En un mundo devastado por el apocalipsis zombi, la supervivencia es una guerra constante. Ayanokouji Kiyotaka, un joven calculador y frío, escapa de la opresiva Sala Blanca solo para encontrar un mundo aún más brutal. Ahora, atrapado en el instituto Fujimi, debe usar su inteligencia y habilidades estratégicas para liderar a un grupo de estudiantes en medio del caos.
A medida que las hordas de muertos vivientes se acercan, Ayanokouji se enfrenta a una amenaza aún mayor: la traición y la desconfianza dentro de su propio grupo.
Mientras los aliados se vuelven enemigos y la violencia alcanza su punto álgido, Ayanokouji debe tomar decisiones drásticas para proteger a a los suyos. Entre la lucha por los suministros y la constante amenaza de los zombis, cada día se convierte en una prueba de ingenio y fuerza.
¿Podrá Ayanokouji mantener la unidad y liderar a su grupo hacia un futuro incierto, o caerá ante las fuerzas que buscan destruirlo?
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Capítulo 9: La llegada de los forasteros
El sol se alzaba en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos sobre la ciudad devastada. Dentro de la casa fortificada, Ayanokouji Kiyotaka y su grupo se preparaban para otro día de supervivencia y exploración. La rutina de patrullas y mantenimiento se había convertido en la norma, pero algo estaba a punto de cambiar.
Mientras Takashi y Rei revisaban las trampas y barricadas en el perímetro, un grito resonó desde el exterior. Ayanokouji y Saeko, rápidamente alertados, salieron corriendo para investigar.
—¡Ayuda! ¡Por favor, ayúdenos! —gritaba una voz desesperada desde más allá de los muros.
El grupo se preparó para lo peor, pero lo que encontraron fue inesperado. Un pequeño grupo de tres personas, exhaustas y empapadas de sudor, se acercaban a la casa con gestos de súplica. Entre ellos, una mujer mayor con expresión angustiada, un hombre joven con un brazo herido y un niño pequeño que lloraba en los brazos de la mujer.
—Por favor, necesitamos refugio. Estábamos atrapados en una casa cercana y los zombies nos rodearon —explicó la mujer, su voz temblorosa por el miedo y la fatiga.
Ayanokouji evaluó rápidamente la situación, sus ojos escudriñando a los recién llegados en busca de cualquier señal de amenaza oculta. Pero la desesperación en sus rostros y la urgencia en sus voces parecían genuinas.
—De acuerdo. Pueden entrar, pero primero deben desinfectarse y ser revisados por nuestros médicos —ordenó, su tono firme pero compasivo.
Shizuka y Saya se apresuraron a ayudar a los recién llegados, llevándolos al interior donde Shizuka, con su experiencia como enfermera, comenzó a evaluar las heridas y administrar primeros auxilios. El hombre joven, que se identificó como Yuji, agradeció repetidamente mientras Saya ofrecía agua y comida al niño pequeño, quien finalmente se calmó en brazos de la mujer mayor.
—Gracias por salvarnos. Pensamos que no íbamos a sobrevivir —susurró la mujer, su rostro marcado por el alivio y la gratitud.
Ayanokouji observó a los recién llegados con atención, consciente de que cada nueva persona representaba tanto una carga como un recurso potencial para el grupo. La casa estaba más llena ahora, pero también más vulnerable.
—Nosotros también hemos enfrentado muchas dificultades. Pero juntos, somos más fuertes —dijo finalmente, su tono tranquilo pero reconfortante.
Con los nuevos llegados establecidos y cuidados, el grupo se reunió en la sala de estar para discutir los próximos pasos. Ayanokouji, como siempre, lideró la conversación con su enfoque estratégico y su habilidad para tomar decisiones rápidas pero informadas.
—Necesitamos asegurarnos de que tenemos suficientes suministros para todos. Además, debemos reforzar nuestras defensas y establecer turnos de vigilancia adicionales —propuso, su voz resonando con autoridad.
Todos estuvieron de acuerdo. Takashi y Rei tomaron la responsabilidad de ajustar las defensas externas y agregar barricadas adicionales. Saya organizó un inventario detallado de alimentos y suministros, asegurándose de que todos tuvieran lo suficiente para comer. Kohta se dedicó a mejorar las trampas y dispositivos de alerta temprana alrededor de la casa.
La llegada de los forasteros había cambiado dinámicamente la dinámica del grupo, pero también había fortalecido su resolución de mantenerse unidos y protegerse mutuamente. Mientras la noche caía una vez más sobre la ciudad, la casa fortificada resplandecía con una nueva energía, una mezcla de esperanza renovada y determinación para enfrentar los desafíos que aún estaban por venir.
—Estamos más fuertes con cada desafío que superamos juntos. Mañana, comenzaremos a explorar más áreas cercanas en busca de recursos y posibles aliados —dijo Ayanokouji, su mirada reflejando una mezcla de seriedad y optimismo cauteloso.
El grupo asintió en silencio, preparándose para otro día en un mundo donde la supervivencia dependía no solo de habilidades individuales, sino también de la fortaleza del grupo y la solidaridad entre sus miembros.