Victoria Entre La Justicia Y El Amor

Esa misma tarde Victoria entro a trabajar, se defendía muy bien, pero Antón tenía que estar seguro de que las cosas fueran de acuerdo a lo que había planeado.

Así que decidió asistir con Amanda, y con unos cuantos empresarios más, con lo que no contaba con que se iba a encontrar de frente con Mijaíl Orlov y con su abogado, un hombre que según Antón era de quinta, que no tenía escrúpulos para nada. Y el famoso abogado iba con su esposa, nada que decir de esa mujer.

- Pero a quien tenemos acá, al señor Novikov y si lame suelas de Amanda.

- Siempre tan educado Mijaíl.

Mientras ellos estaban en su disputa, Victoria había llegado a tomar el pedido.

- Les dejo la carta para qué...

Se quedó petrificada en su lugar, observando a Mijaíl, a Ronald, y a su esposa. Que escondía está mujer, o es que Amanda no me había buscado toda la información de ella, porque al parecer conoce a Ronald y a su esposa.

- Señorita, estás bien. - una educada Amanda ayuda a Victoria a volver en sí misma.

- Si me encuentro bien, pero no pensé que fueran tantos en la mesa, se supone que solo eran cinco personas.

- Pero ahora somos ocho. - dice Antón con una sonrisa en sus labios.

- Van a tomar algo.

Todos hicieron sus pedidos, y solo faltaban Antón y Ronald.

- Yo voy...

- Un whisky doble en las rocas. - Ronald abrió los ojos como platos, porque la mesera conocía sus gustos.

- Y para mí...

- Para usted un coñac.

Era la primera vez que alguien se había dado cuenta de que licor le gustaba, ni siquiera su mujer con la cual habían convivido durante dos años lo sabía.

- Que buen servicio tienen acá.

- El mejor.

Victoria se encargó de atender esa mesa, aunque sentía una incomodidad, trato de manejarlo, las cosas no eran fáciles y sabía que tenía que ver a su ex prometido y su ex amiga muy seguido, teniendo en cuenta lo que había averiguado los tres se reunían todos los días, Mijaíl, Ronald y su esposa.

Si era difícil aguantar a Antón, ahora imaginar aguantarse a los otros tres, era gente despreciable, no negaba queMijaíll tenía lo suyo, pero el cómo trataba a la gente dejaba mucho que desear.

Era agotador el trabajo, salía muy temprano de casa y llegaba muy tarde, su pequeño a veces la esperaba y ambos jugaban hasta tarde ella solo quería ver feliz al pequeño Alexey.

- Ve a dormir es tarde.

- Mamá pero mañana descansas.

- Si, pero si no descansas nos levantaremos tarde y no haremos mucho.

- Está bien. - Cuando se estaban despidiendo un hombre entro en la casa, y ella ya sabía quién era, su olor, era característico.

- Hola señor, ¿como se llama?, ¿vive acá con nosotros?, ¿y esos tatuajes?, ¿duelen mucho?.

- Lo siento señor, mi hijo es muy curioso.

- Me llamo Antón, no vivo acá pero soy el dueño de la casa.

- Es muy linda está casa, sabes que a mi mamá le gusta mucho.

- Hijo.

- Si es muy hermosa, y los tatuajes me los hice en mi país y si duelen mucho.

Mientras Alexey revisaba los tatuajes de Antón Victoria se dio cuenta de uno muy pequeño, que al parecer no era un tatuaje, quería correr a preguntarle algo a Antón, pero su hijo se le adelanto.

- Yo también tengo uno. - Alexey le levanta la manga de su saco y le muestra su marca de nacimiento. - Y tú también lo tienes, está en el mismo brazo.

- Mamá, mamá, él también tiene la misma marca.

Quería esconderme, como era posible que el tuviera esa marca, solo podría ser una casualidad una muy extraña casualidad.

Al igual que Victoria, Antón también estaba bastante sorprendido, esa era una marca de nacimiento de su familia, pero eso era imposible.

- Ve a dormir, tengo que hablar con el señor.

- Si mami te amo, y señor me gustan sus tatuajes y más el que se parece al mío.

Alexey se alejó saltando y riendo hacia su habitación, y mientras él se alejaba un silencio se formó alrededor de nosotros, la tensión se podía cortar con cuchillo.

- Quién es el padre del niño. - fueron sus palabras, no se sabía si las decía con ira, con odio o miedo.

- No lo sé.

Antón acorraló a Victoria contra la pared, ambos sentían sus corazones acelerados, ninguno delos dos podía estar seguro de lo que estaba pasando, ella no buscaba al padre de su hijo y él no sabía la existencia de él.

- Eres tú.

- ¿Quién?

- La mujer de hace cinco años, la mujer que se me entrego en una noche de pasión desenfrenada, en un hotél barato. Una mujer que me contó su triste historia y por olvidar la traición de un hombre se entregó a otro.

Estaban tan cerca él uno al otro que sus respiraciones se mezclaban, era como la primera vez que se habían visto, todo había comenzado así, palabras duras, secretos contados y después.

- Al parecer soy esa mujer.

- Este era tu plan.

- De que plan habla.

- De engatusarme, y luego decirme que ese hijo era mío, para luego sacarme plata

- Por si no te das cuenta, él que comenzó todo esto fue usted, yo solo estoy trabajando para mantener a salvo a mi familia.

- En serio no sabías sobre él padre del niño.

- Sabía que había sido una relación de una sola noche, cómo iba a buscar a un hombre, del que no sabía ni su nombre.

Las manos de Antón tomaron las de Victoria por encima de su cabeza, sus cuerpos encajaban a la perfección, ese hombre era el que ella había estado esperando, ahora sabían los dos porque conocían ese olor, tanto el cómo ella lo habían olido hace cinco años.

- Voy a hacer algo que llevo tiempo imaginando.

Sus labios se unieron en un beso necesitado y apasionado, que los llevo a este punto, era malo desear a un hombre como Antón, un hombre con dinero, guapo, pero que trabajaba fuera de la ley, que futuro podrían tener.

Pero que pensamientos tenía ella, porque pensaba en el futuro, todavía no sabía si en verdad ese niño era de el, o si en verdad ese hombre era el de hace cinco años.