De La Forma Equivocada

La conversación en la noche con Luigi fue tranquila, ya Ninete le había contado de las visitas de aquel cliente y que Mariana no quería que supieran de su embarazo, así que no hubo discusión ni él trató de hacerla cambiar de idea en cuanto a su viaje, entonces quedaron en visitar al doctor al día siguiente y si este decía que no había problemas con un vuelo tan largo en dos días estarían viajando, porque él la acompañaría.

- ¿Qué buscas aquí Greg?- Ninete se quedó asombrada al ver al hombre en la floristería,  estaba mucho más delgado aunque no se veía mal- No te basta con todos los problemas que dejaste en nuestra familia que quieres traernos uno más, si Luigi te ve aquí va a matarte.- la francesa en su mente solo rezaba para que a su esposo y a su cuñada no se les ocurriera pasar por allí al salir del doctor.

- Es que quería ver a Mariana,  tengo que explicarle que yo nunca he mandado a comprar flores aquí.- la voz del hombre se escuchaba peor de como se veía.

- ¿No? Pues mira, a ella le quedó muy hermoso el ramo por el cumpleaños de tu querida Anabel, y el del aniversario, ese era una belleza, y ni que decirte el del recordatorio por los años que hacía que se conocían, y el de que simplemente querías que ella se sintiera amada, ese no tenía comparación y otros más que no vienen al caso.- el sarcasmo en la voz de Ninete se enterraba en el pecho de Greg, pero él no se quejaba, se lo había ganado.

- Ninete te juro que no sé de que hablas, ese no fui yo.

Ella lo miró y hubiera querido creerle, pero no podía, no se lo merecía.

- Vete de aquí Greg, ninguno de nosotros quiere volver a saber de ti, ya no eres bienvenido en esta familia y ya no nos interesa si mandaste a comprar las flores o no.

- Dile que lo siento.- le dijo casi susurrando y a la rubia le pareció que estuviera a punto de llorar.

- Sí, estoy segura de que lo sientes, y más te falta por sentirlo, no te quepa duda.

Él no dijo nada más, solamente se fue con la cabeza gacha y ella se guardó aquella visita en el fondo de su mente, como si nunca hubiera ocurrido.

En la cita con el doctor les dijeron a los hermanos que Mariana y su bebé estaban perfectamente así que como tenían previsto dos días después se fue a Portofino para tener un embarazo tranquilo.

Tres semanas después Ninete vio entrar nuevamente a el supuesto amigo de Greg en la floristería en busca de un hermoso ramo.

La francesa tuvo ganas de caer sobre el hombre y sacarle hasta los cordales, pero le había prometido a Mariana que haría de tripas corazón y que lo atendería con todo el respeto que se merece cualquier cliente.

- Buenos días caballero ¿En que puedo ayudarle hoy?- le dijo mordiendo su lengua.

- Buenos días ¿Y la otra chica, la despidieron?- preguntó con total descaro por Mariana.

- Oh no¿Cómo cree? Se fue de vacaciones a Las Vegas.- le mintió con el mismo descaro.

- Que bien por ella. ¿Cuando regresa?- se hacía el simpático mientras Ninete apretaba la tijera que tenía en las manos y que usaba para hacer los arreglos florales.

- Seguramente demora, al parecer conoció a alguien en una fiesta y casi termina casada en una capilla de esas que hay allá- otra mentira adornada con una gran sonrisa, pero era lo que necesitaba saber aquel tonto- Y dice que va a alargar las vacaciones de manera indefinida, pero dígame, que piensa llevar hoy.- cambió bruscamente de tema para que él no pudiera seguir preguntando.

- Deme un ramo de los que tiene ya preparados, y ponga una tarjeta que diga " Siempre tuyo".

- Como usted desee, aquí estamos para complacerlo.- y la sonrisa en la cara de la mujer se alargó,  el poco interés del hombre en lo que llevaría era señal de que había creído su mentira.

Ninete se acercó a una hilera de ramos que tenía en exhibición y tomó uno cualquiera, regresó al mostrador para escribir la tarjeta y colocársela.

- Gracias, que tenga un buen día. - le dijo ella al tomar el dinero y le sonrió, a ver si no volvía por allí al saber que Mariana no estaba.

Y así fue pasando la vida, Ninete seguía en la floristería, tenía trabajando con ella ahora a la esposa de su cuñado menor mientras la chica se graduaba, Luigi en la empresa, Mariana pasando un feliz embarazo en Portofino con Cora y de Greg y su prometida no volvieron a saber nunca más.

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- Hola querida cuñada, si llamas para saber de tu sobrino te digo que lleva unos días muy revoltoso, creo que piensa que mi cuerpo es de su propiedad y que puede hacer dentro de mi lo que él quiera.

Mariana se alegró mucho con la llamada de Ninete y empezó a contarle del bebé que ya sabían que era un niño y que dentro de unos quince días según las fechas del médico debía de nacer.

- Mariana, me alegra mucho saber de mi sobrino, pero llamo por algo más, y ojalá no esté equivocándome o Luigi va a matarme.

- Ninete dime que pasa.- preguntó casi asustada.

- Ayer vino un chico a la floristería buscándote. - se detuvo un momento y respiró- Venía de parte de Greg, me dijo que estaba mal y que quería verte antes de morir.

Del otro lado hubo silencio.

- Yo pensé que era mentira y le dije que me dejara la dirección del hospital en el que estaba y me dijo que no estaba en ninguno, que no tenía dinero para pagarse un tratamiento.

- Eso no puede ser, él reclamó la herencia de su padre.

- Me dijo que la supuesta prometida le robó todo y lo abandonó, y me dio una dirección que resultó ser el pequeño piso donde vivían ustedes. Fui a verlo esta mañana sin que Luigi lo sepa y creo que casi morí yo, está solo, ya perdió la visión totalmente además de perder mucho peso y este chico que vino lo ayuda un poco para que pueda comer, no tiene medicación para el dolor y sufre.

- Por Dios, cómo terminó así. - se quejó Mariana y puso una mano en su abultado vientre cuando el bebé comenzó a moverse nuevamente.

- Mariana él quiere hablar contigo, no se que tenga que decirte pero creo que debes escucharlo, en verdad está muriendo y puede que se merezca sufrir, pero no sé si tanto así.

- Iré, espérame mañana, ahora necesito llamar al abogado, después hablamos, te quiero.