Memorias Del Corazón

Athena.

Paso el tiempo y no me moví de mi lugar ni un momento, pero sabía que al esclarecer tendría que llevar a los reyes al campo santo de la familia.

Suspire al ver el primer rayo de sol entrar por la gran astillera indicándome que en cualquier momento vendrían por ellos,

Me levante del suelo y al ver a mi alrededor me di cuenta que estaba sola, puesto que ni mi hermana o Besimir estaban aquí.

Abrieron las enormes puertas del gran salón, y por esas mismas entraron los caballeros, presentando sus relucientes y pesadas armaduras.

Se acercaron y se llevaron a mis padres, camine tras de ellos en una especie de cortejo, del cual solo era yo, ya que a los pueblerinos se les tenía prohibido la entrada.

Y sabía que esa orden la había interpuesto Besimir y por más que yo intentará qué ellos vieran por última vez a los reyes no pude.

Ya que por linaje sería la Reina y aun así no podía pasar por encima de las órdenes del Rey: encima del pasto pusieron los cuerpos, y aunque mi garganta estuviera hecha un nudo, por tradición tenía que cantar el cántico de despedida.

Mientras veía como los cubrían con la densa arena y que con el pasar del tiempo serían cubiertos por el verde pasto y los pequeños dientes de león, cuando termine de cantar las grandes montañas ya estaban, y solo me acerque tocando con delicadeza.

Una lágrima corrió por mi mejilla, sonreí porque sabía que ya estarían junto a nuestros ancestros— siempre los amaré.

Al girar ya estaba Besimir esperándome, tomo mi mano y me llevo hasta el castillo, dio la orden de que alistaran todo, y mientras me metía a la tina aún no podía entender por qué el arrebato sobre la coronación.

Al salir las doncellas me ayudaron y al estar lista salí a encontrarme con él, fuimos hasta el gran salón donde estaban los caballeros y el consejo que estaba de la mano con mi padre.

Caminamos entre la alfombra hasta llegar a nuestros tronos, nos sentamos frente a cada miembro y bajo la mirada de los leales caballeros.

Besimir tomo mi mano para qué me levantará dimos tres pasos al frente y estaba a mi lado Froilán quien asintió al verme, se acerco a Besimir y poso sobre sus hombros la capa que una vez porto mi padre.

— por el poder que se me otorga por el consejo, hoy coronamos al gran Rey Besimir primero — extendió sus manos mientras sostenía el cetro y el óvalo de la sabiduría.

En su cabeza poso la corona y una sonrisa se dibujó en sus labios— por el poder que me han entregado por linaje, juro soberanía, lealtad y gobernar con honor.

Froilán se acercó a mí y puso sobre mi cabeza la corona, tomo nuestras manos alzándolas mientas alzaba su voz. — larga vida al Rey Besimir, larga vida a la Reina Athena.

Repitieron nuestros nombres tres veces y dieron comienzo con la verbena, pero en este momento quien quería celebrar un gran título, cuando es aún más grande el dolor por el vacío.

Busque con la mirada a mi hermana y solo estaba a lo lejos sin levantar su cabeza, me levante e iba a ir a su encuentro, pero Besimir me detuvo tomando con fuerza mi brazo.

— ¡no!, siéntate y sonríe, así como cuando regresabas de tu largo paseo por los campos en compañía de Sir Galt— abrí mis ojos por las palabras que me decía.

Y entendí a que se refería, pero eran distintos momentos y distinta compañía, solo lo observe zafándome de su agarre.

— no me detendré y comprenderán mi semblante, puesto que estoy de luto por la muerte de mis padres.

Su rostro se contrajo y estaba a punto de decirme algo cuando Froilán se acercó a él y ese momento lo aproveche para irme.

Camine entre la gente, pase, por un lado, y jale a mi hermana para llevarla a fuera, ella solo me veía con sorpresa, y al estar solas no dude en preguntarle.

—¿por quéé me dijiste eso?, ¿a qué te refieres?—Me vio mi hermana y en su rostro se notaba un poco de nerviosismo— Leiya, dime.

Escuche su respiración ser más pesada y solo asintió.

— porque Besimir no es... —y antes de que nuevamente me pudiera decir algo, llego su esposo y la tomo por el brazo con mucha fuerza.

— es momento de irnos— mi hermana solo me veía con sus ojos llorosos hasta que se quejo y no pude evitarlo.

Cuando camine hacia ellos un caballero salía y con destreza le quite la espada, la ondee sintiendo el frío y pesado hierro.

— ¡suelta a mi hermana! —él giró, y al verme solo escuché una carcajada.

— los actos se pagan — y entendí que me decía, pero no dejaría a mi hermana, me puse en guardia y el hizo lo mismo.

Viendo su rostro de burla, comencé a luchar mientras mi hermana estaba pasmada, sabía que él era un honorable caballero, pero le dejaría en claro que no me dejaría vencer.

— ¡basta Athena! -— escuché gritar a Besimir mientras que con su espada tumbaba la mía y me sometía— Kougen, por su acto de rebeldía estará a tu disposición la Reina Athena.

Abrí mis ojos por lo que decía, mientras que el Rey Kougen le daba una bofetada a mi hermana, de inmediato los guardias me pusieron grilletes como si fuera una delincuente.

Y me sacaron del castillo, mientras en mi mente me culpaba una y otra vez por haberle hecho caso a mi instinto y no a la razón, porque quien pagará mi acto de rebeldía será Leiya.

Uno de ellos subió a su caballo mientras seguía sosteniendo la cadena, el caballo caminó y al movimiento tenía que hacerlo yo, camine en contra de mi voluntad por el empedrado bajo la mirada del pueblo de Edenel.

Y tras de mí un vocero dándoles una advertencia— todo aquel que sea señalado por rebeldía e ir en contra del Rey será castigado.

Seguí caminando mientras veía unos cuantos rostros conocidos, salimos de las tierras de Edenel y seguimos el camino.

Mis pies comenzaban a doler, sentía quemarme bajo el radiante sol, al entrar por un frondoso bosque, se detuvieron, intente sentarme, pero me lo impidieron.

— me duelen los pies y necesito agua— los guardias solo me veían y se burlaron.

— claro, majestad — me dieron unas cuantas gotas de agua y me quitaron los zapatos.

Subieron a sus caballos y comenzó a caminar, por más que me rehúse, la fuerza me llevaba aunque no quería.

Bajo mis pies sentía el calor del suelo, y después del enorme suplicio habíamos llegado al castillo de Kougen, llevándome directo a los calabozos donde no se por cuanto tiempo estaría aquí.