Claret es una chica con deudas hasta el cuello que intenta superarse, no descansará hasta encontrar un trabajo y dejar su vida de penurias atrás, en su camino se topará con Cillian un hombre millonario que oculta su vida de mafioso detrás de su apariencia de CEO. ¿Qué sucederá cuando sus mundos se entremezclen? Descúbrelo ya. (+18)
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Capítulo 10
...CLARET:...
Seguí al Señor Leroy hacia los almacenes Le Bon Marché ubicados en los alrededores de Saint- Germain- des- Prés, en el distrito 6. Las calles que rodeaban la iglesia del mismo nombre, estaban llenos de bonitos lugares que ofrecían tiendas de grandes costuras y diseños que siempre observé desde afuera, también había perfumerías y gente muy elegante que paseaba por la avenida.
Mi jefe era uno de ellos, sin corbata y con lentes oscuros cubriendo su rostro, rebosaba una elegancia que atraía miradas de damas y caballeros.
Caminaba de una forma segura, como modelo de pasarela y su espalda ancha aumentaban ese porte varonil y esbelto.
Mis mejillas seguían rojas desde que me dijo que era bonita, era un tonta por sentirme mejor con eso esa palabra, si quería hacerme sentir mejor, lo logró.
Entramos a la primera tienda, con Jean quedándose afuera.
Una boutique reluciente nos recibió, olía a ropa nueva y había muchas filas de ropas colgadas con etiquetas.
— Cillian Leroy — Dijo una mujer con falda de tuvo y camisa blanca, con su cabello hermoso bien peinado de un rojo fuego, tenía el rostro maquilado, caminó hacia él — Es una sorpresa verte aquí ¿A qué debo tu encantadora visita en mi boutique? — Sonrió abiertamente, pasando una mano por uno de sus largos mechones, luciendo demasiado coqueta — ¿Me extrañaste y decidiste venir a verme?
Casi resoplo. Seguramente la tipeja era una de sus amantes.
Cillian se quitó los lentes de una forma que hizo sonrojar a la susodicha.
— Solo vine de compras — Dijo, con un toque odioso, tanto que casi sentí lástima por la regalada.
A mí me dijo bonita.
— Oh, con gusto te acompaño hacia el piso de la ropa para caballeros, no me molesta atender personalmente a un cliente tan importante.
— No, la ropa no es para mí — Él guardó sus gafas en el bolsillo de su chaqueta y me observó — Es para ella.
La mujer giró sus ojos hacia mí, sin haberse percatado de mi presencia anteriormente, fingió una sonrisa amable.
— ¿Y ésta linda señorita quién es?
Me tensé cuando Cillian puso su mano en mi espalda.
— Ella es mi sobrina, Claret.
¿Sobrina? ¿Cómo qué su sobrina? ¿Qué no era su prometida? Ya me imaginaba el programa de chisme hablando de la desaliñada sobrina del señor Leroy.
La mujer se relajó y me tendió la mano.
— Mucho gusto, soy Valeri, la gerente de la boutique.
¿Gerente? se creía la dueña.
— Es un gusto — Murmuré, tomando su mano.
— Guianos hacia la ropa más elegante y costosa que tengas — Demandó el jefe.
— Claro, por aquí.
El jefe se adelantó cuando la mujer empezó a hablar, dejándome rezagada.
Tomamos las escaleras eléctricas y él se posicionó al lado de la mujercita, ella se rió por algo mientras hablaban en voz baja.
Fruncí el ceño, claro, no le convenía decir que era su prometida, se veía a leguas que tenía una relación íntima con la mujer y que aprovechó el día de compras para venir a verla.
¿Qué importaba eso? Me estaba comportando como si el compromiso fuera de verdad, debía recordar que era solo un trabajo y que el jefe podía comportarse de la manera que quisiera. No, no era así, si yo era su prometida frente a la sociedad, entonces debía tratarme como tal, esperaba que en el futuro no me desplazara como lo estaba haciendo.
Volví a sacudir mi cabeza.
Llegamos al piso de la ropa fina.
— Éstas son las ropas más elegantes y femeninas — Señaló la mujer, había otras vendedoras allí atendiendo a otros clientes — Tu sobrina se verá estupenda con este vestido — Señaló hacia un maniquí, un vestido largo de color celeste, demasiado elegante para mí.
— Me gustaría ver primero la ropa para el día a día — Dijo Cillian y la gerente caminó hacia una fila de prendas.
— Éstas son perfectas para usarlas en la rutina.
— De acuerdo, se medirá todas, pantalones, camisas, chaquetas, vestidos, todo lo que haya de su talla.
— ¿Cómo? — Abrí mis ojos mucho, pero él me ignoró — ¿Todo?
La gerente empezó a recoger las prendas cuando les dije mis tallas, incluso llamó a otras vendedoras.
Me entregaron un montón y terminé con las manos llenas, casi no podía ver de la montaña de ropa que iban apilando en mis brazos.
Me guiaron hacia el vestidor.
Dejé toda la ropa en el banco y resoplé.
Frente a mí había un espejo de cuerpo completo.
Me tomaría todo el día medir toda esa ropa.
El Señor Cillian apartó la cortina.
— Tendrás que salir afuera con cada prenda, para ir seleccionando.
— ¿Debo mostrarle? — Me torné nerviosa.
— Por supuesto.
— Tendrá que pasarme la cuenta total cuando terminemos.
— Como quieras, estaré afuera — Volvió a cerrar la cortina.
Me observé al espejo y me quité el vestido.
Las prendas eran finas y elegantes, pero la mayoría eran recatadas, aunque lucían bastante bien, parecía toda una ejecutiva con algunas de ellas.
Observé las etiquetas y casi se me salen los ojos, pasaban de los mil euros.
Salí varias veces.
El Señor Cillian desvió los ojos de la revista en sus manos para verme.
Nunca hubo un destello de impresión cuando le mostré las camisas, chaquetas, pantalones de vestir y faldas.
— Descartado — Dijo en varias oportunidades y en otras — Ese si lo llevaremos — Con su expresión seria siempre.
Nunca hubo un piropo y pronto dejó de tener importancia ese "es bonita" solo fue para hacerme sentir mejor.
Un hombre como ese jamás me vería con otros ojos.
¿Qué estaba pensando?
Era mi jefe y el compromiso era falso.
Cuando salía, lo encontraba muy pegado a la gerente, incluso llegué a verlo tocándole el cabello.
Los vestidos llegaron.
— Disculpe — Dije, cuando no pude alcanzar el cierre, asomando mi cabeza por detrás de la cortina — Necesito ayuda — No había ninguna vendedora, Cillian estaba en el teléfono a lo lejos, tenía el ceño fruncido mientras hablaba.
Volví al vestidor, tratando de estirar mis manos para alcanzar el cierre en mi espalda.
— ¿Qué sucede? — Se oyó la voz de Cillian desde afuera.
— Cuando venga la gerente le dice que necesito ayuda con el cierre del vestido.
Volví mi vista al espejo.
La cortina se abrió y Cillian entró al vestidor.
Me giré abruptamente — ¿Qué hace aquí?
— ¿Necesita ayuda con el cierre?
— La gerente...
— Dese la vuelta — Me evaluó de forma intimidante.
Me giré hacia el espejo, él se aproximó y me tensé cuando el olor a su fragancia llegó a mi naríz.
Observé su rostro a través del espejo, como sus ojos bajaban hacia mi espalda baja y sentí sus dedos sosteniendo el cierre.
Lo subió lento y mi corazón se aceleró cuando sus nudillos rozaron mi piel, una extraña sensación se disparó por mi cuerpo.
Casi me estremezco cuando un palpitar se asentó entre mis piernas.
Sus labios se separaron y mi respiración se tornó pesada.
Llegó hasta el final, el vestido color crema era hermoso y tenía un escote en los hombros.
Un hormigueo subió por mis muslos cuando apartó mi cabello de mis hombros, sus dedos rozaron mi cuello y mis vellos se erizaron.
— Cuando use éste vestido debe llevar el cabello recogido — Dijo, su voz estaba gutural, sus ojos oscuros se encontraron con los míos en el espejo — Un escote así debe lucirse en toda plenitud.
Sentí sus dedos trazando mi cabello hasta las puntas.
— Me acompañará a muchos eventos, así que llevaremos todos los vestidos.
— ¿Me presentará como su sobrina?
Arqueó las cejas — ¿Por qué pregunta eso?
— Porque me presentó a la gerente como su sobrina.
Se alejó un poco — La gerente no es una persona importante, no quería tenerla encima haciendo preguntas sobre nuestro compromiso, fue una forma de sacudirme su curiosidad.
— Entiendo.
— De todas formas, no debería preocuparse en como la presento. Nuestra relación laboral seguirá igual, usted es mi prometida ante los ojos de todos.
— Pero... Si luzco como una sobrina, no será creíble — Pasé las manos por el vestido — La gerente en cambio, si tiene más porte de prometida.
Se acercó nuevamente y sostuvo mi mirada en el espejo.
— En tres meses tendrá más dinero que esa gerente, no se minimice, confíe en mí, yo la elegí a usted para el trabajo, no quiero escuchar más inseguridades — Observó mi hombro y el palpitar no se detuvo, tragué con fuerza, era muy molesto lo que me estaba sucediendo — Le dije que el tema de su imagen sería sencillo, lo complicado será su manera de comportarse ante el público y la prensa.
— No soy buena con ambas.
— Lo será.
Su mandíbula se tensó.
La cortina se abrió y Cillian tomó distancia.
La gerente se desconcertó al vernos juntos en el vestidor.
— ¿Ya está todo listo o desean algo más?
— No, aún no, falta la ropa interior y los accesorios.
Me avergonce — ¿Ropa interior?
— Los traeré pronto.
Volvió a marcharse.
— Necesita ropa interior, noté que solo tenía cuatro conjuntos — Dijo el jefe y me sonrojé más.
— De esas cosas puedo encargarme yo misma.
— No, debe elegir una prenda adecuada, con una como la que lleva puesta se notará por encima de su vestido y eso no es lo correcto.
Se marchó antes de que pudiera contestarle.
...****************...
Si la tienda de ropa fue un caos, el resto fue peor.
La zapatería me dejó exhausta, la mayoría eran sandalias, botas y zapatillas de tacón alto, nada cómodo como solía usar antes.
No podía protestar, Cillian no me dejó elegir, todos los que me quedaban los metía en la lista de compras.
En todas sacó su tarjeta de crédito y pagó como si no le doliera derrochar, pero claro, si tenía dinero de sobra no tenía por qué preocuparse.
Todas las bolsas fueron a las manos de Jean y él las llevó a la camioneta.
Entramos en la perfumería y por último en una joyería que estaba en el triángulo de oro de las avenidas Champs- Élysées, Montagne y George V donde estaban las casas de modas más importantes.
Terminó comprando muchos aretes y collares.
Ya era demasiado tarde cuando volvimos al Penthouse, estaba demasiado agotada, así que al llegar me marché directamente a la habitación.
Aventando mi cuerpo a la cama.
— Mañana vendrá la señora del servicio, ella organizará toda la ropa en el closet — Dijo Cillian, entrando a la habitación.
— Yo puedo organizarla sin ningún problema.
— No, ella lo hará.
— ¿Falta algo más en la enorme lista de lo que una prometida debe tener? — Pregunté con agotamiento.
— De lo demás me encargo yo.
Me levanté de la cama.
— Tengo hambre.
— Pediré algo para cenar — Se marchó de la habitación y suspiré pesadamente.
Apenas fue mi primer día y ya estaba cansada de tantos lujos, gente estirada y apariencias perfectas.
Tomé un baño antes de la cena y me coloqué una de mis viejas pijama.
Cuando entre al comedor, la cena ya estaba servida.
— Entrecot y patatas fritas, acompañado por una sopa de cebollas — Dijo Cillian, bebiendo un vaso con una malteada — Y vino.
Noté que solo estaba mi plato.
— ¿Usted no cenará?
— Cenaré más tardes.
Tomé asiento.
— Revise esto cuando termine de comer — Colocó una carpeta en la mesa.
— ¿Y eso qué es?
— Le abrí una cuenta en el banco, allí depositaré el dinero.
Elevé mis cejas — ¿Cómo supo que no tenía cuenta?
— Lo supuse — Tenía el cabello despeinado y la camisa desabotonada hasta los pectorales, pude notar que tenía vellos en el pecho — Es algo obligatorio para la cantidad que transferiré.
— ¿Cuánto va a pagarme?
— No tiene porque preocuparse, será lo suficiente.
— Asegúrese de cobrar todo lo que ha invertido en mí — Le recordé, tomé un trozo del entrecot con mi tenedor y me lo llevé a la boca.
Su ojos se posaron en mis labios, pero salió del comedor con la malteada en la mano.