Un hombre que es muy poderoso y dueño de todo un imperio tendrá que lidiar con una mujer que al principio le parecía la espía o enemiga sin saber que pronto se enamoraría de ella.
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Capítulo 10: Descubriendo a Luis
La mañana siguiente llegó con una sensación de urgencia renovada. La búsqueda de Luis Varela se había convertido en la prioridad principal, y cada miembro de la organización Calderón estaba trabajando al máximo para encontrar cualquier pista sobre su paradero.
Isabella se despertó temprano y se dirigió al despacho de Alejandro, donde él, Mateo y Valeria ya estaban revisando informes y mapas. Había un aire de determinación en la sala, mezclado con la ansiedad que traía la incertidumbre.
"Buenos días," dijo Isabella, tomando asiento. "¿Alguna novedad?"
Alejandro levantó la vista y asintió. "Hemos recibido un informe de uno de nuestros contactos en la ciudad. Parece que Luis Varela fue visto en un pequeño pueblo a las afueras. Podría estar escondido allí."
"Eso es una buena pista," comentó Mateo, "pero debemos actuar con cautela. Ricardo también podría tener información sobre su paradero."
Valeria intervino. "Tenemos que ser rápidos y eficientes. Si llegamos primero, podremos asegurar a Luis y obtener la información que necesitamos antes de que Ricardo haga su movimiento."
Alejandro asintió. "Isabella, quiero que tú y Mateo vayan al pueblo y encuentren a Luis. Valeria y yo nos quedaremos aquí para coordinar y mantener las operaciones."
Isabella y Mateo asintieron, comprendiendo la importancia de la misión. "Nos iremos de inmediato," dijo Isabella, sintiendo la adrenalina en sus venas.
***
El viaje al pequeño pueblo fue tenso, con ambos sumidos en sus pensamientos sobre la importancia de encontrar a Luis. Cuando llegaron, el lugar parecía tranquilo y pintoresco, una fachada perfecta que escondía los secretos que buscaban.
Se dirigieron al lugar donde el contacto había indicado que Luis podría estar. Era una casa modesta, al final de una calle tranquila. Mateo se estacionó un poco más lejos y ambos se acercaron con cautela.
"Recuerda, necesitamos ganar su confianza," dijo Mateo en voz baja. "Si se siente amenazado, podría huir."
Isabella asintió y se acercó a la puerta, tocando suavemente. Después de unos momentos de silencio, la puerta se abrió y un hombre de mediana edad con barba desaliñada y ojos cautelosos los miró desde el interior.
"¿Luis Varela?" preguntó Isabella con voz firme pero amigable.
El hombre asintió lentamente. "¿Quiénes son ustedes?"
"Amigos," respondió Mateo. "Necesitamos hablar contigo. Es importante."
Luis los estudió por un momento antes de abrir la puerta completamente. "Entren," dijo con un suspiro. "Pero si intentan algo, lo sabré."
Entraron en la casa, que estaba decorada de manera simple pero acogedora. Luis los llevó a una pequeña sala de estar y les ofreció asientos. "¿Qué quieren de mí?" preguntó, sentándose frente a ellos.
Isabella fue directa. "Ricardo Fernández te está buscando. Sabemos que tienes información que podría ser crucial para detener sus planes."
Luis se tensó al escuchar el nombre de Ricardo. "¿Ricardo? Pensé que estaba muerto. ¿Qué quiere conmigo?"
Mateo explicó la situación. "Ricardo ha vuelto y está planeando algo grande. Necesitamos saber qué sabe y por qué te busca. Puede que seas la clave para detenerlo."
Luis suspiró, pasando una mano por su cabello. "Hace años, trabajé para la organización en tecnología y criptografía. Desarrollé sistemas de seguridad y métodos para ocultar información. Ricardo estaba obsesionado con un proyecto en particular, algo que nunca terminé. Si ha vuelto, probablemente quiere terminar lo que empezó."
Isabella frunció el ceño. "¿Qué proyecto era ese?"
Luis los miró con seriedad. "Un sistema de hackeo avanzado capaz de infiltrarse en cualquier red sin ser detectado. Ricardo quería usarlo para tomar el control de operaciones rivales y expandir su poder. Si ha vuelto por esto, el riesgo es enorme."
Mateo intercambió una mirada con Isabella. "Necesitamos destruir ese sistema y cualquier copia que pueda tener. ¿Dónde están los archivos y equipos?"
Luis asintió. "Tengo los archivos originales en un lugar seguro. Podemos destruirlos, pero si Ricardo tiene copias, necesitamos encontrar y eliminar esas también."
Isabella se levantó. "Entonces no hay tiempo que perder. Llevémonos los archivos y pongamos fin a esto."
***
De regreso a la mansión, Isabella y Mateo informaron a Alejandro y Valeria sobre su encuentro con Luis y la naturaleza del proyecto de Ricardo. Alejandro frunció el ceño mientras escuchaba.
"Esto es más serio de lo que imaginábamos," dijo Alejandro. "Si Ricardo obtiene ese sistema, podría desmantelar nuestra organización desde adentro."
Valeria asintió. "Necesitamos asegurarnos de que no haya copias del sistema. Luis, ¿hay alguna manera de rastrear si Ricardo ya tiene acceso a esos archivos?"
Luis, que había acompañado a Isabella y Mateo de regreso a la mansión, asintió. "Podemos rastrear señales de actividad digital relacionada con el sistema. Si Ricardo lo ha usado, podríamos encontrarlo."
Alejandro se volvió hacia Isabella. "Necesito que trabajes con Luis en esto. Rastreen cualquier actividad y destruyan el sistema si es necesario."
Isabella asintió. "Lo haré. Luis y yo comenzaremos de inmediato."
Mientras trabajaban, Isabella y Luis revisaron registros digitales y buscaron cualquier indicio de que el sistema hubiera sido activado. Pasaron horas frente a las pantallas, analizando datos y eliminando posibles amenazas.
Finalmente, Luis encontró algo. "Aquí," dijo, señalando una línea de código en la pantalla. "Esta señal indica que alguien ha intentado acceder al sistema recientemente. Es probable que sea Ricardo."
Isabella asintió, su corazón acelerándose. "Entonces debemos actuar rápido. ¿Podemos rastrear su ubicación?"
Luis asintió. "Podemos intentarlo. Necesito unos minutos."
Mientras Luis trabajaba, Isabella informó a Alejandro y Valeria sobre el progreso. Alejandro asintió con determinación. "Si podemos rastrear su ubicación, podemos detenerlo antes de que use el sistema."
Después de unos minutos tensos, Luis miró a Isabella con una mezcla de alivio y preocupación. "Lo tengo. Está en un almacén abandonado en el puerto. Podemos llegar allí en menos de una hora."
Alejandro se levantó. "Entonces no hay tiempo que perder. Reúne a nuestros mejores hombres. Vamos a detener a Ricardo de una vez por todas."
***
La operación fue rápida y precisa. Con Isabella, Mateo, Alejandro y un grupo de hombres armados, se dirigieron al almacén en el puerto. La oscuridad de la noche y la bruma del mar añadían un aire de tensión mientras se acercaban al edificio.
Rodearon el almacén y entraron en silencio, moviéndose con la eficiencia de un equipo bien entrenado. Encontraron a Ricardo trabajando frenéticamente en una computadora, rodeado de algunos de sus hombres.
"¡Alto!" gritó Alejandro, apuntando su arma a Ricardo. "Esto termina aquí."
Ricardo levantó la vista, una sonrisa cruel en su rostro. "Alejandro, siempre tan predecible. ¿De verdad crees que puedes detenerme?"
Antes de que pudiera decir algo más, Isabella disparó a la computadora, destruyéndola en un instante. "No más juegos, Ricardo. Tu plan se acabó."
Los hombres de Ricardo intentaron resistirse, pero fueron rápidamente sometidos por los hombres de Alejandro. Ricardo fue capturado y llevado de regreso a la mansión, donde sería interrogado y enfrentaría las consecuencias de sus acciones.
Esa noche, mientras la mansión se sumía en un silencio inquietante, Isabella reflexionó sobre todo lo que había sucedido. Sabía que habían logrado una victoria importante, pero también que el peligro no había desaparecido por completo. En el mundo de la mafia, siempre había nuevas amenazas y desafíos.
Se prometió a sí misma que seguiría luchando, que seguiría siendo fuerte y astuta. Porque en este juego de poder y traición, solo los más fuertes sobrevivían. Y ella estaba decidida a ser una de ellos.