Mariana Fernández, una mujer de 40 años, siempre creyó en el amor eterno junto a su esposo Julián Navarro, con quién compartió su vida por 20 años. Sin embargo su mundo se desmorona cuando descubre a Julián siendo le infiel con su secretaria. Tras descubrir que ha estado viviendo en una mentira, decide tomar las riendas de su vida y se divorcia, ahora se enfocará en sacar adelante su empresa de lencería, una pasión que ha cultivado desde hace años.
Mientras Lucha por reconstruirse emocionalmente, conoce a Camilo Santa Cruz, un joven empresario de 27 años que está emergiendo en el mundo de los negocios.
A pesar de la marcada diferencia de edad, en el transcurso de consolidar el proyectó de colaboración de ambas empresas, Camilo va quedando cautivado por la fuerza y determinación de Mariana, se enamora profundamente de ella, y ella, a su vez encuentra en él un renacer de sentimientos.
Sin embargo, el camino hacia la felicidad está plagado de desafíos.
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Capitulo 10 Está distancia entre tu y yo
Mariana subía en el ascensor y su mente no podía evitar volver una y otra vez a lo sucedido la noche anterior, en su mente no podía evitar volver al mensaje de Camilo. Aunque se sentía agradecida por su apoyo, también se había dado cuenta de lo incómodo que había sido para él. Y ahora con la determinación de mantener una distancia profesional, no sabía cómo sería su interacción en el trabajo.
Entro en su oficina, y se obligó a sí misma a apartar esos pensamientos de su mente. Había trabajo que hacer, debía concentrarse en poner en marcha todos los detalles para el desfile de la gala, que ya se acercaba. No podía permitir que las complicaciones personales interfieran con sus responsabilidades profesionales.
Se sumergió de inmediato en su trabajo, coordinando al equipo, asegurándose de que todo estuviera en orden para el gran evento. A medida que el día avanzaba, se sentía cada vez más segura de su capacidad para separar lo profesional de lo personal.
Y cuando finalmente se encontró cara a cara con Camilo en la sala de juntas, lo saludo con una sonrisa amable, Pero distante. Dejando en claro que se mantenía firme en su decisión de mantener una distancia profesional.
Mientras Mariana estaba inmersa en la reunión, concentrada en los detalles del evento que estaban discutiendo, no pudo evitar sentir la mirada persistente de Camilo sobre ella. Cada vez que levantaba la vista para tomar notas o responder a alguna pregunta, encontraba sus ojos fijos en los suyos, como si estuvieran tratando de descifrar algún misterio oculto en su mirada.
A pesar de su determinación de mantener la distancia, la intensidad de la mirada de Camilo la desconcertaba. No podía evitar preguntarse que estaba pasando por su mente, que pensamientos lo estaban llevando a observarla de esa manera.
Mientras tanto, Julián, que estaba sentado a su lado en la reunión, también había notado la atención especial que Camilo le prestaba a Mariana. La intriga se apoderó de él, comenzó a preguntarse que podía estar sucedido entre los dos. ¿Acaso había algo más que una simple relación profesional entre él y su esposa?
Mariana se comportó siempre impenetrable, enfocada únicamente en los asuntos del trabajo, si dar muestras de lo que pudiera estar pasando en su interior.
Julián esperó pacientemente a qué la reunión terminara y la mayoría de los empleados abandonaran la sala. Una vez que estuvieron a solas, se acercó a Camilo con una expresión de curiosidad en su rostro.
- Señor Santa Cruz, ¿puedo hablar con usted un momento? - pregunto Julián, buscando un lugar más privado donde pudieran conversar.
Camilo asintió y lo dirigió a su oficina.
-¿Qué pasa, Julián? - pregunto Camilo con seriedad.
Julián se tomó un momento para organizar sus pensamientos antes de hablar.
- He notado durante la reunión que no podía apartar la mirada de esposa - comenzó Julián, observando la reacción de Camilo atentamente.
Camilo se sintió un poco incómodo ante la pregunta directa de Julián.
- ¿Tu esposa? - pregunto Camilo - Según me enteré de que ustedes se están divorciando.
- Pues te están informando mal, porque yo no me divorciaré.
- Mmmm, bueno no tiene de que preocuparse, nosotros solo somos socios. - respondió seriamente Camilo.
- Es bueno escucharlo, por qué estoy haciendo todo lo posible para arreglar la cosas. Sé que ella me perdonará.
Camilo no sabía por qué, Pero le molestaba todo lo que Julián decía. Y no terminaba de entender por qué.
Mariana estaba sentada en su oficina, absorta en los diseños para el desfile de la gala dónde se lanzará la colaboración entre la empresa de Mariana y la de Camilo. Cuando la puerta se abre de golpe y Julián entra con una expresión tensa en el rostro. El aire se volvió denso al instante.
- ¿Qué pasa, Julián? - pregunto Mariana, intentando mantener la calma ante la forma brusca en la que entro Julián.
Este cerró la puerta tras de sí y se acercó al escritorio de Mariana, apoyando las manos en ella.
- ¿Me puedes explicar por qué Camilo Santa Cruz, no dejaba de mirarte en la reunión?
Mariana levantó la mirada hacia él, sus ojos reflejaban una mezcla de sorpresa y frustración.
- En primer lugar, yo a ti no te tengo que dar ninguna explicación de absolutamente nada - respondió, tratando de contener su propia irritación - Segundo hasta donde yo sé el Señor Santa Cruz solo estaba escuchando lo que yo decía, como cualquier otra persona en la reunión.
Julián frunció el ceño.
- No me gusta como te miraba.
- Lo que a ti te guste o no, ya dejó de ser mi problema.
Él la miro con intensidad, como si tratara de descifrar sus pensamientos.
- Lo siento, es que me molesta y me duele ver qué otros hombres te admiren. Y más un joven como Santa Cruz. Yo aún te amo, y los celos me ciegan.
Mariana se levantó de su silla, y se acercó a él, puso su mano en el hombro.
- Julián, el Señor Santa Cruz no podría fijarse en una mujer como yo, que le debo llevar como 10 años. Aparte de eso, tú y yo ya no tenemos nada, solo la firma del divorcio. Lo que fuimos antes se murió.
Los ojos de Julián reflejaban una mezcla de emociones que ella conocía demasiado bien: arrepentimiento y tristeza.
- Mariana - dijo Julián, con voz más firme de lo habitual - Sé que te falle, y que he destrozado lo que teníamos. Pero no quiero perderlo todo. No quiero perderte a ti.
- Lo lamento Julián, las cosas, no son tan simples. Yo ya nunca podría volver a confiar en ti, y yo no puedo vivir así, no me lo merezco. El daño que causaste es muy profundo.
El rostro de Julián palideció, como si las palabras de Mariana fueran un golpe directo al corazón. Si mirada se desvió al suelo, incapaz de soportar el dolor en los ojos de Mariana.
- No... - susurro, apenas audible - Lo siento tanto, Mariana. No hay palabras para expresar lo arrepentido que estoy. Jamás quise lastimarte de esa manera.
Mariana sintió un nudo en la garganta al ver el dolor en el rostro de Julián.
- Lose, Julián - respondió con voz suave, extendiendo una mano hacia él en un gesto de consuelo que no sabía si él aceptaría - Pero el daño ya está hecho, y no puedo ignorarlo. Necesitamos seguir adelante por separado.
Julián levantó la mirada hacia ella, sus ojos brillando con lágrimas contenidas.
- ¿Estás segura de que no hay nada que pueda hacer para que me perdones? Haré cualquier cosa, absolutamente cualquier cosa, si eso significa tener una oportunidad de arreglar las cosas entre nosotros.
Mariana tragó saliva, sintiendo una mezcla de dolor y determinación en su interior.
- No Julián, está herida es una demasiado profunda. No puedo volver atrás en eso.
La desesperación en los ojos de Julián lo hizo desear poder cambiar las cosas, desear que las cosas pudieran ser diferentes, pero sabía que ya no podía volver a atrás en el tiempo.
Julián asintió lentamente, aceptando la realidad de sus palabras. Y como si el peso del mundo estuviera sobre sus hombros miro a Mariana.
- Perdóname por no cumplir con las promesas, fui un estúpido. Te firmaré el divorcio. Te mereces que te amen como yo no fui capaz.
Termino de hablar y se dio la vuelta, se dirigió hacia la puerta sin decir más.
Mariana lo observó partir, sintiendo un dolor agudo en su pecho. Sabía que había tomado la decisión correcta, pero eso no hacía que fuera más fácil ver a la persona que había amado por tantos años marcharse de su vida.
Los días de la semana pasaron rápidamente, Camilo, por su parte, parecía haberse sumergido cada día en un estado de irritabilidad y malestar. Se había vuelto taciturno y reservado.
Intento romper esa barrera que Mariana había puesto entre ellos, después del desafortunado incidente en el restaurante. Tratando de retomar la relación que había empezado a desarrollarse entre ellos. Pero cada intento parecía chocar con un muro invisible.
Él la observaba todos los días. Admiraba su entrega y profesionalismo, cada día quedaba más prendido de esa mujer.
Camilo no solo se sentía incómodo por la distancia de Mariana, sino que las insistentes visitas de Estefanía a su oficina se habían vuelto insoportables.
Estefanía estaba determinada a insertarse en cada aspecto de la vida de Camilo. Y sus constantes interrupciones y demandas estaban comenzando a afectar su trabajo. Camilo se encontraba cada vez más frustrado por la situación.
Una tarde después de otra visita de Estefanía, Camilo se dejó caer en su silla y paso la mano por su rostro cansado, preguntándose como había llegado a esta situación.
En ese momento entro Gustavo, era el mejor amigo de Camilo y su gerente de ventas. Con una expresión preocupada al notar la tensión en el rostro de Camilo le pregunto.
- Amigo ¿Estás bien? - pregunto con suavidad.
Camilo levantó la mirada hacia Gustavo. Sus ojos reflejaban una mezcla de frustración y agotamiento.
- Estoy cansado de las constantes visitas de Estefanía, de su presión constante, de sus celos por Mariana, y ese muro invisible que puso entre nosotros dos ya no lo soporto más.
Gustavo asintió comprensivamente.
- Hermano, vamos, te invito unos tragos. Asi te relajas y hablamos más tranquilos.
Camilo se levantó de su silla con una sonrisa y salieron de la corporación.
Mientras compartían unas cervezas en su lugar favorito, Camilo finalmente encontró la oportunidad de desahogarse y hablar sobre como habían sido los días de esa semana.
Camilo suspiro, tratando de encontrar las palabras adecuadas para expresar Lo que estaba sintiendo.
- Gustavo, eres mi hermano y solo contigo puedo hablar de esto que me está pasando. - comentó Camilo, tomando un sorbo de su cerveza antes de continuar - Estoy lidiando con una situación realmente complicada, y no sé cómo manejarla.
- ¿Qué te pasa, amigo? Cuéntame.
- Primero, es Mariana, la mujer con la que estoy desarrollando el proyecto de colaboración. Aún no te la he presentado, es una mujer bellísima, sexy, inteligente, muy profesional, se está divorciado de un imbécil que la engaño con su secretaria. Desde que la conocí y más desde que empezamos a trabajar juntos, he estado sintiendo algo... Diferente hacia ella. Algo que no puedo ignorar.
La expresión de Gustavo se iluminó con compresión mientras escuchaba atentamente.
- ¿Diferente en que sentido?
Camilo frunció el ceño, tratando de encontrar las palabras adecuadas para describir sus sentimientos.
- Es difícil de explicar. Es como sí... No pudiera soportar esta barrera que ella puso entre nosotros, tampoco soporto verla cerca del imbécil de Julián. Aunque sé que ella se está divorciado de él, no soporta verla cerca de él. Cada vez que los veo hablando, y aunque sé que es sobre trabajo, siento una especie de celos, supongo.
Gustavo arqueó una ceja, su mirada llena de complicidad.
- ¿Celos?
Camilo asintió, sintiéndose incómodo al admitirlo en voz alta.
- Sé que suena ridículo, ella es una mujer que me lleva 10 años, es bella, sexy, inteligente y muy profesional, jamás se fijaría en mí por la diferencia de edad, Pero no puedo evitarlo. Y creo que por eso no soporto a Estefanía, porque ella es la causa de esa barrera entre Mariana y yo.
Gustavo sonrió con complicidad, asintiendo con entendimiento.
- Hermano, creo que sé lo que te está pasando. Creo que estás empezando a darte cuenta de tus sentimientos hacia Mariana.
Los ojos de Camilo se abrieron de par en par, sorprendido por la revelación.
- ¿Qué quieres decir?
Gustavo rio entre dientes, sacudiendo la cabeza con una sonrisa.
- Eres muy astuto e inteligente para los negocios, Pero para lo personal y sentimental eres tonto. Tú estás enamorado de Mariana, y eso es lo que está haciendo que reacciones de esa forma. De que no soportes estar cerca de Estefanía y de que sientas celos de Julián.
Camilo se quedó sin palabras por un momento, asimilando la idea. Por primera vez, se permitió considerar la posibilidad de que sus sentimientos por Mariana fueran más profundos de lo que había querido admitir.