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Overdown: El Despertar Del Elegido

Overdown: El Despertar Del Elegido

Status: En proceso
Genre:Aventura / Magia
Popularitas:276
Nilai: 5
nombre de autor: Adryel

Hace años, seis cristales sellaron a Lord Oscuro, un ser tan poderoso que corrompía el mundo. Ahora, un nuevo enemigo quiere liberarlo… y solo un joven con un poder desconocido puede detenerlo.”
Lloyd jamás pensó ser el Elegido de la Esencia Esmeralda. Ahora, arrastrado por una profecía y perseguido por Xandros, deberá decidir entre huir… o salvar al mundo.

NovelToon tiene autorización de Adryel para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

"El Fuego Azul"

Interior - Cafetería escolar ]

Los chicos están sentados alrededor de una mesa larga, rodeados de charolas medio vacías y botellas de agua. El ambiente es animado, pero hay una tensión sutil entre ellos. Vanessa, con el ceño fruncido, rompe el silencio mientras pincha su comida con el tenedor.

Vanessa (suspirando, preocupada):

-Oigan... mis papás ya están empezando a sospechar. Ayer, cuando llegué tardísimo, mi mamá me estaba esperando en la sala. Me empezó a interrogar como si fuera una agente del FBI.

Christian (con media sonrisa):

-¿Y qué le dijiste?

Vanessa (haciendo una mueca):

-Que estábamos haciendo un trabajo en equipo... ya sabes, típico. Pero me miró con esa cara de "no te creo nada". No sé cuánto tiempo más podré seguirle el juego.

Nathan, que come sin mucho entusiasmo, alza la vista y asiente.

Nathan (con voz seria):

-Sí, los míos también están sospechando. Ayer me preguntaron que por qué traía tierra en los zapatos y moretones en los brazos. Les dije que era por educación física... casi se ríen en mi cara.

Diana, que está envuelta en una bufanda y con un poco de cara pálida, suelta una pequeña tos antes de hablar.

Diana (con voz ronca):

-Pues al menos ustedes tienen papás presentes. Los nuestros ni se enteran. Si desaparezco tres días, lo más probable es que ni lo noten...

Lloyd la mira con algo de tristeza, pero no comenta. En su lugar, se gira hacia Camila, que está revisando su cuaderno mientras come.

Lloyd (mirándola con interés):

-Camila... ¿tu papá ya descubrió dónde queda ese lugar del que hablaba el holograma? El que vieron Nathan, Christian y Vanessa...

Camila (asintiendo con seriedad, dejando el tenedor sobre la charola):

-Sí. Me dijo esta mañana que ya sabe exactamente dónde es.

(pausa)

-Quiere que esta misma tarde vayamos a buscar el artefacto antes de que esos encapuchados se nos adelanten otra vez.

Ryan, que hasta ahora había estado comiendo como si no hubiera mañana, se endereza y sonríe con emoción.

Ryan (entusiasmado):

-¡Excelente! Segunda misión, aquí vamos. Aunque sigo sin creer que hayan perdido contra esos tipos ayer...

Vanessa gira el rostro hacia él rápidamente, con una mirada cortante.

Vanessa (molesta):

-Cállate, Ryan. Tú no viste nada. No sabes lo que fue estar ahí abajo. No sabes lo que pasó.

Ryan (alzando las manos en señal de paz, con una sonrisa forzada):

-¡Bueno, bueno! Solo digo. Ni Diana, ni Fernanda ni yo estuvimos, así que no sabemos nada... por ahora.

Fernanda, que hasta ahora había estado escuchando en silencio, juega con la tapa de su botella, con expresión seria.

Fernanda (en voz baja):

-Pero queremos ayudar. Si vamos a hacer esto... tenemos que estar todos.

Los demás asienten lentamente. Por primera vez en el almuerzo, todos parecen pensar lo mismo: que esto apenas comienza.

Los chicos acaban de terminar de comer y se levantan entre bromas y comentarios. Ríen, se empujan con confianza, y se disponen a regresar a clases.

Christian (riendo):

-¿Entonces sí fue Nathan el que gritó como niña cuando cayó la piedra?

Nathan (molesto pero divertido):

-¡Ya dije que fue por estrategia! Estaba distrayendo al enemigo, ¡idiota!

Ryan (con tono burlón):

-Claro, claro... una estrategia vocal de alto nivel. Casi me convence.

Vanessa (mirándolo con una ceja levantada):

-Mejor cállate, tú no estabas ahí. El único grito que diste fue cuando te quitaron las papas de la bandeja.

En medio de la charla, Camila se detiene repentinamente al escuchar una voz masculina que la llama, una voz que no esperaba volver a oír.

¿Voz?:

-Camila... ¿en serio eres tú?

Ella se gira lentamente, desconcertada, y sus ojos se agrandan al reconocer al chico que se acerca. Es Zarek, un viejo amigo de la secundaria.

Camila (sorprendida):

-¿Za... Zarek? No puede ser... ¿eres tú?

Zarek sonríe ampliamente y camina hacia ella con confianza. Sin dudarlo, la envuelve en un abrazo amistoso que toma a Camila por sorpresa. Los demás se detienen y giran, curiosos.

Zarek (con tono cálido):

-¡Cami! ¿Cómo has estado? Ha pasado tanto tiempo.

Camila (aún en shock):

-B-bien... creí que estabas en otra ciudad.

Zarek (encogiéndose de hombros):

-Así era, pero mi tío decidió regresar a esta ciudad por trabajo. Y bueno... aquí estoy otra vez.

(mira al grupo detrás de ella)

-Veo que ahora tienes un nuevo grupo de amigos.

Camila se gira hacia los demás, un poco avergonzada por la atención repentina.

Camila (señalando a cada uno):

-Ah... sí. Ellos son Ryan, Nathan, Christian y Vanessa.

(sonríe levemente)

-Y creo que ya conoces a Lloyd, Diana y Fernanda... ¿no?

Zarek (con una sonrisa educada):

-Sí, claro. Hola, Fernanda.

Fernanda (sonríe con cortesía):

-Hola, Zarek. Qué sorpresa verte por aquí.

Zarek gira la vista hacia Lloyd, pero su expresión cambia ligeramente, y su tono se vuelve más tenso, menos amigable.

Zarek (frunciendo un poco el ceño):

-Hola, Lloyd.

Lloyd (algo incómodo):

-Oh... sí... hola, Zarek. Qué gusto... verte.

Se produce un silencio momentáneo, cargado, hasta que Zarek vuelve a mirar a Camila con una sonrisa más ligera.

Zarek:

-Y dime, Cami... ¿a dónde iban? ¿Tienen clase ahora?

Camila (desviando la mirada):

-Sí, ya íbamos rumbo al salón...

Zarek (haciendo una pausa, rascándose la nuca):

-Mira... ya que volví y todo, me encantaría invitarte a salir. No sé, podríamos ir al centro, a caminar un rato... ponernos al día.

Camila se queda paralizada, sin saber qué decir. Detrás de ella, Vanessa, Diana y Fernanda se miran entre sí y de inmediato hacen un gesto de burla y emoción, moviendo las cejas exageradamente.

Vanessa, Diana y Fernanda (al unísono, susurrando con entusiasmo):

-Uuuuuuyyyy... ¡di que sííííí!

Camila, sintiéndose acorralada por la presión social, se sonroja visiblemente y asiente con nerviosismo.

Camila (rápido, titubeando):

-Eh... sí... claro. Me parece bien.

Zarek (feliz):

-¡Perfecto! Entonces... te veo esta tarde en el parque, ¿sí?

Camila (traga saliva):

-S-sí... sí, claro.

Zarek le dedica una última sonrisa y se aleja con tranquilidad. Cuando se pierde entre los estudiantes, Camila se vuelve hacia el grupo, visiblemente nerviosa, con el rostro rojo.

Camila (en voz baja):

-¿Por qué siento que acabo de cometer un error?

Vanessa (sonriendo traviesa):

-Porque lo hiciste, pero hey... al menos te veremos con vestido.

[Patio de la preparatoria - Poco después de que Zarek se va]

El grupo permanece en silencio por unos segundos mientras Camila se queda mirando al horizonte, claramente nerviosa. Nathan rompe el silencio.

Nathan (cruzándose de brazos, con tono serio):

-Eh... sí, todo muy bonito con Zarek, pero tenemos un pequeño problema.

Lloyd (levantando una ceja, calmado):

-¿Se refieren al hecho de que Camila acaba de decir que tenemos una misión importante esta tarde?

Camila (notando la oportunidad como una tabla de salvación):

-¡Es cierto! ¡Completamente cierto! Lo había olvidado... justo hoy. Qué lástima, creo que no voy a poder ir... ya sabes, deber del héroe, responsabilidad mágica y eso...

Vanessa (apareciendo detrás de ella, tomándola por los hombros con una sonrisa traviesa):

-No, no, no, señorita. Tú vas con Zarek. Esta misión puede esperar, o mejor dicho, nosotros la cubrimos. Ya bastante tienes tú con tus cosas del corazón.

Fernanda (burlona, cruzando los brazos):

-Ajá, exacto. Además, ustedes son los "elegidos", ¿no? Los que tienen que salvar el mundo y todo eso. ¿Qué haces tú, Camila, metiéndote en algo que ni es tu rollo?

Camila (mirando a Lloyd, buscando apoyo):

-¿Lloyd...? ¿En serio no vas a decir nada?

Lloyd (encogiéndose de hombros con una expresión neutral):

-¿Yo qué? Por mí no hay problema... no soy tu papá para prohibirte nada. Haz lo que quieras.

Camila (gruñendo, frustrada):

-Ugh... ¿en serio? ¿Nadie va a salvarme de esta cita forzada?

Los demás solo se ríen entre ellos. Finalmente, resignada, Camila suspira y se une al grupo mientras todos comienzan a caminar de regreso al edificio escolar.

Christian (bromeando mientras entran):

-Lo bueno es que si algo sale mal en la cita, al menos sabremos dónde está el siguiente enemigo.

Ryan (riendo):

-¡Sí! Que Camila lo distraiga y nosotros lo atrapamos. Trabajo en equipo, ¿no?

Vanessa (con una sonrisa cómplice):

-Oye, no es mala idea...

Camila (entre dientes):

-Odio a todos ustedes...

Y así, entre risas y burlas amistosas, todos regresan a sus respectivos salones.

[Interior - Casa de Camila - Tarde despues dd clases. Preparación para la misión]

La sala está repleta de energía contenida. Las mochilas y los restos del almuerzo están a un lado, mientras los chicos se preparan para cambiarse en distintas habitaciones de la casa. La misión está cerca, y eso se nota en el aire.

Ryan (entrando al cuarto con su uniforme rojo oscuro en mano, sonriente y confiado):

-No hay nada como ponerse esto para sentirse como un héroe de verdad. ¿O no, Nathan?

Nathan (desde el baño, ajustándose los guantes del uniforme celeste con detalles plateados):

-Sí, claro... hasta que te das cuenta de que la última vez casi te prendes fuego tú solo.

Ryan (riendo mientras se pone la chaqueta):

-¡Eso fue táctica de distracción, bro! El fuego confunde... a mí incluido, pero igual.

[Cambio de escena - habitación de invitados, donde Christian se pone su uniforme de tonos tierra con placas resistentes]

Christian (hablando consigo mismo mientras se ajusta los protectores):

-Esto ya se siente más serio que antes. Cada vez hay más en juego... tengo que estar listo.

Se mira al espejo por unos segundos. Su expresión refleja responsabilidad. La determinación está marcada en su rostro.

[Pasillo - Vanessa ajusta su traje de combate blanco y azul, con adornos de cristal en las mangas]

Vanessa (a Diana, que la mira desde el sofá):

-¿Qué tal me veo? ¿Amenazante? ¿Misteriosa? ¿Ligeramente peligrosa?

Diana (sonriendo débilmente):

-Pareces una heroína de un videojuego caro.

Vanessa (haciendo una pose dramática):

-Lo tomaré como un cumplido. El estilo también es parte del combate.

[Cuarto de Camila - Lloyd está sentado en la cama, poniéndose lentamente su traje negro con detalles verdes esmeralda que brillan muy levemente con la luz]

Lloyd (murmurando mientras ajusta sus botas):

-Esta vez... no podemos fallar. Hay demasiado en juego. No quiero que nadie salga herido... otra vez.

Levanta la mirada y se encuentra con su reflejo en el espejo. Su expresión es más seria de lo habitual, casi sombría.

[Todos comienzan a reunirse nuevamente en la sala, uno por uno, ya con sus trajes puestos]

Ryan (mirando a los demás, con una sonrisa):

-Bueno... si vamos a hacer historia, al menos vamos a lucir bien mientras lo hacemos.

Nathan (cruzando los brazos):

-Solo no hagas historia por incendiar algo otra vez.

Vanessa (con una media sonrisa):

-Vamos chicos... esta vez es diferente. Esta vez, estamos listos.

Gabriel, Francisco y Caelum están sentados en la sala, esperándolos en completo silencio. La atmósfera es solemne, tensa, como si lo que estuviera por venir fuera más grande de lo que los chicos imaginan. En cuanto Ryan, Nathan, Vanessa, Christian y Lloyd entran con sus trajes puestos, todos se ponen de pie.

Gabriel (con voz firme, mirando al grupo con seriedad):

-Muy bien, jóvenes... esta será su segunda misión oficial. Pero esta vez... irán completamente solos.

Los chicos se detienen. Por un segundo, nadie dice nada. Es la primera vez que no tendrán a ningún adulto vigilando sus pasos.

Caelum (levantándose, con expresión severa, mientras saca una pequeña caja de madera oscura):

-Recuerden lo que han aprendido. No jueguen, no improvisen, y por encima de todo... no arruinen esto.

Abre la caja y les entrega sus amuleto a cada uno. Cada uno lo toma con respeto, sintiendo su energía vibrar débilmente en la palma.

Gabriel (se acerca directamente a Lloyd, con una mirada seria pero serena):

-Lloyd... tú serás el líder en esta misión.

Lloyd (parpadeando sorprendido):

-¿Espera, qué? ¿Yo? ¿Por qué yo?

Ryan (cruzando los brazos con una sonrisa torcida):

-Mejor que sea yo. Admitámoslo, tengo la actitud de un líder nato.

Vanessa (sin mirarlo, con tono seco):

-Sí, la actitud... pero cero control. Prefiero a Lloyd, honestamente.

Nathan (encogiéndose de hombros):

-Yo también. Al menos Lloyd no haría que explotemos todos sin querer.

Gabriel (poniendo una mano en el hombro de Lloyd):

-Porque tú eres el más fuerte del equipo. No solo por tu poder, sino porque sabes cómo mantener la cabeza fría. Eres el único con una habilidad única y, hasta ahora, el que ha demostrado mayor capacidad para proteger a los demás.

Lloyd respira hondo. Mira su amuleto un instante, y luego levanta la vista, con más firmeza en los ojos.

Lloyd (asintiendo):

-Está bien. Haré lo que tenga que hacer.

Gabriel (alejándose un par de pasos y alzando la voz para dirigirse a todos):

-Muy bien. La base que buscamos está oculta bajo la antigua central eléctrica de la ciudad. Pero esa "central"... no siempre fue lo que parece.

Todos se miran entre sí, alertas.

Vanessa (con los brazos cruzados):

-¿Y qué hace un artefacto elemental... en un lugar así?

Gabriel (explicando con tono grave):

-La central fue construida sobre un edificio abandonado. Antes, ese lugar albergaba una instalación secreta. Ocultaron la entrada bajo toneladas de maquinaria. Nadie lo sabría... a menos que tenga un rastreador.

Christian (pensativo):

-Entonces... lo importante no es lo que hay arriba, sino lo que se esconde abajo.

Gabriel (asintiendo):

-Exactamente. Busquen, pero sobre todo... vigilen que nadie los esté siguiendo. No confíen en lo que ven. Puede haber más de una trampa allá abajo.

Lloyd (con voz firme, dando un paso al frente):

-No se preocupe, Gabriel. No fallaremos.

Gabriel (con una leve sonrisa):

-Díganme "sensei", ¿entendido?

Todos (casi al unísono):

-Sí, sensei.

Gabriel (con determinación):

-Muy bien. Salgan por la parte trasera. No llamen la atención. Muévanse como sombras... y vuelvan con resultados.

Los cinco asienten con seriedad. Sin decir más, se giran y salen por la puerta trasera, uno detrás de otro. El sol ya comienza a bajar, tiñendo el cielo de un naranja profundo.

Caelum (cruzado de brazos, mirando hacia la puerta por donde se fueron los chicos, con el ceño fruncido):

-¿Crees que lo lograrán?

Gabriel (sin quitar la vista del amuleto que aún sostiene en la mano, con tono reflexivo):

-Tenemos que tener fe, Caelum... Si no pueden con esto, nunca estarán listos para lo que se avecina. Es un riesgo, sí... pero también es entrenamiento. Y eso... es justo lo que más necesitamos ahora.

Caelum asiente lentamente, aunque su expresión sigue cargada de duda.

En ese momento, Danna entra a la sala con paso firme. Se detiene frente a ambos, con los brazos cruzados y el rostro serio.

Danna (algo frustrada):

-Yo debí haber ido con ellos. Y más aún... yo debí ser su líder. Lloyd podrá ser el elegido según las leyendas, pero si vamos a hablar de experiencia... yo tengo más que él.

Gabriel (la mira con serenidad, aunque firme):

-Lo sé, Danna. Nadie duda de tu capacidad. Pero esta misión... es de ellos. Necesitan fallar, decidir, aprender. Sin esa presión... nunca crecerán.

Danna (mirándolo con algo de molestia):

-¿Y qué hay de mí? ¿Voy a quedarme aquí mirando mientras los demás se convierten en algo que yo ya soy?

Gabriel (se acerca y baja un poco la voz, con tono más comprensivo):

-Esta pelea no es la tuya. Aún no. Tu momento llegará... y lo sabrás cuando ocurra.

Danna lo observa con ojos serios durante unos segundos. No responde. Solo se da media vuelta, molesta, y sale de la sala en silencio.

[Interior - Habitación de Camila - Piso superior - Tarde]

Camila está frente al espejo con el cabello medio suelto. Diana y Fernanda están en pleno modo "producción total", revolviendo el armario de Camila como si estuvieran en una pasarela de modas.

Diana (sacando un vestido azul cielo):

-¡Este! Este te queda increíble. Resalta tus ojos y tiene ese toque de "me veo bien pero no lo planeé". ¡Perfecto!

Fernanda (con una blusa blanca y falda corta):

-¿Y este combo? Es más casual, más relajado... pero con estilo. Como para que Zarek piense: "¿Por qué me fui de la ciudad?"

Camila (alzando ambas manos, un poco agobiada):

-¡Chicas! Calmadas. Solo es una cita de amigos. Nada del otro mundo. Ni siquiera estoy segura de que sea una cita-cita.

Diana (la mira con una ceja alzada):

-Camila, no existe eso de "una simple cita de amigos" cuando el tipo te miraba como si no te viera desde hace diez vidas.

Fernanda (sonríe mientras deja la ropa sobre la cama):

-Y tú le dijiste que sí con esa voz temblorosa de "¡alguien rescátame!"... pero igual dijiste que sí. Así que, reina, te arreglas como si fueras a enamorar al mundo.

Camila (resopla, mirando su reflejo):

-Ustedes son imposibles...

Las tres se ríen. Mientras tanto, los rayos del sol comienzan a colarse por la ventana, tiñendo la habitación de un suave dorado.

Camila ya está lista. Lleva un conjunto bonito pero discreto. Mariela, su madre, espera en el auto, mientras Diana y Fernanda la acompañan en el asiento trasero, conteniendo la emoción.

Al llegar, Mariela detiene el auto cerca de la entrada del parque. Camila se baja lentamente... aunque se nota cierta incomodidad en su rostro. Se acomoda el cabello, insegura. Diana la observa con atención.

Diana (bajándose también, con el ceño ligeramente fruncido):

-Oye... ¿Camila, qué te pasa? Tienes una cara como si quisieras salir corriendo.

Fernanda (siguiéndola, cruzándose de brazos):

-Sí, ¿qué onda contigo? Pareces más nerviosa que en un examen sorpresa.

Camila (bajando la mirada un momento):

-Es que... no sé si estoy del todo cómoda con la idea de salir con Zarek.

Diana (frunciendo el ceño, sorprendida):

-¿Por qué? Siempre decías que eran buenos amigos, ¿no?

Camila (suspira, nerviosa):

-Sí, pero hay algo... algo que nunca les conté sobre Zarek...

Justo en ese instante, una voz firme y alegre rompe el momento:

Zarek (apareciendo a lo lejos con paso seguro, saludando con una sonrisa):

-¡Camilaaa! ¡Qué gusto verte!

Fernanda (medio susurrando a Diana con tono emocionado):

-¡Ay, por favor... qué galán! ¡Ese porte no lo tiene cualquiera!

Zarek (deteniéndose frente a Camila, sonriente):

-¿Lista para salir? Tengo todo planeado.

Camila (forzando una sonrisa mientras se acomoda el bolso):

-S-sí... claro. Vamos.

Zarek (ofreciéndole su brazo con cortesía):

-Entonces acompáñame, mi dama.

Camila lo toma del brazo y se alejan caminando entre los árboles del parque. Diana, sin decir nada, se queda pensativa, mirando cómo se alejan.

Diana (en voz baja, casi para sí misma):

-¿Qué era eso que nos ibas a decir...?

[Exterior - Central eléctrica de la ciudad - Atardecer]

Los chicos se encuentran escondidos entre los árboles frente a la reja de la central. La estructura es grande, con cables por todos lados y varios trabajadores moviéndose por la zona. Hay un zumbido constante en el aire.

Vanessa (observando atentamente desde detrás de un tronco, con los brazos cruzados):

-Muy bien... ¿y ahora qué hacemos? Hay demasiadas personas, no podemos entrar así como así.

Nathan (ajustándose los guantes, mirando el lugar como si fuera un tablero de ajedrez):

-Tendremos que pensar la mejor estrategia posible. Tal vez dividirnos en grupos, observar los patrones de vigilancia...

Ryan (interrumpiendo mientras se estira el cuello como si calentara):

-¿Estrategia? Nah. Solo actuemos como ninjas: rápidos, silenciosos... ¡y con estilo!

Vanessa (rodando los ojos, con tono seco):

-Ryan, no es tan simple. Esto no es un videojuego, es una central eléctrica real.

Lloyd (mirando el edificio con expresión analítica):

-De hecho... suena como un buen enfoque. Pero hay que hacerlo bien. Nada de correr como locos. Entraremos por la parte trasera, donde hay menos movimiento. Y recuerden: sin llamar la atención.

Los chicos asienten y descienden con cuidado del árbol donde estaban ocultos.

Pero en cuanto Christian salta al suelo... tropieza con una raíz y se va de cara contra la tierra.

Christian (desde el suelo, con la cara llena de polvo):

-¡Ay! Genial... creo que ya empezamos con el pie izquierdo. Bueno, con la cara más bien.

Ryan (ahogando una risa mientras lo ayuda a levantarse):

-¡Ninja caído en acción!

Vanessa (cruzándose de brazos):

-Silencio. Si seguimos así, nos van a descubrir antes de que entremos.

Lloyd (mirando hacia el edificio, serio):

-Vamos. Que esto apenas comienza.

Los cinco chicos -Lloyd, Ryan, Nathan, Vanessa y Christian- se deslizan silenciosamente por una zona boscosa detrás de la central eléctrica. La reja de metal oxidada apenas se sostiene en pie, y con algo de esfuerzo, logran apartarla lo justo para pasar uno por uno.

Ryan (susurrando mientras se agacha):

-Esto es como una misión secreta... nivel élite. Si salimos vivos de aquí, exijo que me den un apodo: "Sombra de Fuego".

Vanessa (poniendo los ojos en blanco mientras se arrastra detrás de él):

-¿Sombra de Fuego? Ryan, suena a perfume barato.

Christian (mientras se limpia las manos tras pasar la reja):

-Yo solo quiero que esto termine sin que termine en el hospital otra vez.

Nathan (con voz tranquila, observando alrededor):

-Concéntrense. Dos guardias, once en punto. Caminan en círculos. Si esperamos cinco segundos después de que giren, tenemos ventana de diez para cruzar ese pasillo.

Lloyd (asintiendo con seriedad):

-Entonces eso haremos. Ryan, contén tu sombra ardiente por un momento y sígueme.

Los chicos se alinean, pegados a la pared. Cuando los guardias giran la esquina, los cinco se deslizan como sombras rápidas, cruzando entre cajas metálicas y postes de concreto. Uno de los guardias se detiene y mira hacia atrás... pero solo ve el movimiento de unas hojas empujadas por el viento.

Vanessa (susurrando mientras se acomoda detrás de una caja):

-Dios, esto está más tenso que los finales de temporada de mi serie favorita.

Christian (mirando a su alrededor, algo agitado):

-¿Por qué todo tiene que parecer tan ilegal?

Ryan (señalando una puerta con una sonrisa de medio lado):

-¡Porque lo es! Y por eso es divertido.

Lloyd (apoyando la mano sobre la manija):

-Silencio. Esta es la entrada a las oficinas. Si lo que dijo Gabriel es cierto, lo que buscamos debería estar por aquí.

Nathan (poniéndose a su lado):

-La cerradura está vieja. Creo que puedo abrirla en menos de diez segundos si alguien me cubre.

Vanessa (poniéndose en posición con los brazos cruzados):

-Solo no la rompas. No quiero quedarme atrapada aquí por tu "magia".

Nathan saca una pequeña herramienta que parece improvisada con partes de su reloj. En menos de lo que tarda Ryan en hacer una broma, el clic metálico de la cerradura cede.

Nathan (con una sonrisa tranquila):

-Diez segundos. Justo como dije.

Lloyd (abriendo la puerta con cautela):

-Bien hecho. Vamos, rápido.

Entran uno a uno en las oficinas interiores. El aire huele a polvo, metal y café viejo. Todo está en penumbra, iluminado solo por las luces intermitentes de los monitores que parpadean en algunas mesas.

Ryan (mirando alrededor con los ojos brillando):

-Wow... esto parece la guarida de un villano de película.

Vanessa (en voz baja):

-No te emociones. Todavía no sabemos lo que vamos a encontrar aquí.

Christian (tragando saliva):

-Solo espero que no sea algo que quiera comernos vivos...

Lloyd (mirando hacia el fondo del pasillo, serio):

-Manténganse juntos. Revisemos todo. El artefacto tiene que estar en algún lugar aquí.

Los cinco se internan en la oficina, en silencio... aunque con las respiraciones agitadas por la adrenalina.

Los chicos están agachados, moviendo cajones, revisando archivos, apartando papeles viejos y objetos polvorientos. La tensión empieza a notarse en sus rostros mientras el tiempo pasa.

Ryan (revisando una estantería con desesperación):

-¡¿Dónde estaaaá?! Esto es como buscar una aguja en un pajar... ¡pero sin el pajar!

Nathan (suspirando mientras aparta una caja vacía):

-Ya revisamos todo este lado, y no aparece nada... Esto está empezando a parecer una pérdida de tiempo.

Lloyd (deteniéndose un segundo para observar la habitación):

-No se rindan. Tiene que estar aquí. Gabriel fue claro... este lugar esconde algo. Tal vez no lo estamos viendo bien.

Vanessa (revisando un viejo archivador):

-¿Y si está en una trampilla secreta o detrás de alguna pared falsa? Esto es una base encubierta, no un depósito común.

Christian (sentado en el suelo, agitando un ventilador portátil desconectado):

-¿Y si está en otra oficina y nos metimos al lugar equivocado? Digo... tampoco sería raro con nuestra suerte.

De pronto, Nathan golpea sin querer la esquina de un escritorio pesado y escucha un sonido hueco. Se agacha y palpa el lateral. Descubre un cajón más bajo, diferente a los demás.

Nathan (emocionado):

-¡Hey, aquí! Este cajón no se abre... y está más reforzado que los otros. Tiene que ser aquí.

Lloyd (agachándose junto a él):

-Mierda... está cerrado con seguro. Esto no es un cajón común. Debe tener algo importante.

Vanessa (mirando alrededor con rapidez):

-Entonces busquemos algo para forzarlo. Palanca, llave maestra, un milagro... ¡lo que sea!

Pero en ese instante, se oye un crujido metálico a lo lejos. Todos se congelan.

Lloyd (en voz baja, con urgencia):

-¡Alguien viene! ¡Rápido, escóndanse!

No hay tiempo para pensar. Los cinco se dispersan como sombras, escondiéndose tras escritorios, muebles pesados y archivadores desvencijados. La puerta se abre con un chirrido oxidado. Un guardia entra, sosteniendo una linterna.

Guardia (murmurando mientras observa la habitación):

-...Juro que escuché algo. ¿Quién está aquí?

La linterna barre el cuarto lentamente. El haz de luz pasa peligrosamente cerca de Christian, que se esconde debajo de una mesa. Ryan, oculto tras un armario, tiene la mano sobre su boca, tratando de no soltar una carcajada nerviosa.

Vanessa contiene la respiración entre dos archivadores, con el corazón retumbando en sus oídos.

El guardia se detiene. Ve el desastre: papeles tirados, cajones abiertos, todo fuera de lugar.

Guardia (llevándose la radio a la boca):

-Central, aquí el puesto C-5. Confirmo actividad sospechosa. Alguien entró en las oficinas. Repito, hay intrusos. Inicien búsqueda en todo el edificio. Cambio.

El guardia da un último vistazo y se va, cerrando la puerta tras de sí. Los segundos pasan en absoluto silencio. Finalmente, Lloyd asoma con cautela.

Lloyd (en voz baja):

-...Ya se fue. Salgan.

Uno a uno, los chicos emergen de sus escondites, tensos pero aliviados.

Vanessa (cruzándose de brazos con frustración):

-Genial... dejamos la sala como si hubiera pasado un tornado, y ahora todo el edificio nos está buscando.

Ryan (alzando una ceja mientras se sacude el polvo):

-Oigan... lo importante es que seguimos vivos. ¿No?

Christian (aún temblando):

-No hables de "seguir vivos" tan tranquilo. Estuve a punto de morirme... ¡de un infarto!

Nathan (ya revisando el cajón otra vez):

-Tenemos que abrir esto antes de que regresen con refuerzos... y hacerlo rápido.

Lloyd (con determinación renovada):

-Sí. Encontramos la pista correcta. Ahora solo falta abrirla y salir vivos de aquí.

Los chicos siguen rodeando el cajón cerrado, tensos, respirando con rapidez. La oscuridad apenas es rota por la tenue luz de emergencia que parpadea intermitentemente. El aire se siente denso.

Christian (cruzado de brazos, observando el cajón con cara de fastidio):

—Oigan… ¿y si en vez de perder media noche buscando una llave como en las películas, usamos lo que tenemos? Digo, ¡tenemos poderes! No somos Scooby-Doo.

Ryan (asintiendo con entusiasmo):

—¡Gracias! ¡Alguien con cerebro! ¡Eso es exactamente lo que estaba pensando!

Lloyd (levantando una ceja, pensativo):

—No es una mala idea... de hecho, es bastante buena. Pero si vamos a usar poderes, tiene que ser uno que no cause un escándalo ni haga volar media oficina. Algo... limpio.

Todos se miran entre sí en silencio... hasta que, casi al mismo tiempo, giran la vista hacia Vanessa, que los observa confundida.

Vanessa (mirando nerviosamente al grupo):

—¿Qué? ¿Por qué me ven así?

Lloyd (señalando el cajón con una pequeña sonrisa):

—Necesitamos que congeles esto. Si lo dejas sólido como hielo, podremos romperlo sin hacer tanto ruido… con algo de fuerza, claro.

Vanessa (mirando el cajón, luego a Lloyd):

—No sé… ¿y si me paso y congelo todo el mueble? ¿O dejo todo como un bloque de hielo que no se puede romper? No quiero ser la que arruine el plan...

Lloyd (dando un paso al frente, serio pero confiado):

—No va a pasar, confío en ti. Solo hazlo, y hazlo como tú sabes.

Vanessa suspira, luego asiente con decisión. Se agacha frente al cajón, extiende su mano con firmeza y cierra los ojos. Al instante, una tenue bruma blanca empieza a salir de su palma. El cajón comienza a congelarse, su superficie metálica tornándose lentamente de un gris brillante a un blanco opaco cubierto de escarcha.

Christian (impresionado en voz baja):

—Wow… eso fue bastante pro.

Una vez congelado, Vanessa se aparta con cuidado.

Lloyd (con una sonrisa confiada):

—Bien, ahora es mi turno.

Le mete un puñetazo directo al cajón… solo para quedarse gritando en el acto mientras se toma la mano con desesperación.

Lloyd (gritando entre risas y dolor):

—¡JAJA! ¡Aaaaaaah! ¡¿Qué rayos?! ¡Me dolió! ¡ME DOLIÓ MUCHO!

Los demás no pueden evitar soltar carcajadas.

Ryan (entre risas):

—¡Eres un burro, Lloyd! ¡Con la mano no! ¡Usa la cabeza, literal!

Christian (doblado de la risa):

—¡Ese sí fue un ataque suicida! ¡Estrategia 10/10!

Ryan (sin pensarlo dos veces, da una fuerte patada lateral al cajón):

—¡Permiso!

El cajón se parte con un crujido metálico. El hielo se agrieta y se desprende en pedazos. Dentro, encuentran varios documentos apilados.

Ryan (sacando todo con prisa):

—A ver, a ver... ¿y estas mierdas qué son? ¿Una hoja de bingo y unos llaveros?

Nathan (revisando con más calma):

—No seas bruto. Mira bien. Estas llaves son llaves maestras... y esto parece ser un plano de construcción. ¿Y esto otro...? Espera... esto es un mapa... viejo. MUY viejo.

Vanessa (arrebatándole el mapa sin pensarlo):

—Dámelo.

Lo despliega sobre una mesa improvisada, abriendo bien el papel gastado por el tiempo.

Vanessa (analizando):

—Este mapa... es de aquí. Todo el plano de la central eléctrica. Mira, hasta la sala en la que estamos aparece...

Lloyd (mirando por encima de su hombro):

—Sí, pero esperen. Aquí hay una zona... ¿ven esto? No tiene nombre. Está fuera del área principal… alejada. Es como si fuera parte de algo más antiguo que la propia central.

Christian (se inclinando):

—¿Entonces eso es… lo que buscamos?

Lloyd (asintiendo):

—Lo más probable. No estaría en el plano si no tuviera relevancia. Puede que ahí esté escondido el verdadero artefacto.

Vanessa (con decisión):

—Entonces no hay más que hablar. Hay que ir a ver qué hay ahí.

Pero justo en ese instante, una fuerte explosión sacude el lugar. El suelo tiembla y los cristales vibran. Las luces de emergencia parpadean, y se escuchan gritos a lo lejos.

Guardia (desde un pasillo cercano, por radio):

—¡Rápido, salgan, salgan! ¡Algo explotó en la planta este! ¡Evacúen el área, ya!

Nathan (mirando nervioso hacia la puerta):

—¡Eso no fue una explosión normal! ¿Y si nos estaban siguiendo?

Lloyd (recogiendo el mapa y las llaves con rapidez):

—Esperemos que no… pero por si acaso, vámonos ya.

Los chicos se levantan de golpe, listos para moverse mientras afuera todo se vuelve caos.

[Tarde – Centro de la ciudad – Plaza principal]

El sol comienza a ocultarse lentamente, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y dorados. La brisa fresca mueve suavemente los árboles que rodean la plaza, donde niños juegan, parejas caminan tomadas de la mano, y el bullicio urbano se siente más suave que de costumbre.

Zarek y Camila caminan por la acera entre tiendas y faroles encendidos. A unos metros, un carrito de helados llama la atención de ambos, especialmente por la fila de niños felices.

Zarek (mirando el carrito y luego a ella con una sonrisa ladeada):

—¿Te gusta el helado, o eres de esas personas raras que dicen que “no quieren” y luego te lo quitan todo a cucharadas?

Camila (frunciendo los labios con fingida seriedad, pero sus ojos brillan de diversión):

—Solo cuando el helado es de alguien más… tiene mejor sabor así.

Zarek (riendo mientras se acerca al carrito):

—Perfecto. Entonces no te dejaré opción.

Saca la billetera mientras observa los sabores disponibles.

Zarek (dirigiéndose al heladero):

—Dame uno de chocolate con trocitos de brownie... y elige tú, Camila. El cielo es el límite.

Camila (pensativa, mirando los sabores):

—Mmm... uno de vainilla con frambuesas, por favor. Pero chiquito, ¿eh? No quiero terminar con media cara congelada.

Zarek (entregando el dinero):

—¿Vainilla con frambuesas? Elegante y con un toque dulce. Como tú.

Camila (alzando una ceja, pero con una leve sonrisa):

—¿Acabas de compararme con un helado?

Zarek (tomando los conos y extendiéndole el suyo):

—¿Y si sí? No es mi culpa que estés al nivel gourmet.

Camila (recibiendo el helado):

—Vas acumulando puntos por el sabor… pero lo del coqueteo, aún lo estoy evaluando.

Zarek (dando una lamida al suyo con fingida indiferencia):

—No te apures. Soy paciente. Me gusta jugar a largo plazo.

Siguen caminando lentamente por la plaza, comiendo su helado entre risas, hasta que llegan a una tienda de bisutería y accesorios. Camila se detiene frente al escaparate, donde hay una pulsera sencilla de hilo rojo con una pequeña piedra azul.

Camila (observando con interés):

—Qué bonita… se parece a la que tenía mi abuela. Siempre decía que esas piedras traían calma.

Zarek (viéndola de reojo):

—¿Quieres verla de cerca?

Camila (sacudiendo la cabeza con una sonrisa tímida):

—No, solo me trajo recuerdos. Vamos.

Zarek (ya entrando a la tienda):

—Tarde. Ya tomé una decisión ejecutiva.

Camila lo sigue entre risas, aunque algo sonrojada. Zarek habla brevemente con la vendedora, y minutos después sale con una pequeña bolsita de papel.

Zarek (entregándosela con naturalidad):

—Para ti. No por lo de la abuela, ni por lo de la calma. Solo porque me pareció que te quedaría bien.

Camila (recibiéndola con sorpresa):

—Zarek... no tenías que hacerlo.

Zarek (encogiéndose de hombros):

—Lo sé. Pero quería hacerlo. Hay diferencia.

Ella abre la bolsita con cuidado y saca la pulsera, mirándola con una sonrisa que no puede ocultar.

Camila (mirándolo directamente):

—Gracias. Es muy linda... y también el gesto.

Zarek (mirándola fijamente por un momento):

—Linda es quien la lleva, no el accesorio.

Ella no responde, pero el rubor en sus mejillas dice suficiente.

Caminan un poco más por la avenida hasta llegar a un pequeño cine independiente, con una marquesina iluminada que anuncia: “Película especial de fantasía – Función única esta noche”.

Zarek (deteniéndose frente a la taquilla):

—¿Te gusta el cine? Este lugar da buena vibra. Películas antiguas, asientos incómodos... pero mágicos.

Camila (con una sonrisa sincera):

—Me encanta. Aunque no soy buena quedándome quieta mucho tiempo… ¿pero por qué no?

Zarek (ya comprando los boletos):

—Entonces entremos antes de que los asientos incómodos se los lleve otra pareja con menos química que la nuestra.

Ambos se adentran en el pequeño cine, riendo suavemente. La noche continúa, envuelta en luces suaves, helado derretido y un inicio de conexión más profunda.

[Noche – Central eléctrica – Sector administrativo]

La oscuridad ha caído por completo, solo interrumpida por las luces de emergencia parpadeantes y el tenue resplandor anaranjado del fuego a lo lejos. El grupo sale sigilosamente de la oficina, cuidando cada paso, con los nervios a flor de piel.

Una columna de humo se alza por encima de uno de los edificios cercanos, seguida por gritos desesperados y otra explosión que hace temblar el suelo.

Vanessa (mirando hacia el fuego con el ceño fruncido):

—¿Qué demonios está pasando allá afuera…?

Ryan (tenso, escaneando el caos a su alrededor):

—No lo sé… parece que algo se encendió. ¿Un corto? ¿Una fuga? Pero esto no es normal…

Lloyd (alzando el brazo para detenerlos):

—Atrás de mí, todos. No se separen.

Avanzan con cautela, mientras más trabajadores corren despavoridos. El calor del fuego ya se siente incluso desde su posición. De repente, uno de los trabajadores que huía se detiene al verlos, jadeando, con el rostro cubierto de sudor y hollín.

Trabajador (mirándolos con incredulidad):

—¡¿Y ustedes qué hacen aquí?! ¡Ladrones! ¡Ustedes son los responsables de esto!

Lloyd (levantando ambas manos, intentando sonar firme pero pacífico):

—¡No, no, espere! Se está equivocando. Nosotros no hicimos nada de esto…

Trabajador (señalándolos con el dedo, furioso):

—¡Entonces explíquenme qué hacen merodeando por estas instalaciones en mitad de un incendio!

Vanessa (dando un paso al frente, con voz más suave):

—Solo estamos buscando algo… una cosa importante, pero no estamos aquí para causar problemas. Se lo juramos.

El trabajador se detiene un momento, observándolos con más atención. Cuando escucha la voz de Vanessa, su expresión cambia: duda, desconcierto… casi compasión.

Trabajador (más bajo, como hablando consigo mismo):

—Pero si apenas son unos críos… ¿qué están metidos en todo esto…?

Lloyd (mirándolo a los ojos, serio):

—Por favor. Vaya a un lugar seguro. Nosotros nos ocuparemos de esto. Lo prometo.

El hombre, aún confundido, da un paso hacia atrás, asiente con un movimiento brusco y se da la vuelta, corriendo con los demás.

Ryan (susurrando mientras lo ve alejarse):

—Eso fue... extrañamente fácil.

Lloyd (aún en tensión):

—No lo subestimes. Solo tuvimos suerte esta vez. Vamos, antes de que se ponga peor.

Corren hacia la salida por uno de los pasillos laterales, pero una nueva explosión sacude toda la estructura. Un estallido de fuego y escombros los lanza por los aires, golpeándolos contra el suelo de concreto. El ruido ensordecedor deja un zumbido constante en sus oídos.

Christian (mientras se reincorpora, adolorido):

—¡¿Están todos bien?! ¡¿Vanessa?!

Vanessa (desde el suelo, con dificultad):

—Estoy… estoy bien… solo me lastimé un poco la pierna…

Nathan (gimiendo mientras se sienta):

—¡Pero qué mierda…! ¿Qué fue eso? ¿Nos estaban atacando o qué?

Poco a poco, todos levantan la vista. Entre el humo y las llamas que crepitan con furia, una silueta comienza a emerger del fuego, caminando con calma como si no sintiera el calor abrasador ni el caos a su alrededor.

Ryan (con la mirada fija en la figura):

—No… eso no puede ser solo un trabajador…

Nathan (poniéndose de pie lentamente):

—¿Quién demonios es ese?

Todos contienen la respiración mientras la figura se acerca, revelándose poco a poco bajo el resplandor ardiente.

La silueta envuelta en fuego da un paso firme, y el humo comienza a disiparse lo suficiente como para mostrar su rostro. Es un joven adulto de mirada helada, con una expresión tranquila, casi aburrida, como si el caos a su alrededor fuera rutina.

Lloyd (dando un paso adelante, con el ceño fruncido y el cuerpo tenso):

—¡¿Tú quién eres?! ¡¿Eres el responsable de todo esto?!

El desconocido se detiene a unos metros, los observa con una mezcla de interés y desdén. Su voz suena firme, sin prisas.

???:

—Ustedes deben ser los alumnos de Gabriel... me advirtieron que podría encontrarme con ustedes esta noche.

Lloyd (cerrando los puños, furioso):

—¿Qué dijiste...? ¡¿Quién te dijo eso?! ¡Dímelo! ¡¿Quién demonios eres?!

El joven ladea ligeramente la cabeza, como si analizara cuán preparado está el grupo frente a él.

Valrik (sin apartar la mirada de Lloyd):

—Mi nombre es Valrik. Y soy uno de los Córtalas.

Ryan (frunciendo el ceño, con una mueca de confusión):

—¿De los qué? ¿Y se supone que eso debería asustarnos o algo?

Valrik (esbozando una sonrisa fría):

—Vengo por lo mismo que ustedes. El artefacto. No se hagan los ingenuos.

Lloyd (dando un paso adelante, protegiendo al grupo con el brazo extendido):

—Pues no lo vas a tener. No vamos a darte nada.

Valrik (su tono sigue tranquilo, pero su mirada se vuelve más amenazante):

—No se los estoy pidiendo. Solo quiero que me digan dónde está.

Lloyd (con los dientes apretados):

—Y yo te estoy diciendo que no vamos a decirte nada.

Ryan (de pronto, interrumpiendo con decisión):

—Lloyd... váyanse de aquí. Ahora.

Lloyd (volteando sorprendido):

—¿Qué? ¿De qué hablas? ¡No podemos dejarte solo!

Ryan (esbozando una sonrisa temeraria):

—No es una opción. Alguien tiene que darle tiempo al grupo... y, sinceramente, tengo muchas ganas de probar de qué soy capaz.

Vanessa (mirándolo con desesperación):

—¡¿Estás loco?! ¡Este tipo no es normal!

Ryan (mirándola con una chispa en los ojos):

—Lo sé, y por eso tienen que irse. Confíen en mí. Solo... váyanse.

Lloyd duda un momento, su mirada cruza con la de Ryan, que ahora arde con una mezcla de valentía y orgullo. Finalmente, asiente con firmeza.

Lloyd (dándole una última mirada):

—No te mueras, idiota.

Guía rápidamente a los demás hacia la salida, dejando a Ryan de pie frente al misterioso enemigo. El calor entre ambos parece subir con cada segundo.

Valrik (cruzando los brazos con aire burlón):

—¿En serio crees que tú solo puedes detenerme, Ryan?

Ryan (sus ojos se agrandan por un segundo):

—¡¿Cómo sabes mi nombre?!

Valrik (desplegando lentamente los brazos):

—Sé todo sobre ustedes. Sus nombres... sus poderes... incluso lo que aún no saben de sí mismos.

Ryan traga saliva. Por primera vez, siente un escalofrío que no tiene nada que ver con el fuego que arde a su alrededor.

Valrik (entrecerrando los ojos):

—Veamos cuánto vales, heredero del fuego.

Valrik extiende sus manos hacia los lados. De sus palmas emergen intensas llamas azuladas, más brillantes, más vivas, con un calor que distorsiona el aire mismo.

Ryan (retrocede un paso, asombrado):

—Eso no puede ser… Fuego azul... Eso es... imposible.

Pero enseguida, cierra los ojos un segundo, y al abrirlos, su determinación vuelve. Alza los brazos y dos llamaradas de fuego anaranjado brotan con fuerza desde sus manos.

Ryan (con voz firme):

—Puede que tu fuego sea raro, pero el mío también quema. Y yo no pienso retroceder.

Los chicos se detienen frente a una pequeña puerta de metal oxidado, en medio de una zona olvidada entre tuberías y concreto húmedo. No parece gran cosa desde afuera. Apenas un cuarto común y corriente... pero el mapa era claro: ese era el lugar.

Vanessa (cruzándose de brazos, mirando con desconfianza):

—¿Esto es...? ¿En serio? ¿Este cuartucho feo es el lugar?

Lloyd (mirando el papel en su mano, comparando con el entorno):

—Sí… sí, creo que debe ser aquí. No hay otra entrada cerca, y el punto está justo sobre esta pared.

Lentamente, Lloyd se acerca a la cerradura. Saca el llavero que encontraron en la oficina y comienza a revisar una por una, su expresión cada vez más tensa.

Nathan (mirando alrededor con los brazos cruzados):

—Tiene que ser broma... ¿Cuántas llaves hay ahí? ¿Quince? ¿Veinte?

Christian (murmurando, con tono seco):

—Siempre es emocionante ver al héroe derrotado por una cerradura.

Lloyd (sin mirar, concentrado en las llaves):

—Podrían ayudar en lugar de burlarse…

Finalmente, su mano se detiene sobre una llave vieja, negra por el paso del tiempo, con marcas que parecían casi hechas a mano. Con algo de duda, la introduce en la cerradura.

El sonido es chirriante, grave. Un "clac" resonante llena el lugar, como si la puerta no se abriera en años. Un leve temblor recorre el piso, y todos dan un paso atrás instintivamente.

Lloyd (tragando saliva):

—Bueno... creo que nos toca entrar.

Christian (mirando hacia el interior oscuro):

—Ay, Dios… esto grita “vamos a morir” en todos los idiomas posibles.

Con cuidado, Lloyd empuja la puerta. Cruje como si se quejara de volver a abrirse. Al otro lado, los espera una estrecha escalera descendente, tallada en piedra, con una oscuridad tan espesa que parecía tragarse la luz.

Nathan (frunciendo el ceño mientras desciende):

—¿Por qué absolutamente todos estos lugares secretos tienen que ser subterráneos? ¿Qué tienen en contra de los lugares normales? ¿Con ventanas?

Vanessa (detrás de él, con una linterna en mano):

—Tal vez porque esto tiene siglos bajo tierra. ¿Qué esperabas? ¿Un elevador y señal de WiFi?

Christian (bajando a regañadientes):

—Solo digo… si esto termina en una trampa mortal con flechas envenenadas, alguien me va a pagar una hamburguesa después.

A medida que descienden unos metros, el aire se vuelve más denso, más frío, cargado de humedad y eco. Y de repente, ¡BAM! La puerta detrás de ellos se cierra con fuerza, haciéndolos brincar.

Lloyd (dándose la vuelta de golpe, con la voz temblorosa):

—¡¿Qué...?! ¡La puerta se cerró sola!

Se hace un silencio. Todos se miran con tensión. Solo se escucha la respiración contenida de cada uno.

Lloyd (con una risita nerviosa):

—B-bueno... e-es oficial... ya estamos atrapados. Así que... s-supongo que... s-sigamos bajando... ¿no?

La voz de Lloyd suena forzada, casi como si intentara convencerse a sí mismo más que a los demás.

Vanessa (poniendo una mano en su hombro):

—Vamos. No hay vuelta atrás... Así que mejor averiguamos qué hay aquí abajo.

Con un último vistazo a la puerta cerrada, el grupo continúa su descenso hacia lo desconocido.

La noche ya había caído del todo. El cielo era un lienzo oscuro salpicado de estrellas tenues, y la brisa fresca acariciaba las calles casi vacías de la ciudad. Zarek y Camila caminaban lentamente por una avenida tranquila, saliendo del cine. Las luces cálidas de los faroles proyectaban sus sombras largas sobre el asfalto.

Zarek (con las manos en los bolsillos, sonriendo de lado):

—¿Te gustó la película? Aunque admito que el final fue... raro.

Camila (con una risa suave, abrigándose con su chaqueta):

—Sí... no me esperaba ese giro. El villano siendo el protagonista todo el tiempo... me dejó pensando.

—Hace una pausa, mirándolo

—Gracias por invitarme, Zarek. En serio. Fue... bonito.

Zarek (asintiendo, caminando un poco más cerca):

—Me alegra. Sabía que te gustaría. Siempre te han gustado las historias con algo más profundo... No has cambiado nada en ese sentido.

Camila sonrió, algo incómoda, bajando la mirada por un momento.

Camila (en tono más suave):

—Tú sí has cambiado… un poco. Antes no te gustaban las películas lentas.

Zarek (riendo):

—¿Lentas? Por ti hasta vería documentales de dos horas sobre piedras.

—La mira de reojo, más directo

—Aunque, si soy honesto... no vine solo por la película. Quería pasar tiempo contigo.

Camila se detuvo un segundo, algo sorprendida, pero disimuló con una pequeña sonrisa nerviosa y siguió caminando.

Camila (mirando al frente):

—Lo sé... se nota.

Zarek (riendo suavemente):

—¿Tan obvio fui?

Camila (intentando mantener un tono ligero):

—Más de lo que crees.

Zarek guardó silencio unos segundos, como si se armara de valor. Luego, se giró un poco hacia ella mientras caminaban.

Zarek (más serio, con voz baja):

—Camila... sé que pasó mucho tiempo. Y sé que hace años me dijiste que no sentías lo mismo... pero no puedo evitarlo. Estar contigo otra vez me hace pensar que... tal vez las cosas podrían ser distintas ahora.

Ella se detuvo en seco.

Camila (con voz suave, casi un susurro):

—Zarek...

Zarek (mirándola, dando un paso más cerca):

—Mira, no te estoy pidiendo nada ahora. Solo quiero que lo sepas. Que para mí, tú siempre has sido especial.

—Le toma la mano suavemente

—Y si alguna vez te dieras la oportunidad de mirarme de otra forma… yo estaría aquí.

Camila lo miró, con las mejillas rojas, sin saber qué decir por unos segundos. El corazón le latía más rápido, pero no por emoción... sino por una presión que comenzaba a incomodarla.

Camila (apartando lentamente la mano):

—Zarek… eres importante para mí. Pero no sé si estoy lista para todo eso...

—Mira al suelo, luego a sus ojos con firmeza, pero sin rudeza

—Y la verdad… creo que es mejor si ya regreso a casa.

Zarek parpadeó, desinflando un poco la sonrisa. Pero asintió, con una expresión que intentaba ocultar la decepción.

Zarek (forzando una sonrisa):

—Claro… sí. Te acompaño hasta la esquina, ¿te parece?

Camila (más tranquila):

—Está bien. Gracias por entender.

Y así, caminaron en silencio los últimos metros. Camila con la mirada al frente, procesando todo, mientras Zarek la observaba de reojo... con esa vieja esperanza que nunca se terminaba de apagar.

Las llamas danzaban violentas por la central eléctrica, devorando cables, vigas y máquinas con un rugido salvaje. El lugar estaba envuelto en un caos de fuego y humo, y en medio de todo... dos figuras chocaban una y otra vez.

Valrik se movía con una soltura inquietante, esquivando cada ataque de Ryan como si jugara con él.

—¿Eso es todo lo que tienes? —dijo entre risas, desplazándose con agilidad para evitar una nueva bola de fuego—. Vamos, chico del fuego... no me hagas perder el tiempo.

Ryan, con el rostro empapado en sudor y el pecho agitado por el esfuerzo, retrocedió unos pasos.

—No creas que esto se acaba aquí... —gruñó mientras alzaba los brazos y conjuraba dos nuevas esferas de llamas en sus manos—. ¡Todavía no he comenzado en serio!

Valrik ladeó la cabeza, entretenido.

—Sí, sí... primero dame un golpe de verdad y luego hablamos, ¿vale, engreído?

Ryan rugió y avanzó con ímpetu, lanzando un torbellino de ataques. Cada bola de fuego cruzaba el aire con furia, pero Valrik no se inmutaba: esquivaba con pasos limpios, ágiles, y respondía lanzando su propio fuego... un fuego azul, más denso, más salvaje.

Cada impacto azul era más potente que el anterior. Ryan apenas lograba esquivar algunos, y aun así, las explosiones lo hacían trastabillar. El fuego comenzaba a consumir gran parte de la estructura metálica alrededor. La central crujía como si fuera a colapsar.

Ryan, jadeando, tomó distancia, doblándose ligeramente mientras trataba de recuperar el aliento.

—Eres... jaja... rápido... pero yo también... lo soy...

Valrik, de pie entre las llamas, sonrió de lado.

—Oh, por favor... Deja de mentirte. Hasta ahora, lo único que has logrado es dar vueltas como gallina sin cabeza.

Eso fue suficiente. Ryan apretó los dientes y, con un grito, concentró fuego entre sus puños.

—¡A ver si puedes esquivar esto, payaso!

Saltó hacia Valrik, lanzando puñetazos envueltos en fuego vivo. Valrik hizo lo mismo, rodeando sus puños de un fuego azul electrizante. Sus golpes chocaron con violencia, generando estallidos de chispas rojas y azules que iluminaban el caos. El choque entre ambos poderes creaba ondas de energía que sacudían el aire.

Ryan intentaba mantenerse firme, incluso bromeando entre ataques.

—¿Sabes? —dijo entre jadeos—. He peleado con gente más fea y más fuerte que tú...

Valrik lo miró, casi divertido.

—Y sin embargo, aquí estás... perdiendo contra un rostro hermoso.

Pero poco a poco, el ritmo cambió. Valrik empezó a tomar el control. Sus golpes eran más certeros, su fuego más intenso. Ryan ya no podía mantener la defensa, y comenzó a recibir cada golpe de lleno.

Un puño de fuego azul le dio directo en el estómago, otro en el hombro, otro en el rostro. El mundo le daba vueltas. El último golpe lo sacó del equilibrio por completo.

Valrik no perdió el momento. Con rapidez, levantó una barra de metal a medio fundir y la blandió con fuerza, golpeando a Ryan en la cara con el extremo.

Ryan cayó al suelo con un gemido sordo, pero, impulsado por la adrenalina, se reincorporó de inmediato, tambaleante. Sin embargo, algo cambió. Se llevó la mano al rostro, y al mirarla...

Sangre. Mucha sangre. Roja, espesa, caliente. Corriéndole por la mejilla.

Valrik comenzó a reír con una mezcla de burla y crueldad.

—¿Ups...? Perdón... ¿Te lastimé, Ryan?

—Da un paso lento hacia él

—Vaya... ¿tan frágil eras? Y yo que esperaba un desafío de verdad.

Ryan dio un paso hacia atrás, temblando.

Valrik alzó la voz, con un tono cada vez más feroz.

—¿Qué pasa, Ryan? ¿Tienes miedo?

—Gritando, con furia repentina

—¿¡DÓNDE QUEDÓ ESA MIRADA ARROGANTE!? ¿¡ESA ACTITUD CREÍDA!?

—Se acerca, amenazante

—¡VAMOS! ¡ATÁCAME! ¡RYAN, ATÁCAMEEEEE!

Esas palabras no despertaron la furia de Ryan... despertaron su miedo. Un miedo visceral que le recorría la espalda como un escalofrío helado. Sin pensarlo más, dio media vuelta y salió corriendo. Corrió sin mirar atrás, sin importar el fuego, el humo ni la humillación. Corrió hacia donde se habían ido los demás.

Valrik, aún con el rostro iluminado por las llamas, lo observó alejarse.

—Corre, corre, Ryan... —susurró con voz grave, oscura—. Iré por ti... y por tus amigos también...

La habitación estaba en penumbra, apenas iluminada por la tenue luz que se colaba por una rendija en la puerta. Polvo flotaba en el aire, y el lugar olía a encierro, a viejo, a tiempo detenido. Cada rincón estaba lleno de muebles viejos, cajas rotas, y estanterías desordenadas.

Nathan resopló mientras empujaba una mesa contra la pared.

—¿Por qué todos estos lugares parecen sacados de una película de terror de bajo presupuesto?

Lloyd, al otro lado, levantó una caja vacía y la revisó con fastidio.

—¡Pues qué carajos...! No hay absolutamente nada aquí. Ni un papel, ni una maldita pista.

Christian, que escarbaba entre una pila de libros mohosos, se encogió de hombros.

—Tal vez... nos equivocamos. Tal vez este ni siquiera es el lugar. El mapa podía estar mal, ¿no?

Vanessa, que llevaba rato callada, se enderezó lentamente, con expresión preocupada.

—Shhh... —murmuró—. Lo que me preocupa es Ryan... lleva demasiado tiempo fuera. Algo no está bien.

Nathan trató de sonar tranquilo, aunque también tenía el ceño fruncido.

—Estará bien, Vanessa. Es Ryan, ¿recuerdas?. Ese tipo puede con todo.

Vanessa esbozó una media sonrisa, pero no dijo nada más. La tensión seguía en el aire.

Los chicos siguieron revisando el lugar. Christian intentó mover una estantería oxidada, y al jalarla de más, esta se vino abajo de golpe.

—¡¡AHH, carajo!! —gritó, justo antes de quedar medio enterrado bajo una lluvia de maderas, libros y polvo.

Lloyd, Vanessa y Nathan se giraron de inmediato.

—¡Christian! —gritó Vanessa, corriendo hacia él.

—¡¿Estás bien, bro?! —añadió Nathan, ya quitando pedazos de estante.

Lloyd dio dos pasos hacia él, pero se detuvo en seco.

Sus pupilas brillaron. Un destello tenue, casi imperceptible, de un color verde profundo cruzó sus ojos. Parpadeó varias veces, confundido... hasta que algo en la pared, a su izquierda, lo atrajo como un imán.

Caminó lentamente, mientras sus ojos continuaban emitiendo ese extraño fulgor. Alzó la mano, casi por instinto, y la apoyó sobre un panel de madera rugosa.

En cuanto lo hizo... la pared vibró levemente y emitió un resplandor verdoso, sutil, mágico.

Lloyd abrió los ojos, boquiabierto.

—Oigan... —dijo en voz baja, sin apartar la mano—. C... creo que encontré algo...

Vanessa, Nathan y Christian se acercaron rápidamente a Lloyd, sorprendidos por el resplandor que emergía de la pared. La luz verde temblaba entre sus dedos como si algo antiguo respondiera a su presencia.

Christian, aún sacudiéndose el polvo de la ropa, alzó una ceja.

—¿Y eso? ¿Ahora también haces que las paredes brillen?

Lloyd tragó saliva, sin quitar la vista del panel.

—No lo sé… es como si… algo dentro de mí supiera qué hacer…

Con un suspiro tembloroso, Lloyd colocó ambas manos sobre la pared. El resplandor dorado brotó al instante, brillante, cálido... pero en cuestión de segundos comenzó a oscurecerse, mutando a un verde intenso, vivo, palpitante. La vibración en la estructura aumentó y una línea vertical comenzó a abrirse en medio del muro, con un sonido seco y profundo, como piedra moviéndose tras siglos de quietud.

Una puerta se abrió ante ellos, revelando un pasillo estrecho cubierto de raíces y piedras antiguas.

Nathan dio un paso al frente y silbó.

—Dios… esto sí que grita “aquí escondieron algo importante”.

Vanessa, más seria, entrecerró los ojos.

—Y también grita “hay trampas”, así que cuidado.

Entraron en fila, con Lloyd al frente. La atmósfera era densa, como si el aire mismo los estuviera observando. A medida que avanzaban, la temperatura descendía y los ecos de sus pasos resonaban como si alguien más caminara con ellos.

Después de unos metros, Christian se detuvo.

—¿Vieron eso? —señaló una placa en el suelo, distinta a las demás—. Esa piedra está mal alineada.

Vanessa levantó una ceja.

—¿Y ahora desde cuándo sabes de trampas?

Christian encogió los hombros.

—Videojuegos.

Nathan dio un pequeño salto y cayó justo sobre la piedra mal alineada.

Click.

—¡NATHAN, NO! —gritaron los tres al unísono.

De los muros salieron disparados unos dardos metálicos. Vanessa reaccionó al instante, levantando las manos: un frío súbito surgió de sus palmas, formando una barrera de hielo. Algunos dardos se clavaron en ella, otros pasaron de lado, rozando a Nathan y a Christian.

Nathan, respirando con dificultad, se encogió.

—Ok... tal vez... fue una mala idea.

Vanessa le lanzó una mirada fulminante.

—Otra más y te lanzo a los dardos tú solo.

Lloyd, algo tenso, avanzó un poco más, hasta que otra sección del pasillo se derrumbó parcialmente frente a ellos, bloqueando el paso.

Christian frunció el ceño.

—¿Y ahora? ¿Nos regresamos?

Lloyd apretó los puños, frustrado. El aire a su alrededor comenzó a vibrar levemente.

—No... déjenme intentar algo.

Cerró los ojos. Su respiración se volvió pesada. El color verde en sus ojos volvió a brillar, más fuerte esta vez. Extendió ambas manos hacia la pared colapsada.

—Vamos... vamos, maldita sea...

Un torrente de energía verde brotó con violencia de sus brazos. Un estruendo sacudió todo el túnel. La pared frente a ellos... explotó.

Polvo, piedras y fragmentos volaron en todas direcciones. El impacto los lanzó a todos al suelo.

Nathan, tosiendo, abrió los ojos entre la nube de polvo.

—¡¿LO HICISTE A PROPÓSITO O QUÉ?!

Lloyd, jadeando y con las manos temblorosas, se arrodilló.

—Yo... no lo controlo del todo...

Vanessa le ofreció la mano para ayudarlo a levantarse.

—Bueno, al menos funcionó. Pero avísanos la próxima, ¿sí?

Cuando el polvo se disipó, frente a ellos se abrió una gran cámara, iluminada por cristales naturales en las paredes. En el centro, sobre un pedestal de piedra, flotaba el artefacto: una esfera brillante con líneas elementales girando en su interior. El aire a su alrededor parecía bailar con energía pura.

Lloyd lo miró, fascinado.

—Lo encontramos...

Christian, con los ojos brillando de emoción, dio un paso al frente.

—¡Ahí está! —exclamó—. ¡Lo tenemos justo enfrente!

Y sin esperar respuesta, echó a correr hacia el artefacto.

Vanessa, con el corazón en la garganta, dio un paso tras él.

—¡Christian, espera! ¡Recuerda que podrían haber trampas! ¡Esto no es una maldita feria!

Pero Christian ya estaba frente al pedestal. El artefacto flotaba a unos centímetros del soporte de piedra, girando lentamente, emitiendo un zumbido casi imperceptible. Líneas elementales danzaban en su interior con colores que cambiaban suavemente: rojo, azul, dorado... y luego se mezclaban como si supieran que estaban siendo observadas.

Christian se quedó inmóvil por un momento, respirando entrecortadamente.

—Woah... esto es... —tragó saliva— más raro de lo que pensé.

Estiró la mano muy lentamente, como si temiera que la esfera explotara con solo rozarla.

Lloyd, al ver el movimiento, reaccionó de inmediato. Sus ojos se iluminaron tenuemente de verde y, sin pensarlo, levantó un brazo formando un escudo de esencia. Pero era inestable, tembloroso, como si no supiera aún qué forma debía adoptar.

—¡Por si acaso…!

Vanessa, siguiendo el ejemplo, se concentró y levantó un pequeño muro de hielo frente a ella, lo justo para cubrir a Nathan, que soltó un grito.

—¡¿Por qué siempre tengo que ser el que termina en el suelo?! —reclamó mientras se tiraba plano sobre el piso, cubriéndose la cabeza—. ¡Esto va a explotar! ¡Estoy seguro!

Pero entonces...

Nada.

Christian agarró el artefacto con firmeza y lo levantó. No hubo sacudidas, ni luz cegadora, ni gritos sobrenaturales. Solo silencio.

Christian se quedó unos segundos mirando alrededor, esperando que algo sucediera.

—¿Eh…? ¿Eso fue todo? —miró la esfera y luego al grupo—. ¡Vamos! ¿Ni una pared cayéndose? ¿Un rayo? ¿Una voz ancestral gritando “no son dignos”? Qué decepción…

Nathan alzó la cabeza desde el suelo.

—¡¿Me tiré al piso para esto?! —gruñó mientras se incorporaba—. ¡Tengo tierra hasta en las orejas!

Vanessa bajó su muro de hielo, aliviada.

—Bueno, mejor así. No estoy para más sustos.

Lloyd dejó que su escudo desapareciera lentamente, aunque aún temblaba por el esfuerzo.

—Lo importante es que ya lo tenemos...

Christian, bajando del pedestal con cuidado, le entregó el artefacto a Lloyd.

—Te toca cargarlo. Yo ya cumplí mi cuota de valentía por hoy.

Lloyd tomó la esfera con cuidado. El resplandor del objeto parecía responder a su esencia: por un segundo, una pequeña chispa verde se mezcló con los colores de la esfera.

Lloyd, serio, apretó la mandíbula.

—Hay que darnos prisa… Ryan está solo allá afuera, y no sabemos en qué estado.

Vanessa asintió con firmeza.

—Sí… no quiero pensar en lo que podría estar enfrentando.

Nathan, sacudiéndose el polvo, suspiró.

—Entonces no lo pensemos. Vamos.

Y sin decir más, los cuatro salieron corriendo del lugar, con el eco de sus pasos resonando entre los muros antiguos, llevándose consigo el artefacto… y la responsabilidad de lo que acababan de desenterrar. 

Al salir a la superficie, los chicos se detuvieron en seco. Lo primero que vieron fue la central eléctrica: un infierno en ruinas. Las llamas aún devoraban parte de la estructura. Cables sueltos colgaban como serpientes brillantes, lanzando chispas al aire con un zumbido siniestro. Todo olía a humo, metal quemado y peligro.

Lloyd dio un paso al frente, perplejo.

—No puede ser… —murmuró, con el rostro endurecido—. ¿Todo esto… lo hizo una sola persona?

Vanessa, angustiada, miraba de un lado a otro con los ojos bien abiertos.

—¿¡Ryan!? ¿Dónde estás, idiota? ¡Respóndenos!

De entre los árboles, tambaleándose, Ryan emergió. Tenía la ropa chamuscada, algo de hollín en la cara, pero estaba ileso.

Vanessa corrió hacia él con el ceño fruncido.

—¡Estás bien! Qué alivio... quiero decir… —cruzó los brazos—. Qué bueno que estés bien, idiota. No me hagas preocuparme así otra vez.

Ryan forzó una sonrisa mientras se acercaba al grupo.

—Estoy bien… más o menos. No fue tan grave como parece.

Lloyd se le acercó, desconfiado.

—¿Y el que estaba aquí? El tipo que nos separó… ¿Dónde está?

Ryan bajó un poco la vista, rascándose la nuca con nerviosismo.

—¿Ah, él? Pues… lo vencí. Sí, eso… lo vencí. Fácil.

Nathan entrecerró los ojos, escéptico.

—Ajá… claro. Y yo soy el rey de los duendes.

Lloyd suspiró.

—Mira, lo importante es que tenemos el artefacto y estamos todos vivos. Vámonos antes de que esto se ponga peor.

El grupo echó a correr, sorteando escombros, cables chispeantes y lenguas de fuego. Pero de repente, una explosión azul les cortó el paso. Una llama vibrante apareció frente a ellos, bloqueando su salida.

Valrik emergió de entre las llamas, como una sombra envuelta en fuego.

—¿Y a dónde creen que van? —dijo con una sonrisa retorcida.

Nathan, jadeando, volteó a ver a Ryan con incredulidad.

—¡¿No que lo habías vencido, genio!?

Ryan levantó ambas manos.

—Yo… técnicamente… creí que había ganado.

Lloyd dio un paso al frente, poniéndose entre el grupo y Valrik. Sus ojos verdes brillaban con tensión.

—¡Aléjate de nosotros!

Valrik ladeó la cabeza con burla.

—Oh, Lloyd… siempre tan noble. Siempre tan dispuesto a proteger a todos… qué ternura.

Lloyd entrecerró los ojos.

—¿Qué… cómo sabes mi nombre?

Valrik, con una sonrisa cruel, alzó los brazos.

—Sé todo sobre ustedes. Sobre ti, Lloyd… Maestro de la Esencia Esmeralda. El elegido por la profecía. ¿Creías que eras un misterio para nosotros?

Ryan retrocedió lentamente, su expresión cambiando del susto a algo más oscuro. Estaba aterrado, intentando pasar desapercibido detrás de sus amigos.

Valrik comenzó a caminar hacia ellos, con paso seguro.

—Entréguenme el artefacto. Saben que no pueden protegerlo por mucho tiempo.

Vanessa dio un paso adelante, desafiante.

—¡NO vamos a hacerlo! ¡No tienes idea de lo que estás enfrentando!

Lloyd, firme, cruzó los brazos.

—Lo que ella dijo… así que jódete.

Valrik se detuvo. Un fuego intenso surgió entre sus manos, pero era diferente… más frío, más peligroso. Un azul eléctrico que parecía devorar el aire mismo.

—¿De verdad no quieren esto por las buenas? Entonces que sea por las malas.

Vanessa retrocedió medio paso, sorprendida.

—Eso… eso no es normal…

Nathan tragó saliva.

—¿Ese fuego… es azul? Nunca había visto algo así. ¿Qué es ese poder?

Lloyd entrecerró los ojos y se preparó, juntando las manos mientras su esencia esmeralda empezaba a condensarse. Dos esferas verdes vibraban entre sus dedos.

—¡No importa qué sea! ¡No dejaremos que te salgas con la tuya!

Valrik se rió.

—Vamos, Lloyd… muéstrame de qué estás hecho. Quiero ver si los alumnos de Gabriel son tan formidables como dicen. Y tú, el elegido… vamos, ¡muéstrame por qué todos hablan de ti!

Lloyd no lo pensó más. Gritó con fuerza y lanzó las esferas de esencia esmeralda con todo lo que tenía.

Valrik, ágil como un depredador, esquivó los ataques y se lanzó hacia ellos con velocidad brutal.

El grupo apenas tuvo tiempo de reaccionar. Cada uno se preparó como pudo, pero sin experiencia real… se notaba.

La batalla había comenzado.

Vanessa fue la primera en reaccionar. Apretó los dientes y estiró las manos con firmeza, haciendo que afilados carámbanos de hielo se formaran a su alrededor.

—¡A ver si puedes con esto, cara de incendio! —gritó, y lanzó una ráfaga de proyectiles helados contra Valrik.

Los ataques impactaron directamente en su pecho y hombros, cubriéndolo en una costra congelada… pero solo por un segundo.

Valrik sonrió de lado, burlón, y alzó una mano envuelta en llamas azules.

—¿Eso es todo? —chasqueó los dedos, y el hielo se derritió de inmediato, evaporándose al contacto. En un parpadeo, apareció frente a Vanessa y le asestó un golpe en el estómago con una onda ardiente que la lanzó hacia atrás.

Ella cayó de rodillas, jadeando.

Nathan gritó con fuerza:

—¡Aléjate de ella! —y agitó los brazos, generando una ráfaga poderosa de viento que empujó hacia Valrik.

Pero Valrik giró sobre sí mismo, y como si el aire fuera suyo, canalizó la corriente para alimentar sus llamas.

—Gracias por el impulso —dijo con una sonrisa cruel.

Una llamarada azul salió disparada, impactando directamente en Nathan, quien rodó por el suelo, tosiendo por el humo.

Valrik, imparable, comenzó a caminar con lentitud pero firmeza hacia Christian, quien temblaba ligeramente con el artefacto en las manos. El joven tragó saliva, levantó los brazos y comenzó a lanzar rocas de diferentes tamaños hacia su atacante.

—¡No… no te dejaré acercarte! —gritó desesperado, mientras cada piedra volaba en dirección a Valrik.

Pero Valrik era veloz. Se deslizaba entre los ataques como una sombra, esquivando con movimientos fluidos.

—¿En serio crees que eso me detendrá, niño?

Justo cuando Valrik estaba a punto de alcanzarlo, una esfera de Esencia Esmeralda explotó frente a él, obligándolo a retroceder. La onda lo hizo trastabillar, sorprendido por la fuerza del impacto.

Lloyd apareció delante de Christian, el rostro decidido, el cuerpo temblando por la tensión.

—¡Ryan, Christian… llévense el artefacto! ¡Váyanse de aquí, ahora mismo! ¡Llévenselo a Gabriel, cueste lo que cueste! —rugió sin apartar la vista de Valrik.

Christian, asustado pero consciente de la gravedad, asintió con firmeza.

—¡Vamos, Ryan! ¡Tenemos que salir de aquí!

Ambos comenzaron a correr, resguardando el artefacto entre ellos, mientras Valrik los seguía con la mirada.

—Jajaja… —rió el enemigo, enderezándose—. ¿Tú solo contra mí? ¿De verdad crees que podrás hacer algo? No seas ingenuo.

Lloyd apretó los puños, y dos nuevas esferas de Esencia comenzaron a formarse entre sus manos, vibrando con intensidad inestable.

—No lo sé… —susurró—. Pero si no lo intento, nadie más lo hará.

Valrik levantó una ceja, con deleite.

—Muy bien… entonces vamos a comprobar si el elegido de la profecía está a la altura de su título.

Sin más advertencia, Valrik se lanzó como un rayo azul.

Lloyd también corrió hacia él, sus manos envueltas en resplandor esmeralda. Los dos chocaron con una fuerza brutal. Cada golpe lanzado por Lloyd era contrarrestado por una llamarada; cada puñetazo envuelto en esencia provocaba una chispa verde, seguida por un destello azul. El aire entre ellos crujía por la presión de sus poderes cruzados.

El suelo temblaba. La tierra crujía. Esencia y fuego envolvían todo a su alrededor.

A unos metros, Vanessa se levantó como pudo, tambaleante, con sangre en el labio.

—¡Vamos, Lloyd… aguanta…! —murmuró, antes de alzar las manos y lanzar una lanza de hielo que se estrelló contra una roca cercana a Valrik.

Nathan, con esfuerzo, también se incorporó.

—¡No dejaremos que lo enfrente solo! —dijo, y lanzó otra ráfaga de viento, esta vez para intentar empujar el fuego lejos de Lloyd.

Pese a todo, Lloyd resistía. Cada golpe que daba estaba lleno de furia y determinación. Aquel combate… apenas estaba comenzando.

Vanessa, respirando con dificultad, vio una abertura en la defensa de Valrik. Aprovechó el instante, y con un grito agudo, estiró las manos al frente.

—¡Ahora, Lloyd! ¡Congelaré sus pies!

Una capa de hielo se extendió por el suelo y atrapó las piernas de Valrik, inmovilizándolo por un segundo.

Lloyd no perdió tiempo. Reuniendo toda su fuerza y rodeando su puño con Esencia Esmeralda, se lanzó hacia él.

—¡Toma esto! —gritó, y le asestó un puñetazo directo en el rostro.

El impacto hizo retroceder a Valrik, quien ladeó el cuello con un gesto de molestia, escupiendo a un lado.

—Mmm… buen golpe —murmuró con voz grave, antes de sonreír con crueldad—. Veamos si te gusta que te lo regresen.

Con un chasquido, el hielo que atrapaba sus pies explotó en mil fragmentos, levantando una nube de vapor.

El estruendo desconcentró a Lloyd, que intentó ver entre la neblina.

En ese instante, Valrik apareció justo frente a él.

—¡Demasiado lento! —rugió, y le dio un golpe en el estómago que hizo que Lloyd se doblara.

Antes de que pudiera reaccionar, Valrik lo remató con un puñetazo en llamas directamente al rostro.

Lloyd salió disparado hacia atrás y cayó pesadamente de espaldas al suelo, con un gemido de dolor.

—¡LLOYD! —gritó Vanessa, corriendo hacia él con el corazón en un puño.

Pero Valrik la interceptó. En un movimiento veloz, la sujetó del cuello y la alzó en el aire como si no pesara nada.

—¿Eso es todo lo que tienen? —gruñó con desprecio—. Pequeña mocosa… ¿eso era tu ayuda?

La tiró al suelo sin compasión. Ella rodó unos metros y quedó tendida, jadeando por el impacto.

Nathan, con rabia acumulada, levantó las manos y lanzó una ráfaga de viento tan fuerte que hizo tambalear a Valrik por un segundo.

—¡Suéltalos! —rugió—. ¡NO ERES INVENCIBLE!

Pero Valrik rugió aún más fuerte, envuelto en furia, y desató una llamarada colosal de fuego azul que barrió con todo a su alrededor.

En medio del caos, se empezaron a escuchar sirenas a lo lejos: patrullas, bomberos… la ciudad comenzaba a reaccionar.

Valrik miró en dirección a Lloyd, esperando verlo inconsciente… pero se sorprendió.

Lloyd ya estaba de pie, tambaleante, con sangre en el labio pero la mirada más decidida que nunca.

Sin decir palabra, se lanzó contra Valrik.

Ambos comenzaron a intercambiar golpes a una velocidad vertiginosa. Valrik esquivaba con soltura, burlándose entre cada embate.

—¡Vamos, elegido! ¿Eso es todo lo que tienes? ¡Más rápido!

De pronto, Valrik lo sujetó y, con una técnica experta, lo inmovilizó en una llave, apretando su cuello con el brazo.

—Dime, Lloyd… —susurró con veneno en el oído—. ¿De verdad crees que puedes protegerlos así?

Lloyd, forcejeando, respiraba con dificultad.

—Y-yo… siempre… siempre los protegeré… ¡a todos!

Valrik rió.

—¿A ellos? No, no me refiero solo a ellos…

Lloyd se detuvo un instante.

—¿Qué…?

Valrik acercó aún más su rostro.

—Me refiero a tu familia… a tu hermana… a tus primos… tus tíos… tus padres.

—¡Tú no los conoces! —gruñó Lloyd.

Valrik sonrió, pero esta vez sin burla.

—Claro que sí… ¿Cómo piensas proteger a tu hermana Diana… si ni siquiera puedes defenderte a ti mismo? ¿Vas a dejar que la historia de Naeris termine tan rápido?

En ese instante, algo cambió.

Vanessa se incorporó como pudo, y su mirada se clavó en el brazo de Valrik.

—¿Pero qué…? —susurró, con los ojos abiertos de par en par.

Nathan, desde el suelo, también lo notó.

—¡Ay no… no mames…!

El brazo de Valrik estaba envuelto en un fuego color esmeralda, ardiendo de forma anómala. El origen: las manos de Lloyd, que aún apretaban con furia.

—¡No te atrevas…! —dijo Lloyd, su voz temblando—. ¡No te atrevas a amenazar a MI FAMILIA!

El fuego verde se intensificó. Valrik soltó un grito y finalmente dejó ir a Lloyd, dando un paso atrás.

Lloyd cayó de pie, girando sobre sí mismo, y cargó un nuevo ataque. Su Esencia Esmeralda brillaba intensamente, pero esta vez… había algo distinto. Como en el torneo… una flama verde ardía dentro del aura esmeralda.

Valrik, furioso, contraatacó con una gigantesca llamarada azul, intentando anular el golpe.

Ambos ataques colisionaron en el aire, y la explosión generó una onda expansiva que hizo temblar los árboles.

Al principio, la llama azul parecía superior, pero lentamente, la energía verde comenzó a abrirse paso, empujando la ofensiva de Valrik.

Hasta que de repente—

¡PUM!

Un disparo seco cortó el aire.

—¡AAAAAGH! —gritó Lloyd, soltando su ataque. Un impacto directo en su hombro lo hizo tambalear y caer de rodillas.

—¡MANOS ARRIBA AHORA! —gritó un oficial, arma en mano.

Las luces rojas y azules iluminaban el caos.

Valrik retrocedió unos pasos, evaluó la situación… y sin mediar palabra, desapareció entre las llamas, esfumándose en la oscuridad del bosque.

Vanessa corrió hacia Lloyd, lo sostuvo por debajo del brazo.

—¡Vamos, tenemos que irnos! ¡AHORA!

Nathan los alcanzó, ayudando como podía. Los tres comenzaron a correr hacia el bosque, mientras las luces y gritos de la policía se multiplicaban tras ellos.

Los tres chicos corrían por el bosque, esquivando ramas y raíces mientras las voces de los policías retumbaban detrás de ellos.

Policía 1 (a lo lejos):

—¡Deténganse! ¡Salgan con las manos arriba!

Policía 2:

—¡Quítense las máscaras, ahora!

Lloyd jadeaba con fuerza, llevándose una mano al brazo ensangrentado mientras corría con dificultad.

Lloyd (entre dientes, con el rostro torcido por el dolor):

—Mierda… no puedo... seguir mucho más así…

Nathan (apurándolo mientras lo ayuda a avanzar):

—¡Aguanta, bro! ¡Ya casi salimos del radio de búsqueda!

El grupo se desvió de golpe hacia una abertura oscura entre los árboles. Vanessa fue la primera en verla.

Vanessa (señalando):

—¡Ahí! ¡Una cueva! ¡Rápido, adentro!

Se adentraron sin pensarlo dos veces. El frío del lugar contrastaba con el calor del incendio que todavía se veía en el horizonte. Caminaron lo más profundo que pudieron hasta que no se escucharon más pasos, ni gritos, ni sirenas. Solo el silencio.

Una vez dentro, los tres se desplomaron en el suelo húmedo, respirando agitadamente.

Vanessa (temblando):

—Tenemos que esperar... que se vayan. No podemos salir aún…

Nathan (agotado, limpiándose el sudor de la frente):

—En dos horas, tal vez… cuando se les acabe la energía o crean que escapamos…

Mientras hablaban, Lloyd se retorcía en el suelo, apretando su brazo herido. La sangre empapaba su ropa.

Lloyd (apenas audible):

—H-hace un chingo de frío... y arde...

Vanessa (acercándose rápido, con las manos temblando):

—¡No lo muevas, Lloyd! E-espera, no sé qué hacer... nunca hice esto... solo... solo aprieta aquí...

Presionó como pudo con un trapo improvisado. Sus ojos se llenaban de lágrimas, pero no dejaba de mirar a Lloyd.

Vanessa (murmurando):

—No te me vayas, idiota… no ahora…

Pasaron varios minutos en silencio, solo interrumpidos por el jadeo de Lloyd y el zumbido distante de helicópteros. Cuando finalmente sintieron que era seguro, salieron de la cueva y retomaron su camino hacia la ciudad.

La escena era apocalíptica. A lo lejos, la central eléctrica estaba completamente envuelta en llamas. El humo subía hasta cubrir el cielo nocturno mientras los bomberos luchaban inútilmente por contener la catástrofe.

Las calles estaban sumidas en la oscuridad. Varias zonas de la ciudad estaban sin energía. Ni un alma rondaba. Ni un coche, ni una voz. Solo la penumbra y sus pasos apresurados.

Vanessa (con la voz entrecortada):

—Ya casi, Lloyd... solo un poco más, ¿sí? Aguanta...

Nathan (mirando el mapa en su teléfono sin señal):

—¡Vamos! ¡Falta solo una cuadra! ¡Ya casi estamos!

Finalmente, al doblar por la calle donde se encontraba la casa de Camila, las siluetas de cuatro personas los detuvieron. Lloyd se puso en guardia, a pesar del dolor. Vanessa y Nathan también se tensaron. Hasta que…

Gabriel (acercándose con paso firme):

—Son ellos… ¡Vanessa! ¡Nathan! ¡Lloyd!

Camila y Diana (corriendo hacia ellos):

—¡LLOYD!

Camila lo atrapó en un abrazo fuerte, mientras Diana se llevó ambas manos a la boca al ver su brazo.

Gabriel (al verlo, serio pero preocupado):

—¿Qué pasó? ¿Quién lo hirió?

Vanessa (hablando rápido mientras ayudaban a entrar a Lloyd):

—Un policía... intentó detenerlo, pero fue justo cuando Lloyd estaba enfrentando a un sujeto llamado Valrik... ¡Lo tenía en el piso, no fue culpa suya!

Entraron a la casa con rapidez. Gabriel sostuvo a Lloyd mientras lo acomodaban sobre el sofá. Diana miraba aterrada la herida.

Diana (angustiada):

—¡Tenemos que llevarlo al hospital!

Gabriel (negando con la cabeza):

—No será necesario. Yo me encargo.

Su tono firme no dejaba lugar a dudas. Mientras tanto, Camila ayudaba a traer vendas y agua, y Vanessa se sentó junto a Lloyd sin separarse de él.

Una hora después, la casa se encontraba en calma, aunque tensa. Los chicos estaban repartidos por la sala y el comedor, algunos sentados, otros de pie. Lloyd descansaba en el sofá, con el brazo vendado.

En la mesa, Caelum observaba con detenimiento el artefacto que los chicos habían traído de la central.

Danna, desde un rincón, cruzaba los brazos, observando con cierta molestia la manera en que Vanessa se quedaba cerca de Lloyd y cómo Camila también lo miraba preocupada.

Danna (en voz baja, para sí misma):

—Claro… ahora todos giran en torno a él. Como si fuera el centro del maldito universo…

Aunque no decía nada más, su mirada lo decía todo.

Vanessa colgó la llamada con expresión preocupada, guardando su celular con lentitud. Caminó hacia la sala donde los demás descansaban, aún con la tensión pegada a la piel. Se dejó caer junto a Nathan en el sofá, cruzando los brazos mientras suspiraba hondo.

Vanessa (con voz baja, casi molesta consigo misma):

—Mis papás están histéricos… me dijeron que ya es tardísimo. Les dije que me quedaría aquí, pero… no sé, siguen nerviosos.

Nathan apenas asintió, aunque su mirada estaba fija en el vendaje de Lloyd. Vanessa también lo miró, luego bajó la mirada hacia sus propias manos.

Vanessa (rompiendo el silencio):

—Eso que hizo Lloyd allá… ¿Qué fue?

Nathan (ladeando la cabeza, pensativo):

—¿Te refieres al fuego verde?

Vanessa (mirándolo):

—Sí. Se supone que su poder es la Esencia Esmeralda, ¿no? Pero eso no fue solo energía… eso fue fuego. Verde, sí, pero… fuego.

Nathan (frunciendo el ceño, con inquietud):

—Exacto. Es como si… su poder estuviera mutando, o mezclándose con otra cosa. No debería poder hacer eso. No es normal.

Vanessa (asintiendo, mordiéndose el labio):

—Tenemos que decirle esto a Gabriel. Él sabrá qué significa.

Nathan (decidido):

—Sí… si alguien puede entender qué le está pasando a Lloyd, es él.

Ambos se quedaron en silencio, observando cómo Lloyd descansaba, aún inconsciente, con la herida vendada pero su cuerpo en tensión leve. La llama verde aún parecía reflejarse en su rostro.

EN OTRO LUGAR...

La atmósfera era densa y oscura. La única fuente de luz provenía de antorchas verdes clavadas en las paredes de piedra. Valrik avanzó con pasos pesados por el pasillo subterráneo, respirando con dificultad. Al final del corredor, una figura encapuchada lo esperaba en silencio.

Encapuchado (sin moverse, con voz grave y serena):

—¿Conseguiste el artefacto?

Valrik bajó la cabeza, sin atreverse a mirarlo directamente.

Valrik (nervioso, con la voz temblorosa):

—N-no… no logré conseguirlo. Lo tenían los chicos... y el maldito chico de la Esencia me detuvo.

Un silencio mortal llenó la habitación.

Encapuchado (sin alzar la voz, con un tono seco):

—¿Cómo que no…?

Se acercó un paso. Su sola presencia era intimidante.

Encapuchado:

—Nosotros ya conseguimos otro cristal gracias al artefacto anterior. Cada segundo cuenta, Valrik. Cada error cuesta más de lo que crees.

Valrik (sudando, dando un paso atrás):

—Lo sé… lo sé. Pero juro que no volverá a pasar. P-por favor, dame otra oportunidad...

Una voz nueva interrumpió la escena. Una voz profunda, cargada de veneno.

¿???:

—No... no volverá a pasar.

Desde las sombras, una figura imponente emergió. Era Xandros. Su silueta estaba envuelta en una capa negra, sus ojos encendidos con furia contenida. Sin dudar, tomó a Valrik del cuello y lo levantó del suelo con una sola mano.

Xandros (gruñendo, con desprecio):

—Más te vale que no falles de nuevo, mocoso estúpido… ¿Tienes idea de lo que estamos arriesgando?

Valrik pataleaba, sus manos temblorosas intentando soltarse.

Valrik (casi sin aire):

—P-prometo que no lo haré otra vez… p-por favor...

Xandros lo soltó con brusquedad, dejándolo caer como si fuera basura. Valrik tosió en el suelo, sujetándose el cuello con ambas manos, humillado.

Xandros (sin siquiera mirarlo mientras se alejaba):

—Más te vale.

El encapuchado observó la escena sin decir palabra, su rostro oculto en la sombra, su juicio suspendido pero no ausente.

FIN DEL EPISODIO

1
nalxyt
¡Qué emocionante esta historia!😆
catalina trujillo
Me encanta cómo escribes, pero necesito más de tu historia para satisfacer mi curiosidad. 😜 ¿Cuándo actualizas?
luhax
No puedo esperar por el siguiente, bendiciones
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