El Legado Del Duque

El choque de las lanzas contra tu espada resuena en el aire mientras luchas por mantener a raya a los guerreros nativos. Valerius y Aelia se defienden con valentía, pero están superados en número y en habilidad. La situación se torna desesperada. Justo cuando un guerrero está a punto de asestar un golpe mortal a Valerius, una flecha certera lo derriba. Otra flecha, y luego otra, impactan en los guerreros, sembrando el caos en sus filas. Los nativos se dispersan, buscando el origen del ataque. Y entonces la ves. Cabalgando a través del bosque, seguida por un grupo de soldados bien armados, aparece Melanie. Su armadura brilla bajo la luz tenue del sol, y su rostro refleja una determinación implacable. la guerrera ha regresado. Sus soldados cargan contra los guerreros nativos, desatando una lluvia de acero y fuego. La batalla se inclina a nuestro favor. Los nativos, sorprendidos por la repentina llegada de refuerzos, comienzan a retroceder. Aprovechas la confusión para atacar con furia, abriéndote paso entre las filas enemigas. El jefe de los guerreros, furioso, intenta enfrentarte, pero Melanie se interpone en su camino.

La guerrera y el jefe de los guerreros se enzarzan en un duelo feroz. Sus espadas chocan con fuerza, creando chispas en el aire. Finalmente, Melanie logra derribar al jefe de los guerreros y lo somete con su espada. Los guerreros nativos, al ver a su líder derrotado, se rinden. La batalla ha terminado. Te acercas a Melanie, sintiendo una mezcla de gratitud y sorpresa. ´Se me hace costumbre salvarte´, dice Melanie, con una sonrisa que ilumina su rostro. Asientes con la cabeza, aliviado de estar vivo. Después de asegurar la zona y atender a los heridos, Melanie te lleva a un lugar apartado. ´No me quedé conforme con lo que dijo el rey´, confiesa Melanie, su voz cargada de emoción. ´Anda manejando mal las cosas. Se ha convertido en otra persona. La ambición y el poder lo han corrompido´. Te cuenta que, tras tu destierro, regresó a su reino, pero no pudo dejar de pensar en ti. No creía en las acusaciones del rey, y sospechaba que algo oscuro se ocultaba tras tu caída en desgracia.

Decidió regresar y seguir tus pasos, con la esperanza de descubrir la verdad. Y entonces, Melanie se detiene, respira hondo y te mira a los ojos. ´Alecxis´, dice, su voz suave y sincera. ´Desde que te conocí, supe que eras diferente. Tu coraje, tu nobleza, tu determinación... me han cautivado. quiero seguir a tu lado . El corazón te da un vuelco. Nunca esperaste escuchar esas palabras de Melanie. Una mujer fuerte, independiente y poderosa, que te ha salvado la vida en más de una ocasión. Una mujer a la que admiras y respetas profundamente. La tomas de las manos y la miras a los ojos. ´Melanie´, respondes, tu voz temblorosa. me gustaría que sigas conmigo

pero

Soy un exiliado, un paria. No tengo nada que ofrecerte´. Melanie te sonríe con dulzura. ´No me importa tu pasado, Alecxis. No me importa tu título ni tus riquezas. Solo me importa tu corazón. Y sé que tu corazón es bueno´. Se acerca a ti y te besa con pasión.

Un beso que borra todas las dudas y los miedos. Un beso que sella un nuevo destino. Aelia y Valerius tosen incomodos.

El calor del beso de Melanie se intensifica, borrando el cansancio de la batalla y las dudas que te asaltan. La lujuria florece entre los dos, un deseo reprimido que ahora emerge con fuerza. Los cuerpos se buscan, las manos exploran con avidez. Aelia y Valerius se alejan discretamente, comprendiendo la necesidad de intimidad.

Melanie te toma de la mano y te guía hacia la cabaña abandonada. La luz de la luna ilumina el interior, creando sombras danzantes que avivan la atmósfera. Sin mediar palabra, comienzas a despojarte de sus ropas, los dedos temblorosos por la anticipación. La armadura de Melanie cae al suelo con un estruendo metálico, revelando la piel suave y tersa que se oculta debajo.

Tus manos recorren su cuerpo con admiración, deteniéndose en sus curvas sensuales. Melanie gime de placer, sus manos entrelazadas en tu cabello. El deseo se vuelve incontrolable, una necesidad imperiosa de fundirse en uno solo.

Te acuestas sobre la manta que habés extendido en el suelo, Melanie sobre ti. Sus besos se vuelven más intensos, más profundos. La lengua de Melanie danza con la tuya, creando un torbellino de sensaciones. Tus manos recorren su espalda, deteniéndose en sus caderas. Melanie se mueve sobre ti, provocando una fricción que te enciende aún más.

Con un gemido ahogado, Melanie te guía hacia su interior. La unión es perfecta, un encaje perfecto de dos cuerpos que se desean con locura. Comienzas a moverte lentamente, disfrutando de cada sensación, cada roce, cada gemido. Melanie te sigue el ritmo, sus caderas moviéndose al compás de las tuyas.

La respiración se vuelve agitada, los corazones laten con fuerza. Los gemidos se convierten en gritos de placer. La pasión los consume por completo, llevándoos a un éxtasis inigualable. El orgasmo llega como una explosión de luz y color, un torrente de sensaciones que los deja temblando y exhaustos se abrazan con fuerza, sintiendo el calor de sus cuerpos entrelazados. El silencio se instala en la cabaña, roto solo por las respiraciones agitadas. Melanie te mira a los ojos, con una sonrisa radiante.

"Nunca había sentido algo así", susurra Melanie, su voz cargada de emoción.

"Yo tampoco", respondes, acariciando su rostro con ternura.

se quedan abrazados durante un largo rato, disfrutando de la compañía del otro. La noche los envuelve en su manto oscuro, prometiendo un futuro lleno de pasión y aventura. Aelia y Valerius carraspean cerca de la puerta, haciendo notar su presencia, pero la ignoras, perdido en los ojos de Melanie. La noche es joven.