Un hombre que a puño de espada y poderes mágicos lo había conseguido todo. Pero al llegar a la capital de Valtoria, una propuesta de matrimonio cambiará su vida para siempre.
El destino los pondrá a prueba revelando cuánto están dispuestos a perder y soportar para ganar aquella lucha interna de su alma gemela.
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Capitulo 23
Ambos se quedan en silencio, observando la fría noche. El aire está cargado de una quietud pesada, y solo el sonido del viento rompe el mutismo que los rodea. — Sabes, cada vez que vengo aquí recuerdo cuánto me odio por no ser suficiente, por no haber podido hacer nada — dice Riven, mirando las piedras delante de él con una expresión de dolor y culpa en su rostro.
Aria suspira, como si tratara de comprender el peso de las palabras de Riven.—¿Por qué crees eso?— pregunta, intentando encontrar una brecha en la oscuridad de los pensamientos de Riven.
— Cuando llegaron estaban radiantes llenas de vida... luego, antes de unirnos en matrimonio se fueron de este mundo de repente y en ambas ocasiones no pude hacer nada.—dice Riven, mirando ambas piedras con una mezcla de culpa y desesperanza. —En ambas ocasiones no pude concretar la unión. No creamos ningún vínculo fuerte, pero eso no quita que no fui capaz de protegerlas.
La noche parece cerrarse aún más sobre ellos, y el silencio que sigue es pesado, cargado de los recuerdos dolorosos que Riven ha compartido. Aria parece estar procesando la profundidad del dolor de Riven, sin saber qué decir para aliviar su carga, ya que no era para nada un consuelo. Riven abrió sus sentimientos y confió en la mujer que tenía enfrente, a la cual no conoce nada de ella solo su nombre.
—Cuando caíste al suelo cuando llegamos aquí, pensé que iba a suceder lo mismo —dice Riven, su voz llena de una mezcla de miedo y fatalismo—. Que en verdad estoy maldito, y más tratándose de ti, una mujer que les pertenece a los dioses.
Aria tenía ganas de gritarle lo que realmente era estar maldito, que lo que él siente es culpa por algo que era inevitable. Pero algo tiene sentido, los dioses están jugando sucio al arrebatarle a sus prometidas anteriores y mandarle a ella, una maldición en persona como futura esposa. La idea es perturbadora, y Aria se siente atrapada en una red de creencias y destinos que no comprende del todo.
—Si deseas volver al templo...solo dilo y te llevaré.— Dice Riven, mirando hacia otro lado esperando oír lo que no deseaba.
Aria tiembla de solo pensarlo y posa su mano junto a la de Riven, un gesto que entrelaza sombras y silencios en la noche. —Has sufrido mucho, no quiero ser la causante de más heridas... Pero es tu decisión.— murmura Aria, su voz como un susurro del viento, mientras se levanta con una mezcla de determinación y vulnerabilidad para volver al palacio.
—Mañana, me gustaría que me acompañes a almorzar— dice Riven.
Aria se detiene, girando hacia él con una mirada de sorpresa. — Riven ha decidido seguir con la locura del matrimonio y la mira suplicando, con ojos que arden en la penumbra, mientras el viento nocturno juega con su cabello negro y agita los pliegues de su camisa a medio abrochar, como si el propio aire estuviera tratando de desnudar su alma.
—Sí, iré— dice Aria, y vuelve a ponerse en marcha, deslizándose hacia el palacio dejando tras de sí un rastro de promesa.