Héroes: Parte Dos

Hace muchos años, cuando Niki apenas estaba empezando con los Xtreme Tiempos, se encontraba sentada en su cama, sumida en pensamientos oscuros. La imagen de su Figueroa encerrada como prisionera aún la atormentaba, al igual que el recuerdo de su mundo desapareciendo junto con sus seres queridos. Sabía que el jefe confiaba plenamente en ella, por alguna razón la había nombrado gerente y esperaba que lograra desbloquear el cien por ciento de su poder. Pero Niki no tenía idea de qué significaba eso. El jefe, en cambio, sí lo sabía, y la estaba entrenando con ese propósito.

Las misiones que realizaba le resultaban desagradables, pero las ejecutaba porque eran su única forma de sobrevivir. En medio de sus pensamientos, el jefe entró en la habitación y le habló con su tono sereno pero firme:

—Ten la cabeza fría, Niki. Sé que esto es difícil, te entiendo mejor de lo que crees, pero no es momento de aferrarte al pasado. Tienes que convertirte en una verdadera gerente y reclutar a nuevos miembros. Dos más serán suficientes por ahora. Pero debes liderarlos. Sé una buena líder, Niki. Cambia de una vez.

El jefe se retiró sin esperar respuesta. Niki permaneció inmóvil, reflexionando sobre sus palabras.

En la actualidad, horas después, Niki caminaba por el cuartel. De repente, recordó a las chicas. Se dirigió hacia la prisión temporal, pero antes de entrar dudó. Finalmente, decidió avanzar con paso firme. Colocó la mano sobre la puerta y esta se abrió lentamente. Dio un paso atrás por instinto y, cuando la puerta se había abierto por completo, vio a una figura familiar: la Figueroa que conocía. Se miraron fijamente antes de empezar a hablar.

—Sara —dijo Niki en un tono neutral.

—Nicole —bramó la primera Figueroa.

—Cuánto tiempo…

—Mmm… No sé, ¿más de mil millones de años? —respondió con sarcasmo.

—Tan chistosa como siempre. ¿Dónde están Nicole y Figueroa de la linea original?

—Se quitaron la vida —respondió con frialdad.

—No te creo. Yo las conozco.

La primera Figueroa soltó una risa amarga y señaló a las chicas, quienes estaban sentadas, observando tranquilamente a Niki. Sin embargo, en realidad, estaban esperando el momento oportuno para ejecutar su plan.

—¿Nunca vas a cambiar de opinión, Nicole? —preguntó la primera Figueroa.

—No —respondió Niki con firmeza.

—Tienes la fuerza para hacerlo.

—Sí, pero el jefe es más fuerte que yo. Podría matarme con facilidad.

—Tienes miedo… Tienes pavor de que se repita lo que ocurrió hace mil millones de años, ¿verdad?

Mientras hablaban, Figueroa sintió un ligero toque en el hombro. Sobresaltada, giró rápidamente y se encontró con una cara familiar. Sus ojos se abrieron con incredulidad.

—¿Profesor? —susurró Figueroa.

—Shhhh… —El hombre le hizo un gesto de silencio

—¿Quién es él? —preguntó Nicole en voz baja.

—Él fue quien me enseñó sobre los viajes en el tiempo —respondió Figueroa con la misma cautela.

—¿Y qué hace aquí?

—Me atraparon por intentar viajar en el tiempo nuevamente. Esos tipos han frustrado todos mis intentos —respondió el profesor en un murmullo.

—Ahora todo tiene sentido… —susurró Figueroa.

Los tres dejaron de hablar y se concentraron en la conversación entre Niki y la primera Figueroa.

—¡TE LO DIJE! ESTO ES TU CULPA. SI NO HUBIERAS VIAJADO EN EL TIEMPO Y CAMBIADO LAS COSAS, NADA DE ESTO HABRÍA PASADO —gritó Niki, con furia en la voz.

—¿ESO CREES? TÚ MISMA DIJISTE: “QUE NUEVOS MUNDOS NAZCAN”. PERO TE ACOVARDASTE ANTE EL CREADOR. Sé que no te gusta esto, Niki, pero tienes miedo del Destructor. Yo lo sé. Casi te mata de la peor manera —dijo la primera Figueroa con una sonrisa amarga.

—Cállate, Sara.

La tensión creció entre ambas, con miradas que amenazaban con desatar el conflicto en cualquier momento. Pero la primera Figueroa notó algo: Niki no se acercaba demasiado a la entrada de la prisión, ni siquiera estaba cerca de cruzar el límite. Figueroa y Nicole también se dieron cuenta de esto.

—Tienes que cambiar, Niki. Y si aparece el Destructor, lo enfrentaremos. Con las chicas que metiste aquí, si confiaste en ellas, significa que son fuertes. Podemos hacerlo —insistió la primera Figueroa.

—No. No haré eso. Pero te diré algo: vamos las cuatro y evitemos el multiverso —contestó Niki.

Se fue acercando poco a poco a la entrada hasta que, finalmente, cruzó el umbral. En ese instante, sus poderes se desvanecieron. Las chicas esperaron el momento preciso para ejecutar su plan.

—Ven conmigo, por favor —pidió Niki.

—Lo siento, pero como te he dicho siempre: la respuesta es no. Hoy se acaba todo —respondió la primera Figueroa.

—¿Qué estás diciendo?

Antes de que pudiera reaccionar, Nicole y Figueroa la sujetaron con fuerza. Niki intentó resistirse, pero fue en vano. En cuestión de segundos, todos los prisioneros y las chicas salieron de la prisión temporal.

Afuera, la primera Figueroa sujetó a Niki por el cuello y, sin darle oportunidad de reaccionar, la arrastró contra las paredes con una fuerza brutal. Niki sintió su piel desgarrarse con cada impacto. Finalmente, la primera Figueroa la lanzó con una poderosa patada, haciendo que rodara por el suelo, escupiendo sangre.

Las alarmas de peligro comenzaron a sonar en las instalaciones. Carlos, Santiago y el jefe se dieron cuenta de la revuelta. Mientras tanto, Nicole y Figueroa peleaban contra los guardias junto al profesor de viajes en el tiempo.

—¡Abran fuego! —gritó un guardia.

Las balas y los ataques de energía llenaron el ambiente, pero los rebeldes respondieron con ferocidad. Nicole, sin embargo, tenía un objetivo claro: encontrar al jefe. Se separó del grupo y se dirigió a su oficina. Se detuvo frente a la puerta, dudando por un momento.

Mientras tanto, Niki se reincorporó, limpiándose la sangre de la boca.

—Sabía que esto pasaría… ¿Nunca cambiarás de opinión? —preguntó.

La primera Figueroa la miró con desdén.

—Tú eres la que ha cambiado, Nicole. Ya no eres la chica amable, gentil y bondadosa que conocí. Si nuestro Saavedra te viera, estaría decepcionado. ¡Ya no eres una heroína!

—¡Cállate! ¡Yo sí soy una heroína! ¡Tú eres la villana y causarás el fin de todo!

—Eso ya lo veremos.

—Te mataré y acabaré con esas variantes nuestras. Todo volverá a la normalidad.

Niki respiró hondo. Su cuerpo comenzó a cambiar. De su brazo derecho brotó fuego y del izquierdo agua. Su pierna derecha se envolvió en una corriente de aire, y la izquierda se endureció como roca.

—Voy a usar el cien por ciento de mi poder. Haré lo que sea necesario para evitar el fin —declaró Niki, preparándose para la batalla final.

Al mismo tiempo, Figueroa y el profesor terminaron de eliminar a los guardias. Mientras recuperaban el aliento, vieron a Carlos caminando con Santiago. Figueroa no dudó ni un segundo y los recibió con una sonrisa desafiante.

—Hola —saludó Figueroa con sarcasmo.

—Siempre causando problemas… —respondía Carlos, rascándose la cabeza con una expresión de fastidio.

—Todo sea por el nacimiento de nuevos mundos —replicó Figueroa, señalando los prismas flotantes a su alrededor.

Carlos sonrió con malicia.

—Nosotros nos encargamos de eso. Pero antes, los mataremos. ¿Verdad, Santiago?

—Lo siento mucho, pero ustedes lo buscaron —afirmó Santiago con una mirada feroz.

—Pues menos charla y más acción. ¡Jajajaja! —bramó el profesor, adoptando una postura de combate.

Figueroa tragó saliva y adoptó su posición de defensa.

—Acabemos con esto —dijo con determinación.

—De acuerdo —respondieron al unísono los dos gerentes.

Los cuatro se lanzaron al combate. Al mismo tiempo, Niki y la primera Figueroa intercambiaban palabras antes de su inminente enfrentamiento.

—Te has vuelto más fuerte… Ni tú ni yo sabíamos del cien por ciento de nuestro poder, pero ahora podemos llevarlo más allá y pelear como verdaderas semidioses. Aunque no seamos tan fuertes como un Dios como Saavedra, sí podemos desafiar el destino —dijo la primera Figueroa, con una sonrisa confiada.

Niki frunció el ceño.

—¿Qué quieres decir?

La primera Figueroa cerró los ojos, respiró hondo y relajó su cuerpo. Un resplandor blanco comenzó a envolverla y pequeños puntos de luz danzaban a su alrededor.

—¡Tú también puedes usarlo! ¡Eso es imposible! —exclamó Niki, retrocediendo ligeramente.

—No eres la única que ha estado entrenando. En la prisión temporal también perfeccioné mis habilidades. Ahora, puedo usar el cien por ciento de mi poder. ¡Es hora de acabar con esto, Nicole! ¡Los Xtreme Tiempos caerán!

Mientras tanto, Nicole observaba la oficina del jefe. Sin pensarlo dos veces, lanzó un potente ataque de fuego que redujo a cenizas la estructura. El impacto atravesó la pared y algo fue expulsado hacia una piedra flotante cercana.

Nicole entró en la oficina destruida y analizó el panorama. Sus ojos se fijaron en una esfera negra del tamaño de un humano. Lentamente, la esfera comenzó a disiparse, revelando la silueta de una persona. Al verla con claridad, Nicole sintió una extraña mezcla de sorpresa y atracción, aunque se obligó a mantenerse seria.

—La Nicole que salvó a Niki… Es un placer conocerte —dijo el jefe con una sonrisa ladina.

—Hola… ¿Puedo hacerte unas preguntas? —preguntó Nicole con cautela.

—Por supuesto. Pero antes, pelearemos un rato.

—¿Qué?

Nicole inmediatamente adoptó una posición de combate, lista para cualquier cosa.

Las instalaciones de los Xtreme Tiempos ahora eran un campo de batalla con tres combates decisivos. Cada uno determinaría el destino del multiverso. La victoria podría traer la creación de nuevos mundos… o la muerte definitiva de Nicole y Figueroa.

Carlos río con energía.

—¡Jajajajaja! ¡Esto será muy divertido!

Nicole y Figueroa, a pesar del miedo, estaban dispuestas a luchar. Pelearían por la libertad, por el nacimiento de nuevos mundos, por la evolución del multiverso.

Niki y la primera Figueroa avanzaban lentamente, mirándose fijamente, listas para desatar su poder en una batalla que definiría el destino de todo.