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Amor Inmortal

Amor Inmortal

Status: En proceso
Genre:Yaoi / Mafia / Matrimonio arreglado / Atracción entre enemigos
Popularitas:3k
Nilai: 5
nombre de autor: D J Becker

En la vibrante y peligrosa Italia de 2014, dos familias mafiosas, los Sandoval y los Roche, viven en un tenso equilibrio gracias a un pacto inquebrantable: los Sandoval no deben cruzar el territorio de los Roche ni interferir en sus negocios. Durante años, esta tregua ha mantenido la paz entre los clanes enemigos.
Luca Roche, el hijo menor de los Roche, ha crecido bajo la sombra de este acuerdo, consciente de los límites que no debe cruzar. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando comienza a sentir una atracción prohibida por Kain Sandoval, el carismático y enigmático heredero de la familia rival.

NovelToon tiene autorización de D J Becker para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

09

 

Kain se marchó a su habitación, cerrando la puerta con seguro. Se acercó a la ventana y observó cómo coches negros comenzaban a llegar uno detrás de otro. Conocía a su padre demasiado bien; nadie lo desafiaba sin enfrentar las consecuencias, y menos aun dejando pasar que alguien robara su mercancía. Hombres de traje, armados hasta los dientes, empezaron a entrar en la mansión.

Kain se dirigió rápidamente a la puerta. Tenía que encontrar a su hermano y protegerlo de lo que pudiera suceder. Al pasar por el pasillo, escuchó el estruendo de disparos de ametralladora.

—¡Javier! —gritó, con el corazón en un puño.

De repente, Javier salió aterrorizado de su habitación, sus ojos llenos de pánico. Kain corrió hacia él, lo abrazó con fuerza y lo refugió en sus brazos. Lo condujo de vuelta a su habitación y cerró la puerta con un golpe seco, su respiración agitada por la adrenalina.

—Tranquilo, Javier. Estoy aquí contigo —dijo Kain, intentando calmarlo mientras ambos se refugiaban en la penumbra de la habitación.

Javier, temblando, se aferró a su hermano como si fuera su única ancla en medio de un caos desatado. Los disparos continuaban resonando en la mansión, cada estruendo haciendo que Javier se estremeciera más.

—No entiendo, Kain. ¿Qué está pasando? —preguntó Javier con voz quebrada, sus ojos buscando respuestas en el rostro de su hermano.

—Papá... papá está lidiando con unos problemas. Pero no te preocupes, todo estará bien. Yo te protegeré —respondió Kain, aunque internamente luchaba por mantener la calma.

La habitación se llenó de un silencio tenso, roto solo por los sonidos distantes de la violencia que se desarrollaba afuera. Kain sabía que tenía que mantener a su hermano a salvo, sin importar lo que ocurriera. Miró alrededor, buscando algo con lo que pudieran defenderse si fuera necesario, pero la prioridad era mantener a Javier a salvo y oculto.

Los minutos pasaban como horas, y Kain se esforzaba por escuchar cualquier indicio de que la situación se calmara. Abrazó a Javier con más fuerza, tratando de transmitirle una seguridad que él mismo apenas sentía.

Finalmente, el ruido de los disparos comenzó a disminuir, pero la tensión en el aire era palpable. Kain sabía que esto era solo el comienzo de algo mucho más grande y peligroso. Tenía que mantenerse fuerte, no solo por él, sino por su hermano y por lo que vendría.

Luego de que la mansión se apoderara de un silencio profundo, Kain le pidió a su hermano que no saliera de la habitación por nada del mundo si él no lo venía a buscar. Javier, con el rostro aún pálido de miedo, asintió y se escondió debajo de las sábanas, su pequeño cuerpo temblando.

Kain salió de la habitación, cerrando la puerta con cuidado. Se dirigió a las escaleras, cada paso pesado con la carga de la incertidumbre. Al asomarse, su corazón dio un vuelco: el vestíbulo estaba lleno de cuerpos, apilados unos sobre otros, y el suelo cubierto de sangre. El olor a pólvora y muerte impregnaba el aire.

En medio de ese macabro escenario, su padre, Daniel, permanecía de pie. Parecía una figura de pesadilla, imponente y serena entre los restos del caos. Kain no podía comprender cómo un solo hombre había podido enfrentar a tantos y salir indemne.

Daniel levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Kain. Durante un instante que pareció eterno, padre e hijo se observaron en silencio. Kain sintió un escalofrío recorrer su espalda, consciente de la fría determinación que emanaba de su padre.

Los guardias de Daniel entraron rápidamente, y uno de sus hombres de confianza se acercó para susurrarle algo al oído. Daniel asintió, sus facciones endureciéndose aún más.

—Lo sabía —dijo con voz grave—. Roche no es tan estúpido como para meterse en mi negocio. —Giró sobre sus talones y dio órdenes con autoridad—. Limpien toda esta porquería.

Kain, paralizado en lo alto de las escaleras, observó cómo los guardias comenzaban a mover los cuerpos, limpiando la escena de la masacre. El horror de la situación se le clavaba en el alma, pero sabía que no podía mostrar debilidad. Su padre no lo permitiría.

Finalmente, reunió el valor suficiente para descender las escaleras. Sus pasos resonaban en el vacío que había dejado la violencia. Se acercó a su padre, quien ahora supervisaba la limpieza con una calma inquietante.

—Papá... —comenzó Kain, su voz apenas un susurro.

Daniel lo miró de reojo, un destello de reconocimiento en sus ojos. Pero su expresión no cambió.

—No es momento para preguntas, Kain. Vuelve a tu habitación y cuida de tu hermano. Yo me encargaré de esto.

Kain asintió lentamente, sabiendo que discutir con su padre era inútil. Sin embargo, algo dentro de él se revolvía, una mezcla de ira y miedo que no podía ignorar. Dio media vuelta y comenzó a subir las escaleras de nuevo, cada paso más pesado que el anterior.

Al llegar a su habitación, encontró a Javier aún escondido bajo las sábanas. Se sentó a su lado y lo abrazó con fuerza, sintiendo el temblor de su hermano contra su propio cuerpo. No sabían qué les depararía el futuro, pero Kain estaba decidido a proteger a Javier, sin importar el costo.

Luego de que la mansión se apoderara de un silencio profundo, Kain le pidió a su hermano que no saliera de la habitación por nada del mundo si él no lo venía a buscar. Javier, con el rostro aún pálido de miedo, asintió y se escondió debajo de las sábanas, su pequeño cuerpo temblando.

Durante la noche, la cena estaba lista y Hana fue a buscarlos a su habitación. Kain estaba tan centrado en cuidar de su hermano que no había pensado en ella. Al verla entrar, su preocupación se hizo evidente.

—¿Dónde estabas, Hana? —preguntó con voz tensa, mirándola fijamente.

Hana, con una expresión de agotamiento y miedo, respondió:

—Tu padre me dejó encerrada en el sótano. Sabía que algo iba a pasar.

Kain frunció el ceño, tratando de asimilar esa información. La ira y la confusión se mezclaban en su mente.

—¿Quiénes eran esos hombres? —insistió Kain, queriendo entender más.

—Ellos robaron su mercancía. No me hagas más preguntas, Kain. Sabes cómo se pone Daniel —respondió Hana, visiblemente nerviosa—. Bajemos a cenar, todo está listo.

Kain asintió lentamente, aún procesando la información. Se levantó y miró a su hermano, que estaba acurrucado en la cama.

—La casa está limpia —dijo Hana, tratando de sonar tranquilizadora—. Vamos.

Kain tomó una respiración profunda y se dirigió hacia la puerta, ayudando a su hermano a levantarse. Al bajar las escaleras, los tres se encontraron con un ambiente extrañamente normal, como si los eventos de la tarde no hubieran sucedido. El contraste era perturbador.

La mesa estaba impecablemente puesta, y el olor de la comida llenaba el aire, intentando ocultar el hedor de la violencia reciente. Daniel ya estaba sentado, con una expresión impasible en su rostro. Al ver a Kain, Javier y Hana acercarse, levantó la vista y habló en un tono frío y autoritario.

—Siéntense. Tenemos mucho de qué hablar.

Kain intercambió una mirada con Hana antes de tomar asiento, sintiendo el peso de la tensión en la sala. Javier, aún temblando, se sentó a su lado, aferrándose a la mano de su hermano mayor.

Mientras comenzaban a cenar, Daniel los observaba detenidamente, cada palabra y cada movimiento cargado de una amenaza implícita. Kain sabía que esta era solo una tregua temporal, y que el verdadero peligro aún acechaba en las sombras de su propia casa.

La cena transcurrió en un silencio tenso, cada sonido de los cubiertos contra los platos parecía amplificar la incomodidad en la habitación. Daniel observaba a su familia con ojos penetrantes, evaluando cada gesto y cada palabra no dicha.

Finalmente, Daniel rompió el silencio, su voz resonando con autoridad en el comedor.

—Kain, sé que tienes preguntas —dijo, clavando sus ojos en su hijo mayor—. Pero hay cosas que no necesitas saber, por tu propia seguridad.

Kain sostuvo la mirada de su padre, su frustración y su miedo luchando por mantenerse ocultos.

—Padre, si algo nos pone en peligro, necesito saberlo —respondió Kain con firmeza, sin apartar la vista.

Daniel esbozó una media sonrisa, una que no llegaba a sus ojos.

—Siempre tan valiente, Kain. Pero recuerda que en este mundo, el conocimiento puede ser tanto una ventaja como una carga.

Hana se removió inquieta en su asiento, su mirada oscilando entre Daniel y Kain. Javier, por su parte, mantenía la cabeza baja, sus manos temblorosas apretadas alrededor del tenedor.

—Hana, ¿por qué no llevas a Javier a su habitación? —sugirió Daniel, su tono claramente una orden disfrazada de sugerencia.

Hana asintió rápidamente, levantándose de la mesa y tomando la mano de Javier.

—Ven, cariño. Es hora de descansar —dijo, su voz temblando ligeramente.

Una vez que Hana y Javier salieron del comedor, Daniel se volvió nuevamente hacia Kain, su expresión endureciéndose.

—Kain, te traje a este mundo para que fueras mi legado, no un espectador. Es hora de que empieces a entender cómo funcionan realmente las cosas aquí.

Kain apretó los dientes, sintiendo la presión y la responsabilidad que su padre intentaba imponerle.

—Estoy listo para aprender, padre. Pero no me pidas que acepte ciegamente todo lo que haces —replicó, su voz firme.

Daniel asintió lentamente, como si evaluara la determinación de su hijo.

—Bien. Empezarás mañana. Hay un cargamento que necesita ser supervisado. No falles.

Kain asintió, sabiendo que no tenía otra opción. La cena continuó en silencio, pero la tensión era palpable. Al terminar, Kain se levantó y se dirigió a su habitación, su mente agitada por las nuevas responsabilidades y el temor constante por la seguridad de su familia.

 

 

1
Kitty
No me gustaría que pasara algo entre Giovanni y kain
Dorito: Gracias por comentar. La verdad lo estoy pensando, porque no quiero que Luca pase por eso 🙂
total 1 replies
MilitaryMan
👍🏼¡Me ha encantado cómo has desarrollado los personajes y la trama! Sigue así, eres genial.
me drogo 🥵🤙
Acabo de terminar de leer tu última publicación y no puedo esperar a ver qué sigue. ¡Vamos, autora! 💪
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