Irina mata a su esposo, tras enterarse que tiene secuestrada a la hija de su jefe para violarla y golpearla.
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Alegría
Limpiar la mediocridad de las calles era un trabajo duro. No me correspondía tomar la justicia por mis manos, pero mi mente ya estaba al borde del desequilibrio. Toqué la puerta donde Axel se encontraba. Su esperanza de vida saltó de alegría, trató de hacer ruido para que lo escucharan, trató de gritar con la boca tapada por unos segundos.
Abrí la puerta —¿Pensaste que alguien te liberaría?— le dije mostrándole un cuchillo —nadie va a sacarte de aquí Axel. Fuiste un hombre muy malo— continué sacándole la cinta de su boca.
—¡Irina, ya hiciste un montón de cagadas!. Por favor córtala.— dijo llorando Axel.
—Me trataste como un animal, Axel. Eso nunca te lo voy a perdonar. Por tu culpa ahora soy una maldita psicópata que anda intentando sobrevivir sin dañar a nadie.— le dije con lágrimas en los.
—Irina, mi amor perdóname.
Ya no quería escuchar más su voz. Tomé el cuchillo y se lo clavé en el estómago. Le apuñale tantas veces como pude, hasta que por fin deje de escuchar su vos.
Este sistema no funcionaba para los de mente débil. Yo era una sobreviviente. El cuerpo de mi esposo se enfriaba. Estaba feliz con su muerte. Por mucho tiempo había soportado sus carias disfrazadas de golpes, ya estaba cansada y desgastada con los años. Ahora sentía que un peso se liberaba de mi cuerpo.
"Ahora ya no hay nada de que temer, mi amor", le dije a mi bebé acariciando mi vientre.
Aún el pasado me pesaba, tenía que hacer un cambio brusco en mi vida, para que mi bebé no heredará parte de mis traumas.
Aidan estaba emocionado con la idea de ser padre. Su familia compartía su alegría. Por fin, habría un heredero que llevara el legado de los Kennedy. Para todos fue una gran sorpresa, pero la sorpresa fue aún más sorprendente cuando se supo quien era la madre. Yo, una mujer muy influyente en el mundo empresarial.
Sus padres estaban más que satisfechos con la situación. Permití que su madre y mi madre organicen la boda, así evitaría estrenarme con la situación. Lo único que yo debía hacer, era escoger mi vestido, Aidan se ofreció a acompañarme, la verdad, no quería estar cerca de él, pero tocaba fingir que nos amábamos.
Cuando llegamos a la casa de la modista, una mujer muy reconocida en el país, nos recibió, pero en ese momento sentí un pequeño mareo, Aidan me tomó de la mano, —¿Estás bien?— me preguntó, para asegurarse de que estaba bien.
—¡Tranquilo!, no te alarmes mucho, es solo un síntoma del embarazo—le respondí algo seria.
—Mientras mi hijo este en tu cuerpo, siempre voy a estar alarmado.
—No me trates como si no me importará lo que pasa con mi hijo.
—Irina, estos días me has tratado mal, no podemos seguir así—dijo con la voz triste.
—¿Qué propones?
—Ser amigos.
—Es que yo no sé tener amigos.
—¡Mi pareja favorita está aquí!— dijo Bero la diseñadora, interrumpiendo un momento incómodo, para entrar en otro.
Entramos en un gran salón, los vestidos estaban en filas en los mostradores y en las modelos. No fue difícil escoger una, —Quiero esta—dije señalando un vestido.
Bero tomó con mucho cuidado el vestido y lo llevó al vestuario para que pueda probármelo, fui tras de ella, me ayudó o ponérmelo, vi mi reflejo en el espejo, no había emoción en mi rostro, más al contrario, mucha confusión.
—De todas las novias, sos la primera que no está emocionada— dijo Bero.
—El sueño de toda mujer es encontrar a un hombre perfecto y cumplir sus con él, pero nadie les dice que la verdad es otra.
—¿Por qué te casas?
—Por negocios.
—No importa la razón, te ves hermosa con ese vestido— comentó feliz Bero.
Bero invitó a Aidan para que entre y pueda verme." No sé si soy afortunado o es mi castigo", pensó al verme.
—Sos una novia hermosa— dijo Aidan, sin dejarme de mirar.
—Gracias— le respondí.
Bero nos dejó solos, odiaba quedarme a solas con él.
—Me ayudas a bajar el cierre por favor— le dije a Aidan.
Él se acercó y con mucha delicadeza tomó el cierre, sentí como se deslizaba el cierre del vestido, también sentí su tacto, una corriente de adrenalina recorrió por mi cuerpo, no me gustaba esa sensación.
Cuando sentí mi cuerpo ligero por la liberación del vestido, bruscamente me alejé de él.
—Te espero en el auto— dijo y se fue.
—Tengo una cita de trabajo, nos vemos en tu casa a la noche para la cena— le respondí antes de que cruce la puerta.
—Bueno.
Llamé a uno de mis chóferes para que venga a buscarme. Cuando llegó le dije que me llevará a la provincia de Tigre.
Tenía que reunirme con un amigo. No era una reunión de trabajo, le mentí a Aidan. Cuando llegué al destino baje del auto, Marcos me esperaba, al verme me dio un gran abrazo y entramos en una cafetería.
—Pensé que no ibas a venir Ámbar— dijo tomándome de la mano.
—Te extrañé, como no iba a venir.
—Me has estado ignorando hace días.
—Tuve muchos problemas.
Nos sentamos en una mesa cerca al ventanal, hace mucho que no iba por esos lugares, quería apreciar su hermosa vista.
—Estás muy hermosa Ámbar— dijo Marcos tomando de mi mano.
—¡Suelta la mano de mi prometida!—la voz de Aidan de repente escuché.
Me levanté del asiento muy enojada y le di una cachetada. Él me miró confundido, frunció el ceño.—Marcos, nos vemos en otro momento— dije girando la mirada hacia él. Marcos se levantó y se marchó sin decir nada.
—¡No tenias derecho a seguirme Aidan!— le grité.
—¿Quién es ese hombre?
—No te debo ninguna explicación.
—Eres peor de lo que imaginaba.
—Ja, ja, ja. No sé que fue lo que te imaginaste, pero nunca vuelvas a seguirme— le dije y salí de la cafetería.
A Aidan le entro la duda de sacrificar su futuro por alguien como yo. No sabía mucho de mí, ni yo de él. El temor arrasó con sus pensamientos positivos, no estaba seguro ahora si quería o no casarse conmigo. Por eso decidió seguirme, quería saber que era más importante que estar con el padre de su hijo a pocos días de la boda.
—¡Irina!...—me gritó, antes de que subiera al auto.
Corrió para alcanzarme—¿Cuánta es la posibilidad de que tu bebé sea mío? — preguntó.
—¿No estás seguro de casarte?— le pregunté con la mirada fría.
—Tengo dudas— respondió.
—Aidan, creí que eras más valiente, pero ahora veo que sos un cobarde. Ve y diles a tus padres que la novia no lleva un hijo tuyo, y que por ese motivo rompes el compromiso— le dije y me subí al coche.
Aidan se quedó parado y solo, no sabía si era un alivio liberarse de mi o estaba cometiendo el peor error de su vida.
Con mis manos acaricié a mi pequeño bebé. "Mi amor, sé que en estos momentos no soy una buena madre, intento serlo, pero me cuesta. Tal vez hice las cosas muy apresuradas. Estoy muy segura de quien es tu padre, quise forzarlo para que esté con vos, pero fue inútil", le dije a mi bebé.
Cuando llegue a mi casa, Aidan me esperaba en la entrada.
—¿Irina, podemos hablar por favor?—me dijo con una voz de arrepentimiento.
—Aidan, tampoco quiero casarme, dejemos las cosas así.
—Irina, perdón por seguirte. No quiero que cancelemos la boda—dijo con lágrimas en los ojos.
No era buena consolando a los demás cuando se sentían mal. Odiaba esos momentos, cuando la sensibilidad de los demás tocaba una parte del alma. Al fin y al cabo era el padre de mi bebé, creí que era más fuerte de lo que aparentaba, pero estaba ahí frente a mi, llorando como un niño. Todos en la empresa lo conocían por lo estricto y fuerte que era, pero ahora qué pasaba con él. Me costaba reaccionar ante esta situación.
—Aidan, necesito que estés muy seguro de esto. Si sigues dudando, no puedo avanzar.
—Tu frialdad y tu forma de tratarme, me vuelve loco. No puedes tratarme como si no tuviera sentimientos. Sé que no nos casamos por amor, pero al menos nos tratemos con respeto.
—Perdón si te hice sentir mal. No vuelvas a seguirme y las cosas estarán bien.
—Está bien.