Amor Sobre Ruedas

A la mañana siguiente todos llegaron a la pista, Valeria no se veía por ningún lado, su hermano sabía en dónde podría estar, y como no recibió ninguna respuesta de Maik, su silencio lo entendió como una negativa.

Y él no iba a cumplir nada, lo iba a dar todo para quedar entre los primeros para la salida del siguiente día.

La clasificación había empezado, los hermanos como siempre Alan no podía defraudar a su hermana, no ahora, que estaba entregándose a un maldito.

Las cosas se estaban poniendo feas, Alan estaba en la pista y ella estaba caminando hacia un liso casino.

Trataba de calmar su agitado corazón, el cual martilleaba como loco en su pecho, inhalaba y exhalaba una y otra vez. Esto era una locura, pero no había marcha atrás.

Muy decidida entro al casino, el ruido de las máquinas, la gente gritando y caminado de un lado a otro era muy abrumador. Quería volver a salir de ese lugar. Pero no contaba con que James ya la estaba esperando al lado de la mesa de póker.

- Llegas a tiempo, pequeña.

- Tengo una deuda que pagar no es así.

Ella podía renegar de todo, pero eso no le quitaba que el hombre que tenía enfrente era hermoso. Porque todos los hombres lindos y guapos tenían que ser unas porquerías. Uno era un traidor, otro era un gilipollas completo, el otro arrogante hasta la médula espinal y el que tenía enfrente un usurero por completo.

Vaya vida de mierda la que tenía ella, y por ¿cuánto tiempo más iba a seguir así?, ¿cuándo iba a terminar de sufrir?, existía algún Dios, cómo dice la gente Dios le da las mejores batallas a sus mejores guerreros Pero con ella ya se estaba ensañando.

- Hermosa como siempre, vamos a mi despacho.

- Lo sigo.

Mientras caminaba detrás de él, en su mente imaginaba los miles de escenarios por los que iba a pasar.

Al entrar el cerro la puerta con seguro, colocándose detrás de ella, sus labios estaban muy cerca a su oído.

- Eres hermosa, no sabes cuánto tiempo estuve esperando este día.

- ¿Por qué me deseaba tanto?.

- Desde el día en que te vi, quise tenerte en mis manos.

Los labios de James comenzaron a besar el cuello de Valeria, su respiración comenzó a ser rápida, este efecto lo ocasionaba tanto James, como los hermanos Rowan.

Valeria sabía que ya estaba perdiendo la cabeza, se estaba volviendo loca de remate, como podría disfrutar de esto, se iba a acostar con él, por el maldito pago de unos intereses, de una deuda que no era de ella.

- No estés tensa, lo vas a disfrutar tanto como yo.

- Eso lo dudo por completo, señor James, esto es solo el pago de una deuda, nada se disfruta cuando es condicional y no por otros motivos.

Por fin había vuelto en sí, sabía a lo que iba así que se alejó de James y comenzó a desnudarse delante de él.

Los ojos de aquel hombre se abrieron de par en par, al ver aquella belleza, ella solamente trataba saliva, trataba de no llorar, no pensó que después de su novio volviera a estar con otro hombre, pero en circunstancias algo peligrosas.

James se acercó hasta ella, y comenzó a pasar sus delgados dedos por la piel desnuda de Valeria, ella apretó sus manos las cuales comenzaron a ponerse blancas de la fuerza que estaba haciendo.

Un ataque de pánico estaba a punto de empezar, pero no podía dejar que esto se saliera de control, su hermano estaba en la mitad de todo, si ella no lo hacía, James podría matarlo, a su única familia.

Cerro sus ojos y se olvidó por completo de todo, dejo su mente en blanco y comenzó a concentrarse en su respiración, con lo que no contaba era que mientras hacía ese ejercicio la voz de Maik llegaba a su subconsciente.

Recordándole aquel día en el que la consoló, en el que la calmó solo con su voz.

Porque esa imagen, porque esa maldita voz, que era lo que quería la vida de ella, no lo sabía.

- Suéltala. - Al abrirse la puerta de golpe Maik hablo, viendo aquella escena.

Ella completamente desnuda y el hombre besando su cuerpo, algo en su interior se agitó a tal punto que casi mata a James.

- Pero que mierdas hace usted acá, no le enseñaron a tocar antes de entrar.

- Y a usted no le enseñaron a respetar a las mujeres, ahí está el dinero, así que ella se va conmigo.

Maik boto un bolso encima del escritorio de James, quien lo abrió y al ver su contenido comenzó a reírse.

- Tanto.

- Parte de la deuda y los intereses de cinco meses.

Valeria estaba en estado de shock, como fue que Maik llegó a ese lugar, Pero esa pregunta se resolvió a los segundos, cuando su hermano entró, tomando la ropa de ella la ayudo a vestir y la saco de aquella oficina.

En la entrada del casino, se encontraba Lorenzo también.

- No te hizo nada, estás bien. - había preocupación en sus palabras, pero en sus ojos no mostraba ninguna emoción real.

- Estoy bien, llévame a casa Alan.

- Vamos a esperar a mi hermano y te llevamos.

- NO. - grito ella.

- Tras de que venimos a rescatarla me grita de esa manera.

- Nadie pidió su ayuda.

Alan un poco nervioso por lo que estaba pasando tomo el rostro de su hermana en sus manos para tratar de calmarla.

- Por favor Vale, ellos nos llevarán no te molestes con Maik ni con Lorenzo, si vas a matar a alguien me tienes enfrente.

Por fin las lágrimas que había estado conteniendo durante mucho tiempo, salieron de sis ojos, salían y salían sin cesar. Era un sentimiento que había estado ocultando por mucho tiempo, ahora se daba cuenta de que no era bueno guardar tantas cosas en tu mente.

El precio podía ser alto y Valeria ahora lo sabía, muy en el fondo les agradecía a los hermanos que hubieran llegado a salvarla.

Mientras Alan abrazaba fuertemente a Valeria, Maik salía con una cara de pocos amigos.

- Lleva a Alan a su casa, yo necesito hablar con ella.

- ¿Por qué?.

- Te vas a callar y súbete a mi auto.

Podía pelear con el hombre que la acabada de salvar de una humillación. Pues no podía y ella lo sabía muy bien así que sin decir una sola palabra, se subió a la Subaru negra, mientras que su hermano subía a un porche.