Ella tiene miedo de la atracción que siente por el joven con el que durmió una sola noche, él hará lo posible por repetir la experiencia con la hermosa maestra de su hermanita.
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Aclarando sentimientos
El teléfono sonó por segunda vez y aunque Leonardo no tenía ganas de contestar terminó por hacerlo, pensando que quizás había pasado algo en el bar o su primo tenía algún asunto importante que tratar. Leonardo no tuvo problema en estirarse un poco para alcanzar su teléfono que estaba al otro lado de la cama, ni siquiera tuvo que soltar el libro que tenía en la mano porque si algo tenía Leonardo era que se tomaba en serio su trabajo aunque este no fuera precisamente el trabajo ideal para él, por eso sentía que era importante prepararse un poco más, además de que tenía un deseo oculto por impresionar a alguien solo que aún no le encontraba sentido a ello.
—¡Alo!
—Si, con el profesor Leonardo Rivera.
Era algo normal en Bruno el hacer bromas así, claro que no lo hacía con mala intención y Leonardo lo sabía, solo era una broma inofensiva.
—Callate envidioso, ahora tendrás que tratarme con más respeto —respondió sonriendo.
—Claro, primo yo siempre te he tratado con respeto, tanto que a veces pienso que tú eres el mayor de los dos.
—Claro, soy más responsable y confiable que tú.
—Así es abuelo.
Leonardo escuchó la risa burlona al otro lado del teléfono y sonrió.
—Y bien ¿Qué se te ofrece?
—Nada, solo quería saber cómo te fue en tu primer día como maestro.
—Bien considerando que no sé nada sobre cómo serlo en realidad —dijo tornándose serio y un poco afligido.
—Andrea dice que lo hiciste muy bien — Leonardo experimentó cierto alivio al saber esto e incluso sintió cierta ligereza aunque no le duró tanto—también dice que te portaste un poco grosero con su amiga —la mención de esto tensó a Leonardo, él había tratado de no pensar en ello durante el resto de la tarde e incluso se había ido a su departamento para evitar a Nicolle, quien lo había notado un poco nervioso frente a su maestra —. Leo, ¿sigues ahí? —Leonardo hizo un sonido similar a un bufido y Bruno continuó: —sabes se me hizo extraño el que hayas aceptado la imposición de mi tío de tomar ese empleo siendo que tú no eres maestro pero ahora ya lo tengo claro.
Bruno tenía un punto, a veces podía ser demasiado perspicaz o era Leonardo el que era fácil de descifrar, el caso es que tenía que desviar el tema.
—Ya sabes cómo es mi papá, además creí que era mejor ocuparme en algo que seguir metido en el bar cada noche, sabes que no es lo mio —dijo Leonardo aparentando normalidad
—Eso lo sé, por eso te presente a Fabián, él podía haberte empleado en algo que si fuera apropiado para tí.
—Pues tu amigo me dijo que lo sentía mucho pero que no había nada para mí, sabes creo que no le caí bien.
—Claro que no, si se dió cuenta de cómo te estabas comiéndo con los ojos a su “chica”—la risa de Bruno no era de burla sino más bien de compañerismo, una especie de complicidad al hacerle saber a su primo sobre como no había logrado ser tan discreto como él pensaba.
—No comprendo lo que dices y si no me llamaste para nada importante entonces…
—Relájate Leo, porque no vienes al bar, no tomamos algo y platicamos bien.
—No puedo Bruno pero toma un trago por mí ya que tú puedes beber a esta hora y estando a media semana.
—Ya no me regañes abuelo, que tampoco soy un alcohólico, solo vine al bar a ver unos papeles y me voy. Pero ya sabes que si quieres hablar sobre…
Leonardo cortó la llamada molesto, no con Bruno, aunque no parará de decir tonterías, sino consigo mismo. Leonardo no recordaba haber mirado a Gabriela de ninguna forma especial esa noche, claro que noto que se veía muy bien con la blusa que llevaba y los jeans la hacían lucir muy bien resaltaba su…
Tenía que reconocer que era una mujer muy hermosa por eso se acercó a ella la primera vez, aunque quizás por el alcohol no se dio cuenta que ya era una mujer madura.
Quizás el recuerdo de esa noche era lo que le hacía reaccionar así cerca de ella, y es que había sido una de esas noches memorables eso no podía negarlo; solo que ahora no podía evitar mirar su cuerpo e imaginar cosas, el verla a los ojos hacía que el calor comenzará a recorrer su cuerpo y aumentar el deseo de envolverla en sus brazos, acariciar su rostro, su cabello y sentir sus manos sobre él, tan solo respirar su perfume era casi enloquecedor, cada vez que la tenía de frente moría por probar sus labios, fue por eso que le pidió que saliera del salón, no podría dar una clase estando ella ahí luciendo así tan sensual, tan hermosa; pero eso no quería decir nada, para nada era igual a lo que sentía por Natasha mucho menos compararlas porque cada una era diferente y especial a su manera. Además no es que mereciera la pena pasar el tiempo pensando en aclarar un sentimiento inexistente. La maestra Gaby era una mujer hermosa y eso era un hecho innegable eso y el hecho de que lo atraía demasiado claro, todo eso producto de la noche que pasaron juntos pero de ahí a qué pudiera haber algo más estaba muy lejos de serlo.
—Aun así, no me molestaría si ella quisiera…
Leonardo sacudió sus ideas y volvió a su lectura. Suerte que solo tenía clase dos veces por semana, podría tratar de evitar cruzarse con ella y no tendría problema.
—Ella se sintió ofendida porque le pedí que saliera del salón. Creo que debería disculparme.
Leonardo volvió a sacudir la cabeza, cuando comenzaba a hablar solo, era señal de lo mucho que pensaba en algo y lo que más quería era alejar a esa mujer de sus pensamientos, podría ser como su madre.
—No, ella es mucho más joven que mi mamá y mucho más sencilla, además es muy hermosa.
El libro quedó a un lado mientras su manos iban detrás de su cabeza. Leonardo soltó un suspiro ahí en la soledad de su departamento rememorando la mañana en que la vió precisamente ahí, parada frente a él vistiéndose curiosamente no solo se excitaba con el recuerdo sino que también le provocaba un calor agradable en el pecho.
—Será posible que me estoy enamorando.