Segunda Vida Entre La Venganza Y El Perdón

Anaís pasó toda la noche sin dormir, analizando cada palabra de su encuentro con Sebastian. Sabía que algo grande se avecinaba, algo que podía cambiar el rumbo de su nueva vida para siempre. Su misión de venganza tomaba un matiz más oscuro y profundo de lo que había anticipado.

A la mañana siguiente, llegó a la casa de Sebastian tal como habían acordado. Al entrar, fue recibida por una atmósfera pesada y cargada de misterio. Las paredes estaban cubiertas de retratos antiguos, y cada esquina parecía susurrar secretos.

Sebastian la estaba esperando en su despacho, una habitación amplia con grandes ventanales que daban al jardín. Sobre la mesa había un montón de documentos y fotos esparcidas. Anaís se acercó, su mirada fija en las imágenes.

"Esto es lo que querías mostrarme", dijo, tomando una de las fotos en sus manos. Era una imagen borrosa de su padre con los Novac, sellando un trato. "Sabía que algo andaba mal con ellos."

Sebastian la observó con cautela antes de hablar. "Tu padre se metió en un juego muy peligroso, Sofía… o Anaís, debería decir. No subestimes lo que ellos son capaces de hacer."

Anaís lo miró fijamente, notando la insinuación en su voz. "¿Cómo sabes quién soy realmente?"

Sebastian esbozó una leve sonrisa. "No soy tan ingenuo como para no darme cuenta. Desde que volviste, no eres la misma. No es solo tu mirada, es tu forma de hablar, de actuar. Me di cuenta de que la verdadera Sofía ya no está aquí."

Anaís sintió un frío recorrerle la espalda. A pesar de todo, nunca había considerado que alguien descubriera la verdad tan pronto. "¿Y qué piensas hacer al respecto?", preguntó, tratando de ocultar su nerviosismo.

Sebastian se recostó en su silla, entrelazando los dedos. "Nada, por ahora. Siempre supe que había más en esta historia de lo que parecía. La Sofía de antes nunca hubiera buscado venganza, pero tú... tú lo harás."

Anaís respiró hondo. "Lo haré. Pero necesito saber más. ¿Qué fue lo que realmente pasó con mi padre?"

Sebastian señaló los documentos en la mesa. "Los Novac eran sus aliados, pero también sus verdugos. Tu padre firmó un acuerdo que los benefició más a ellos que a él. Cuando se dio cuenta de que había sido traicionado, intentó romper el pacto, pero ya era demasiado tarde."

Anaís sintió una furia crecer dentro de ella. "Entonces, ellos lo mataron."

Sebastian asintió. "No directamente, pero su muerte fue consecuencia de ese acuerdo. Los Novac querían todo lo que él tenía, y se aseguraron de que no pudiera reclamarlo."

Anaís apretó los puños. "Voy a hacer que paguen por esto."

El Pacto Secreto

Mientras revisaba los documentos, Anaís descubrió algo más. No solo su padre había sido traicionado, sino que también había implicaciones más profundas. Había otros nombres involucrados en el trato, personas que nunca habría sospechado.

"Sebastian, esto no puede ser todo. Hay algo más, algo que estás ocultando", dijo mientras lo observaba con sospecha.

Él se levantó y caminó hacia una caja fuerte oculta detrás de un cuadro. Después de abrirla, sacó una pequeña carpeta sellada. "Esto es lo que realmente buscabas. No solo los Novac, sino otros aliados ocultos que tu padre no vio venir."

Anaís abrió la carpeta y encontró documentos que implicaban a varias familias poderosas. El juego era mucho más grande de lo que había imaginado. No era solo venganza personal, era un conflicto de poder entre varias familias que competían por el control.

"Los Novac solo fueron una pieza del tablero", dijo Nicolás, con la mirada fija en ella. "Si sigues adelante, estarás desafiando a todos."

Anaís sonrió con frialdad. "No tengo miedo. Ya no más."

El Encuentro Sorpresivo

De regreso a su apartamento, Anaís no podía dejar de pensar en lo que había descubierto. Su mente estaba enfocada en su plan, pero una sensación extraña la invadió. Cuando llegó, encontró una carta anónima deslizada bajo su puerta. Al abrirla, leyó unas pocas palabras que la estremecieron: "Sé quién eres. Nos veremos pronto."

El aire se volvió pesado. Alguien más estaba observando, alguien que conocía su secreto. Anaís no estaba sola en esta lucha, pero no sabía si esa persona sería un enemigo o un aliado.

Decidida a no dejarse intimidar, tomó la carta y la quemó. Nadie la iba a detener.

Sabía que la venganza no sería fácil, pero estaba dispuesta a enfrentarse a cualquiera que se interpusiera en su camino.

La historia de Anaís estaba apenas comenzando. Los enemigos se acercaban y las alianzas se desmoronaban, pero la verdadera batalla aún estaba por librarse.