Lo Peor De Mi, Conocerte A Ti.
Aquí estoy, en mi habitación, escribiendo sobre ti, la persona que trastocó mi estabilidad mental.
¿Estaba bien antes? Lo creía, en cierto punto. Pensé que salirme de mi vida recta y empezar a experimentar cosas nuevas me haría sentir viva nuevamente. Al menos, eso pensé cuando te conocí aquella noche.
—Ayúdala con esto —dijo mi compañero de trabajo a un chico que estaba justo detrás de mí.
No sabía quién era, tal vez en otro momento de mi vida habría ignorado la situación, tomado mi pulsera y subido a la camioneta con los audífonos puestos, deseando llegar a casa y lamentando trabajar hasta las 11:00 p.m. Pero esa vez fue diferente. Algo en él me llamó, algo que me hizo desconocerme por primera vez.
—¿Cómo te llamas? —pregunté con una seguridad en la voz que nunca había experimentado antes.
—Sebastián —respondió, como si no esperara la pregunta.
—Dime la verdad, ¿cómo te llamas? —insistí casi enseguida. "¿Qué me pasaba?", pensé. Tal vez ese sí era su nombre, pero algo dentro de mí me decía que no.
—Dylan, ese es mi verdadero nombre —dijo con una sonrisa pícara.
Le devolví la sonrisa, enfocándome de nuevo en mi compañero, quien había roto la pulsera que mi madre me había regalado.
—¿Y ahora qué? Me rompiste la pulsera —le reproché.
—Él la reparará —se excusó, entregándole la pulsera al chico misterioso. Observé cada detalle: le lancé a mi compañero una mirada severa y al extraño una mirada tímida. "¿Lo conozco?", pensé. Claro que no, pero allí estaba, dejándome a solas con él, quien me miraba divertido.
A este chico lo había visto antes, en algún recuerdo borroso. Fue una noche similar, saliendo de nuestro trabajo. Sin embargo, trabajábamos en áreas distintas, por lo que no lo veía con frecuencia.
**Flashback**
El ruido dentro de la camioneta era ensordecedor, entre risas y gritos. Me sumergí en mis pensamientos, lamentando estar allí. Un grupo de chicos subió con energía y se sentó frente a mí. De repente, mis ojos se enfocaron en uno de ellos.
Era alto, o al menos lo parecía. Llevaba una camisa que se ajustaba a su cuerpo, dándole un aire masculino que, en lo personal, me atraía mucho. Intenté desviar mis pensamientos inapropiados, pero seguí observándolo con disimulo. Algo en él hizo que mis labios, sin pensarlo, soltaran palabras.
—Me gusta cómo usas tu gorra —dije, sorprendida de mí misma.
—¿Sí? —respondió divertido, acomodándose la gorra—. La usaré así más seguido.
En ese tedioso viaje a casa me dediqué a observarlo más. Vestía todo de negro, su uniforme, y llevaba una pequeña mochila. Sus ojos achinados y su sonrisa denotaban picardía pura. Había algo en él que despertaba mi interés, hasta que escuché a uno de sus amigos decir que era gay, desvaneciendo todo atisbo de atracción en mí.
**Presente**
Salí del establecimiento y me sorprendió la lluvia. "¿Sería una señal?", pensé mientras sacaba con dificultad el paraguas de mi bolso. Me dirigí a la camioneta, donde me encontré con Dylan, quien tenía mi pulsera. Mientras hablábamos, accidentalmente perdió el broche, haciendo imposible repararla. Guardé lo que quedaba de la pulsera en mi bolso y me enfoqué en sus ojos juguetones y su sonrisa pícara. Temblaba de frío, aunque la ciudad normalmente alcanzaba los 40°.
—Te presto mi chaqueta, pero prométeme que me la devuelves pronto —dijo, y fue entonces cuando supe que este chico sería clave en la siguiente fase de mi vida.
—Mi nombre es April. Te la devuelvo el martes, lo prometo.
—Está bien —dijo, riendo—, pero dame tu número.
Le sonreí, y antes de darme cuenta, estaba cometiendo un "rico error" que sabía que traía consigo una pizca de peligro.
Esa noche llegué a casa con su olor impregnado en mí, sin poder descifrar lo que me había sucedido. Algo me decía que, a pesar de lo que escuché de sus amigos, este hombre no era lo que aparentaba.
**Tres meses antes...**
Desde que conocí a Dylan, sentí el típico flechazo de las novelas, el que no se siente por cualquiera. Me encontré un día en una tienda, eligiendo ropa y perfumes para él, como si necesitara mostrarle cuánto me importaba.
Me acerqué a un vendedor.
—Disculpa, ¿podrías ayudarme? —le pregunté.
Le describí a Dylan con la esperanza de acertar su talla de camisa, mientras olía perfumes, imaginando cuál le quedaría mejor. Al final, me sentí orgullosa, como si los chicos de la tienda envidiaran la suerte que Dylan tenía conmigo.
Con el tiempo ajustado, corrí al trabajo, donde lo vi desde lejos atendiendo a unos clientes. Más tarde, en el transporte, le entregué lo que le había comprado, pero lo aceptó con desgana. "Nunca le ha gustado que le regale cosas", pensé. Aun así, se despidió de mí con una nalgada que resonó en todo el transporte.
Los días pasaron, y aunque pensábamos en renunciar, seguíamos viéndonos a menudo. Fuimos al cine, y aunque no le gustaba que gastara dinero en él, lo convencí.
—Te lo dije, no me gusta que gastes en mí —se quejó por teléfono.
—Ya compré las entradas, tienes cuatro horas para estar listo —le respondí, firme.
La cita fue perfecta, aunque la película no fue la mejor elección. Durante las escenas de terror, lo abracé, me besaba el brazo y me tomaba fotos en los momentos más inesperados. Me sentía segura y feliz con él, hasta que el sonido de la lluvia interrumpió la tranquilidad de la noche. Al salir al baño, vi los mensajes de mi tía: "Regresa temprano, por favor", junto a una foto de un cielo gris tormenta.
Cuando volví a la sala, Dylan me tomó de la mano, llevándome contra la pared.
—¿Qué pasa? —pregunté, sorprendida.
—Ahora empieza la verdadera película —dijo antes de besarme intensamente, sus manos subiendo por mis brazos, recorriendo mi cuerpo con un deseo que me dejó sin aliento.
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Comments
~☆♡n♧~
hola👋
2024-10-24
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