En un mundo donde el desprecio y la hostilidad reinan, Evans y Nicole se encuentran atrapados en un juego de odio y desafío constante. Evans, un hombre frío y mujeriego, nunca ha creído en el amor, hasta que Nicole, una sexy y decidida doctora, entra en su vida desbaratando todas sus certezas. A pesar de sus diferencias y de su mutuo desagrado, ambos se ven irresistiblemente atraídos el uno hacia el otro.
Nicole, centrada en su carrera y determinada a no dejarse pisotear por ningún hombre, se ve obligada a enfrentar sus propios prejuicios cuando la presencia de Evans la desafía de formas inesperadas. Por otro lado, Evans se ve forzado a confrontar sus propias barreras emocionales y su reputación de hombre frío cuando se da cuenta de que Nicole es mucho más que una simple colega.
A medida que la tensión entre ellos aumenta y las chispas vuelan, ambos se ven obligados a cuestionar sus creencias y a enfrentar sus propios miedos. A pesar de sus reticencias iniciales, comienzan a descubrir que tal vez, detrás de su enemistad, se oculta una pasión y un deseo que ninguno de los dos puede negar.
Entre enfrentamientos ardientes y momentos de ternura inesperados, Evans y Nicole se embarcan en un viaje emocional tumultuoso, donde el amor y el odio se entrelazan de formas complejas y sorprendentes. ¿Podrán superar sus diferencias y encontrar la redención en los brazos del otro, o su amor está condenado a arder en el fuego de su propio desdén? "Entre el Odio y el Amor" es una historia apasionante que desafía las expectativas y nos sumerge en un torbellino de emociones y deseos contradictorios.
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Capítulo 10 Búsquese un marido
-Dios, ¿qué me está pasando? Después de salir del bosque, recibo un mensaje de Carla y Bella, mis mejores amigas, diciéndome que en una semana vienen a Nueva York y yo más que feliz. No tengo deseos de cocinar, así que antes de llegar a casa paso a comprar sushi. Pero, como el día no está de mi lado, me encuentro con la chismosa de la vecina.
X:
- Miren a quién tenemos aquí, a la otra indecente. No sé cómo serás de donde vengas, pero este es un edificio decente, donde los que vivimos aquí somos gente decente. Claro, sacando a los indecentes de anoche. ¿Qué hubieran hecho si un niño los hubiera visto? Ten vergüenza. No eres más que una zorra pecadora. Desde que llegaste aquí, has estado haciendo caos.
- Mire, señora, yo no le estoy faltando el respeto para que usted me lo falte a mí. Tanto Evans y yo somos adultos y lo que pasó anoche no es algo de lo que deba arrepentirme o sentirme culpable. Y se equivoca, eso que usted vio no es pecado. La única indecente es usted, por ser una vieja metiche que lo único que sabe hacer es estar de chismosa. Y si nos hubieran visto niños, ya saben cómo nacieron, y sus padres son los que tienen que tener la responsabilidad de no dejar salir a sus hijos a esa hora de la noche. Con permiso, señora, búsquese un marido para que se entretenga y deje de ser tan metiche. Se le nota que le hace falta tener sexo.
- Insolente, somos tal para cual, mal educada. ¿Cómo se te ocurre faltarme el respeto? Soy mayor que tú.
- Bájele, señora, que usted empezó. ¿Quién me faltó el respeto primero? Fue usted. Y yo no le falté el respeto, si decir la verdad es falta de respeto, pues sí se lo falté. Pero porque usted sea mayor no le da derecho a faltar el respeto. No pida que la respeten igual. Y con permiso, vieja amargada. Normalmente no me gusta faltar el respeto, pero fue ella quien empezó, señor mujer irritante, padre amado. Pero sé cómo manejarla a lo lejos. Se nota que lo que la tiene así es que no tiene a nadie que le dé como cajón que no cierra, y la falta de eso la tiene así. Llego a mi casa, dejo las fundas de comida arriba de la mesa y voy a mi cuarto a bañarme. Cuando entro, me llevo la sorpresa de mi vida.
X:
- Sorpresa.
- ¿Qué hacen aquí? Las esperaba para la próxima semana. ¿Y cómo entraron?
Carla:
- Niky, te queríamos sorprender. Y recuerda que siempre has tenido la costumbre de dejar una llave bajo la alfombra. Y bueno, qué bueno que llegaste, morimos de hambre.
- Son unas estúpidas, pero las extrañé. Bueno, traje sushi, déjenme bañar y comemos. Qué alegría que mis amigas estén aquí, ya me hacían falta. Las conozco de toda mi vida, son como mis hermanas. Cuando me fui a Canadá, ellas fueron conmigo. Vivimos unos años juntas, pero después que cada una terminó su carrera, nos separamos, ya que cada una debía tomar las riendas de su vida. Yo decidí ir a Cuba a hacer mi especialidad. Bella fue a Colombia, ya que su familia es de allá, y tenía años sin estar con ellos. Y bueno, la contrataron en uno de los bufetes de abogados más importantes. Y por esa razón se quedó. Y Carla, ella es ingeniera en robótica y le ofrecieron ser la CEO de una empresa en robótica en Londres. Y bueno, cada una tomó las riendas de su vida, aunque cada que podíamos nos veíamos.
Bella:
- Amix, no puedo creer que le dijiste eso a la vecina.
Carla:
- Yo te apoyo, se lo merece, vieja chismosa. Pero con todo lo que nos has contado, no sé tú, Bella, pero yo quiero conocer al comelimones para ver si está irritante.
- ¿Qué estás loca? ¿Cómo quieres conocer a ese ogro? Es insoportable.
Bella:
- Amix, no niegues que te gusta, por más que lo niegues, te llama la atención. Te conocemos muy bien.
- Bueno, cambiemos mejor de tema y cuénteme el motivo de su visita.
Carla:
- Bueno, no quisimos decirte nada por teléfono, ya que queríamos ver tu reacción al enterarte de que nos vamos a quedar a vivir aquí.
- ¡Qué buena noticia! Pero, ¿y sus trabajos? ¿Qué pasó con ellos?
Bella:
- Bueno, me ofrecieron trabajar en el bufete más importante de Nueva York, aparte de que quiero prepararme para ser fiscal. Aunque mi objetivo es ser jueza, quiero primero ser fiscal y me ofrecieron también trabajar con la DEA de los Estados Unidos. Y saben que ese fue mi sueño.
- ¡Qué buena noticia! ¡Felicidades, amix, te lo mereces! Y tú, Carla.
Carla:
- Bueno, me hice socia de la empresa y decidí expandirnos a los Estados Unidos para hacer crecer más la compañía. Y bueno, Nueva York va a ser nuestra primera sede, y bueno, yo otra vez seré la CEO de esta.
- ¡Felicidades, loca! Bueno, a ambas. El destino nos volvió a unir.
- Sí, es así. Ahora buscaremos dónde vivir.
- ¡Estás loca, Carla! Ustedes van a vivir conmigo, ¿qué les pasa?
- Era a ver qué decías, pero nosotras encantadas de volver a vivir juntas como en los viejos tiempos.
- Nos pasamos casi toda la tarde juntas, pero no todo es perfecto.
X:
- Doctora, puedes venir, es urgente.
- Voy enseguida.
- ¿Qué pasa?
- Surgió una emergencia, me voy.
- Espera, vamos contigo.