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Overdown: El Despertar Del Elegido

Overdown: El Despertar Del Elegido

Status: En proceso
Genre:Aventura / Magia
Popularitas:252
Nilai: 5
nombre de autor: Adryel

Hace años, seis cristales sellaron a Lord Oscuro, un ser tan poderoso que corrompía el mundo. Ahora, un nuevo enemigo quiere liberarlo… y solo un joven con un poder desconocido puede detenerlo.”
Lloyd jamás pensó ser el Elegido de la Esencia Esmeralda. Ahora, arrastrado por una profecía y perseguido por Xandros, deberá decidir entre huir… o salvar al mundo.

NovelToon tiene autorización de Adryel para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

"Detencion"

[Hace un día atrás - Lunes, tarde - Salón de computación cerrado]

La puerta del salón, apenas entreabierta, deja escapar una débil luz azulada de las pantallas en modo reposo. Alguien se asoma con cautela: es Vanessa, que mira a ambos lados del pasillo antes de hablar en voz baja.

Vanessa (susurrando con fastidio):

- Vamos... no viene nadie. Ya métanse y hagan lo que tengan que hacer antes de que me arrepienta de cubrirles.

Desde el interior, Nathan está hincado frente a una computadora, con cables conectados a su laptop y una sonrisa confiada en el rostro.

Nathan (con tono relajado):

- Tranquila, agente de seguridad. Estas cosas toman su tiempo.

- Quitar la protección de un sistema escolar no es como hackear un videojuego...

Christian (revisando otra compu con una sonrisa):

- Pero vale la pena. Imagínalo: acceso libre para instalar cualquier juego... cualquiera.

- Esto va a ser épico.

Vanessa (cruzada de brazos, rodando los ojos):

- Al menos eso me reconforta un poco... porque si me meten en problemas por instalar jueguitos, voy a perder la poca fe que tengo en ustedes.

Nathan (tecleando más rápido):

- Ya casi, ya casi...

- Solo unos comandos más y... ¡listo!

De repente, una alarma estridente comienza a sonar en todo el salón. Las luces se tornan rojas. Las tres computadoras conectadas parpadean con una advertencia en pantalla.

Vanessa (gritando):

- ¿¡QUÉ DEMONIOS ES ESO!? ¡Apáguenlo! ¡APÁGUENLO YA!

Nathan (blanco del susto):

- ¡¿Qué?! ¡No! ¡Esto no debía pasar! ¡Esto no estaba en el código!

Christian (levantando las manos):

- Yo no toqué nada, lo juro. ¡Fue Nathan, él puso el cable raro ese!

La puerta del salón se abre con violencia. Un profesor alto y molesto irrumpe en la escena, con la cara desencajada por el sonido de la alarma.

Profesor (gritando):

- ¡¡USTEDES TRES... ESTÁN COMPLETAMENTE CASTIGADOS!!

Los tres se congelan. Nathan intenta ocultar el cable, Vanessa intenta parecer que solo pasaba por ahí, y Christian se esconde detrás de un monitor.

[Presente - Tarde - Afuera de la preparatoria]

El sol comienza a bajar, tiñendo el cielo de tonos cálidos. Los estudiantes salen poco a poco de clases. Entre ellos, Camila, Lloyd, Ryan, Nathan, Christian y Vanessa caminan juntos hacia la salida principal de la escuela.

Lloyd (mirándolos con una ceja levantada):

- ¿Entonces sí fue cierto? ¿Los castigaron después de clases ayer?

Nathan (con cara de fastidio):

- Ugh... sí, carajo. ¡Y todo por una alarma vieja que ni debería funcionar!

Christian (encogiéndose de hombros, medio resignado):

- Creo que nos van a poner a limpiar salones o algo por el estilo... aunque no escuché bien porque el profe estaba gritando como si hubiéramos robado el laboratorio.

Vanessa (frunciendo el ceño, molesta):

- No puedo creerlo. Con lo que odio quedarme más tiempo en este lugar...

Camila (con los brazos cruzados, sin contener una sonrisa):

- Eso les pasa por andar haciendo tonterías. ¿Quién en su sano juicio intenta hackear la red de la prepa?

Ryan (medio riéndose):

- ¿Y lo peor? Se van a perder el entrenamiento de hoy... y yo que quería ver si Nathan por fin aprendía a esquivar sin caerse solo.

Nathan (haciendo una mueca):

- Ja, ja. Muy gracioso, Ryan.

Ya cerca de la reja principal, los chicos comienzan a separarse. Nathan se detiene y voltea hacia Lloyd.

Nathan:

- Oye... ¿y tu hermana? No la vi en todo el día.

Lloyd (con tono burlón):

- Se enfermó. Le dio gripe a la delicada. Esta mañana ni quería levantarse.

Vanessa (con tono casual):

- Órales... bueno. Hazme un favor, Camila.

Camila se detiene y la mira con curiosidad.

Camila:

- ¿Qué pasa?

Vanessa (entregándole su mochila con un suspiro):

- Llévatela a tu casa, ¿sí? No creo alcanzar a pasar por la mía antes de que cierren la escuela. Y no pienso cargarla todo el castigo.

Camila (tomando la mochila sin problema):

- Está bien, no te preocupes. Yo se la doy a tu mamá si pasas por ella después.

Vanessa:

- Gracias, Camila. Eres un ángel... aunque digas que somos tontos.

Se despiden entre murmullos, gestos de manos y uno que otro chiste entre ellos. Camila sube al auto donde su madre ya la espera, y el coche se aleja poco a poco. Mientras tanto, Lloyd y Ryan cruzan la reja caminando tranquilos, charlando.

Vanessa, Nathan y Christian suspiran con resignación y se dan la vuelta para regresar al interior del edificio.

[Interior - Biblioteca de la preparatoria - 5:00 PM]

Las luces altas de la biblioteca proyectan un tono amarillento sobre estanterías interminables. La puerta se abre y entran Nathan, Christian y Vanessa, todos visiblemente agotados. Llevan más de tres horas limpiando pasillos, salones y baños. El silencio del lugar solo hace que el peso del castigo se sienta más intenso.

Christian (deteniéndose en seco, mirando el tamaño del lugar con ojos abiertos):

- ¡No maaaames! ¿Vieron el tamaño de esto? ¡Parece la biblioteca de una universidad! No vamos a salir de aquí ni aunque nos dejen dormir.

Vanessa (cruzándose de brazos y soltando un bufido):

- Esto ya es tortura. Salimos a las dos... ¡y ya son las cinco! ¡Cinco! Todo mi día se está escurriendo por una fregona y un trapo mugroso.

Nathan (tratando de mantener la calma, aunque se nota su fastidio):

- Ya, ya... al menos quejarse no va a hacer que se limpie solo. Si queremos terminar antes del anochecer, hay que movernos.

Toma un trapeador de los que les dejó el profesor y se pone a limpiar la parte cercana a la entrada, empujando el trapeador con movimientos algo torpes pero decididos.

Christian (caminando hacia una de las mesas y sacando un trapo de su mochila):

- Esto es absurdo. Mira, si nos van a castigar que sea por algo épico. Pero hackear una compu y que lo único que logramos sea una alarma de los 90's... ¡Ni siquiera descargamos nada!

Vanessa (limpiando una mesa, con cara de desagrado):

- Lo peor no fue que no sirviera... ¡Lo peor fue que tú te reíste como idiota cuando sonó la alarma! ¡Yo pensé que era una broma!

Christian (se encoge de hombros):

- Bueno, sí estuvo chistoso... por cinco segundos... hasta que entró ese profesor con ojos de demonio.

Nathan (desde el otro extremo, sin dejar de limpiar):

- ¡Shh! Mejor apúrense. Si terminamos esta sección rápido, tal vez el profe se apiade y nos deje ir antes.

Vanessa (rodando los ojos):

- Ja. ¿Ese señor? El que casi nos avienta el trapeador por la cabeza. Seguro se está carcajeando en la sala de maestros.

Los tres continúan limpiando, refunfuñando por lo bajo, cada uno concentrado en su parte. A pesar del fastidio, el castigo parece haberlos unido en una especie de camaradería forzada.

Los chicos llevan ya casi una hora limpiando la biblioteca. El aire huele a polvo antiguo y libros olvidados. Christian, siempre curioso, se separa del grupo, adentrándose por un pasillo estrecho lleno de estanterías cubiertas con sábanas viejas.

Christian (tosiendo un poco mientras agita el polvo con la mano):

- Cof cof... Oigan... ¡Miren esto! ¡Aquí atrás parece que nadie ha entrado en años!

Vanessa (sin mirar, desde otra esquina mientras limpia con fastidio):

- Sí, sí, muy interesante, arqueólogo... ¡Ponte a limpiar y deja de hablar con las telarañas!

Christian no le responde, pero su curiosidad lo guía. Avanza hasta el final del pasillo. Ahí, una pared cubierta de polvo le llama la atención. Comienza a pasar un trapo por ella.

Mientras tanto, en otra zona más iluminada, Nathan se le acerca a Vanessa, que está sentada un momento, tomando aire.

Nathan (tratando de sonar casual, pero sincero):

- Oye... ya sé que esto no viene al caso, pero... ¿cómo están tus papás? ¿Tu mamá? ¿Tu papá?

Vanessa (levantando la mirada, arqueando una ceja con desconfianza):

- ¿Y eso qué? ¿Por qué preguntas eso de repente?

Nathan (levantando las manos en señal de paz):

- No sé... solo pensé en preguntar. Llevamos rato conviviendo, y... no sé, me importas, supongo. Solo quería saber cómo estás.

Vanessa (suspira, dudando por unos segundos. Luego baja la mirada y comienza a hablar en voz baja, con un tono algo seco al principio):

- Mi mamá está bien... se rifa todos los días por mí. Siempre lo ha hecho.

Nathan (asintiendo, con una leve sonrisa):

- Se nota. Te formó fuerte.

Vanessa guarda silencio unos segundos. Luego aprieta los labios y suelta la verdad con cierta dureza, como si quisiera quitárselo de encima de una vez.

Vanessa (con la voz un poco quebrada, mirando al suelo):

- Mi papá... él... él nos abandonó. Cuando se enteró de que mi mamá estaba embarazada de mí... se fue. Así de fácil. Sin una carta, sin una despedida. Nada. Ni una sola llamada en todos estos años.

Nathan (frunciendo el ceño, con el tono más serio y sincero que ha usado en toda la tarde):

- Qué cabrón... de verdad. Eso no se hace. Ni a ti ni a nadie.

Vanessa (tragando saliva, como si contarlo la hiciera sentir desnuda):

- A veces pienso que fue mejor así... pero otras... no sé. No sé si lo odio o si solo me duele no haber sabido quién era.

Nathan (se sienta a su lado, apoyando los codos en las rodillas mientras habla con voz suave):

- No tienes que cargar eso sola, ¿sabes? Yo no sé lo que se siente... pero estoy aquí. Y me alegra que me lo hayas dicho.

Vanessa (con una pequeña risa nerviosa):

- No sé por qué te lo dije... supongo que... no estoy tan acostumbrada a que alguien pregunte de verdad.

Nathan (sonriendo apenas):

- Pues acostúmbrate, porque pienso seguir preguntando.

Ella le lanza una mirada rápida, medio agradecida, medio incómoda por la vulnerabilidad, pero hay una pequeña chispa distinta en sus ojos.

Desde el fondo, se escucha un ruido seco. Christian ha empujado algo en la pared...

Christian está solo al fondo del pasillo, limpiando cerca de una vieja pared. Un mueble viejo e inestable, cubierto de polvo, se tambalea y se le viene encima.

Christian (con los ojos abiertos como platos mientras retrocede):

- ¡CARAJO!

El mueble cae con un golpe seco, levantando una nube de polvo. Christian se cubre con el antebrazo, tosiendo, mientras trata de levantarlo con esfuerzo. Al moverlo, nota algo extraño: parte de la pared se ha resquebrajado por el impacto.

Christian (arqueando una ceja mientras se limpia el sudor de la frente):

- ¿Qué demonios...?

Saca su celular del bolsillo y activa la linterna. Al apuntar al agujero en la pared, lo único que se ve es oscuridad. Silencio absoluto del otro lado. Christian observa con atención, inquieto... pero su curiosidad es más fuerte.

Sin pensarlo demasiado, toma la escoba que había dejado apoyada en la esquina y comienza a golpear los bordes de la abertura.

Christian (hablándose a sí mismo mientras golpea):

- Vamos... solo un poco más... ¿qué escondían aquí?

Los golpes retumban en la biblioteca. Vanessa y Nathan, que estaban conversando, se detienen al escucharlos.

Vanessa (mirando en dirección al ruido con cara de fastidio):

- ¿Ahora qué está haciendo ese imbécil? ¡CHRISTIAN! ¡¿Qué te pasa?!

Ambos caminan hacia el lugar desde donde provienen los golpes. Pero al llegar, lo único que encuentran es un montón de polvo, pedazos de yeso y una pared rota.

Vanessa (mirando a su alrededor, confundida):

- ¿Dónde está? ¿Christian? ¿¡Christian!?

Nathan (agachándose frente al hueco con el ceño fruncido):

- Esto tiene que haber sido él... ¿entró por aquí? ¿Es neta?

Vanessa (cruzándose de brazos, sin poder creerlo):

- ¿En serio se metió a ese agujero oscuro como si nada? Este tipo necesita ayuda...

Nathan (acercándose más al hueco, mirando al interior):

- Christian... ¡CHRISTIAN! ¿Estás ahí?

Nada. Silencio.

Nathan (decidido, pero algo nervioso):

- No puede estar tan lejos... voy a entrar a ver...

Vanessa (alerta):

- ¡Espera! ¡¿Qué tal que...?!

Pero antes de que termine, Nathan ya ha metido medio cuerpo por el hueco. De pronto, se oye un grito:

Nathan (desde adentro):

- ¡AHHHH-!

Y desaparece.

Vanessa (gritando):

- ¡NATHAN!

Corre hacia el hueco, mirando con desesperación. La oscuridad se extiende más allá de lo visible. Se queda unos segundos dudando, apretando los puños, su respiración acelerada.

Vanessa (para sí misma, murmurando con ironía y miedo):

- Genial... genial, Vanessa... ¿te metes o los dejas morir como idiotas? ...Vamos ya que...

Con un bufido resignado, se mete al hueco.

Y cae.

Nathan se está reincorporando lentamente, frotándose la espalda con una mueca de dolor. De pronto, algo -o alguien- cae bruscamente sobre él.

Nathan (retorciéndose):

- ¡Agh! ¡Auch! ¡Eso dolió, maldita sea! ¡Bájate de encima, pesa más que una mochila llena de libros mojados!

Vanessa (también adolorida, apresurándose a levantarse):

- ¡Ay, perdón! ¡Perdón! No vi que estabas justo... ahí...

Se sacude el polvo de la ropa mientras se aparta, murmurando algo más para sí.

Christian, más adelante en el pasadizo, los observa desde una roca donde estaba sentado, iluminado apenas por la luz de su celular.

Christian (con tono burlón):

- Vaya entrada dramática... ya era hora que llegaran. Pensé que se iban a rajar.

Nathan (mirando a su alrededor con expresión de asombro):

- ¿Cómo rayos encontraste todo esto?

Christian (encogiéndose de hombros):

- Pues estaba limpiando, ya sabes, haciendo mi parte del castigo como buen ciudadano... hasta que un mueble de hace mil años se me vino encima. Golpeó la pared, se rompió un pedazo... y bueno, la curiosidad me ganó. Me metí sin pensar que iba a terminar cayendo como si fuera una trampa medieval.

Vanessa (mirando el sitio con creciente inquietud):

- ¿Y qué se supone que es este lugar? ¿Un sótano olvidado? ¿Una base secreta? ¿Un escondite de cucarachas con sed de venganza?

Christian (señalando al frente con el celular):

- Solo he visto esa puerta al fondo. No hay nada más... ni ventanas, ni salidas, ni letreros. Solo esa maldita puerta.

Nathan (acercándose):

- ¿Y trataste de abrirla?

Christian (con frustración):

- Obvio. Le di un buen empujón, hasta la pateé con mis Crocs de confianza, pero nada. Se movió un poco... pero no abrió. Como si algo la estuviera trabando desde adentro.

Vanessa (con una ceja levantada, caminando hacia la puerta):

- Ustedes y su delicadeza masculina... permítanme.

Sin esperar respuesta, Vanessa pone ambas manos sobre la puerta y la empuja con fuerza. Tras un crujido metálico y un sonido seco, la puerta se abre. Al principio, solo hay oscuridad, pero segundos después, una hilera de luces viejas, incrustadas en el techo, comienza a encenderse lentamente con un zumbido.

Christian (retrocediendo un paso, sorprendido):

- ¿Qué carajos...?

Nathan (incrédulo, mirando el vasto espacio que se revela):

- No puede ser... ¿todo esto estaba debajo de la prepa?

El trío da unos pasos hacia el interior. Lo que antes era oscuridad se revela como un enorme salón subterráneo, con estanterías caídas, símbolos extraños en las paredes, una mesa larga cubierta de polvo y vitrinas rotas.

Vanessa (con la voz baja, mirando alrededor):

- Esto no es solo un sótano. Aquí pasaban cosas... algo importante.

Los tres chicos se adentran poco a poco, sin decir una palabra más. La puerta cruje lentamente a sus espaldas, dejando atrás el eco de sus pasos.

Christian camina unos pasos adelante, iluminando con su celular parte del salón. De pronto, se detiene frente a una de las paredes donde cuelga un plano antiguo.

Christian (con el ceño fruncido, en tono serio):

- ¿No les recuerda esto... a la casa abandonada? Ya saben... ese sótano con la tumba y los símbolos raros.

Vanessa se detiene en seco y cruza los brazos, su expresión se torna rígida. Una ligera sacudida le recorre los hombros.

Vanessa (mirándolo de reojo, visiblemente incómoda):

- Genial. Tenías que recordármelo justo ahora... como si no estuviera bastante inquieta.

Nathan gira sobre sí mismo, observando las paredes cubiertas de polvo y los estantes desgastados. Se acerca a uno de los pilares centrales del salón.

Nathan (pensativo, con tono desconcertado):

- ¿Pero qué es este sitio...? ¿Por qué está justo debajo de la escuela? Es como si nadie supiera que existe.

Christian sigue observando el plano con más atención. Frunce el ceño mientras pasa la mano sobre el papel antiguo cubierto de polvo. Sus ojos se agrandan ligeramente.

Christian (bajando la voz, como si se hablara a sí mismo):

- Porque... creo que esta... esta no siempre fue una preparatoria.

Vanessa y Nathan se acercan. El plano muestra un diseño arquitectónico antiguo. En la parte superior, se lee el nombre de un monasterio con letras góticas borrosas. Por debajo, está dibujado un complejo subterráneo: pasillos, cámaras, y el salón donde ahora se encuentran.

Vanessa (llevándose una mano a la boca, impresionada):

- ¿Me estás diciendo que... esto era un monasterio? ¿O un templo?

Nathan (rastreando las líneas del plano con los ojos):

- Tal vez por eso la escuela siempre se ha sentido... diferente. Como si escondiera algo más bajo sus cimientos.

Todos guardan silencio por un momento. El aire se siente más denso.

Vanessa se aparta un poco, caminando hacia una vieja mesa polvorienta. Sobre ella, entre papeles marchitos, destaca un portarretratos con una foto vieja. La toma con cuidado, soplando el polvo con suavidad.

Vanessa (en voz baja, confundida):

- ¿Y estas personas quiénes son...?

Se acerca más a la luz. En la foto aparecen tres figuras vestidas con túnicas oscuras. Ninguno de ellos resulta familiar, pero sus rostros transmiten algo perturbadoramente solemne.

Vanessa (frunciendo el ceño):

- No reconozco a ninguno... pero la forma en que miran a la cámara... da escalofríos.

Christian (acercándose a verla):

- Parecen sacerdotes... o monjes. Pero no se ven precisamente amigables.

Nathan (mirando el lugar una vez más):

- Sea lo que sea... esto no es solo un salón olvidado. Hay algo más escondido aquí... y no creo que estemos ni cerca de descubrirlo todo.

Una ráfaga de viento frío cruza la sala por un hueco invisible. Las luces parpadean. Los tres se quedan en silencio, mirando a su alrededor, como si el mismo lugar contuviera un secreto antiguo... y aún latente.

[Exterior de la preparatoria - 7:00 PM]

Camila y Lloyd caminan por la acera rumbo a la entrada principal del edificio. El sol ya se ha escondido detrás de los árboles y la preparatoria se alza silenciosa, con un aire sombrío bajo la luz tenue del atardecer.

Lloyd (frunciendo el ceño, mientras sostiene una mochila):

- Todavía no entiendo por qué no le diste esto a Vanessa cuando estaban juntas. ¿De verdad era necesario venir hasta acá a dejarle sus cosas?

Camila (mirándolo de reojo, algo apenada):

- Me dio cosa decirle que no... además, ella estaba tan molesta con lo de limpiar que no quería parecerle grosera.

Lloyd (suspirando):

- A veces eres demasiado buena. No todos se lo merecen.

Camila (evadiendo el tema):

- Por cierto... mi papá dijo que ya tiene una idea de lo que podría haber sido eso que te atacó en el baile.

Lloyd (alzando una ceja, curioso):

- ¿Sí? ¿Qué cosa era esa maldita sombra con ojos blancos?

Camila (bajando la voz, como si el simple hecho de nombrarlo pudiera invocarlo):

- Él cree que probablemente fue un Thar'Zul. Dice que son entidades del Reino Oscuro... criaturas hechas de vacío y odio.

Lloyd (deteniéndose un momento, serio):

- ¿Un Thar'Zul? ¿Y qué mierda hace algo así en este reino? ¿No se supone que esas cosas no pueden cruzar?

Camila (mirando al suelo, nerviosa):

- Tal vez... quien esté buscando los cristales ya comenzó a romper barreras. Mi papá piensa que podría haber abierto fisuras entre los mundos... y por ahí se cuelan.

Lloyd (mirando hacia la escuela, preocupado):

- Genial. Como si no tuviéramos suficientes problemas con la cacería de cristales...

Camila (afirmando con la cabeza):

- No han encontrado más desde el último. Y eso los tiene a todos al borde... mi papá, mis tíos... están como locos revisando mapas y registros. Temen que se les estén adelantando.

Lloyd (en tono bajo, como para sí mismo):

- Si ya soltaron a un Thar'Zul, tal vez no sea solo una carrera... tal vez ya estamos perdiendo.

Los dos llegan finalmente a la entrada de la preparatoria. Las puertas están abiertas. Al cruzar el umbral, la atmósfera cambia por completo.

Camila (mirando alrededor con inquietud):

- Qué raro se ve esto por la tarde... tan callado... tan vacío.

Lloyd (aguzando el oído):

- ¿No se supone que los chicos estaban limpiando aquí? No escucho nada...

El eco de sus pasos resuena en los pasillos desiertos. Los ventanales altos dejan entrar una luz grisácea. Las sombras parecen alargarse con cada paso que dan.

Desde lo alto de una de las escaleras, una figura oscura y delgada, con ojos blancos que brillan como brasas apagadas, los observa en silencio.

Lloyd y Camila avanzan por los pasillos en penumbra. La escuela, ahora sin vida, parece otra. Cada sonido retumba. Las luces fluorescentes parpadean ocasionalmente.

Camila (mirando hacia ambos lados, con el ceño fruncido):

- ¿Dónde se habrán metido estos? Dijeron que estarían limpiando... pero no hay nadie.

Lloyd (cruzado de brazos, fastidiado):

- Yo qué sé... Lo que no entiendo es por qué carajos acepté venir contigo a buscar a Vanessa. Esto huele raro desde que entramos.

Camila (mordiéndose el labio, incómoda):

- Siento que nos están mirando... ¿no lo sientes tú también?

Lloyd (mirando por encima del hombro):

- Lo he sentido desde que cruzamos la entrada... pero no veo a nadie. Solo sombras.

Ambos siguen caminando, tensos, hasta llegar a la biblioteca. Empujan las puertas y estas rechinan con un sonido que parece romper el silencio absoluto del lugar.

Camila (deteniéndose en la entrada, mirando entre los estantes):

- ¿Dónde demonios están? ¿Vanessa? ¿Nathan? ¿Christian?

Lloyd (bufando mientras se mete entre los pasillos):

- Esto es una pérdida de tiempo. Deberían estar aquí y ni una señal. Perfecto.

Lloyd se detiene al final de un pasillo lateral, donde algo llama su atención. Una parte del muro está colapsada: una abertura irregular, como si alguien hubiese roto la pared a golpes.

Lloyd (frunciendo el ceño):

- ¿Qué carajos es esto...?

Con desconfianza, extiende la mano y forma una esfera de Esencia Esmeralda, que flota sobre su palma e ilumina suavemente el hueco. Pero dentro solo hay oscuridad. Una negrura densa, como si la luz fuera devorada.

Lloyd (más para sí mismo, inquieto):

- Esto no me gusta nada...

Decidido, se agacha y comienza a entrar por el hueco. Antes de adentrarse del todo, gira la cabeza hacia atrás.

Lloyd (en voz alta):

- ¡Camila, ven! Tienes que ver esto...

Pero en cuanto da un paso más dentro, el suelo cede bajo sus pies.

Lloyd (gritando mientras cae):

- ¡CAMI-!

Camila, desde otro pasillo, solo alcanza a escuchar su voz llamándola. Un eco ahogado, cortado por el vacío.

Camila (confundida, nerviosa):

- ¿Lloyd? ¿Dónde estás? ¡Contesta!

Corre, buscando de dónde vino la voz. Gira, tropieza con una mesa mal colocada, sigue hasta llegar al hueco en la pared. Se detiene en seco al ver el agujero. Su respiración se agita.

Camila (en voz baja, casi temblando):

- Esto no puede estar pasando...

Da un paso hacia el hueco. El silencio es tan espeso que hasta sus latidos suenan ensordecedores. Se arrodilla y se asoma, pero no ve nada. Solo oscuridad.

Camila (susurrando):

- Lloyd...

Sin pensarlo dos veces, se mete por el hueco. Pero al apoyar ambos pies al otro lado, el suelo también cede. Camila grita brevemente antes de caer.

Nathan, Vanessa y Christian avanzan lentamente por un pasillo angosto, envuelto en sombras. El aire se siente espeso, cargado de humedad y polvo.

Nathan (mirando a los lados, con los brazos cruzados sobre sí):

- En estos momentos... daría lo que fuera por tener el amuleto de Ryan. El fuego nos vendría de lujo aquí. No veo nada...

Vanessa (voz baja, irónica pero nerviosa):

- Mmm... sí. Claro. Muy útil. Lastimosamente, Ryan está... no sé, probablemente comiendo papitas en su casa.

Christian no dice nada. Camina detrás de ellos, tenso, casi temblando. Sus ojos no dejan de escanear las paredes, como si esperara que en cualquier momento algo se les lanzara encima.

Llegan al final del pasillo y abren una puerta de madera antigua. Al cruzarla y cerrarla tras de sí, no se dan cuenta de que, por la pequeña ventana de la puerta, una sombra oscura los observa... y luego se desvanece en el aire.

Ahora están en una sala vacía, amplia, de piedra. El techo es alto, el aire aún más denso, como si allí no hubiera entrado nadie en siglos.

Vanessa (mirando a su alrededor con una mueca de asco):

- ¿Pero qué mierda es esto...?

Nathan (dando pasos lentos hacia el centro de la sala):

- No... no lo sé. Parece una sala de... no sé, algo ceremonial o... militar...

Christian (deteniéndose de golpe, con voz entrecortada):

- T-T-Trampas...

Nathan y Vanessa giran de inmediato. Christian está inmóvil, parado sobre una losa ligeramente hundida. Una placa de presión.

Vanessa (con ojos abiertos y voz de alarma):

- ¡NO TE MUEVAS! ¡Ni un centímetro! No queremos descubrir qué hace eso de la forma difícil...

Nathan se acerca, inspeccionando con cautela el suelo alrededor.

Nathan (analizando los bordes):

- A simple vista... no parece que active nada. Tal vez sea falsa...

Christian suspira aliviado. Con cuidado, retira el pie.

Pero entonces, sin previo aviso, una sección del suelo detrás de ellos se desploma, revelando una fosa con estacas oxidadas y afiladas.

Vanessa (gritando):

- ¡NO MAMES, CORRAN!

Sin pensarlo, toma a Christian del brazo y los tres echan a correr mientras el suelo detrás se va desplomando en línea recta, como una trampa activada por retardo.

Desde las paredes, salen flechas disparadas en ráfagas, silbando cerca de sus cabezas. Nathan se agacha a tiempo, una pasa rozando su oreja.

Corren y esquivan hasta llegar a otra puerta de metal. Nathan la empuja con fuerza y los tres saltan dentro justo antes de que el pasillo colapse por completo. La puerta se cierra con un golpe seco.

Vanessa (jadeando, recargada en la pared):

- ¡CARAJO...! Eso casi nos parte la madre...

Christian (aún alterado, con los ojos muy abiertos):

- Esa... esa trampa estaba diseñada para matarnos. No fue una advertencia... fue directa.

Nathan (volteando a verlos, más serio de lo usual):

- Y eso solo significa una cosa... Alguien construyó este lugar para esconder algo importante. Algo que no querían que nadie más encontrara.

Cuando levantan la mirada, se quedan en silencio. Frente a ellos, colgado en la pared, hay un mapa enorme y antiguo, cubierto de polvo y tela rasgada. Aunque deteriorado, se pueden distinguir las seis ciudades del Reino marcadas con símbolos únicos.

Nathan (acercándose al mapa, confundido):

- ¿Es esto... un mapa del reino? ¿Qué carajos...? ¿Por qué ocultarían algo así?

Christian (al lado de unas palancas en la pared):

- Miren... estas palancas... parece que controlan algo.

Mientras Nathan inspecciona el lugar, encuentra un libro desgastado sobre un pedestal en el centro. Lo abre con cuidado y comienza a leer en voz baja:

Nathan (leyendo para sí, con tono intrigado):

- Día uno... Se nos encargó ocultar y proteger los seis Cristales de Theralis. Yo y mis compañeros fuimos asignados para esconderlos. El señor Solenne nos ordenó hacerlo lo mejor posible... Algunos los llevaron a tierras lejanas. Es lo mejor...

- Día dos... Todos los cristales han sido ocultos. Mis compañeros los están custodiando personalmente. Me da paz saber que están a salvo.

- Día tres... He construido este lugar con trampas y pasadizos imposibles. No puede haber acceso fácil. No debe haberlo.

- Día cuat-

Justo cuando está por pasar la página, Christian tira de una de las palancas y, con un sonido mecánico, una luz se dispara desde la base del pedestal hacia el mapa colgado. En el centro del mapa, un punto brilla con fuerza.

Vanessa (pasando la mano por el mapa, desconcertada):

- Estas palancas... hacen algo. Pero no sé qué es todavía...

Christian (con los ojos fijos en la luz):

- Sea lo que sea... acabamos de activar algo importante.

Nathan se acerca rápidamente mientras Vanessa mueve una de las palancas, lo que provoca que la luz azul que iluminaba el centro del mapa se apague de golpe.

Nathan (mirando las palancas con atención):

-Creo que esto tiene un orden... no es al azar. Si apagamos la luz con ciertos movimientos, entonces también podemos activarla. Solo hay que encontrar la combinación correcta.

Vanessa (cruzándose de brazos, algo impaciente):

-¿Y si movemos algo mal y explota todo? Porque con lo que nos acaba de pasar, no me sorprendería.

Christian (aún nervioso, mirando alrededor):

-Por favor no digan "explota"... No me gustaría salir corriendo otra vez.

Nathan y Vanessa comienzan a mover las palancas una a una, probando combinaciones. Algunas iluminan una o dos luces, otras simplemente apagan las que ya estaban encendidas. Después de varios intentos y murmullos entre ellos, finalmente logran activar las cinco luces.

Nathan (emocionado):

-¡Eso es! ¡Funcionó! Las cinco están encendidas.

De pronto, se escucha un pequeño estallido metálico. En el centro de la sala, las luces convergen en un punto y, como proyectada desde otra época, aparece una figura translúcida, azulada, temblorosa: la forma de un hombre.

Desconocido (voz distorsionada, entrecortada):

-G... g... ¿Gabriel?

Los tres se miran entre ellos, confundidos y tensos.

Vanessa (murmurando):

-¿Gabriel...? ¿Eso es una grabación o... un holograma?

Christian (dando un paso atrás):

-Parece... una especie de mensaje antiguo.

La figura parece recobrar estabilidad y comienza a hablar con más claridad, aunque sigue sonando como una transmisión dañada.

Desconocido (holograma):

-No sé si eres tú, Gabriel... pero si estás aquí... si estás viendo esto... es porque lo peor ya ha comenzado.

(Se detiene un segundo, baja la cabeza, como si respirara profundo)

-Alguien está buscando los cristales. Y si estás aquí... probablemente ya estoy muerto.

El silencio en la sala se vuelve pesado. La figura da unos pasos, como si realmente caminara entre ellos. Nathan, Vanessa y Christian la observan atentos, sin atreverse a interrumpirla.

Desconocido (holograma):

-Sé que estás tras los cristales. Yo y mis compañeros los escondimos... pero la verdad es que nunca confiamos plenamente en que quien llegara aquí serías tú.

(Suspira. Se le nota cansado, angustiado)

-Por eso dejé esto...

Camina hacia un costado, donde un estante metálico se abre con un leve chirrido mecánico. Dentro, reposa un pequeño artefacto brillante con inscripciones antiguas. La figura lo toma con cuidado, casi con reverencia.

Desconocido (holograma):

-Este artefacto te dará la ubicación de uno de los cristales...

(Sus ojos holográficos se fijan en un punto del mapa)

-...pero solo si lo colocas frente a una fuente de luz intensa y sobre un mapa. Entonces... revelará el lugar exacto.

La figura avanza y sostiene el artefacto frente a las luces del panel. Un destello se proyecta sobre el mapa del reino, marcando un punto brillante en otra ciudad.

Nathan (en voz baja, impresionado):

-Ese debe ser... uno de los cristales.

Desconocido (holograma):

-Gabriel... esto te lo ocultamos. No por desconfianza hacia ti, sino porque queríamos proteger la paz.

(Mira hacia el vacío, como recordando algo doloroso)

-Pero quizás fue un error. Ya sabíamos que alguien más los buscaba... pero decidimos no hacer nada.

(Silencio. Luego, su voz se vuelve más urgente)

-En otro lugar... uno que tú conoces... hay otros dos artefactos.

(Se acerca al mapa con lentitud)

-Encuéntralos. Úsalos... antes de que sea demasiado tarde...

La figura parpadea por un momento y luego se desvanece por completo. Solo queda el eco de su última frase resonando en la mente de los tres.

Los tres chicos se quedaron en silencio, procesando lo que acababan de ver. Las luces del mapa seguían parpadeando suavemente, proyectando sombras largas sobre sus rostros pensativos.

Nathan (mirando el punto marcado en el mapa, en voz baja):

-Entonces... esto de los cristales... comenzó hace mucho tiempo, ¿no?

Vanessa (cruzada de brazos, mirando la zona donde apareció el holograma):

-Sí... y al parecer fue en secreto. Uno tan profundo... que ni siquiera Gabriel lo sabía.

Christian (dando un paso hacia el pedestal, toma con cuidado el artefacto):

-Pues sea como sea... este artefacto es clave. No podemos dejarlo aquí. Hay que llevárselo a Gabriel cuanto antes.

Justo cuando Christian guarda el artefacto, un crujido se escucha detrás de ellos, seco, amenazante. Los tres se giran al instante. De las sombras emerge una figura encapuchada, con la misma presencia siniestra que ya habían enfrentado antes.

Encapuchado (con voz fría y cortante):

-¿Llevárselo a quién...?

(Hace una pausa breve)

-Ustedes... no saldrán de aquí con eso.

Nathan (retrocediendo un paso):

-No... no puede ser... otra vez tú.

Vanessa (apretando los dientes, con furia):

-¿No te cansas? ¿Qué te hace pensar que esta vez saldrá diferente?

Christian (sobresaltado):

-¡No mames... es el encapuchado otra vez!

Vanessa y Nathan lo miran, algo confundidos por su reacción exagerada, cuando de pronto, de la sombra que proyecta el primero, emerge una segunda figura.

Christian (gritando):

-¡NO MAMES! ¡AHORA SON DOS ENCAPUCHADOS!

Nathan (boquiabierto):

-Espera... ¿qué está pasando aquí...?

Los tres se giran rápidamente y los ven con claridad: dos figuras idénticas, ambas vestidas con capas oscuras, el rostro cubierto por máscaras con runas apenas visibles.

Vanessa (en un tono helado):

-Esto... no puede ser real.

Encapuchado 1 (dando un paso al frente, con voz dura):

-Entréguenme el maldito artefacto. Ahora.

(Se detiene y los observa con desprecio)

-No volverá a pasar lo de la otra vez. No escaparán.

Christian aprieta con fuerza el artefacto, como si aferrarse a él le diera coraje.

Vanessa (en voz firme):

-No te daremos nada. Así de simple.

Encapuchado 1 (entrecerrando los ojos, amenazante):

-Ah, querida... no me hagas perder la paciencia.

(Pausa breve)

-O me lo dan por las buenas... o se los arranco por las malas.

Nathan (girando ligeramente la cabeza, intentando no hacer ruido):

-Chicos...

(Susurra)

-Creo que ahí... a la izquierda... hay una puerta entreabierta...

Encapuchado 1 (alzando la voz con rabia):

-¡Entréguenmelo! ¡O morirán aquí mismo, mocosos insolentes!

Vanessa (gritando con decisión):

-¡JAMÁS!

Encapuchado 1 (con tono cruel):

-Está bien. Como quieran...

El encapuchado se vuelve hacia su compañero y hace una señal con la mano. El segundo encapuchado se lanza hacia ellos sin dudarlo, con movimientos veloces y letales.

Nathan (gritando):

-¡Corran!

Los tres salen disparados hacia la puerta que Nathan había visto, empujándola con fuerza y entrando justo a tiempo. La cierran con una roca que encuentran cerca, trabándola con esfuerzo mientras escuchan golpes del otro lado.

Vanessa (jadeando, con el rostro tenso):

-Esto está mal... muy mal.

(Mira a Nathan y luego a Christian)

-Ya saben quiénes somos. Por lo que dijeron... nos han estado siguiendo.

Nathan (recuperando el aliento):

-¡Eso no importa ahora!

(La mira con seriedad)

-Tenemos que salir de aquí. Cueste lo que cueste.

La puerta detrás de ellos seguía siendo golpeada con fuerza, con un estruendo que hacía vibrar las paredes de piedra.

Nathan (gritando, sin mirar atrás):

-¡Síganmeee, rápido! ¡Antes de que la rompan!

Los tres chicos se internan corriendo por el pasillo oscuro mientras el eco de los golpes sigue retumbando.

Mientras tanto, en otra parte del subterráneo...

Lloyd y Camila avanzaban con cautela, observando con asombro y desconfianza cada rincón del lugar. Las paredes de piedra húmeda, la iluminación casi inexistente y el eco de sus propios pasos hacían que todo se sintiera aún más inquietante.

Lloyd (mirando a su alrededor con el ceño fruncido):

-¿Qué carajos es este sitio...? ¿Cómo es posible que esto esté aquí abajo... justo debajo de la escuela?

Camila (respondiendo mientras observa el techo arqueado con curiosidad):

-Pues, ¿qué más va a ser? Es una habitación subterránea... pero no tiene sentido que esté aquí.

(Mira a Lloyd con preocupación)

-¿Y si alguien... vivió aquí hace mucho?

Lloyd (acercándose a una pared agrietada, acariciándola con los dedos):

-Se ve vieja... muy vieja.

(Pausa)

-Los materiales, las marcas en las paredes... esto no lo construyeron hace poco.

(Se gira hacia Camila)

-Definitivamente, alguien vivió aquí abajo.

Camila (bajando la mirada, como si analizara el suelo):

-Creo que los chicos pasaron por aquí...

Lloyd (sorprendido):

-¿Por qué dices eso?

Camila extiende un brazo y señala al suelo. Justo frente a ellos, entre el polvo y la suciedad, se veían con claridad varias pisadas recientes.

Camila (con tono firme):

-Mira. Huellas. Varias. Y algunas... no son tan pequeñas como las de Christian.

Lloyd asiente y avanza con más cautela, caminando por un angosto pasillo a su derecha. La tensión se siente más densa con cada paso. De pronto, un ruido seco se escucha a sus espaldas, como si algo se hubiese caído con violencia.

Camila (pegando un grito):

-¡¿Qué fue eso?!

(Corre a toda prisa hacia donde está Lloyd)

Lloyd (visiblemente sobresaltado, con el corazón a mil):

-¡¿Qué demonios fue eso?! ¡Lo escuché detrás de mí!

Ambos se giran de inmediato, y al mirar al frente... una figura comienza a materializarse. Primero como una sombra distorsionada, temblorosa, que se extiende sobre el suelo, luego tomando forma lentamente frente a ellos.

Lloyd (dando un paso hacia atrás con los ojos bien abiertos):

-Esto no me gusta nada...

(Mira a Camila con urgencia)

-Creo que tenemos que ¡CORRER!

Mientras tanto, del otro lado...

La puerta que los chicos habían bloqueado comienza a ceder con un estruendo ensordecedor. Cada golpe retumba en las paredes, haciendo que el polvo caiga del techo agrietado. Finalmente, con un crujido agudo y seco, la piedra se parte... y la figura del Encapuchado 2 cruza lentamente, escaneando la oscuridad con ojos ocultos pero peligrosamente atentos.

Los tres chicos contenían la respiración, agazapados entre unas grietas en la roca, temblando de ansiedad.

Vanessa (susurrando con firmeza, mientras observa al enemigo acercarse):

-Vamos a tener que enfrentarlo... No hay otra.

Nathan (voltea hacia ella, atónito):

-¿¡Estás loca!? ¡Sin nuestros amuletos no podemos hacerle frente! No tenemos ni cómo defendernos...

Christian (sin decir palabra, simplemente asiente, sus labios apretados, el artefacto bien resguardado bajo su chaqueta).

Vanessa (mirando a ambos, con una determinación que casi se puede tocar en el aire):

-Gabriel siempre nos lo ha dicho... Los amuletos solo amplifican el poder que ya está dentro de nosotros.

(Mira a Nathan directo a los ojos)

-El verdadero poder está en nosotros, no en lo que llevamos colgado del cuello.

(Pausa)

-¿Con miedo o sin él? ¿Poder o sin poder? ¡Vamos a salir de esta, como sea!

Nathan la mira por un largo segundo... hasta que finalmente asiente con un gruñido, tragando saliva.

Nathan (resignado pero valiente):

-Vale... estoy contigo. Pero si salimos vivos de esto, me vas a deber una hamburguesa.

El Encapuchado 2 se acerca cada vez más... sus pasos son lentos, pero firmes, como si supiera perfectamente que los tiene acorralados. Su figura oscura proyecta una sombra monstruosa sobre la pared.

Vanessa observa en silencio, esperando el momento exacto.

Uno...

Dos...

¡Ahora!

Vanessa (grita con decisión):

-¡AHORA!

Christian se lanza directo, con un golpe certero a las rodillas del encapuchado. Nathan lo sigue con un puñetazo en el estómago, haciendo que la figura retroceda tambaleándose. Vanessa, ágil como un rayo, remata con una patada que lo derriba por completo.

Vanessa (gritando):

-¡CORRAN! ¡DE REGRESO A LA SALIDA, YA!

Los tres chicos no lo piensan dos veces. Echan a correr mientras el Encapuchado 2, furioso, intenta reincorporarse entre gruñidos, su túnica arrastrándose por el suelo.

Al atravesar la puerta que da a la habitación anterior, son recibidos por una ráfaga de luz brillante y vibrante. Una energía mística los envuelve por un instante.

??? (voz grave):

-Artes místicas...

El Encapuchado 1 los espera justo al otro lado, con una esfera de energía flotando en su palma. Su voz es gélida.

Encapuchado 1 (con odio):

-¿A dónde creen que van, mocosos?

Nathan (jadeando, mirando a Vanessa):

-¡¿Ahora qué hacemos, Vanessaaaa?! ¡No tenemos tiempo!

Vanessa (decidida, sin titubear):

-¡Ustedes esquiven y manténganse en movimiento! ¡No dejen que nos encierre!

(Mirando al encapuchado con rabia)

-¡Tenemos que llegar a la salida, cueste lo que cueste!

Los tres se dispersan como relámpagos. El Encapuchado 1 duda un instante, sus ojos ocultos tratando de identificar cuál de los tres tiene el artefacto.

Encapuchado 1 (gruñendo):

-¡¿Quién lo tiene?! ¡¿QUIÉN DE USTEDES?! ¡Entréguenlo!

La rabia lo consume y comienza a lanzar ataques de energía mística con violencia. Las explosiones azules y púrpuras iluminan la habitación mientras los chicos esquivan por poco los impactos. El suelo tiembla, las paredes se agrietan más con cada estallido. Pedazos de roca caen desde el techo.

Nathan (esquivando por centímetros):

-¡Casi me volaba el brazo!

Christian (apretando los dientes mientras protege el artefacto):

-¡Esto se está desmoronando! ¡No vamos a aguantar mucho más!

La habitación empieza a colapsar lentamente, como si los ataques místicos estuvieran desequilibrando toda la estructura del lugar...

Vanessa no lo piensa dos veces. Con los dientes apretados y el corazón latiendo con furia, corre directo hacia el Encapuchado 1. Esquiva un ataque de energía por puro instinto y lanza un golpe directo al rostro, pero el enemigo lo bloquea con facilidad.

La chica forcejea, lanza patadas y puñetazos como puede, intentando distraerlo, frenarlo, hacer tiempo… lo que sea.

Mientras tanto, Nathan y Christian llegan jadeando hasta el punto donde se suponía que estaba la salida.

Pero lo que ven los deja helados.

El suelo ya no está. Solo queda un vacío de cinco metros con pinchos afilados en el fondo. Una trampa activada… por ellos mismos.

Nathan (petrificado, con la voz temblorosa):

—Mierda… mierda… ¡MIERDA! ¡Esto no puede estar pasando!

Christian (mirando alrededor desesperado):

—¿Y ahora qué hacemos? ¡Estamos atrapados!

De pronto, un grito ahogado sacude el aire. Es Vanessa.

Vanessa (a lo lejos, gritando con dificultad):

—¡Aghhh… aaaghh…!

Nathan (se voltea de inmediato, los ojos abiertos de par en par):

—¡VANESSA!

Corre como alma que lleva el diablo, dejando atrás el abismo. Al llegar, ve una escena que le congela la sangre: el Encapuchado 1 tiene a Vanessa levantada por el cuello con una sola mano, mientras ella forcejea débilmente, sus pies sin tocar el suelo.

Con un rugido de rabia, Nathan embiste al encapuchado con toda la fuerza de su cuerpo. El impacto lo hace soltar a Vanessa, quien cae al suelo tosiendo con fuerza, tomándose el cuello.

Nathan (furioso):

—¡No vas a tocar a nadie más, maldito!

Sin esperar respuesta, se lanza a pelear. Puño tras puño, patada tras patada, Nathan pone todo su coraje y desesperación en cada movimiento. Pero el Encapuchado 1 es demasiado ágil, demasiado preciso. Cada ataque es bloqueado con una extraña y fluida defensa: energía brillante que envuelve sus brazos y desvía los golpes.

Encapuchado 1 (con una voz seca y arrogante):

—Eres valiente… pero ridículamente ingenuo.

De pronto, una figura surge a un lado y, con una patada lateral, hace que Nathan vuele por los aires y caiga pesadamente al suelo.

Era el Encapuchado 2, de regreso a la acción.

Encapuchado 1 (avanzando un paso, con los ojos fijos en Christian):

—Hasta aquí llegaron.

(alza la mano lentamente)

—Entréguenme el maldito artefacto… o terminarán como ella.

Pero justo cuando parece que el golpe final está por caer, un estruendo sacude la habitación.

¡BOOM!

La pared del fondo explota, arrojando escombros en todas direcciones. Una enorme nube de polvo cubre todo mientras los enemigos reaccionan al instante, creando un campo protector de artes místicas que los resguarda del impacto.

Cuando el humo comienza a disiparse, dos siluetas emergen entre los restos de piedra y madera. Corren a toda velocidad, con la respiración agitada y los ojos llenos de adrenalina.

Lloyd y Camila.

Y detrás de ellos… una sombra. Algo que no se puede ver del todo, pero que gime como si el mismísimo abismo la hubiera parido.

Vanessa (aún en el suelo, su voz temblorosa y débil):

—L... L... Lloyd... ¿Camila…?

Su vista se nubla por un segundo. Pero la esperanza, por primera vez en esa noche oscura, se enciende como una chispa.

Lloyd y Camila emergen entre el polvo y los escombros. Ambos tosen mientras se sacuden la tierra del rostro y la ropa. Apenas tienen tiempo de respirar cuando un chillido oscuro corta el aire.

La sombra salta desde las ruinas como un espectro viviente, moviéndose con una velocidad antinatural.

Lloyd (gritando):

—¡Camila, cuidado!

Con reflejos agudos, empuja a Camila hacia un lado y él mismo se lanza al suelo, esquivando por centímetros el zarpazo negro que pasa silbando sobre su cabeza.

La criatura aterriza más adelante, se detiene… y de nuevo se lanza hacia Lloyd como una fiera sin control.

Pero justo antes de alcanzarlo…

Encapuchado 1 (con voz firme y autoritaria):

—¡Detente ahora mismo… y vuelve aquí!

La sombra se frena en seco. Emite un gruñido gutural y se desvanece en un humo oscuro antes de reaparecer junto a los dos encapuchados, quieta como un sabueso obediente.

Lloyd se pone de pie, sacudiéndose con prisa, todavía con el corazón golpeando en el pecho. Su respiración es agitada y su mirada fija en la criatura.

Camila, mientras tanto, ya se ha girado al ver a Vanessa en el suelo. Su expresión cambia al instante, pasa del miedo a la angustia.

Camila (corriendo hacia ella):

—¡Vanessa! ¡Vanessa, dime que estás bien!

Vanessa se incorpora lentamente, tosiendo, con la voz ronca por la presión en el cuello.

Vanessa (forzando una sonrisa):

—Estoy... estoy bien... solo fue un poco... intenso, eso es todo.

Camila (con el ceño fruncido):

—No vuelvas a decir “estoy bien” cuando casi te matan, ¿sí?

Vanessa asiente con una leve risa, aún recuperándose.

Del otro lado de la sala, el Encapuchado 1 da un paso al frente, mirando a los nuevos recién llegados como si acabara de encontrar un premio inesperado.

Encapuchado 1 (con sarcasmo):

—Bueno, bueno… miren quiénes decidieron unirse a la fiesta.

Lloyd (cruzándose de brazos, desafiante):

—Otra vez tú… ¿no te cansas de hacer el ridículo?

Encapuchado 1 (soltando una risa seca):

—Al contrario, mocoso. Apenas me estoy divirtiendo.

Lloyd (con firmeza):

—¿Qué quieren esta vez? ¿Robar más niños? ¿Aterrorizar más escuelas?

Antes de que el encapuchado responda, Christian se acerca con el artefacto en mano, su expresión es tensa pero decidida.

Christian:

—Quieren esto, Lloyd… Este artefacto tiene información sobre la ubicación de uno de los cristales.

Lloyd lo observa por un segundo, y luego desvía la vista hacia sus enemigos.

Encapuchado 1 (alzando la voz):

—Entréguenlo ahora… y nadie más saldrá herido.

Lloyd (resoplando, con una media sonrisa):

—Sí, claro… ¿Y tú crees que vamos a confiar en tu palabra?

Encapuchado 1:

—No es cuestión de fe. Es cuestión de supervivencia.

Lloyd da un paso al frente, más desafiante que nunca.

Lloyd:

—Entonces vas a tener que quitárnoslo.

Encapuchado 1 (entrecerrando los ojos, sin rastro de paciencia):

—Tú lo pediste.

Gira la cabeza y mira a la sombra, que se agita como una masa de humo viva.

Encapuchado 1 (con tono de orden):

—Tráeme el artefacto. Ahora.

Sin perder ni un segundo, la sombra estalla en movimiento, cruzando la habitación con un chillido inhumano. Pero esta vez, no va hacia Lloyd.

Va directo hacia Christian.

Lloyd (alarmado):

—¡Christian, muévete!

Corre tras la sombra con toda la velocidad que sus piernas le permiten, esquivando escombros mientras el corazón le martilla el pecho.

Mientras tanto, Nathan, aún aturdido por la pelea anterior, mira con desesperación a su alrededor, buscando una salida entre los restos.

Nathan (murmurando, más para sí mismo que para los demás):

—Tiene que haber otra forma de salir de aquí… algo, lo que sea…

Pero antes de dar siquiera un paso, una ráfaga oscura lo obliga a girar. El Encapuchado 2 está otra vez detrás de él, avanzando con pasos decididos, sin decir una palabra… como un cazador que ya huele la sangre.

Nathan se gira bruscamente y queda frente a frente con el Encapuchado 2. La tensión entre ambos es palpable.

Encapuchado 2 (con voz seca y firme):

—No van a ir a ninguna parte.

Nathan (alzando una ceja, intentando mostrarse desafiante):

—¿Y quién lo dice? ¿Un tipo que ni siquiera tiene el valor de mostrar la cara?

El encapuchado no responde. En su lugar, se lanza hacia Nathan como una sombra furiosa. Nathan, sin mucha técnica pero con coraje, corre hacia él también.

Pero su intento es torpe.

En el choque, Nathan recibe un fuerte puñetazo directo en el rostro. El golpe lo hace tambalear, cayendo de rodillas con un quejido ahogado.

Nathan (sujetándose la mejilla, con un hilo de voz):

—Auch… eso dolió más de lo que esperaba…

El encapuchado se prepara para rematarlo, levantando el brazo con intenciones claras.

Pero antes de que logre hacer algo más, una ráfaga de agua lo golpea de lleno, empujándolo hacia atrás con fuerza.

Camila (avanzando con la mirada encendida):

—¡Métete conmigo si tienes agallas!

El Encapuchado 2 se detiene, empapado, y voltea lentamente hacia ella. Su tono se vuelve más oscuro, más amenazante.

Encapuchado 2:

—No te gustaría saber de lo que soy capaz, niña.

Las palabras retumban como un eco. Pero Camila, por un instante, queda en silencio. Hay algo en esa voz… una vibración, una cadencia… que le resulta inquietantemente familiar.

Camila (entrecerrando los ojos):

—¿Esa voz…? No sé por qué, pero… casi podría jurar que te conozco.

Se recompone enseguida, enderezándose con valentía.

Camila (apretando los puños):

—Vamos entonces. Enséñame eso de lo que tanto hablas.

---

Mientras tanto, en otro extremo de la sala, Lloyd corre con desesperación detrás de la sombra, que sigue a toda velocidad tras Christian.

Lloyd (jadeando):

—¡Es… demasiado rápida! ¡Christian, corre más rápido!

Christian mira hacia atrás con el terror pintado en el rostro, pero no se detiene. Su cuerpo se mueve por puro instinto.

Lloyd, sin perder tiempo, intenta concentrarse. Cierra los ojos un segundo mientras corre, canalizando su energía. Una esfera de Esencia Esmeralda comienza a formarse en sus manos, vibrando con una luz intensa.

Con un grito de esfuerzo, Lloyd lanza la esfera como una ráfaga luminosa hacia la criatura. Pero esta se mueve justo a tiempo.

Christian (viendo la sombra encima de él):

—¡No puede seeeer!

Se agacha por reflejo, pero la sombra es más veloz y le toma del cabello, levantándolo levemente del suelo.

Christian (desesperado):

—¡DEL PELO NO, NOOOO!

En su lucha, Christian suelta el artefacto, que cae al suelo con un “clink” sutil pero cargado de energía. Apenas toca el piso, el objeto emite un pequeño destello… y la sombra se detiene de golpe.

Con un gruñido seco, suelta a Christian y se gira hacia el artefacto, hipnotizada por su presencia.

Pero entonces, otra ráfaga de Esencia Esmeralda la golpea por el costado. Esta vez, sí la impacta de lleno, haciéndola retroceder.

Lloyd (con una sonrisa torcida):

—No tan rápido, fea…

Corre hacia el artefacto y lo toma con firmeza.

La sombra lanza un chillido agudo y se lanza contra él sin dudar. Lloyd intenta formar un arma de esencia como le enseñó Gabriel, pero su concentración se quiebra por el pánico.

Lloyd (apretando los dientes):

—¡Vamos, vamos! ¡Por favor, no ahora!

Pero es tarde.

La sombra lo embiste de lleno, lo agarra con una fuerza brutal y lo lanza por el aire. Lloyd cruza toda la sala como un proyectil, girando sobre sí mismo.

Lloyd (gritando):

—¡AGÁRRALO, CHRISTIAN!

Christian, que ya venía corriendo hacia él, salta y lo atrapa justo antes de que impacte contra una columna.

Christian (esforzándose por no caer):

—¡Lo tengo, lo tengo! ¡Vamos!

Corre con Lloyd en brazos, atravesando una puerta abierta hacia otra habitación.

La sombra, enfurecida, no los sigue por la vía normal.

Simplemente… atraviesa la pared.

Lloyd (volviendo a incorporarse, jadeando):

—Carajo… ¿cómo demonios hace eso?

Se sacude, frustrado, y corre tras ellos.

Lloyd (murmurando para sí, como si pudiera invocar lo que necesita):

—Vamos… una espada… como dijo Gabriel… ¡Vamos, carajo, concéntrate!

Mientras Camila y el Encapuchado 2 intercambian golpes, el ambiente se vuelve cada vez más intenso. Ambos se mueven a gran velocidad, esquivando, cubriéndose, midiendo el terreno. El choque entre los dos parece parejo al principio... pero poco a poco, se hace evidente que él es más ágil, más veloz.

Aun así, Camila se mantiene firme. Resiste, responde con coraje, y en un descuido, logra acertarle un fuerte golpe en el estómago que lo hace retroceder varios pasos.

Encapuchado 2 (con una carcajada amarga, limpiándose la boca):

—Ja… eso te va a costar, mocosa insolente.

Con rabia renovada, se lanza hacia ella. Camila intenta esquivarlo, creyendo que logró evadir el ataque… pero en cuanto se reincorpora, todo se vuelve negro. Una negrura total, sofocante. Ya no ve al enemigo, ni el lugar, ni a nadie.

Camila (girando la cabeza, confundida):

—¿Dónde estoy...? ¿Qué pasó con la pelea?

La oscuridad la rodea. Luego, sin aviso, una luz parpadea a lo lejos. Una escena comienza a tomar forma: se ve a sí misma, de pequeña, de pie en un campo abierto, respirando con dificultad mientras trata de controlar un pequeño chorro de agua que escapa descontroladamente de sus manos.

Camila (dando un paso al frente):

—Es… ¿es mi infancia? ¿Ese día en que casi inundé la cocina?

Pero la escena se distorsiona de forma inquietante. El paisaje cambia. La imagen de la pequeña Camila se funde con la figura de un hombre mayor, de expresión seria, que la observa desde las sombras.

Camila (retrocediendo):

—¿Quién eres tú...? Esto no tiene sentido…

En la realidad, Camila está inmóvil, con los ojos vidriosos, su cuerpo apenas se mantiene en pie. El Encapuchado 2 la sostiene de la cabeza con una mano, como si la manipulara con hilos invisibles.

Vanessa (gritando, con furia):

—¡¿Qué demonios le estás haciendo?! ¡Suéltala, maldito!

Encapuchado 2 (sin mirar a Vanessa, con tono burlón):

—Tranquila… Solo está atrapada en una ilusión. No quiero que siga interfiriendo.

Entonces la suelta como si no valiera nada, y Camila cae al suelo como una muñeca rota. Su respiración sigue, pero parece completamente dormida.

Encapuchado 2 (volteándose lentamente hacia Vanessa y quien la acompañe):

—Ahora… es el turno de ustedes dos.

Mientras tanto, Christian sigue corriendo por su vida, tratando de esquivar a la sombra que no deja de acecharlo como un depredador hambriento.

Christian (agitado, casi llorando):

—¡Yaaa por favor! ¿Por qué tanto odio? ¡Seguro podemos resolver esto con un cafecito y una galleta!

La sombra responde lanzándose aún más rápido hacia él.

Christian (gritando):

—¡AY DIOS! ¡NO QUIERES CAFÉ!

En un giro inesperado, logra tirarse a un lado justo a tiempo. La sombra, sin poder frenar su impulso, se estrella contra una pared con fuerza. Un crujido ensordece el lugar.

Justo entonces, Lloyd aparece corriendo desde el pasillo, jadeando, pero con una chispa en los ojos.

Lloyd (urgente):

—¡Por aquí! ¡Rápido!

Ambos entran en una habitación y cierran la puerta con fuerza. Se dan la vuelta… y descubren que no hay otra salida.

Christian (mirando las paredes):

—Ya valió...

Lloyd (con resignación, mirando el techo):

—Queso...

La sombra, como si escuchara su derrota, comienza a atravesar lentamente la pared. Su sonrisa torcida se dibuja mientras su cuerpo intangible penetra el umbral.

Christian (trago seco):

—Bueno… al menos parece que se le bajó la ira…

Lloyd (formando una esfera de Esencia Esmeralda con manos temblorosas):

—Sí, porque ya nos tiene justo donde quería.

Levanta el brazo, apuntando directamente a la criatura con la esfera vibrando de energía.

Lloyd (serio, en tono amenazante):

—No te acerques… o jugarás con esto.

La sombra solo ríe en silencio, su sonrisa macabra ensanchándose mientras da un paso más cerca.

Christian (murmurando al ver su cara):

—Creo que eso… la emociona.

La sombra se acerca lentamente a Lloyd y Christian, deslizándose como una serpiente entre la oscuridad. Sin esperar más, Lloyd dispara una ráfaga de energía Esmeralda desde su palma. El impacto atraviesa de lleno el pecho de la criatura, abriendo un hueco limpio en su forma nebulosa.

Pero la sombra no grita… no retrocede… simplemente sonríe, como si se burlara de su esfuerzo.

Lloyd (cerrando los ojos, frustrado):

—Tch… No fue suficiente...

Christian (abriendo los brazos, desesperado):

—¡¿Qué haces, pendejo?! ¡¡Ésa era nuestra oportunidad!!

Lloyd (levantando una mano, sin inmutarse):

—Shhhh… déjame intentar algo más...

Christian (poniéndose detrás de él):

—¡¿Intentar qué, wey?! ¡Nos van a hacer mole!

Lloyd no responde. En el centro de su palma comienza a formarse nuevamente una esfera de Esencia Esmeralda, pero esta vez su energía se arremolina con un patrón distinto… más denso, más concentrado… está cambiando de forma.

La sombra, harta de esperar, se lanza sobre ellos con velocidad.

Justo antes del impacto, Lloyd alza el brazo. La esfera ya no es una esfera. En su lugar, sostiene una espada larga, de filo inestable, como si estuviera hecha de luz sólida que vibrara. No parece especialmente fuerte… hasta que la sombra la atraviesa y su cuerpo se parte en dos como si hubiera sido cortado por una hoja celestial.

Christian (dando un salto hacia atrás, atónito):

—¡HAY CABRÓN…!

Lloyd (riendo, levantando la espada un momento):

—¡Ja! ¡SÍ FUNCIONÓOOO!

Ambos se miran con una sonrisa de alivio… pero su celebración dura poco.

Los dos mitades de la sombra comienzan a recomponerse con movimientos inhumanos. Vuelven a fusionarse, como si nada hubiera pasado.

Lloyd (murmurando):

—No mames...

La espada se desvanece en su mano como si nunca hubiera existido.

Christian (retrocediendo):

—¡NO MAMES POR DOS!

Sin pensarlo dos veces, ambos se dan la vuelta y salen corriendo por donde entraron, sus pasos resonando con urgencia. Corren, y corren, hasta que por fin regresan a la sala principal.

Pero allí solo los espera el silencio… y Camila, tendida en el suelo.

Lloyd corre hacia ella, arrodillándose a su lado, tomándola con cuidado.

Lloyd (sacudiéndola con desesperación):

—C-Camila… ¡Despierta! ¡Vamos, Camila! ¿Pero qué carajos pasó aquí?

Una voz los interrumpe con un grito potente.

Vanessa (desde el fondo):

—¡¡CUIDADOOOOO!!

Un golpe invisible lanza a Lloyd hacia atrás. A Christian lo empujan con fuerza contra la pared opuesta. Ambos caen al suelo con violencia.

Al reincorporarse, Lloyd alza la vista y ve a Vanessa y Nathan atrapados entre un montón de rocas, luchando por liberarse.

Lloyd (apretando los dientes):

—¿Así que quieres pelear, eh…?

Encapuchado 2 (cruzando los brazos con arrogancia):

—Vamos a ver si puedes seguir jugando a ser el elegido.

Lloyd concentra su energía y lanza una ráfaga de Esencia Esmeralda directamente hacia él. El encapuchado apenas se mueve… y logra esquivar el ataque por un suspiro. Luego se lanza contra Lloyd como una bala.

Mientras tanto, Christian corre hacia donde están atrapados los demás, evaluando la situación.

Christian (mientras intenta mover una roca):

—Tranquilos… los voy a sacar. Aunque si tuviera mi poder, sería mucho más fácil, ¿eh?

Vanessa (jalándolo de la camiseta con desesperación):

—¡¡¡LLOYD ESTÁ EN PELIGRO!!! ¡¡TIENES que decirle lo de las ilusiones!! ¡¡Esa cosa puede manipular su mente!!

Christian se queda quieto, con los ojos bien abiertos. Algo se quiebra dentro de él. Pero no dice nada aún.

Al otro lado, la batalla entre Lloyd y el encapuchado continúa. Ambos se lanzan ataques rápidos, sus movimientos chocan con fuerza. Aunque el encapuchado parece tener más experiencia, Lloyd comienza a adaptarse, a entender su estilo, a igualar el ritmo.

Hasta que de pronto… algo cambia.

Se separan por un instante, ambos jadeando… y Lloyd parpadea. Lo que ve lo deja helado.

Lloyd (dando un paso atrás):

—¿Qué… qué mierda…?

Frente a él, ya no hay un solo enemigo.

Ahora hay dos encapuchados 2, idénticos, mirándolo fijamente.

Se frota los ojos, confundido… y la visión no cambia.

Ambos encapuchados 2 se lanzan al ataque al mismo tiempo. Sus movimientos son coordinados, precisos, casi como si compartieran una sola mente. Lloyd intenta bloquear y esquivar, pero no hay tiempo para contraatacar. Cada vez que defiende un golpe, el otro lo alcanza por otro ángulo.

Lloyd (apretando los dientes):

—¡Maldición… no me dan espacio…!

Como puede, da un salto hacia atrás y se desliza por el suelo, tomando distancia por unos segundos. Jadea, concentrado, buscando una abertura, pero entonces—

Christian (gritando con fuerza desde el fondo):

—¡¡¡LLOYD, CUIDADOOOOO!!!

Lloyd gira la cabeza hacia su amigo... pero es un error.

Apenas voltea, uno de los encapuchados 2 aparece justo a su lado, lo toma brutalmente de la cabeza y—

PUM.

Un golpe seco. Oscuridad total.

Solo se escucha la voz de Vanessa, gritando desde algún rincón:

Vanessa (desesperada):

—¡¡¡LLOYYYYD!!!

Dentro de la mente de Lloyd, todo está sumido en sombras. No hay suelo, no hay cielo. Solo un vasto vacío negro. Mira a su alrededor, dando vueltas lentamente. El aire es denso… como si el tiempo mismo estuviera congelado.

Lloyd (mirando en todas direcciones, con el ceño fruncido):

—¿Dónde… dónde estoy?

De pronto, una voz suave y maternal susurra desde algún lugar indescifrable.

Voz de mujer (serena pero distante):

—Hijo… no tengas miedo… quédate aquí. Aquí estarás a salvo… no salgas…

Lloyd retrocede un paso. Esa voz debería ser reconfortante, pero no le transmite calma… sino confusión.

Lloyd (murmurando, desconcertado):

—¿Mamá…? No… tú no eres mi mamá…

El vacío se sacude. De la nada, un recuerdo borroso aparece ante él, como una proyección distorsionada. Un pasillo en llamas. Voces. Caos. Gritos inhumanos llenan la oscuridad.

Lloyd se lleva las manos a los oídos, pero no puede bloquear el sonido.

Una nueva voz, esta vez más joven, asustada, le habla entre sollozos.

Voz joven (temblorosa):

—No llores… n-no llores… v-vámonos de aquí…

El recuerdo se desvanece. Oscuridad otra vez.

En la realidad, el encapuchado suelta a Lloyd, que cae de rodillas al suelo. Con una mano se toma la cabeza, con la otra se sostiene para no desplomarse por completo. Su cuerpo tiembla. Sus ojos parpadean con un destello verde intenso, inestable, como si su esencia luchara por controlarse.

A unos metros, Christian logra romper finalmente la última roca que aprisionaba a Vanessa.

Vanessa (jadeando, levantándose):

—¡Vamos! ¡Tenemos que ayudarlo!

Ambos corren hacia Lloyd, pero entonces la sombra entra en la sala, envolviéndolo todo con una presencia helada.

En ese instante, Camila se incorpora lentamente del suelo, sus ojos abriéndose con confusión al ver el caos que la rodea.

Camila (débilmente):

—¿Qué… qué está pasando…?

Antes de que Christian o Vanessa puedan reaccionar, la sombra se mueve como un látigo oscuro y agarra a Christian del cuello, levantándolo del suelo.

Desde el otro extremo, el primer encapuchado, que hasta ahora había permanecido sentado, se acerca lentamente, como si hubiera esperado ese momento exacto.

Sin decir una palabra, le arranca el artefacto a Christian, con movimientos elegantes y sin esfuerzo. El joven no puede hacer nada, atrapado por la sombra.

El segundo encapuchado, aún cerca de Vanessa, simplemente la deja caer al suelo, sin herirla. Sus ojos se cruzan por un instante.

Ambos encapuchados comienzan a retirarse, sus figuras fundiéndose en la oscuridad.

La sombra se disuelve en el aire como humo, dejando un vacío helado en la habitación.

Lloyd sigue de rodillas, temblando, sus dedos aún aferrados a su cabeza. Una órbita ardiente de Esencia Verde brilla débilmente a su alrededor… como si su poder intentara protegerlo… o contenerse.

Todos corren hacia Lloyd, que aún sigue de rodillas, rodeado por un tenue resplandor verde. Su cuerpo tiembla, atrapado en algo que nadie puede ver.

Camila se arrodilla frente a él, desesperada.

Camila (tomándolo por los hombros, con voz entrecortada):

—¡Lloyd, mírame! ¿Qué te pasa? Soy yo… soy Camila… ¡vuelve!

Vanessa se acerca también, observando con preocupación cómo la Esencia Esmeralda empieza a envolver lentamente los brazos de Lloyd. Sus ojos siguen parpadeando con un destello verde cada vez más intenso.

Vanessa (con el ceño fruncido):

—No está aquí… está atrapado. Es como si estuviera en una ilusión… o peor aún, en una pesadilla.

Mientras tanto, Christian corre hacia un rincón de la sala donde Nathan yace cubierto por pedazos de piedra. Se agacha y empieza a quitar escombros lo más rápido que puede.

Christian (apretando los dientes):

—¡Vamos, vamos! Aguanta, ya casi…

Finalmente, logra liberar el cuerpo de Nathan, quien se pone de pie con rapidez, sacudiéndose el polvo.

Nathan (con la respiración agitada):

—¡Tenemos que salir de aquí ahora! ¡Esto se viene abajo!

En la mente de Lloyd, el caos continúa.

Los gritos que escuchó antes siguen retumbando. Son más fuertes. Más reales. Pero no puede ver a nadie, solo oscuridad y ecos de dolor. De pronto, una voz masculina irrumpe entre el ruido, desesperada:

Voz de hombre (gritando con fuerza):

—¡¡Llévatelo de aquí… AHORA!!

Aquel grito es seguido por la risa aguda de una mujer, cruel, como si disfrutara del sufrimiento ajeno. El sonido de una espada desenvainándose corta el aire… y luego, los llantos de un niño pequeño.

Lloyd (tapándose los oídos, agitado):

—¡¿Qué es esto…?! ¡¡Estos no son mis recuerdos!!

(gritando)

—¡¡¡ESTO ES UNA PESADILLA… ES UNA MALDITA ILUSIÓN!!!

En la realidad, el suelo de la cueva comienza a crujir. Pequeñas rocas caen del techo. Las paredes tiemblan.

Nathan mira a su alrededor y luego a sus amigos.

Nathan (decidido, alzando la voz):

—¡No hay más tiempo! ¡¡Tenemos que irnos YA!!

Vanessa y Nathan se colocan a los lados de Lloyd, que parece inconsciente, y lo levantan entre los dos.

Corren por el túnel, esquivando piedras que caen, hasta llegar a la zona donde no hay suelo, solo un abismo lleno de afilados pinchos esperando abajo. Todos se detienen en seco.

Christian (mirando al vacío):

—Genial… ¿Y ahora qué hacemos?

Sin pensarlo dos veces, Nathan suelta a Lloyd con cuidado y regresa corriendo a la sala anterior. Pasan segundos que parecen eternos, hasta que vuelve con una tabla de madera larga y desgastada.

Nathan (jadeando):

—¡Vamos a cruzar por esto! Uno por uno, con cuidado. Si se rompe… estamos muertos.

Uno a uno comienzan a cruzar. La tabla cruje bajo el peso, pero resiste. Vanessa, con esfuerzo, arrastra a Lloyd por encima de la tabla. El cuerpo del chico no reacciona, su cabeza cuelga hacia un lado.

Llegan al otro extremo. Allí, Calderón había descubierto unas escaleras antiguas que suben en espiral hacia la superficie.

Todos empiezan a ascender rápidamente, sintiendo el temblor cada vez más cerca de ellos. Vanessa se queda un segundo junto a Lloyd, que sigue sin reaccionar.

Vanessa (sacudiéndolo con fuerza):

—¡Lloyd! ¡Despierta! ¡LLOYD DESPIERTAAAAAA!

No responde. Vanessa le da una cachetada. Luego otra. Y otra más.

Vanessa (con rabia y miedo mezclados):

—¡No te atrevas a rendirte, idiota! ¡No después de todo lo que hicimos!

Lloyd respira hondo de golpe, como si saliera de un ahogamiento. Sus ojos parpadean una última vez con ese brillo esmeralda antes de volver a su color normal.

Lloyd (confundido, débil):

—¿Qué… pasó?

Vanessa (suspirando aliviada):

—Te atraparon en una especie de pesadilla mental. Casi no vuelves…

(se pone de pie)

—Sube las escaleras. Vamos.

Ambos suben a toda prisa. Al salir, emergen por un pozo de piedra en medio del bosque. Uno tras otro caen al suelo, exhaustos, respirando con dificultad. Ya es de noche. Todo está oscuro. Solo se escucha el sonido de los grillos… y el silencio después del caos.

Vanessa mira a su alrededor con el ceño fruncido, todavía intentando entender dónde están. La tierra está húmeda, el aire frío. Se incorpora, frotándose los brazos por el escalofrío.

Vanessa (mirando el paisaje, confundida):

—¿Dónde estamos…? Esto no es la preparatoria…

Christian, aún jadeando, se pone de pie y mira hacia un claro entre los árboles. Frunce el ceño, se fija bien, y levanta la mano para señalar.

Christian (sereno, señalando al frente):

—Sí lo es… solo que estamos detrás. Esa es la parte trasera del edificio.

A lo lejos, se ve claramente la parte trasera de la preparatoria, oscura y silenciosa bajo la luz de la luna.

Nathan se incorpora con torpeza, y apenas logra sostenerse en pie. Su voz suena cargada de frustración.

Nathan (desesperado, llevándose las manos al rostro):

—¡YA VALIMOS MADRES!

Christian lo mira con los ojos bien abiertos, alarmado.

Christian (confundido):

—¿Por qué lo dices?

Nathan (girándose hacia él, molesto):

—¿¡Por qué!? ¡¿En serio me lo preguntas?! ¡Nos quitaron el maldito artefacto! ¡Ese aparato era lo único que podía ayudarnos a ubicar uno de los cristales!

Vanessa suspira, cruzándose de brazos. Habla con firmeza, intentando calmar los ánimos.

Vanessa (mirando a Nathan):

—Sí… es cierto. Perdimos esta ronda. Pero ellos solo saben dónde está un cristal. Nosotros seguimos teniendo una ventaja.

Nathan (frunciendo el ceño):

—¿Ventaja?

Vanessa (asintiendo):

—Se supone que Gabriel conoce la ubicación de los otros artefactos… o al menos tiene pistas. Si nos movemos ya, todavía podemos adelantarnos.

Camila se levanta del suelo, todavía tambaleándose. Al ver a Lloyd aún agachado, corre hacia él, preocupada. Se arrodilla a su lado.

Camila (tocándole el rostro con suavidad):

—Lloyd… ay, Lloyd… ¿estás bien? ¿Te duele algo?

Lloyd asiente levemente, respirando hondo. Su mirada se ve más clara, pero aún está algo perdido.

Lloyd (forzando una sonrisa):

—Sí… sí, estoy bien. No te preocupes. Solo fue… demasiado.

Vanessa mira al cielo, luego hacia la escuela, pensativa.

Vanessa (tomando la iniciativa):

—Tenemos que irnos ya. Si mis papás se enteran que no he llegado… uff, me van a matar.

Nathan (intentando aligerar el ambiente):

—Eso si es un verdadero peligro.

Christian (riendo un poco):

—Más que monstruos y trampas.

Camila ayuda a Lloyd a ponerse de pie y todos comienzan a caminar en dirección a la parte trasera de la preparatoria. El ambiente es silencioso, casi solemne, mientras reflexionan sobre lo que han perdido… y lo que aún tienen por delante.

En otro lugar…

Una sala oscura, iluminada apenas por antorchas en las paredes. Dos figuras encapuchadas se arrodillan frente a una sombra imponente que se alza entre columnas de piedra. Es Xandros, su presencia impone respeto… y miedo.

Encapuchado 1 (inclinando la cabeza):

—Tal como temía, señor… ya sabemos dónde se encuentra uno de los cristales.

Xandros (cruzando los brazos, con voz grave y autoritaria):

—Excelente. Quiero que lo recuperen. No regresen hasta tenerlo.

Encapuchado 2 (levantando ligeramente el rostro):

—También escuchamos rumores… dicen que Gabriel, el viejo maestro, sabe dónde están más artefactos como este.

Xandros se queda en silencio unos segundos. Luego asiente lentamente, con una sonrisa peligrosa.

Xandros (con tono frío):

—Entonces síganlos. No los pierdan de vista. Si Gabriel tiene ese conocimiento, lo necesitaremos.

(pausa)

—Encuentren los artefactos… y tráiganmelos todos.

(bajando la voz)

—No dejen que se nos adelanten otra vez. Muévanse rápido… díganselo a los demás.

Encapuchado 1 (firme):

—Sí, mi señor.

Ambos encapuchados se inclinan nuevamente y desaparecen en la oscuridad.

Fin del episodio.

1
nalxyt
¡Qué emocionante esta historia!😆
catalina trujillo
Me encanta cómo escribes, pero necesito más de tu historia para satisfacer mi curiosidad. 😜 ¿Cuándo actualizas?
luhax
No puedo esperar por el siguiente, bendiciones
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