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SEDUCCIÓN EN DOS ACTOS

SEDUCCIÓN EN DOS ACTOS

Status: En proceso
Genre:Romance / Comedia / Amantes pendencieros / Intrigante / Grandes Curvas / Juego de roles
Popularitas:8.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Cam D. Wilder

En el elegante y misterioso mundo de los multimillonarios, una mujer se esconde detrás de una fachada de pura seducción. Nina es la dama perfecta, la musa enigmática que los hombres desean y las mujeres envidian. Nadie sabe que Nina es la heredera de una de las fortunas más grandes del mundo.

Su misión es infiltrarse en el círculo íntimo de su futuro legado, descubrir quiénes son sus aliados y quiénes son sus enemigos. Y lo hará usando su belleza, su astucia y su encanto.

Entre cenas de lujo, conversaciones envenenadas y caricias furtivas, Nina comenzará a desentrañar una red de secretos que cambiará su vida para siempre. Con un pie en la alta sociedad y otro en las sombras, tendrá que decidir hasta dónde está dispuesta a llegar.

"Seducción en dos actos" es una historia sobre el poder, el deseo y la lucha interna de una mujer que juega a un juego peligroso. Una mezcla perfecta de comedia, erotismo y misterio que te hará cuestionar hasta dónde llegarías por una fortuna… y por amor.

NovelToon tiene autorización de Cam D. Wilder para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Juegos de Seducción

Marcus Sterling se levantó cuando ella se acercó, y el movimiento fue como ver a un depredador desperezándose: todo gracia contenida y poder latente. Por un momento, Nina entendió por qué tantas mujeres caían rendidas ante él. No era solo su altura imponente o la forma en que el traje hecho a medida abrazaba sus hombros anchos; era esa aura de peligro refinado, como un veneno destilado hasta la perfección.

—La famosa Sofía —su voz era grave, con un timbre que parecía vibrar directamente contra su piel. Tomó su mano y la llevó a sus labios, pero no la besó inmediatamente. En cambio, sus ojos, del color del whisky añejado, sostuvieron los de ella mientras su aliento cálido acariciaba sus nudillos—. He oído historias fascinantes sobre ti.

El contacto de sus labios contra su piel fue deliberadamente lento, más una promesa que un saludo. Nina sintió el calor de aquel beso expandirse por su brazo como ondas en agua quieta.

—Todas falsas, me temo —respondió ella, permitiéndose deslizarse en la silla con una gracilidad estudiada que hizo que la seda de su vestido susurrara secretos contra su piel—. Las historias tienden a exagerar.

—¿Incluso la que dice que eres la joya más codiciada del Club Artemis? —Sus ojos brillaron con diversión y algo más oscuro, más primitivo, como llamas azules bailando sobre coñac añejo. Su mirada recorrió el escote de su vestido como dedos invisibles, dejando un rastro de calor a su paso.

Nina tomó su copa, permitiendo que sus dedos jugaran con el borde en una caricia distraída que sabía que capturaría su atención. El hielo tintineó contra el cristal como un recordatorio musical de los juegos peligrosos que estaban a punto de comenzar.

—Especialmente esa —sus pestañas proyectaron sombras sobre sus mejillas cuando bajó la mirada antes de volverla a levantar, un movimiento calculado para atraer su atención a sus ojos y luego a sus labios—. Los hombres tienden a confundir lo inalcanzable con lo valioso.

La tensión entre ellos era casi tangible, como electricidad estática antes de una tormenta. Cada movimiento, cada mirada, cada palabra era parte de una danza antigua como el tiempo mismo, pero ejecutada con la precisión de dos maestros del engaño. El aire entre ellos parecía cargado de promesas no pronunciadas y amenazas veladas, todo envuelto en el aroma embriagador del deseo y el peligro.

Marcus se inclinó hacia adelante, reduciendo el espacio entre ellos.

—¿Y qué confunden las mujeres, Sofía?

—La atención con la intención —respondió ella, sosteniendo su mirada.

La conversación fluyó como el champán que Sterling había ordenado, burbujeante y potencialmente embriagadora. Nina mantuvo su guardia alta, consciente de que cada palabra podía ser una trampa.

—Me recuerdas a alguien —dijo él después de un rato, estudiándola con una intensidad que la hizo sentir expuesta—. Hay algo en tu forma de... observar.

El corazón de Nina dio un vuelco, pero su rostro permaneció impasible.

—¿Oh? ¿A quién?

—A Elizabeth Morton —el nombre de su madre cayó como una bomba en la conversación—. ¿La conociste?

Nina tomó un sorbo de su bebida, agradeciendo el ardor del alcohol falso que le dio tiempo para componerse.

—Me temo que no frecuento los mismos círculos que los Morton —respondió con una sonrisa enigmática—. Mi mundo es... considerablemente más modesto.

—¿Modesto? —Sterling rió, un sonido rico y peligroso—. Nada en ti sugiere modestia, querida Sofía.

El juego continuó, cada uno probando los límites del otro, buscando grietas en sus respectivas armaduras. Nina sentía la adrenalina corriendo por sus venas, mezclada con una atracción que no podía —no debía— permitirse sentir.

—¿Qué busca realmente en el Club Artemis, señor Sterling? —preguntó finalmente, permitiendo que un toque de desafío se colara en su voz.

Marcus sonrió, esa sonrisa depredadora que había perfeccionado a lo largo de los años.

—Lo mismo que tú, me atrevería a decir —respondió, inclinándose tan cerca que Nina podía oler su colonia—. Secretos.

El aire entre ellos se cargó de electricidad. Nina sabía que estaba jugando con fuego, pero el calor de la llama era demasiado tentador para resistirse.

—Los secretos son peligrosos, señor Sterling.

—Llámame Marcus —su mano se deslizó sobre la mesa, rozando apenas sus dedos—. Y los secretos son lo único que vale la pena descubrir en esta vida, ¿no crees?

Nina retiró su mano con delicadeza, pero mantuvo el contacto visual.

—Algunos secretos deberían permanecer ocultos —respondió, levantándose con la gracia que caracterizaba a Sofía—. Por el bien de todos los involucrados.

Marcus la observó partir, y Nina podía sentir el peso de su mirada en cada paso que daba. El tacón de sus Louboutin marcaba un ritmo seductor contra el mármol del Club Artemis, un staccato que hacía eco en el amplio salón. Sabía perfectamente el espectáculo que estaba ofreciendo: el suave balanceo de sus caderas enfundadas en seda negra era un arte que había perfeccionado con el tiempo, como una bailarina que conoce cada nota de su sinfonía particular.

"Mírame todo lo que quieras, querido", pensó con una sonrisa traviesa, "pero no toques la mercancía". El juego de la seducción era su especialidad, y Marcus Sterling, con todo su poder y su fortuna, no era más que otro peón en su tablero. Aunque debía admitir que era un peón particularmente atractivo, con esa mandíbula cincelada y esos ojos que prometían noches de pecado en sábanas de seda egipcia.

Se detuvo junto a uno de los ventanales que dominaban Manhattan, consciente de que su silueta se recortaba contra las luces de la ciudad. El vestido, estratégicamente elegido, dejaba entrever lo suficiente para despertar la imaginación, pero no tanto como para satisfacerla. Era un equilibrio delicado, como caminar por la cuerda floja en tacones de doce centímetros.

Había sobrevivido al primer encuentro, pero algo le decía que Marcus Sterling no era un hombre que se conformara con una sola noche de intriga. Lo había notado en la forma en que sus dedos rozaron "accidentalmente" su muñeca al entregarle la copa de champán, en cómo sus ojos habían bailado con diversión cuando ella esquivó hábilmente su invitación a una cena privada.

"Fascinante criatura", lo había escuchado murmurar a su socio. Si él supiera que bajo la fachada de "Sofía", la misteriosa dama del Club Artemis, se escondía Nina Morton, la heredera que estaba a punto de poner su mundo patas arriba...

Mientras se alejaba, Nina recordó las palabras de su padre: "En el juego del poder, querida, la seducción es solo el primer movimiento. Es lo que haces después lo que determina si ganas o pierdes." James Morton siempre había tenido un don para los consejos crípticos, aunque este en particular resonaba con especial fuerza esta noche.

La pregunta era: ¿estaba preparada para el juego que acababa de comenzar?

Porque esto era más que un simple coqueteo en un club exclusivo. Era una partida de ajedrez donde cada movimiento contaba, cada mirada era una declaración de intenciones, y cada sonrisa podía ser tanto una promesa como una trampa.

Nina se permitió una última mirada por encima del hombro, encontrándose con los ojos de Marcus todavía fijos en ella. Le regaló una sonrisa enigmática, de esas que hacían que los hombres soñaran durante semanas, y desapareció por el pasillo hacia el elevador privado.

En el espejo del ascensor, mientras retocaba su labial rojo, no pudo evitar reírse. "Oh, señor Sterling", murmuró para sí misma, "no tiene idea de lo que le espera". El juego apenas comenzaba, y ella tenía todas las cartas... o al menos, eso creía.

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Martina Peñuelas
me parece bien
Cam D. Wilder
Espero que esta historia les haya gustado hasta este capítulo. Apoyen con algún comentario, gracias
Eret Lopez
Excelente
Cam D. Wilder: Muchas gracias 😊 espero que sigas disfrutando de esta corta historia de seducción y doble rol. ¡Suerte! 😀
total 1 replies
ミ★ 𝘔𝘰𝘳𝘰𝘤𝘩𝘢-𝘤𝘩𝘢𝘯★彡
aún no lo voy a leer, voy a esperar un poco más ya que tengo más pendientes, pero la guarde en mi biblioteca🤣🤣🤣♥️♥️♥️♥️
Cam D. Wilder: Muy bien, 👍 espero que al leer la historia te agrade mucho, 🙂👍
total 1 replies
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