Hace años, Ilán le mintió a su exmarido, Damon, diciéndole que el bebé que había dado a luz había muerto. Lo hizo por la profunda decepción que sentía hacia él, quien lo había abandonado en el momento más vulnerable, cuando estaba a punto de dar a luz.
Ahora, Ilán se ve obligado a enfrentarse nuevamente a Damon, ya que su hijo/a necesita desesperadamente un donante de médula ósea.
¿Cómo reaccionará Damon al descubrir que su hijo/a sigue vivo y está gravemente enfermo debido a la enfermedad que padece?
—Cásate conmigo otra vez, Ilán —dijo Damon, su voz impregnada de autoridad, mientras las feromonas alfa llenaban la habitación, abrumando a Ilán con una mezcla de tensión y deseo reprimido.
—Acepto... —respondió Ilán, conteniendo la respuesta instintiva de su cuerpo al poder que emanaba Damon—, pero después de que quede embarazado y dé a luz, nos separaremos.
El aire cargado de feromonas hizo que la atmósfera se volviera insoportable, incrementando la tensión entre ambos...
NovelToon tiene autorización de Josh27 para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
2
El viento soplaba suavemente entre los árboles altos y oscuros del bosque, mientras Damon caminaba sin descanso. El sonido susurrante de una voz infantil lo había guiado hasta allí. Una y otra vez, esa misma frase repetida, "¡Papá, ven aquí!", lo había atraído, haciéndolo adentrarse más y más en la espesura del bosque. Damon no sentía miedo, solo una extraña sensación de urgencia, como si algo importante estuviera esperándolo.
Después de lo que parecieron horas, Damon finalmente se detuvo, sus pasos se hicieron más lentos hasta que se detuvieron por completo al ver a una pequeña niña de unos cuatro o cinco años. Su piel era pálida, casi translúcida, y su vestido blanco contrastaba con la oscuridad que los rodeaba. Había algo innegablemente familiar en su rostro, pero Damon no podía recordar quién era. Su mente lo traicionaba.
La niña lo miró directamente a los ojos, su expresión era serena, pero al mismo tiempo, cargada de tristeza. Damon sintió una punzada en el pecho, y sin pensarlo, levantó la mano para acariciar su cabello fino y suave. Su cuerpo reaccionaba por instinto, como si hubiera hecho este gesto miles de veces antes.
—¿Qué haces aquí, sola? —preguntó Damon, su voz cargada de preocupación. Sentía la urgencia de protegerla, a pesar de no entender por qué.
La niña lo miró con una calma inquietante, como si sus ojos grandes supieran más de lo que estaban dispuestos a revelar.
—Estoy esperando... a mi papá.
—¿Papá? —Damon frunció el ceño, incapaz de comprender del todo lo que estaba pasando. El corazón le latía con fuerza en el pecho, y un leve aroma dulce, que no había notado antes, comenzó a mezclarse con el aire frío del bosque. Feromonas. Su cuerpo reaccionaba, pero no estaba seguro de por qué.
La pequeña asintió y con una delicadeza casi etérea, le hizo un gesto para que se inclinara hacia ella. Damon obedeció, casi sin pensar, y la niña apoyó suavemente su mano sobre su pecho, justo sobre su corazón.
—Tú eres mi papá.
El aire se detuvo en los pulmones de Damon. La cercanía de la niña lo abrumó, como si una parte de él supiera que esto era cierto, aunque su mente no podía aceptarlo.
—¿Yo? Pero… —comenzó a decir, antes de que las palabras se le quedaran atascadas en la garganta. De repente, la niña comenzó a alejarse, dando pequeños pasos hacia el bosque profundo y oscuro.
—¡Espera! ¿A dónde vas? —gritó Damon mientras comenzaba a correr tras ella, su cuerpo entero lleno de adrenalina y confusión. Sentía cómo el aroma dulce de las feromonas de la niña se desvanecía con cada paso que ella daba, haciéndolo correr más rápido, desesperado por no perderla.
Sin embargo, cuanto más corría, más lejos parecía estar la niña. El sudor cubría su frente, y su respiración se volvió errática. Su cuerpo, aunque fuerte, no podía seguir el ritmo. Se detuvo, incapaz de continuar, sus manos en las rodillas mientras trataba de recuperar el aliento.
—Espera... por favor —murmuró, su voz apenas un susurro ahogado por el cansancio.
Como si respondiera a su súplica, la niña apareció de nuevo, esta vez de pie justo frente a él, como si nunca se hubiera movido. Damon levantó la mirada, sin poder creer lo que veía. Era imposible que ella hubiera recorrido tal distancia en tan poco tiempo. Pero ahí estaba, con la misma expresión tranquila y ese aire misterioso.
—Te estaré esperando, papá —dijo la niña en un susurro. Su voz resonó en el aire, envolviéndolo como un eco suave. Luego, mirándolo a los ojos, agregó—: Pero ahora tengo que irme. Cuida a papi y a mi hermanito antes de que estemos juntos de nuevo.
Damon sintió cómo su corazón latía violentamente contra su pecho. Las palabras "papi" y "hermanito" lo confundieron aún más. Quería preguntar, quería exigir respuestas, pero las palabras se negaban a salir de su boca.
—¿Papi? ¿Hermanito? ¿Quiénes son ellos? —preguntó, finalmente, su voz temblorosa por la confusión y la desesperación.
Pero la niña no respondió. En lugar de eso, comenzó a caminar de nuevo, y esta vez, su cuerpo se desvaneció lentamente en una nube de humo blanco que fue arrastrada por el viento.
Antes de desaparecer por completo, la suave voz de la niña se escuchó una última vez:
—Te he perdonado, papá. Vive feliz.
Damon sintió cómo su corazón se rompía en mil pedazos al escuchar esas palabras, y antes de que pudiera detenerse, las lágrimas comenzaron a caer por su rostro. El dolor en su pecho era insoportable, una presión que no podía entender. ¿Por qué sentía tanto dolor? ¿Por qué esas palabras lo habían afectado tanto?
—¡Espera! ¡No te vayas! —gritó Damon, abriendo los ojos de golpe, solo para encontrarse en su oficina, sentado frente a su escritorio.
El sueño lo había abandonado abruptamente, pero el dolor en su pecho seguía presente. Las lágrimas seguían cayendo por su rostro. Damon se llevó las manos a los ojos, frotándolos con fuerza, como si quisiera borrar los rastros de ese extraño sueño que lo perseguía noche tras noche desde que había regresado a Jakarta.
—¡Maldición! —gruñó, golpeando la mesa con frustración. Su respiración seguía agitada, y la sensación de pérdida lo envolvía. El aroma de feromonas aún flotaba en el aire, como un rastro de lo que había experimentado en el sueño. Damon sabía que ese aroma no era real, pero su cuerpo seguía reaccionando, cada vez más perturbado.
—Solo necesitas descubrir qué significa ese sueño —dijo una voz repentina desde la esquina de la habitación.
Damon dio un respingo, sorprendido por no estar solo. Giró la cabeza rápidamente y vio a Zack, su asistente, parado junto a la puerta.
—¡Maldita sea, Zack! Casi me matas del susto —bufó Damon, llevándose una mano al pecho para calmar su acelerado corazón—. ¿Qué haces aquí?
—Solo hago mi trabajo, ¿lo ha olvidado? Me pediste que me quedara hasta tarde —respondió Zack con tranquilidad.
Damon soltó un suspiro pesado, recordando que, efectivamente, había solicitado que Zack se quedara para terminar unos informes. Últimamente, su mente no estaba en su lugar. Los sueños, las feromonas, todo lo hacía sentir fuera de sí, como si estuviera perdido en un mar de incertidumbre y confusión. No podía concentrarse en nada, ni siquiera en el trabajo.
—Lo siento. Lo olvidé por completo.
Zack lo observó en silencio durante unos momentos, notando el rastro de lágrimas en los ojos de Damon.
—¿Ha vuelto a soñar con esa niña, verdad?
Damon asintió, frotándose el rostro con las manos en un intento desesperado de sacudirse la angustia. El aroma a feromonas se intensificaba a su alrededor, una mezcla de confusión y dolor que llenaba la habitación.
—Sí. Y cada vez me llama... papá.
.....
...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...
...Zack...
...Alfa Puro...