crees que un demonio pueda reencarnar en un humano yo no lo creía hasta que lo viví pero por suerte estaba mi ángel para cuidarme de esa pesadilla ahora que eh vivido se que no es una suposición los demonios existen y son tan malos como quieres que sean yo sobreviví
y tu podrás sobrevivir?
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capitulo 18
ALIZON...
El aire estaba tenso y cargado de emociones. Después de la confesión que había hecho a Arcángel, sentía el peso de la decisión que debía tomar. Pero no era solo mi corazón el que estaba en juego; también lo estaban los de Arcángel y Malaquías.
Desde aquel día, la atmósfera entre los tres había cambiado. Arcángel había asumido un papel protector, siempre a mi lado, pero a veces podía ver la sombra de la inseguridad en su mirada. Malaquías, por otro lado, se había vuelto más insistente, mostrándome su lado más intrigante y misterioso.
—Alizon —dijo Malaquías un día, acercándose con su habitual aura de misterio—. ¿Por qué no pasamos un tiempo juntos? Solo tú y yo.
Su propuesta me dejó en un dilema. La idea de estar con él era emocionante, pero también sabía que eso podría herir a Arcángel.
Ambos eran tan diferentes. Arcángel era luz y seguridad, mientras que Malaquías era oscuridad y aventura. Cada vez que estaba con uno, sentía que traicionaba al otro.
—¿Qué es lo que realmente quiero? —me pregunté en voz baja, sintiendo que mi corazón se dividía.
Los días pasaron, y la competencia se intensificó. Arcángel se esforzaba por demostrar su valía. Me traía flores de lugares inimaginables y me contaba historias de sus batallas. Quería que supiera que siempre estaría allí para protegerme.
Malaquías, en cambio, me llevaba a lugares ocultos, donde la belleza se mezclaba con el peligro. Me hablaba de sus sueños y anhelos, y mientras lo hacía, podía sentir la conexión entre nosotros.
El conflicto interno me desgastaba. La presión de elegir entre dos corazones que me querían me hacía sentir como si estuviera atrapada en una tormenta.
—¿Por qué no pueden entender que necesito tiempo? —me decía a mí misma, sintiendo la frustración crecer.
Una noche, decidí que debía hablar con ambos. No podía seguir así, sintiéndome como un trofeo en una competencia.
—Chicos —comencé, sintiendo que el aire se volvía denso—. No quiero ser el motivo de su lucha.
Arcángel me miró con preocupación, mientras que Malaquías mantenía su expresión enigmática.
—Alizon, ¿qué quieres? —preguntó Arcángel, su voz suave pero firme.
Respiré hondo, sintiendo que este era el momento de ser honesta.
—Quiero ser libre. Estoy enamorada de ambos, pero no puedo ser el motivo de su conflicto. Necesito tiempo para descubrir lo que realmente deseo.
La tensión en la habitación se volvió palpable. Ambos se miraron, y por un momento, el silencio fue abrumador.
—No quiero que te sientas presionada —dijo Arcángel, su voz llena de comprensión—. Pero tampoco puedo negar que te quiero.
—Y yo —agregó Malaquías, su tono más suave de lo habitual—. Pero entiendo que necesitas encontrar tu camino.
Sentí un alivio al ver que ambos estaban dispuestos a escucharme. No quería que su lucha por mi amor destruyera la conexión que teníamos.
—Quiero que esta decisión sea mía, sin presiones ni expectativas —dije, sintiendo que finalmente podía respirar con libertad.
Mientras los miraba, supe que este camino no sería fácil. Pero también entendí que era un viaje que debía tomar.
A medida que me alejaba de la conversación, sentí una mezcla de esperanza y confusión. Había tomado la primera decisión: ser honesta. Ahora, debía embarcarme en la búsqueda de mis propios sentimientos.
La competencia entre Arcángel y Malaquías no solo era sobre amor, sino sobre la búsqueda de mi propia identidad. Y aunque el futuro era incierto, sabía que estaba lista para enfrentar lo que viniera.
La noche había caído, y el cielo estaba cubierto de nubes oscuras que presagiaban tormenta. La atmósfera se sentía pesada, como si el mismo universo estuviera conteniendo la respiración. La rivalidad entre Arcángel y Malaquías había escalado a niveles insostenibles, y la tensión podía cortarse con un cuchillo.
En el campamento de los ángeles, Arcángel se encontraba en el centro de una reunión urgente. Su mirada estaba fija en el horizonte, donde las sombras de los demonios comenzaban a moverse como serpientes en la oscuridad. La luz de su aura brillaba intensamente, pero había un atisbo de preocupación en su expresión.
—No podemos permitir que esto se convierta en una guerra —dijo, su voz resonando con autoridad—. Alizon no es un trofeo para ser reclamado.
Al otro lado, en el reino de los demonios, Malaquías se preparaba para la batalla. La ira ardía en su interior, alimentada por su deseo de demostrar que su amor por Alizon era más profundo que el de Arcángel.
—No permitiré que un ángel se interponga entre nosotros —murmuró, mientras sus seguidores se alineaban a su alrededor, ansiosos por la confrontación.
Los demonios, con sus ojos brillantes y sonrisas siniestras, se preparaban para lo que estaba por venir. Para Malaquías, esta no era solo una batalla por el amor de Alizon, sino una oportunidad para demostrar su valía.
La noche avanzaba, y los dos bandos se encontraban cada vez más cerca. La rivalidad había llegado a un punto crítico, y ambos líderes sabían que una confrontación era inevitable.
—Si no luchamos ahora, Alizon estará en peligro —dijo Arcángel, su voz resonando con la determinación de un guerrero.
—No solo lucharemos por ella, sino por el orgullo de nuestros reinos —respondió Malaquías, su sonrisa burlona iluminando la oscuridad.
Las palabras de ambos resonaron en sus respectivos grupos, y la tensión se transformó en una chispa que encendería la llama de la guerra.
Cuando la primera flecha cruzó el cielo, el caos se desató. Las alas de los ángeles y los gritos de los demonios llenaron el aire. La batalla era feroz, y cada uno luchaba con la fuerza de su amor por Alizon.
En el campo de batalla, Arcángel volaba alto, su espada brillando con la luz del sol. Cada golpe que daba estaba impregnado de la determinación de proteger a Alizon. Pero mientras luchaba, su mente estaba llena de pensamientos sobre ella.
—Debo asegurarme de que esté a salvo —se dijo a sí mismo, mientras esquivaba un ataque de un demonio. Por otro lado, Malaquías se movía con agilidad, su risa resonando en la confusión. Disfrutaba del caos, y cada demonio que caía ante él era un paso más hacia la victoria.
—Esto es solo el comienzo —se dijo, mientras su mirada se centraba en Arcángel—. Él no tiene idea de lo que está por venir.
Mientras la batalla continuaba, Alizon se encontraba en un lugar seguro, observando el conflicto desde lejos. Su corazón se partía al ver a los dos hombres que amaba luchar entre sí.
—No quiero que esto termine en sangre —murmuró, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos.
La lucha era más que solo una pelea; era una manifestación del amor y la pasión que ambos sentían por ella. Pero, ¿qué pasaría si uno de ellos caía? ¿Qué pasaría si ambos?