Marcel Dávila había pasado la noche con un desconocido al haber sido drogada por su madrastra. Como resultado de esa noche, ella quedó embarazada y, por sugerencia de la malvada mujer de su padre, ella se vio obligada a casarse con un hombre cruel, muriendo en manos de este.
Pero el guardián de las almas decidió darla una nueva oportunidad a Marcel, regresándola al pasado, justo cuando ella descubría su embarazo y para cambiar su destino, ahora ella debe de encontrar al padre de su hijo, sin imaginar que se trata de Anubis Salvatore, duque del imperio de Azulea, un poderoso y temido hombre lobo. ¿Qué pasará cuando Marcel lo encuentre? ¿Anubis aceptará a su hijo?
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En problemas
Nada más entrar por esa puerta, Marcel pudo escuchar a las víboras hablando de ella con su padre.
– Marqués, usted debe de buscarle un buen esposo a Marcel, ya que a esa edad, las jóvenes están aptas para casarse, pues si se deja pasar más tiempo, no encontrará un buen marido, y será tarde para tener los hijos, y disfrutar de ellos, a esa edad, yo ya tenía a Elena – propone Susana con seriedad.
– Buen día familia – dice ella haciéndose notar, mientras toma asiento cerca de su padre.
–Marcel, hija que bueno que llegas, le estaba hablando a tú padres sobre tu matrimonio – vuelve a decir Susana con una sonrisa astuta.
– Ya que estamos hablando de matrimonio ¿Por qué mejor no hablamos del matrimonio de Elena, por el hecho de que ella debutó primero? Me temo que al paso que va, no encuentra marido, las hijas mayores de la casa, son quienes primero se tiene que casar – dice Marcel sonriendo y Elena, quien estaba tomando jugo, dejó escapar el contenido en la cara de su madre, la cual parecía un payaso con el maquillaje todo corrido.
– No estamos hablando de mí, estamos hablando de ti, yo aún soy joven para pensar en esas cosas – dice Elena con mala cara.
– Yo también soy joven, y como en un futuro voy a heredar a padre, creo que mi prioridad es aprender sobre los negocios que un futuro serán míos y de mis hijos ¿no padre? – dice ella y ambas mujeres se pusieron furiosas por eso, pues como Marcel es la hija única del marqués, es la su heredera, y ellas no tienen vela en ese entierro.
– Marcel tiene razón, justo eso quiero anunciar en esta mañana, ya he nombrado a Marcel como mi única heredera, y por tal razón, la estoy preparando para que pueda manejar lo que pronto será suyo – dice el marqués lleno de orgullo, pues la niña ha demostrado ser muy inteligente, y en poco tiempo, se ha desenvuelto bien con los números.
Antes esas palabras, Susana se enojó tanto que dejó caer su tenedor en su plato.
– Querido, tú aún eres joven, no debes preocuparte por esas cosas tan insignificantes – dice, ella fingiendo una sonrisa, y su hija le pasa una servilleta para que limpie su cara.
– Por eso lo hago ahora que estoy joven, con 35 años, estoy en mis mejores tiempos, pero nadie sabe lo que puede pasar mañana, y es mejor estar preparado, por si algo malo me pasa – dice este sin interés, ya que sea él, estando joven o viejo, Marcel es la única que será la heredera universal de toda su fortuna, la cual sobrepasa al duque de ese imperio.
– Pensemos el asunto con más calma, Marcel aún está en edad de jugar, ¿qué hará ella con semejante fortuna? De todas maneras, Elena es más inteligente que Marcel, y ella también puede ser tu heredera, tú mismo le diste tu apellido, y eso la convierte en tu segunda hija – dice Susana parándose de donde estaba.
– Te estás escuchando mujer, yo nunca llegué a darle mi apellido a tu hija, dije que lo haría, pero no vi prudente hacerlo, ya que en un futuro Marcel para heredar lo mío, la fortuna por la que he trabajado toda mi vida, tendría dificultades con su herencia. No crea que tu hija es mejor que la mía, no crea que ya no me di cuenta lo que has hecho con la educación de mi hija, cuando ella, siendo la legítima dama de esta familia, ha sido privada por ti del derecho a una buena educación ¿De qué te sirvió educar a Elena, si está solo se dedica a gastar el dinero que yo gano con esfuerzo? La educación solo la usa para tomar té, y no veo resultados de eso. Tú tampoco eres tan inteligente que digamos, no te olvides en dónde te encontré – dice el marqués indignado, ya que ayer por boca de la Nana se enteró, de que su hija nunca fue educada correctamente, y que la Nana fue quien la enseño lo que ella ya sabe, que es solo escribir y leer bien.
Antes tales acusaciones, el rostro de Susana cambió de enojado a pálido, y estaba asustada por ver la cara terrorífica del marqués, lo que solo inventó algo para salir del paso.
– Bueno... Eso... Querido, en ese tiempo tu hija tenía mal comportamiento, y los maestros debido a eso se negaron a educarla, y bueno, por eso es que ella no tuvo una buena educación como mi Elena– dice está fingiendo estar abatida.
Marcel, quien estaba disfrutando del show muestra comía sus alimentos, cuando dejó de desayunar dice:
– Padre, podemos escuchar los testimonios de esos maestros, a ver cuándo fui a una clase que no sea a la de modales, creo que la edad le está afectando la memoria a la marquesa – dice Marcel sonriendo levemente, pero esa sonrisa no era más que una burla para la marquesa, quien estaba roja porque le llamaron vieja. Pero por lo dicho por Marcel, si antes estaba asustada, ahora lo estaba mucho más.
– No... No hagamos eso, los problemas de la familia se deben resolver aquí en casa – dice está nerviosa, ya que ella se encargó de que la educación solo sea para Elena, en cambio, el marqués al verle tan nerviosa dice:
– Yo creo que sería bueno, Nana ve por el cochero y busca en la academia a los maestros que fueron asignados para Marcel y Elena, excepto el que pertenece a modales, a ver qué opinan ellos de todo esto – dice el hombre para luego sentarse a comer su desayuno, mientras Elena y su madre estaban temblando.
La Nana no lo dudo ni un segundo y se fue a hacer el encargo del marqués, y se fue a la academia a buscar a esos maestros, ya que aquellos hombres trabajaban allí desde el día que ya no tuvieron nada que enseñar a Elena, o mejor dicho, cuando ella le pidió a su mami que ya no necesita más clases.
Cuando la Nana Mary logró reunirse con los maestros, le dejó en claro que si le mienten al marqués y no dicen lo que realmente pasó, pueden resultar mal, y sus profesiones también serán arruinadas, y ellos lo entendieron bien.
Cuando llegó la nana, la marquesa y su hija fueron las que recibieron a dichos maestros en la puerta principal de la mansión.
– Tu Criada, ya puedes seguir en tus quehaceres, nosotras dos nos encargamos del resto – dice la marquesa mirando mal a la Nana, y está se fue de allí, no sin antes lanzar una mirada de advertencia a los maestros, la cual entendieron bien.
Ya solos, la marquesa dice
– Les daré dinero si no dicen nada que me comprometa, solo tienen que decir que la mocosa tenía mal comportamiento, y que debido a eso, ustedes no quisieron educarla – dice ella pasando unas bolsas de monedas a los maestros, los cuales eran tres.
Luego de decir eso, la mujer se fue de allí con su hija, y los maestros fueron llevados hasta la oficina del marqués.