Me Converti En El Hijo Omega Del Emperador Tirano

Aquel hombre se arrodilló y luego dijo:

-su majestad, su majestad, yo no he hecho nada de lo que usted ha dicho, ni siquiera sabía que tenía un hijo.

El tirano me miró y con la mirada me decía:<>

yo estaba enojado, pero aun así sonreí y le dije con un tono amable:

-señor, me presento, soy Apolo el príncipe del reino vasallo del norte, hoy yo me encontraba jugando con el hijo de su majestad el emperador cuando apareció ese hombre, fue realmente aterrador, sabe ese hombre parecía muy malo, pero aun así el hijo de su majestad lo venció y torturó.

luego comencé a temblar y con la voz asustadiza dije:

-fue horrible ver tanta sangre, fue aterrador ver a ese hombre que mientras estaba en agonía, dijo que había sido enviado por el concubino imperial, ese chico aún con la información siguió lastimandolo mientras se reía.

En cuanto dije esas palabras vi que en los ojos de aquel hombre se mostraba temor y enojo, como ya estaba logrando mi objetivo quise echarle más leña al fuego, así que me dispuse a seguir hablando, pero el emperador inepto intentó impedírmelo, yo enojado le dije:

-o me deja hablar o mato a ese imbécil en el acto, usted decide, quiere perder a su concubino y a su hijo el mismo día?

El emperador sabía que yo era capaz de hacerlo, así que cerró la boca y yo aproveche para decir.

-señor, sabe, ese niño es muy temible, le corto los dedos a ese hombre y mientras sonreía dijo:

-ja, un simple concubino se atreve a intentar matar al hijo de la emperatriz, a caso cree que con eso podrá ascender, ¿no sabe que su lugar es ser solo un prostituto?

-que niño tan...

-sabe, mientras le cortaba las piernas decía una y otra vez que pronto iría por ese prostituto y le haría ver a su padre lo barato que era, también dijo que le quitaría todo, además dijo que ese hombre era estéril y que sabía bien que planeaba robar el bebé de un sirviente para pasarlo como suyo, dijo que ni para tener hijos era bueno, dijo que no entendía porque el emperador tendría una muñeca sin vientre a su lado.

El hombre temblando de ira grito:

-maldito mocoso asqueroso, porque no se muere de una vez, porque tiene la vitalidad de una cucaracha, por más que lo intento, ese maldito sigue sobreviviendo, lo odio, lo odio, ni siquiera ese maldito mayordomo que lo cuidaba fue capaz de seguir mis órdenes, dijo que era un ser inocente que no había cometido ningún pecado y cuando al fin iba a cumplir con mis órdenes desapareció. AHHHHH, (grito de enojo), lo odio como se atreve a difamar de esa manera, por eso lo quiero muerto, por que no se muere esa maldita cucaracha.

Cuando termino de hablar mire al emperador y con una sonrisa le dije:

-ahí tiene a su amado tesoro, usted me dice monstruo, pero estaba viviendo, amando y creyéndole a un monstruo de verdad, espero dejé de creer en lo que dicen los demás e investigue bien, cuando encuentre la verdad sobre mi madre haga una gran fiesta, en ese momento volveré, por ahora me largo, no soportó estar con un títere y quién jala las cuerdas.

Después me fui caminado tranquilamente, en cuanto pase al lado del tipo que yacía de rodillas luego de comprender que había caído en mi juego y había mostrado su verdadero yo, me reí y luego le dije al oído:

-si quiere ver como dejé a su perro vaya a los calabozos, esta es una advertencia si es tan estúpido como para enviar a otro asesino, soy capaz de matarlo a usted en vez de a él, o tal vez le deje un par de cicatrices en su rostro, le corte las piernas, las manos y la lengua, así tal vez deje e meterse con quien no debe, recuerde soy un monstruo.

Cuando termine de hablar me fui con una sonrisa de satisfacción de aquel lugar, ya que había visto perfectamente la expresión que había hecho el tirano y sabía perfectamente que el castigo que le daría el tirano a ese desgraciado que intentó matarme tantas veces sería algo realmente grande y aunque no lo castigara yo misma me encargaría de hacerle ver que conmigo no se podía meter.

Cuando salí de aquel lugar me encontré de frente con Apolo quien al verme retrocedió, en ese .omento mire sus manos y me di cuenta de que sus temblaban, así que para no molestarlo ni asustarlo más me alejé y seguí mi camino dejándolo atrás hasta que escuché una voz débil que gritaba:

-Jano, no te vayas.