Isabella Belmonte siempre obtuvo lo que quiso, más aún cuando era tranquila y lograba actuar como cupido para que su tía Amanda y su madre Marisol consiguieran buenos hombres, pero ¿Qué pasará con ella?
Nunca tuvo novio porque no le atraía nadie, aunque tampoco tenía mucha opción con los hombres que le tocaron en su familia, Celos y Protectores.
Ahora, siendo quién es y cumpliendo sus sueños, chocará con muchos prospectos masculinos sin educación, pero ¿Podrá con eso? ¿Será alguno de ellos diferente?
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Muy rico
Cuando yo tan solo tenía seis años, mi padre me había comprado un auto color rosa, por lo que al principio me gustó, pero luego lo consideré muy llamativo. Con los años, lo fui convenciendo de que podríamos cambiarle el color o solo dejarle unos detalles, y aunque terminó aceptando, pedí uno a mi veinte años, color oro rosa, pasando a ser diferente y más disimulado.
En esa belleza venía con mi hermana Marina, hablando de muchas cosas, escuchando música, cantando a todo pulmón, divirtiéndonos como nunca antes.
Llegando al restaurante, buscamos dos lugares en el estacionamiento, donde pudieran estar también mis hermanos y funcionó. Dos espacios vacíos, por lo que el Maserati y un Jeep ocuparon sus puestos.
Unos segundos después, Bastian, Isaías, Emilio, Federico, Marina y yo, estábamos entrando por la puerta principal. Me adelanté a ellos y fui directo a la Hostess, anunciando mi llegada en compañía de cinco personas más.
Fue de imprevisto y tal vez arruiné sus planes, ya que seguramente ellos ya tenían un lugar para mí, pero nos situaron en una mesa para seis y enseguida una mesera vino a atendernos.
La chica sumamente simpática acató mi orden del plato del día para seis y se retiró.
— Linda ¿no? — Preguntó Marina
— Sí — Dijo de inmediato Bastian.
— Hermana, no sabía que tenías esos gustos — Bromeó Emilio.
—Tonto, lo decía por B — abrevió su nombre y él la miró.
— No me metan — Se rindió Bastian ante nuestros hermanos
— Sí a ti no te gustó, le pediré su número— Dijo Federico ganándose una mirada matadora.
— Ni se te ocurra — Bramó B
— Ay, no te aguantas un chiste —Se defendió Fede
—Que celoso — Siguió molestando Emilio
— Se queja quien no presenta a su novia porque tiene dos clones —Jodió Isaías.
—No sabía que era por eso —Admití, jamás hubiese pensado que Emilio se sintiera inseguro por tener dos chicos iguales a él, ¿Será que tiene miedo que su novia los confunda? ¿O será que supone que otro será más atractivo? En realidad los tres son diferentes. Bastian es más serio, típico CEO, Isaías es más Nerd, de libros y ese estilo, y Emilio es como más rebelde, con tatuajes.
— No es eso, idiota. Ella no quiere conocerlos— Nos confiesa otra vez Emilio.
—Esa chica oculta algo — Dijo Marina— Ya me cae mal — me mira a mí y le guiñó el ojo apoyándola.
—Pobre, debe tener sus razones— Mentí inocente.
Voy a investigar a esa mini bruja y va a conocerme. Deseará volar fuera del planeta tierra si descubro algo que no me guste.
La comida fue la que interrumpió nuestra conversación y nos deleitamos la vista con Sushi.
— Es el plato del día— Nos comunicó la moza.
— Gracias — Le dije
— ¿Desean algo más? — Preguntó con una sonrisa
— Sí, tu número para mi hermano Bastian — Pedí como típica cupido.
Él me fulminó con la mirada y yo solo quería reír viendo a los protagonistas de estos minutos totalmente sonrojados. Bastian a mi parecer, jamás he tenido novia, además de que habla poco con el sexo opuesto, así que me imagino que querrá ser tragado por la tierra y escupido en marte.
— Claro — La moza escribió su número en un papel y me lo dio a mí. — Provecho — Terminó retirándose de nuestra mesa.
— Toma, hermanito, todo tuyo —Le ofrecí el papel— Tiene un exótico y lindo nombre, Ariam.
— Te tengo que matar— Bramó enojado— Me dejas en ridículo— Me sacó el papel de mala manera, pero al menos lo tiene.
— No te hagas, lo querías, pero no te animabas. — Exclamé.
Poco después de terminar todo, vino la moza y nos ofreció postre a elección. Por segunda vez le pedí que fuera el del día y asintió para ir por él.
A los pocos minutos vino con varios platitos en una bandeja.
— Todo ha sido exquisito— Elogió Marina.
— Sin dudas, hermanita, muy rico — Acepté.
Cuando la moza volvió a acercarse a nosotros, le dimos la tarjeta para saldar la cuenta y también le pedí un favor.
— Quisiera felicitar al chef, ¿Podrá atenderme? — Pregunté con una emoción inexplicable dentro de mí.
— Le iré a preguntar si tiene unos minutos disponibles.— Me informó la chica.
— Gracias, querida— Le sonreí y mis hermanos me miraron expectantes.
— ¿Así es el trabajo? — Preguntó curioso Isaías
— Sí, pequeño, así es. A veces elogiamos, otras recomendamos y otras nos vamos sin opinar. Esas son las malas noticias.
— ¿Por qué? — Preguntó Fede.
— Si elogiamos es por un trabajo como el de hoy. Si recomendamos es porque vimos algo que falta o sobra, ya sea en la comida como en la atención que nos brindaron. Y si nos vamos callados es porque nada nos gustó, nada se puede salvar. — Expliqué
— Uy, que mal. — Exclamó Emilio.
— Señorita, por aquí, el chef y dueño la atenderá — Me dijo la moza muy feliz.
— Hermanita, debo ir a la Universidad— Me avisó Marina.
— Tú trabaja, nosotros la llevamos —Dijo Emilio, por lo que me despedí de ellos y seguí a la chica.
