Si hubiera sabido el impacto que tendrías en mi vida, hubiera corrido en otra dirección que no fuese la tuya
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Ayuda extra
Al día siguiente, la casa de los padres de April era un hervidero de actividad. El clima opresivo de la noche anterior se había transformado en un ambiente lleno de urgencia. El timbre sonó justo cuando April, Jota y sus padres estaban revisando la información recopilada. April se dirigió rápidamente hacia la puerta, y al abrirla, encontró a Alex. Su mirada se suavizó al verlo, y por un momento, todo el peso de la situación pareció aligerarse.
—Alex… —susurró April, sorprendiéndose a sí misma por lo mucho que le reconfortaba verlo allí.
—April —respondió Alex, abrazándola con fuerza—. Lamento mucho lo que está pasando. Vine tan pronto como me enteré.
Ella asintió, su mente abrumada. El abrazo le proporcionó un breve respiro del caos, pero la preocupación por su hermano seguía siendo un peso constante.
—Gracias por venir. Necesitamos toda la ayuda posible —dijo, mirando a Jota, quien observaba la interacción con una mezcla de comprensión y seriedad.
—Él es Jota —dijo April, haciendo las presentaciones—. Mi mejor amigo.
Alex extendió la mano y Jota la estrechó con un asentimiento firme.
—Es un placer conocerte. Aunque ojalá fuera en mejores circunstancias —dijo Jota con sinceridad.
—Lo sé. Haré lo que pueda para ayudar —respondió Alex, su rostro reflejando la misma determinación que había visto tantas veces antes en situaciones difíciles.
Dentro de la casa, el padre de April, sentado frente a una mesa repleta de documentos, levantó la vista al ver entrar a Alex. Aunque no lo conocía demasiado, el gesto amistoso de bienvenida indicaba que cualquier apoyo era bien recibido en esos momentos.
—Estamos trabajando con la policía —explicó su padre—. Pero nos dicen que no tienen pistas concretas sobre quién está detrás de todo esto.
—¿Mencionaron algún nombre o grupo? —preguntó Alex, tomando asiento cerca de la mesa, con la mirada fija en los papeles.
—Solo dijeron que es una red que opera fuera de la ciudad, que suelen presionar a las personas con deudas, y que hay algo relacionado con el trabajo de mi hijo —respondió el padre de April—. Pero no tenemos detalles claros.
Alex frunció el ceño, procesando la información.
—Eso suena como un grupo con el que me he topado en el pasado. Se mueven rápido, buscan a quienes parecen ser objetivos fáciles. —Alex miró a April, quien lo escuchaba atentamente—. Hay una oportunidad de seguir algunas pistas, pero necesitamos ser rápidos.
—¿Qué sugieres? —preguntó Jota, su tono reflejando la urgencia que todos sentían.
—Primero, deberíamos hablar con las personas cercanas a tu hermano en su trabajo —sugirió Alex—. Alguien debió haber notado algo extraño antes de que todo esto ocurriera. Si las deudas están involucradas, puede que se haya confiado en alguien más de lo que pensamos.
April asintió, apreciando el enfoque metódico de Alex. La desesperación la estaba llevando a un punto límite, pero tener a alguien que pensara con claridad la ayudaba a mantenerse enfocada.
—Conozco a algunos compañeros de trabajo de mi hermano. Puedo intentar contactarlos —dijo, mientras su madre se unía a la conversación.
—Necesitamos actuar rápido. Cada segundo que pasa, siento que estamos perdiendo a mi hijo —dijo su madre, con los ojos llenos de angustia.
—No perderemos más tiempo. Vamos a encontrarlo —respondió Jota, con una mirada resuelta.
Decidieron dividir las tareas: mientras April y Jota contactaban a los compañeros de trabajo de su hermano, Alex y el padre de April buscarían información adicional sobre las deudas y cualquier conexión que pudieran tener con organizaciones delictivas.
Antes de salir, Alex se acercó a April, quien estaba ajustándose el abrigo, lista para enfrentar el frío del exterior.
—Sé que esto es difícil, pero no estás sola en esto —dijo, su voz baja, transmitiendo una calma que April necesitaba desesperadamente.
Ella asintió, tomando un respiro profundo.
—Gracias, Alex. Estoy asustada… pero no voy a detenerme. Mi hermano me necesita.
—Lo encontraremos —prometió Alex, apretando brevemente su mano antes de salir junto al padre de April.
April miró a Jota, quien la observaba con preocupación y cariño.
—¿Estás lista? —le preguntó Jota, su tono suave pero decidido.
—Sí. Vamos a encontrar a mi hermano, no importa lo que tengamos que hacer.