia hermana.

Al llegar a la fuente que había en el centro de la plaza, pudo ubicar a Cain enseguida.

- Ho.. Hola- Dijo el niño tímidamente con una pequeña sonrisa en su rostro, mientras la miraba con la cabeza gacha.

- ¡Lo siento tanto Cain! Me quede dormida, ¿has esperado por mí mucho tiempo?

- ¡No es problema! Yo.. yo llegue, aquí hace mu.. muy poco.

- Como recompensa vayamos a desayunar en la nueva cafetería que abrió hace muy poco en la calle Usco, es a unas cuadras de aquí.

- No podría aceptar… Alguien como yo… No es necesario, pero gracias.

Callia se puso tensa al escuchar estas palabras. Sabía muy bien como trataba la gente a Cain por ser un niño tímido, pero por lo que más se metían con él, era por el origen de su madre quien fue una sirvienta de la casa del Conde. No podía ni imaginarse lo que debía haber pasado aquel niño. Y, aunque sabía que al crecer, Cain superaría sus traumas y se convertiría en un esplendido sucesor, no soportaba verlo despreciarse a sí mismo de esa manera.

- ¡Nunca más digas eso!

- ¡Lo.. lo siento, no quería que mis palabras o.. ofendieran a Callia!

Me sentí tan frustrada, pero me juré a mi misma que lo ayudaría a convertirse en el Sucesor y sobre todo a que supere antes su trauma. Quien sabe que hubiera pasado con Cain, si al menos tuviera un amigo.

- ¡No tienes nada que disculparte! ¡Cain es importante! Siempre estaré aquí para ti, puedes confiar en mí. Yo seré tu amiga siempre – Sentencié- Tu te mereces todo lo que desees tener ¡Nunca dejes que nadie te diga lo que eres o puedes ser! Yo sé que Cain será alguien importante en el futuro.

El niño levanto la cabeza y pude ver que tanto su rostro como su cuello estaba colorado. Sus ojos estaban brillantes, quizás nunca tuvo a nadie que le diera una palabra de aliento.

- Yo.. Yo también seré el amigo de Callia siempre.

Luego de decir esto en voz baja, mientras miraba hacia un lado, pude ver una figura que se acercaba por la calle.

- ¡Hola! Como estas pequeña.

Drake estaba parado detrás de mí con una brillante sonrisa. Tomando mi mano la beso, mientras miraba con una sonrisa de esas que se ladean hacia un lado. El muy bribón se creía realmente que estaba interesada en él. Me he dado cuenta que me ha estado persiguiendo por todos lados, y siempre quiere ser el mejor ante mí. Eso solo me porvocaba ternura. Ver un niño como él pavoneándose delante de mí era gracioso. Pero también había demostrado varias veces, lo inteligente que era.

Cuando estaban hablando sobre los prototipos, era como escuchar un adulto de la facultad de biología. Yo era buena en mis estudios por el simple echo de que tenía más años de los que aparentaba y además muchas de las cosas que me enseñaban mis profesores ya las había estudiado antes. Pero este niño era realmente sorprendente. Además se podía notar la pasión con la que hablaba de la Alquimia, y de lo mucho que admiraba a los grandes hombres que habían pasado por su familia, incluido por supuesto, su padre.

Los tres niños, a la hora de investigar congeniaban muy bien. Y Callia no tenía duda de que los artefactos mágicos serían un éxito en muchas maneras.

Luego de desayunar un gran vaso de jugo de naranja y unas medialunas rellenas, siguieron a Cain por las calles de la ciudad. El niño la había tomado de la mano distraídamente, y esto hizo enfurecer a Drake quien no tardó en tomarme de la otra mano.

De lejos debe ser una escena muy tierna. Tres niños tomados de la mano caminando por la calle, solo pensar en esto me saco una pequeña sonrisa. Luego de pasar por unos callejones, uno de los escoltas se preocupo.

- Señorita, no deberían seguir a partir de este punto. Estamos por entrar al territorio de los barrios bajos. Unos niños nobles son un premio muy tentador. Por favor regresemos.

- ¡N... No! No es peligroso… El lugar al que, que vamos está a solo dos cuadras. ¡Por favor Callia! Co... Confía en mí. Es u… un aprendiz de herrero, y estoy seguro de que será conocido en e... el futuro... Te lo puedo garantizar. Si hacemos e... el proyecto con él, será una gran oportunidad. Además… El costo se reduciría bastante, por hacer le.. el encargo a él.

- Entiendo… Confío en Cain. Por favor, estén alertas y apuremos el paso, así no tiene por qué preocuparse- Le dije al caballero, quien miraba desconfiado.

Si Cain, El futuro genio mercante, me decía que esta era una gran oportunidad, mi corazón me gritaba que debía ir a conocer a este herrero. Si mis suposiciones eran correctas, este aprendiz se hará famoso en el futuro, tal como ha predicho Cain.

Un aprendiz de herrero, en el barrio más marginado de la capital, con un gran talento. Sí… Solo puede ser él.

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